Corrientes y Autores Clave de la Literatura Española (1914-1939)

El Novecentismo o Generación del 14

El Novecentismo o Generación del 14 es un movimiento cultural español que surge coincidiendo con la Primera Guerra Mundial (1914-1918). A partir de 1920, aproximadamente, convivirá con las vanguardias llegadas de Europa. El Novecentismo surge como reacción al Modernismo, cuyos autores habían expresado sus preocupaciones existenciales, religiosas y sociales desde un punto de vista angustiado y pesimista.

Frente a la Generación del 98, los novecentistas se caracterizan por:

  • Huir del sentimentalismo: su ideal de estilo es elegante, intelectual y antisentimental.
  • Preferir el mundo urbano y sus valores sobre lo rural.
  • Distinguirse por su europeísmo.
  • Pertenecer, en general, a la burguesía reformista y ser partidarios del Regeneracionismo.
  • Ser marcadamente elitistas. En ningún caso aprueban la revolución popular.

1. El Ensayo: José Ortega y Gasset y las Ensayistas del 14

La Generación del 14 cultivó ampliamente el género del ensayo. Entre los intelectuales del Novecentismo hubo gran número de ensayistas, incluyendo a Clara Campoamor, María de Maeztu, Eugenio D’Ors, Gregorio Marañón, Américo Castro, Claudio Sánchez Albornoz y José Ortega y Gasset.

José Ortega y Gasset es el máximo representante de los intelectuales del 14. Fundó la Revista de Occidente, a través de la cual divulgó en España numerosas ideas extranjeras. Su estilo se caracteriza por su claridad y por el empleo casi continuo de metáforas y alegorías. De esta forma, Ortega hace accesibles las preocupaciones filosóficas a los sectores burgueses. Sus dos obras imprescindibles son La deshumanización del arte (1925) y La rebelión de las masas (1929).

Clara Campoamor protagonizó en octubre de 1931 una de las controversias más trascendentales para las mujeres de la época: defendió en el Congreso el derecho al sufragio femenino frente a la también diputada Victoria Kent. En su libro El voto femenino y yo: mi pecado mortal (1935) recuerda su campaña por el derecho de la mujer al voto.

2. La Lírica: Juan Ramón Jiménez

La figura más importante de la lírica novecentista es Juan Ramón Jiménez, que obtuvo el Premio Nobel en 1956.

Las primeras obras de Juan Ramón Jiménez se sitúan dentro del Modernismo, pero posteriormente rompe con esta corriente. Es la llamada etapa intelectual. Esta segunda etapa se inicia cuando emprende viaje a Nueva York con motivo de su boda, y escribe Diario de un poeta recién casado (1916). Desaparecen las palabras que evocan. Del mismo modo, el poeta evita la descripción de escenas realistas, sean reales o imaginadas. Ahora el tema a menudo está centrado en una idea abstracta. Hay también poemas en prosa, que contienen frases en inglés, anuncios… El recurso estilístico preferido ahora es la metáfora. Sus obras posteriores, Eternidades (1918), Piedra y Cielo (1919) o Belleza (1923), son cada vez más inaccesibles. Él mismo es consciente de su dificultad, y afirma que no cree en un arte para la mayoría (“para la minoría siempre”).

A partir de 1936 se exilia y en América vive cada vez más encerrado en sí mismo y entregado a su poesía. De esta época son dos grandes libros: En el otro costado (1942) y Dios deseado y deseante (1949).

3. La Novela: Gabriel Miró y Ramón Pérez de Ayala

Los novelistas del Novecentismo van a evitar el sentimentalismo y el apasionamiento en su obra. En consecuencia, predomina el tono enunciativo. Frente al descuido que mostraban a veces los noventayochistas en la construcción de su relato, los novecentistas se esmeran en lograr un estilo cuidado y muestran una gran preocupación lingüística.

Gabriel Miró

Gabriel Miró es difícil de situar como novelista. Por un lado, es muy novecentista por su elitismo y por su búsqueda de la perfección formal: emplea un léxico variadísimo e inusual para lograr mayor precisión; el ritmo es extraordinariamente lento, con predominio de la descripción, y el narrador huye de la emoción o el drama. Pero, por otro lado, su prosa se acerca a la modernista por el hecho de recrearse en lo sensorial de aquello que describe, a menudo los paisajes luminosos de su Mediterráneo natal.

Sus obras maestras son Nuestro Padre San Daniel (1921) y su continuación, El obispo leproso (1926).

Ramón Pérez de Ayala

La novela de este autor sí se incluye plenamente en la corriente novecentista, por su carácter intelectual. Prácticamente desaparece la acción; los personajes son simbólicos y el autor incluye numerosas digresiones de tipo filosófico. Su técnica favorita es el perspectivismo, empleada en Troteras y danzaderas (1913).

