Movimientos Literarios en España: Del Modernismo a la Novela Experimental del Siglo XX

El Novecentismo y las Vanguardias

El Novecentismo

El Novecentismo está conformado por un grupo de intelectuales (no solo escritores) que tratan de renovar estéticamente la literatura y el arte en general, acercándose a un estilo más moderno. Las principales características que presenta este movimiento son las siguientes:

  • Rechazo del sentimentalismo: El arte debe «deshumanizarse», alejarse del sentimentalismo y del desahogo romántico.
  • Apertura a Europa y rechazo del casticismo: A diferencia de la Generación del 98, defienden que España debe sentirse parte de Europa y aceptan la influencia que esta podía ejercer en un país demasiado anclado en su pasado.
  • Lenguaje pulcro y eficaz: Muestran una gran preocupación por las formas y por conseguir un estilo riguroso.
  • Aportaciones de otros movimientos: Adoptan los logros conseguidos por movimientos anteriores, como el Modernismo o la Generación del 98, tales como el ritmo, la musicalidad o el tratamiento profundo de determinados temas.
  • Presencia en la vida cultural y política: Se basan en la convicción de que las minorías mejor preparadas deben orientar la marcha de la sociedad.

Entre los autores más significativos destacan, en novela, Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró. En el campo del ensayo, sobresalen autores como José Ortega y Gasset, quien aborda temas sociológicos, filosóficos, históricos y, por supuesto, literarios, defendiendo en sus obras la preponderancia de la actividad intelectual por encima de la emoción humana (deshumanizar el arte), y Eugenio d’Ors, a quien debemos la denominación de «Novecentismo» y que fue uno de los principales ideólogos de este movimiento.

Las Vanguardias

Los autores vanguardistas trataron de realizar una auténtica revolución en el ámbito de la literatura, presentando una serie de rasgos comunes:

  • Rechazo a las manifestaciones artísticas anteriores, al considerarlas nulas e inútiles.
  • Creatividad y originalidad por encima de todo.
  • Experimentación, tanto en temáticas sorprendentes como en formas de expresión.
  • Elitismo, ya que fueron movimientos minoritarios, seguidos por un público selecto.
  • Rebeldía y provocación, con el propósito de diferenciarse de los demás y, al mismo tiempo, llamar la atención sobre el arte.

Principales Movimientos Vanguardistas

  • Futurismo: Fundado por Marinetti, en su Manifiesto futurista (1909) proclamó aspectos como la atracción por las máquinas de reciente creación (automóvil, locomotoras, avión), el rechazo radical del pasado, el antisentimentalismo (las personas no deben expresar sus sentimientos) o la apología de la violencia (los futuristas defienden la destrucción radical de todo lo ajeno a la ideología propuesta).
  • Dadaísmo: Fundado por Tristan Tzara, el dadaísmo niega los principios de la razón. Renunciaba al significado, buscando la espontaneidad y la improvisación. No crearon obras literarias convincentes debido a su negación del arte y la belleza.
  • Cubismo: Trató de plasmar la realidad desde diferentes puntos de vista y todos a la vez. Por ello, la literatura cubista utilizaba técnicas propias de la pintura como la superposición de planos y diferentes tipografías. Sus composiciones más innovadoras fueron los caligramas de Apollinaire, en los que la distribución del texto formaba un dibujo relacionado con este.
  • Expresionismo: Buscaba la realidad interior con el objetivo de encontrar los rasgos más importantes de lo que se quiere reflejar, aunque estos sean grotescos o deformes. Consideraban que la realidad interior es más importante que la exterior, ya que el mundo debe ser expresado tal y como lo ve el artista y no como es en realidad.
  • Surrealismo: Fue el vanguardismo que más tiempo duró y que más obras produjo. Destacó por el interés en el subconsciente, los sueños y los mecanismos mentales no sometidos a la razón. Algunas de las técnicas narrativas utilizadas fueron la escritura automática (escribir sin premeditación después de conseguir un estado mental parecido al de los momentos previos al sueño o a la hipnosis) y los «cadáveres exquisitos» (técnica que consistía en juntar palabras de diferentes personas de forma consecutiva, sin saber qué habían escrito los anteriores).

El Modernismo y la Generación del 98

El Modernismo

El Modernismo es un movimiento artístico que surge como reacción frente a las formas imperantes en aquel momento: el Realismo y el Naturalismo. Sus principales influencias provienen de Francia: el parnasianismo y el simbolismo. A estas influencias hay que sumar su interés por poetas españoles como Gonzalo de Berceo, Jorge Manrique y, sobre todo, por el Romanticismo.

Temas Principales del Modernismo

  • Desazón romántica: Los poetas modernistas se caracterizan por su angustia existencial, la melancolía y la continua presencia de paisajes otoñales o nocturnos.
  • Escapismo: Los autores modernistas tratan de escapar de la época en la que les ha tocado vivir, ya sea un escapismo temporal o espacial.
  • Amor y erotismo: De influjo romántico, se trata de amores dolorosos e imposibles, rodeados de un paisaje que acentúa el sensualismo.
  • Cosmopolitismo: París, con su bohemia, sus cabarets y sus barrios, se convirtió en meta y tema artístico.
  • Temas americanos e hispánicos: Se recupera y exalta lo indígena, y se evocan temas de España frente a la pujanza del imperialismo norteamericano.

