Corrientes Literarias Clave del Siglo XX en España: Evolución y Autores

1. El Novecentismo y la Generación del 14

Con el nombre de «novecentistas» o «Generación del 14» nos referimos a un grupo de escritores nacidos hacia 1880, que se dieron a conocer entre 1910 y 1913 y sirvieron de puente entre la generación de fin de siglo y las vanguardias. Su primer nombre proviene de la centena del nuevo siglo (novecientos), mientras que la denominación «Generación del 14» viene determinada por la Primera Guerra Mundial, que estalló en ese año.

Todos los novecentistas poseían una sólida formación académica, lo que se refleja en sus características más destacadas:

  • En su concepción del arte, defendían lo intelectual y rechazaban los rasgos subjetivos, personales y anecdóticos. Separaron la literatura y la vida, dando lugar a lo que José Ortega y Gasset llamó la deshumanización del arte.
  • Huyeron del tono vehemente y apasionado y persiguieron el equilibrio clásico, basado en lo simple (arte puro), pero alejándose de lo fácil.
  • Antisentimentalismo.
  • Siguieron preocupándose por la modernización de España, pero defendieron el europeísmo y lo universal frente al localismo del 98.
  • El género literario característico de esta etapa fue el ensayo. Esta elección les alejó del público mayoritario, convirtiéndola en una literatura para minorías.

2. Las Vanguardias: Ruptura y Renovación Artística

Otro momento importante en la poesía fueron los ismos o movimientos de vanguardia, experimentos artísticos que rompieron violentamente con la estética anterior y propusieron un arte radicalmente distinto y original, lo que supuso una fecunda renovación del lenguaje poético. Se sucedieron en torno a la Primera Guerra Mundial y triunfaron en los felices años veinte.

El iniciador del Vanguardismo español fue Ramón Gómez de la Serna, en cuya obra, extensísima y muy variada, destacó la greguería, género inventado por él, que se basa en la suma de humor y metáfora.

Las primeras vanguardias (cubismo, futurismo, expresionismo y dadaísmo) fueron movimientos artísticos y literarios que surgieron en el ambiente bohemio y alternativo de las grandes ciudades de principios de siglo, con París a la cabeza. Los jóvenes vanguardistas buscaron romper con el pasado, provocar a la sociedad burguesa de la que procedían y renovar por completo la concepción del arte.

En literatura, hicieron cuatro propuestas clave:

  • Evitar la poesía intimista o sentimental (deshumanización).
  • Someter la realidad a un proceso de transformación que superara la imitación realista. La originalidad y la provocación fueron un fin en sí mismos.
  • Actualizar los temas a partir de la observación de la vida moderna (el automóvil, la bombilla, el tren, las fábricas, los deportes…).
  • Abandonar la métrica tradicional, con experimentos como los caligramas y el uso del verso libre, que seguiría presente en la poesía posterior, hasta nuestros días.

En el periodo de entreguerras se formó la vanguardia más influyente: el surrealismo (o suprarealismo). Influidos por las teorías de Freud, los artistas surrealistas defendieron que en el inconsciente reside nuestra verdadera forma de ser, encarcelada y anulada por la educación cristiana y burguesa. Para evitar el control de la razón y así liberar nuestro inconsciente, propusieron diferentes técnicas, como el collage, la escritura automática o la transcripción de los sueños. Con estos métodos, afloraron imágenes ilógicas que sorprendieron por ser chocantes, divertidas o inquietantes.

En su propia evolución interna, el surrealismo, cada vez más vinculado a las ideologías de izquierdas, recuperó la conexión con la realidad (rehumanización), para desenmascararla y denunciar sus injusticias. Entre 1930 y 1936 se inició la rehumanización en el arte, ya que recogió las emociones, la angustia y la rebeldía ante la sociedad moderna, acentuada por el estallido de la Guerra Civil.

Algunas vanguardias dejaron su huella profunda en el arte posterior, como el surrealismo; otras fueron efímeras, como el dadaísmo y el ultraísmo. Su mayor logro fue imponer la libertad total del artista, herencia de la que se beneficia todo el arte del siglo XX.

Las ideas vanguardistas no convencieron a los poetas ya consagrados, como Machado o Juan Ramón Jiménez; pero sí interesaron a los jóvenes de la Generación del 27, si bien de una manera menos radical que la francesa y combinada con el aprecio por el pasado.

3. La Generación del 27: Tradición y Vanguardia

La Generación del 27 es un conjunto de escritores nacidos entre 1892 y 1905 que se dieron a conocer en la década de los veinte (Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Manuel Altolaguirre, entre otros).

La fecha (1927) hace referencia a un acto celebrado en el Ateneo de Sevilla para conmemorar el tercer centenario de la muerte del poeta del siglo XVII Luis de Góngora, al que asistieron muchos de los miembros del grupo. También en este año se publicaron algunos libros importantes como Perfil del aire, de Cernuda; Romancero gitano, de Lorca; o Cántico, de Jorge Guillén.