Las Vanguardias

Se conoce con el nombre de Vanguardias a una serie de movimientos estéticos que se producen en el primer tercio del siglo XX en diversas artes y que suponen una ruptura radical con el arte anterior. Comprende una serie de movimientos que se suceden rápidamente en la Europa de la I Guerra Mundial: Fauvismo, Futurismo, Expresionismo, Cubismo, Dadaísmo, Surrealismo, etc.

Las vanguardias se caracterizan por un antirrealismo o antimimetismo radical: la obra de arte elimina cualquier referencia a la realidad, y esto conduce a la inteligibilidad; el arte de vanguardia a menudo no se entiende. En segundo lugar, el arte de vanguardia es antitradicionalista y anticonvencional y busca ante todo la novedad.

1. La Vanguardia Alegre

Futurismo

Fue iniciado el 20 de enero de 1909 por Filippo Tommaso Marinetti. Esta vanguardia exalta la civilización mecánica y las conquistas de la técnica, y sus ideales fueron la velocidad, el dinamismo, la fuerza, la violencia y el juego. En cuanto a la forma, defienden la destrucción absoluta de la sintaxis. Las posturas belicistas y nacionalistas a ultranza del Futurismo desembocaron en el fascismo.

Cubismo

Nació en primer lugar en la pintura (Picasso). El llamado cubismo literario arranca en 1913 con Guillaume Apollinaire, en cuyos poemas el texto compone un dibujo relacionado con el contenido del mismo.

Dadaísmo

Lo crean en 1916 un grupo de exiliados en Zúrich. Su figura más representativa es Tristán Tzara. El Dadaísmo es un movimiento que preconiza la rebeldía pura: se burla del arte burgués y se subleva contra la lógica, el sentido común y el racionalismo. Frente a la lógica, ellos prefieren el azar: su procedimiento de creación poética es el collage arbitrario.

Ultraísmo

Puede decirse que es el compendio o síntesis en España e Hispanoamérica de los movimientos europeos de la “vanguardia alegre”. El principal promotor del Ultraísmo fue Guillermo de Torre con su libro Hélices.

Creacionismo

Es una vanguardia hispánica, impulsada por el chileno Vicente Huidobro. En el poema creacionista se suprime toda anécdota y sentimiento. El poeta actúa como pequeño dios creador. Gerardo Diego es el principal poeta español con Imagen (1918) y Manual de espumas (1922).

Ramón Gómez de la Serna: El Pionero

Ramón Gómez de la Serna fue el pionero en España de los movimientos europeos de vanguardia. Se dedicó exclusivamente a la literatura, y tanto su vida como su obra consisten en una continua provocación a las convenciones burguesas. Muy tempranamente, en 1910, dio a conocer un primer manifiesto futurista en su revista Prometeo. Y en su libro Ismos (1931) defendió y difundió el arte nuevo. Su concepto del arte es el propio de la vanguardia “alegre”.

2. El Surrealismo

Los movimientos de vanguardia anteriores, conocidos como “vanguardia alegre”, tuvieron una vida efímera; el Surrealismo, en cambio, es, sin duda, la revolución más importante en la literatura y el arte del siglo XX. Con el Surrealismo se produce una “rehumanización” de la poesía.

El Surrealismo surge cuando el poeta francés André Breton publica el primer manifiesto surrealista en 1924, tras conocer la obra de Sigmund Freud. Los surrealistas emplearon las técnicas del psicoanálisis con fines poéticos. El poema surrealista deberá crearse “al dictado de un pensamiento libre de toda vigilancia ejercida por la razón”. Además, se emplean imágenes oníricas, con lo que el Surrealismo amplió considerablemente el campo de la metáfora.

El Surrealismo irrumpió con fuerza en España en la década de los treinta. Su introductor fue Juan Larrea, pero alcanza su esplendor con los poetas del 27: Luis Cernuda (Los placeres prohibidos), Federico García Lorca (Poeta en Nueva York), Rafael Alberti (Sobre los ángeles) y Vicente Aleixandre (Espadas como labios).

La Generación del 27

Con el nombre de Generación del 27 se denomina a un grupo de poetas que empezaron a escribir en los años 20. Su trayectoria coincide con la dictadura de Miguel Primo de Rivera, la II República y la Guerra Civil española. Los autores más destacados son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda y Miguel Hernández. También forman parte del grupo Josefina de la Torre, Ernestina de Champourcin y Concha Méndez, que son conocidas como “Las Sinsombrero”.

El nombre de Generación del 27 viene dado porque muchos de sus integrantes coincidieron en 1927 en los actos celebrados para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora. Además, publicaban en las mismas revistas (Revista de Occidente, Litoral…) y solían reunirse en la Residencia de Estudiantes.

