La narrativa española desde la muerte de Franco

Con la muerte de Franco (1975) y la llegada de la democracia, la vida cambia sustancialmente en nuestro país. A esta transformación contribuyeron la generalización de las libertades, el acercamiento cultural y económico al resto de Europa, y el poder que adquieren los grandes grupos de comunicación de masas. La entrada en la OTAN y en la Comunidad Económica Europea terminaron por hacer de España un estado moderno que acabó con su aislamiento.

En lo que respecta a la literatura, el ambiente de libertad permitió un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España. A ello contribuyó significativamente la desaparición de la censura, lo que supuso la publicación de novelas españolas prohibidas, expurgadas o inéditas en nuestro país y la recuperación de la obra de los escritores exiliados.

Convivencia de generaciones de narradores

Conviven en este periodo varias generaciones de narradores: autores de posguerra como Camilo José Cela (Mazurca para dos muertos), Miguel Delibes (Los santos inocentes), Gonzalo Torrente Ballester (El rey pasmado); novelistas de las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta que siguen publicando como Juan Goytisolo (Makbara), Juan Marsé (El embrujo de Shangai); y escritores dados a conocer ya después del franquismo como Rosa Montero, Antonio Muñoz Molina, Luis Landero, Álvaro Pombo, Javier Marías, Bernardo Atxaga. El auge de los grupos de comunicación y la generalización de la cultura crean una amplia masa de lectores que demandan novelas entretenidas; la literatura se mercantiliza en exceso. Aparece en estos años una gran producción variada en cuanto a temas, estilo y calidad de las obras, aunque no existe, al igual que el resto del mundo, una corriente dominante.

Características generales de la novela en las últimas décadas

La crítica considera la fecha de 1975 como el inicio de una nueva etapa de la narrativa española. El comienzo de este cambio es la publicación de La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza. A pesar de que incorporaba elementos formales que permitían entroncarla con la novela experimental, revelaba ya una vuelta al interés por la trama, al viejo placer de contar y de leer historias, rasgo que se convertirá en el principal nexo de unión de las diversas modalidades del relato de esta etapa.

Características generales de la novela en las últimas décadas

Las características generales de la novela en las últimas décadas son:

  1. Variedad temática y estilística, aunque resurge, sobre todo, el neorrealismo. Conviven la novela ambientada en el pasado y la visión del presente, la realidad y el relato fantástico, de aventuras, policiaco, la introspección psicológica (El desorden de tu nombre (1988), de Juan José Millás), el neorrealismo social (Antes de la batalla, 1992, de Lourdes Ortiz.)
  2. Simplificación de las estructuras narrativas. La novela se aleja de la experimentación, de la complejidad, del hermetismo y simplifica sus técnicas y procedimientos narrativos. Se prefiere la estructura lineal del relato.
  3. Recuperación del argumento. Los autores quieren crear y contar historias: recuperan la trama y los personajes, las historias cerradas y la reconstrucción de ambientes.
  4. Uso de las personas narrativas tradicionales, primera y tercera sin mezcla de ambas.
  5. Resurgimiento de las novelas de género: policiacas, de aventuras, sentimentales, eróticas, históricas…
  6. Abandono de la intencionalidad ideológica y el compromiso social, aunque se recrean situaciones cotidianas y reales.

Podemos concluir con que los tres aspectos más significativos de la narrativa actual son:

  1. El carácter aglutinador de la novela contemporánea, que acoge todas las tendencias, estilos y experiencias personales.
  2. La individualidad creadora: cada novelista busca su propio estilo y su visión personal del mundo.
  3. El triunfo de la novela de género, sobre todo la policiaca y la histórica.

Aunque no resulta fácil identificar corrientes o escuelas, sí se puede hablar de tendencias temáticas y géneros como:

  1. Novela policíaca y de intriga. Presenta una intriga poderosa que atrae al lector. Este subgénero resurge con especial fuerza. Entre sus cultivadores destacan Manuel Vázquez Montalbán, Eduardo Mendoza, Antonio Muñoz Molina, Soledad Puértolas, Arturo Pérez-Reverte, Lorenzo Silva, Dolores Redondo, Alicia Giménez Bartlett, Domingo Villar.
  2. Novela histórica. Se vuelve al pasado histórico, distanciándose de los hechos con una visión paródica. Se pueden citar como ejemplos El oro de los sueños, de José María Merino; El hereje (1998), de Miguel Delibes, y La vieja sirena (1990), de José Luis Sampedro, así como la saga protagonizada por el capitán Alatriste, de Pérez-Reverte, ambientada en el Siglo de Oro.
  3. Novela de la reflexión íntima. Se vuelve a lo privado y al análisis psicológico de los personajes. Se recrea la infancia y la juventud de una manera lírica, ubicándola a veces en espacios rurales y legendarios.
  4. Novela de la memoria y del testimonio. La memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente, en la que se encuadran novela
  5. Novela de realismo crítico y social. Plasman el conflicto entre los personajes urbanos y rurales, y ofrecen una visión crítica y comprometida con la realidad histórica de la época.
  6. Novela culturalista. Novelas eruditas, reflexivas, con elementos intimistas, se recrean en el barroquismo lingüístico, por lo que se dirigen a un lector minoritario.
  7. Novela de aventuras. Utilizan como ingredientes la intriga, la ambientación histórica.

Cabría hablar al iniciarse el nuevo milenio de una serie de jóvenes escritores que se centran en los problemas de la juventud, reflejando en sus escritos la cultura pop y el inconformismo de los jóvenes actuales, sobre cuya valía la crítica está muy lejos de ser unánime y a los que el tiempo permitirá juzgar con más perspectiva. Cultivan en general una prosa ágil con mucho diálogo y un lenguaje desenfadado que pretende retratar a una generación para la que el rock, las drogas o el sexo están en el centro de sus preocupaciones.

Algunos los integran en lo que se llamó Generación X (Ismael Grasa, Ray Loriga, José Ángel Mañas, Lucía Etxebarría). Posteriormente, otros autores han bebido de las historias hiperrealistas y desestructuradas que hablaban de amor y sexo: son los que hoy se han enmarcado en la Generación Nocilla, autores nacidos entre 1960 y 1970, capitaneados por Agustín Fernández Mallo, y Ricardo Menéndez Salmón.

En resumen, este es un periodo de enorme vitalidad en el que la narrativa y más en concreto la novela se han convertido en el género hegemónico. Existe una gran cantidad de autores de distintas generaciones que conviven y contribuyen a enriquecer el panorama, en algunos casos con verdaderas obras maestras.