En cuanto al estilo, en el Modernismo predominan los términos que se refieren a lo sensorial y buscan efectos plásticos recurriendo a los colores, los sonidos y los aromas. Sienten predilección por la sinestesia, probablemente el gran descubrimiento modernista. Un rasgo característico del Modernismo fue el soneto en versos alejandrinos, dodecasílabos, eneasílabos y en toda clase de metros.

Algunos de sus autores principales fueron Rubén Darío, figura capital del Modernismo, con sus obras Azul, Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza; Antonio Machado, con un modernismo reflexivo e intimista y su principal obra, Soledades, galerías y otros poemas; y Juan Ramón Jiménez, obsesionado por conseguir la perfección y la belleza, con obras como Platero y yo o La Soledad Sonora.

La Generación del 98

La Generación del 98 consiste en un grupo de escritores que presentan una serie de características propias y que tratan, a través de la escritura, de renovar y mejorar España. Las principales características que presentan estos autores son las siguientes:

  • Sentimiento patriótico: «Les duele España», aprecian el valor y los tesoros que ha ido generando nuestro país a lo largo de la historia, lo que provoca un claro sentimiento patriótico y nacional.
  • Léxico alejado de la retórica: Presentan un claro antirretoricismo, lo cual va unido al deseo de una forma cuidada.
  • Preferencia por la novela y el ensayo: A diferencia del Modernismo, que se centraba fundamentalmente en la poesía, la Generación del 98 lo hará en la novela y, sobre todo, en el ensayo.
  • Preocupación filosófica: Reflexionan sobre el sentido de la vida humana. Al no encontrar respuestas, viven una profunda crisis existencial.

Los principales representantes de esta generación fueron Miguel de Unamuno, quien cultivó poesía, novela, teatro y ensayo, y en todos ellos reflejó las preocupaciones esenciales del ser humano con obras como Niebla, En torno al casticismo y Vida de Don Quijote y Sancho; José Martínez Ruiz, «Azorín», con un lenguaje cuidado y pulcro en obras como La voluntad o Antonio Azorín; Pío Baroja, quien en obras como La busca presenta una imagen terrible de la realidad social de su tiempo, denunciando la corrupción, la injusticia y las desigualdades sociales; y Ramón María del Valle-Inclán, quien evoluciona hasta llegar al esperpento, una óptica deformadora de la realidad, reflejada en obras como Tirano Banderas, una parábola del destino del hombre degradado por la tiranía.

La Poesía Española desde 1939 hasta la Actualidad

Década de los años 40

Durante los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil, la situación poética en España también se resiente. Algunos poetas habían muerto, como Unamuno, García Lorca, Miguel Hernández o Machado; otros estaban en el exilio, como Alberti, Cernuda, Juan Ramón Jiménez, León Felipe o Pedro Salinas. Por ello, podemos dividir la poesía de esta época en tres grandes grupos:

  • Poetas en el exilio: En estos poetas está siempre presente la añoranza y la tristeza por el país abandonado, con temas como la guerra, la destrucción y la miseria. También dedican poemas a sus respectivos países de acogida.
  • Poesía arraigada: Se trata de una poesía poco comprometida socialmente, de poetas generalmente afines al régimen franquista. Sus temas son suaves, como la familia, el paisaje o el amor. En cuanto a la forma, pretenden una vuelta al clasicismo y a las reglas puras de la métrica española. Se agrupan en torno a dos revistas: Escorial y Garcilaso. Sus principales representantes fueron Leopoldo Panero, Luis Rosales, Dionisio Ridruejo o Luis Felipe Vivanco.
  • Poesía desarraigada: A diferencia de los anteriores, para estos poetas el mundo es un lugar de caos y angustia. Dios también se encuentra presente en sus poemas, pero se trata de un Dios cruel que les ha abandonado y, por ello, el mundo está dominado por la soledad y el miedo a vivir. En cuanto a la forma, predomina el verso libre. Destacan autores como José Hierro y Dámaso Alonso, con su obra Hijos de la ira, en la que se rebela ante un mundo arrasado, dirigido por un Dios que está en silencio y al que el poeta pide cuentas. Publican sus obras, principalmente, en la revista Espadaña, donde se enfrentan a los autores de Garcilaso por medio de una poesía comprometida y directa, en la que lo importante es el contenido y no la forma.

Década de los años 50: Poesía Social

En este período se abandona el pesimismo y la angustia existencial de la década anterior para pasar a denunciar las injusticias y desigualdades sociales. Es una poesía social, dirigida a la «inmensa mayoría» y, por ello, el lenguaje se hace sencillo para poder ser entendido por todos. Los temas se acercan a las preocupaciones de la gente de la calle y los autores intentan que lo más importante de sus poemas sea el mensaje que pretenden transmitir, es decir, el contenido por encima de la forma poética. Por ello, emplean con frecuencia el verso libre y el versículo, aunque esto no impide que los poemas tengan una cuidada elaboración formal.

