La Novela Española (1939-1974): Tendencias, Autores y Obras Clave del Franquismo

La Guerra Civil Española tuvo un efecto devastador sobre la literatura, especialmente sobre la novela, cuyo desarrollo se vio drásticamente interrumpido. En la posguerra, el régimen franquista se caracterizó por la ausencia de libertades, lo que obligó a muchos autores discrepantes a exiliarse, impidiendo que sus obras fueran leídas en España. Aquellos que permanecieron y eran partidarios del bando perdedor se vieron sometidos a una férrea censura. Además, el aislamiento cultural al que se vio sometido el país hizo que la narrativa española de los años 40 y 50 quedara al margen de la del resto del mundo.

1. La Novela de la Inmediata Posguerra (Década de los 40)

La década de los 40 estuvo marcada por la censura ideológica y moral, así como por las dificultades económicas. La mayoría de las novelas de este periodo se adscriben a la tradición realista.

1.1. Autores en el Exilio

Muchos novelistas partieron al exilio tras la guerra. Su producción fue amplia y variada, tanto en su temática como en la utilización de aspectos formales. Entre ellos destacan:

  • Ramón J. Sender: Crónica del alba, Réquiem por un campesino español
  • Francisco de Ayala: Muertes de perro
  • Arturo Barea: La forja de un rebelde
  • Rosa Chacel: Barrio de Maravillas

1.2. Tendencias en España

Entre los autores que permanecieron en España, surgieron dos tendencias principales:

1.2.1. La Novela Ideológica o “Novelistas del Imperio”

Escrita por jóvenes afines al régimen ganador, quienes buscaban dejar constancia de la victoria. Utilizaban técnicas narrativas tradicionales y su temática giraba en torno a la exaltación de la victoria y la religiosidad. El propio Franco, bajo el pseudónimo Jaime de Andrade, publicó la novela Raza, en la que se exaltaban los valores del nacionalcatolicismo. Destacan:

  • Rafael García Serrano: La fiel infantería
  • José Mª Gironella: Los cipreses creen en Dios
1.2.2. La Novela Existencialista y Tremendista

Otros jóvenes escritores crearon novelas que reflejaban amargamente la vida cotidiana, con personajes generalmente desorientados y frustrados que expresaban el malestar del momento.

  • En 1942, se publicó La familia de Pascual Duarte de C.J. Cela, que inauguró la corriente tremendista por la crudeza con que se describen ambientes sórdidos y sucesos truculentos con personajes degradados.
  • En 1945, se publicó Nada de Carmen Laforet, que dio inicio a la corriente existencialista.

Estas novelas reflejan la amargura de la vida cotidiana desde un punto de vista existencial, no social. Tratan temas como la lucha del individuo con el destino o con las circunstancias cotidianas que rodean su vida, la cercana Guerra Civil, la vida gris y sombría del momento, etc. Desde el punto de vista formal, son novelas también realistas que se mantienen en la tradición de las técnicas narrativas, aunque utilizan principalmente la primera persona narrativa. También en esta época se sitúa la primera novela de Miguel Delibes, La sombra del ciprés es alargada.

2. La Década de los Cincuenta: La Novela del Realismo Social

En la década de los 50, la angustia existencial fue dejando paso a las preocupaciones sociales y colectivas. Los novelistas intentaron reflejar con objetividad los recuerdos de la guerra, los conflictos de la vida colectiva española, y los ambientes concretos del trabajo o el mundo rural. Abordaron temas como las miserias de la sociedad española de posguerra, la dureza de la vida, la soledad, la dureza de algunos trabajos, la desigualdad social, la injusticia o la pobreza.

Algunos autores presentaron la realidad de manera objetiva, sin apenas intervención, como si se presentara a través de una cámara (realismo testimonial o neorrealismo), como en El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio. Otros pretendieron que sus novelas tuvieran un carácter útil al servicio del hombre y la mejora de sus condiciones de vida, compartiendo la idea de que el escritor debía comprometerse y denunciar la injusticia social (realismo crítico), como en La mina de Armando López Salinas.

La ligera apertura al exterior que se produjo en esta época permitió a los autores entrar en contacto con las innovaciones narrativas que se estaban produciendo fuera de España. Reflejo de esta influencia es la obra de Cela, La colmena, en la que aparecen algunas de las principales innovaciones, como el personaje colectivo, el montaje de la trama en secuencias (similar al cine) o la condensación temporal.

3. La Década de los Sesenta y los Primeros Setenta: Renovación y Experimentación

En los años sesenta, la sociedad española experimentó una importante transformación debido a la industrialización, el turismo y la suavización de la censura, lo cual provocó una mayor apertura a la influencia exterior.

3.1. La Renovación Narrativa

La publicación en 1962 de Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos cambió abruptamente la trayectoria de la literatura española. Más allá de los acontecimientos novelados, lo fundamental de la obra, por su novedad en España, fue la incorporación de ciertas técnicas narrativas contemporáneas como el narrador en segunda persona, el perspectivismo, el flujo de conciencia o la fragmentación en secuencias. Las huellas de autores como James Joyce, William Faulkner o Marcel Proust son manifiestas.

En 1966, apareció Señas de identidad de Juan Goytisolo, quien recogió el testigo de la novela innovadora, conservando el espíritu crítico de la novela social, pero enriquecido con los hallazgos contemporáneos europeos que la censura había impedido que prosperaran en España. España como tema de reflexión fue el centro de estas novelas, llamadas innovadoras, a las que se sumaron no solo autores del medio siglo como:

  • Juan Benet: Volverás a Región
  • José Manuel Caballero Bonald: Ágata ojo de gato
  • Juan Marsé: Últimas tardes con Teresa

Sino también grandes autores de los 40 como:

  • C.J. Cela: Oficio de tinieblas 5
  • Miguel Delibes: Cinco horas con Mario

3.2. La Novela Experimental (Primeros Años 70)

La renovación narrativa desembocó progresivamente en la novela experimental en los primeros años de la década de los setenta. A esta tendencia contribuyeron, además de los autores españoles, los novelistas hispanoamericanos del momento, como Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Jorge Luis Borges.

Los autores fueron dejando de lado el tema de España y se centraron en el lenguaje, en la propia tarea de escribir. Parecían buscar la destrucción del género novela en una exploración de sus límites: los personajes se desdibujan, el espacio pierde consistencia, el tiempo puede concentrarse en un instante, los argumentos desaparecen en favor de una mente pensante, obsesiva, cada vez más hermética que, en ocasiones, conduce a la redacción de textos incomprensibles que provocan el alejamiento del lector. Ejemplos de ello son obras como:

  • Reivindicación del conde don Julián de Juan Goytisolo
  • Si te dicen que caí de Juan Marsé
  • La saga/fuga de J.B. de Gonzalo Torrente Ballester