Hay que citar a Juan Ramón Jiménez y a Ortega y Gasset como las dos figuras que ejercieron un magisterio sobre estos poetas. El primero en el plano poético y el segundo como influencia ideológica y teórica.

Todos ellos pertenecían a la burguesía liberal, poseían una considerable cultura literaria y un sentido cosmopolita muy profundo. Mantuvieron una relación personal estrecha (convivieron en la Residencia de Estudiantes, escribieron en las mismas revistas) y, en general, unas ideas estéticas parecidas: coincidieron con las vanguardias en el propósito de renovar la poesía, pero respetaron la tradición española, tanto culta (Góngora, Lope de Vega, los místicos, Juan Ramón, Machado) como popular (romancero, lírica popular).

En su trayectoria se suelen distinguir tres etapas:

3.1. Hasta 1927: Lírica Deshumanizada y Vanguardista

  • Cultivaron una lírica deshumanizada, evasiva y alegre en sintonía con los movimientos de vanguardia europeos: la literatura se consideraba un juego con las palabras y con los conceptos, no tenía por qué reflejar la realidad de la vida y no buscaba otra cosa que no fuera la propia belleza.
  • Dentro de esta línea se situaría el neopopularismo (o primitivismo) presente en Lorca (Romancero gitano, Poema del cante Jondo) o Alberti (Marinero en tierra).
  • La poesía vanguardista más cercana a los movimientos europeos se observa en Gerardo Diego (Manual de espumas).
  • La poesía pura, en la que predominaba la reflexión sobre la emoción siguiendo las huellas de Juan Ramón Jiménez, estuvo representada por Jorge Guillén (Cántico) y Pedro Salinas (La voz a ti debida, Razón de amor).

3.2. A partir de 1927: Rehumanización y Surrealismo

  • Se observó un movimiento de rehumanización: volvieron a escribir sobre los grandes problemas del hombre (el sentido de la vida, el amor, el dolor, la angustia, la muerte, las dudas religiosas).
  • En esta etapa fue importante la influencia del Surrealismo, por ejemplo en Lorca (Poeta en Nueva York), Alberti (Sobre los ángeles), en Vicente Aleixandre (La destrucción o el amor) y en Luis Cernuda (Los placeres prohibidos).

3.3. Después de la Guerra Civil (1939)

  • Con el final de la Guerra Civil en 1939 se dispersó el grupo: los que sobrevivieron siguieron escribiendo una poesía profundamente humana.

4. Juan Ramón Jiménez: La Búsqueda de la Belleza Esencial

Juan Ramón Jiménez (Moguer, Huelva, 1881 – San Juan de Puerto Rico, 1958).

Hijo de una acaudalada familia andaluza, recibió la educación básica con los jesuitas y, después, estudió Derecho. La muerte de su padre lo sumió en una profunda depresión, siendo por ello internado dos veces en sanatorios de Burdeos y Madrid. Después de pasar varios años en Moguer, donde escribió su famoso Platero y yo, regresó a Madrid. Allí conoció a Zenobia Camprubí, una joven feminista, culta y elegante, con la que se casó en Nueva York. Ella fue desde entonces su principal apoyo ante las sucesivas crisis depresivas. Juntos tradujeron al poeta indio Tagore y otros textos de filosofía oriental.

La pareja vivió en Madrid varios años, durante los cuales Juan Ramón trató sin éxito de ser el líder de la cultura del momento: no supo asimilar que los jóvenes de la Generación del 27, que tanto lo admiraban, alcanzaran personalidad propia y mayor reconocimiento que él. En 1936 se autoexilió en América y viajó por ella de norte a sur. Se asentó finalmente en San Juan de Puerto Rico, donde recibió el Premio Nobel dos años antes de morir.

Tras una primera etapa, marcada por el Modernismo, publicó su mejor colección de poemas, Diario de un poeta recién casado (1916), compuesto durante su viaje de bodas. El ritmo y la adjetivación modernistas dejaron paso a una poesía más filosófica o conceptual, que trató de captar, en las palabras justas (ni una más ni una menos), las ideas que le obsesionaban: el miedo a la muerte y a la nada, y la necesidad de buscar consuelo en el amor, en la poesía y en la belleza. El poeta se concibió a sí mismo como un ser capaz de captar las esencias que explican el mundo y comunicárselas a los demás.

Esa tendencia a lo esencial le llevó a elaborar una poesía cada vez más críptica. En su última producción, La estación total y Animal de fondo, el objetivo ya no fue comunicarse con los demás, sino consigo mismo. La poesía actuó como una religión (en la que él fue su propio Dios) o una medicina que calmó sus temores y sus depresiones crónicas. Ante las críticas por la dificultad de la lectura, respondió como siempre: que escribía para una minoría capaz de descifrar sus mensajes.

El mismo Juan Ramón clasificó su evolución personal y literaria en tres etapas: sensitiva, intelectual y suficiente o verdadera.