Influencias y Características

A diferencia de lo que suele ocurrir en la historia de la literatura, la Generación del 27 no surge como reacción a otra corriente literaria, sino que acepta e integra en su obra influencias tan variadas como la lírica tradicional medieval castellana, los autores cultos del Siglo de Oro, la lírica pura de Juan Ramón Jiménez o los movimientos de vanguardia.

  1. Juan Ramón Jiménez: Fue el maestro admirado cuando empezaron su andadura. Tomaron como modelo su poesía “desnuda”, una lírica intelectual y libre de adornos superfluos.
  2. Las Vanguardias: Los poetas adquieren gran libertad creadora. El Surrealismo permitió introducir en la poesía lo irracional, lo onírico y lo instintivo, y renovó enormemente la metáfora.
  3. La Literatura Española del Pasado: Los poetas del 27 redescubren la literatura española del pasado.
    • Poesía Anónima Medieval: Recuperan la rima asonante de arte menor, los símbolos del amor popular y los diminutivos y las exclamaciones. En esta corriente neopopular se sitúan Marinero en Tierra (1925) de Rafael Alberti, Romancero Gitano (1928) de Federico García Lorca y Poemas de la Isla (1930), de Josefina de la Torre.
    • Poesía Culta del Siglo de Oro: Sintieron predilección por autores clásicos como Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Francisco de Quevedo y Luis de Góngora, de quienes retoman las estrofas clásicas. Esta vuelta al clasicismo se refleja en Alondra de Verdad (1941) de Gerardo Diego, Homenaje (1967) de Jorge Guillén y el poemario El rayo que no cesa (1936), de Miguel Hernández.

Etapas en la Trayectoria de la Generación del 27

En líneas generales se pueden distinguir tres momentos en la evolución del grupo en conjunto:

  1. Primera Etapa (Los Felices Veinte): En esta época, los artistas tienen un sentido de la vida optimista, despreocupado, lúdico y de libertad. Sus pensamientos están muy lejos de los problemas sociales y se inclinan hacia el arte impopular, intrascendente, deshumanizado y antirrealista. Es la época de la influencia de la poesía pura o intelectual de Juan Ramón Jiménez y la llegada de las primeras vanguardias. Ejemplos: Gerardo Diego (Imagen, 1922, y Manual de Espumas, 1924), Pedro Salinas (Fábula y signo, 1931) y Concha Méndez (Surtidor, 1926).
  2. Segunda Etapa (Década de los Treinta y Rehumanización): Coincide con la crisis del 29 y los acontecimientos que desembocaron en la Guerra Civil (1936-1939). En esta época se produce una “rehumanización” de la poesía.
    • Compromiso Social: Aparece la toma de posición política y la denuncia de la injusticia social. Los autores más comprometidos en este sentido fueron Rafael Alberti, con Consignas (1933), y Miguel Hernández, con Viento del pueblo (1937).
    • Influencia Surrealista: La irrupción del Surrealismo sirve a los poetas para expresar su angustia o su insatisfacción vital. Durante esta década Federico García Lorca compone Poeta en Nueva York (1930), Luis Cernuda Los placeres prohibidos (1931), Vicente Aleixandre Espadas como labios (1932) y La destrucción o el amor (1933). Ernestina de Champourcin publica Cántico inútil (1936).

    Hay que señalar que Pedro Salinas, Jorge Guillén y Gerardo Diego siguieron una trayectoria muy personal:

    • El gran tema de Pedro Salinas es el amor. Su poemario amoroso está formado por La voz a ti debida (1933) y Largo lamento (1938).
    • En la obra de Gerardo Diego, junto al tema del amor humano, cobra gran importancia la temática religiosa. Un ejemplo es su poemario Versos humanos (1925).
    • La poesía de Jorge Guillén, al menos hasta su exilio, fue siempre un optimista canto a la vida y a la perfección del mundo, descrito en tono gozoso por el poeta en Cántico (1928).
  3. Tercera Etapa (Posguerra y Exilio): Tras la toma de Madrid por los sublevados y la derrota del ejército republicano en abril de 1939, el grupo se dispersa. El tono optimista ha desaparecido en la obra de los que permanecen o se exilian, dominando la angustia existencial y el malestar ante la sinrazón de la guerra.

    El último libro de Miguel Hernández, Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941), reúne más de un centenar de composiciones escritas ya en su mayor parte en prisión. Los temas son las consecuencias de la guerra y el recuerdo de sus seres queridos, su mujer y su hijo.

    En Estados Unidos, Salinas compone Todo más claro (1947). Jorge Guillén publica Clamor (1957-1963). Por su parte, Ernestina de Champourcin da un giro hacia una temática religiosa y espiritual en obras como Presencia a oscuras (1950).