Sus temas principales fueron las duras condiciones de vida, las dificultades económicas, la falta de trabajo, la preocupación por España y las consecuencias de la Guerra Civil. Destacan autores como Blas de Otero, con su principal obra Pido la paz y la palabra; Gabriel Celaya (Rafael Múgica), con su obra Cantos íberos; y José Hierro, autor de Alegría.

La Novela Española de 1939 a 1974: Tendencias, Autores y Obras

Novela del Exilio

Los autores que abandonaron España al terminar la Guerra Civil continuaron escribiendo en otros países. Cada uno de ellos evolucionó de manera personal. En general, todos hablaron de la experiencia de la guerra y la nostalgia de la patria. Entre estos autores se encuentran, por ejemplo, Francisco Ayala, con su obra Muertes de perro; Max Aub, con El laberinto mágico; o Ramón J. Sender, con su obra maestra Réquiem por un campesino español.

Novela de Posguerra (Años 40-50)

La pobreza literaria de los años de posguerra es enorme en el caso de la novela. Hay una ruptura con las corrientes narrativas anteriores a la Guerra y, en general, se volverá a un mediocre realismo. Ciertas novelas recrean ambientes sórdidos y violentos con expresiones abruptas: es lo que se llamó tremendismo. En estos años coexisten varias tendencias narrativas: la novela nacionalista, que plasmó la visión ideológica de los falangistas; el realismo tradicional, donde el tema fundamental era la vida de la burguesía; y la novela existencial, la tendencia más importante de la inmediata posguerra. Sus autores son jóvenes escritores que intentan hacer algo distinto en un panorama literario desolador. Los temas de esta tendencia son la incertidumbre de los destinos humanos y la dificultad de comunicación. Los personajes son seres marginados u oprimidos, colocados en situaciones límite que les llevan a la violencia o al aislamiento. Predomina el narrador en primera persona, lo que posibilita el uso del monólogo. Respecto al estilo, se utiliza un lenguaje duro y a veces se refleja el habla coloquial. Una de las novelas más importantes de esta tendencia es La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela (que responde al tremendismo), y Nada (1945), de Carmen Laforet, cuyos temas principales son la soledad y la marginación. De tristezas y frustración también hablaba Miguel Delibes en su primera novela, La sombra del ciprés es alargada (1948).

Realismo Social (Años 50-60)

A partir de los años cincuenta, la novela reflejará la sociedad española de ese momento con su falta de libertad, su desigualdad social y su miseria. La estética dominante es la realista. Los novelistas abandonan el pesimismo de las novelas existenciales y describen la realidad no oficial de una sociedad que evoluciona lentamente. El origen de esta tendencia lo marca la publicación de La Colmena, de Cela (1951). En la novela social hay dos corrientes:

  • El objetivismo: El escritor se limita a presentar la realidad sin emitir juicios de valor, como si fuera una cámara cinematográfica. Títulos significativos son Los bravos, de Jesús Fernández Santos (sobre la dura vida del campo), y El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio.
  • El realismo crítico: El escritor no solo aspira a presentar la realidad, sino a explicarla y a denunciar las injusticias que marginan a determinados grupos sociales (obreros, campesinos, etc.). Esta actitud de denuncia les lleva a simplificar el estilo y la técnica narrativa. Títulos significativos son Central eléctrica, de Jesús López Pacheco, y La mina, de Armando López Salinas.

Los temas predominantes son la soledad del ser humano y las repercusiones de la Guerra Civil. Los escritores utilizan un narrador en tercera persona, un narrador testigo que no opina ni juzga. La trama suele desarrollarse en lugares únicos y concretos y en breves periodos de tiempo, generalmente en presente. Predomina el diálogo para ofrecer directamente la conducta de los personajes. El año 1954 se considera el año inaugural de la llamada «Generación de medio siglo», pues se dan a conocer autores como Ignacio Aldecoa, Ana María Matute o Juan Goytisolo, entre otros.

Novela Experimental (Años 60-70)

A finales de los cincuenta, la fórmula del realismo social se empieza a desgastar. Se abandona el enfoque social y se vuelve a la imaginación y la introspección. Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos (1962), es la novela que inicia este cambio. Se dará paso a una novela más preocupada por el lenguaje y la estructura que por los conflictos colectivos. Se escribirán obras complejas, de difícil interpretación, que precisarán de la participación activa del lector. En la novela experimental, la trama narrativa pierde importancia y los personajes son a menudo seres amorfos, sin perfiles físicos nítidos. Se evita el relato cronológico lineal; la temporalidad se fragmenta con saltos al pasado y anticipaciones, convirtiendo el relato en un rompecabezas. Se pierde el esquema de exposición, nudo y desenlace, y se eliminan los capítulos. Las novelas suelen tener una estructura abierta, dejando al lector la posible conclusión. Títulos significativos son Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes; Volverás a Región, de Juan Benet; La saga/fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester; San Camilo, 1936, de Camilo José Cela; y Señas de identidad, de Juan Goytisolo.