Renovación de la lírica española: Modernismo, Novecentismo y Vanguardias

A finales del siglo XIX y principios del XX se produce en España una renovación de la lírica, cuya

influencia fundamental será la poesía modernista y algunos autores del 98. Cabe destacar en este

cambio de tendencia a Juan Ramón Jiménez como referencia absoluta y como gran renovador que

influirá en generaciones posteriores, como la del 27.

Recordemos que, antes de la llegada de Rubén Darío, en España existía un premodernismo bastante

formado donde se aprecian muchos logros modernistas, pero el Modernismo pleno se consolida en

España en torno a 1900, con la influencia de Rubén Darío, donde reconocemos a autores españoles

como Villaespesa, Martínez Sierra o Manuel Machado. Tras el Modernismo, llega la conocida

Generación del 98, donde sin duda cabe destacar a Miguel de Unamuno y a Antonio Machado.

Desde 1915 y partiendo del Modernismo y del Noventayochismo, se produce un nuevo rumbo en

la poesía española. Al conjunto de estas nuevas corrientes se le conoce como Novecentismo.El Novecentismo

No se trata de un cambio brusco, sino que estos nuevos autores depuran los elementos más

ornamentales de la tradición rubeniana, dejando paso a un lenguaje más personal y sencillo, a veces

irónico y con cierto intelectualismo. El Novecentismo supone la consolidación de un tipo de

intelectual diferente, de sólida formación y con título universitario. Su actividad no se reduce al

plano intelectual o artístico, sino que pretende influir en la realidad española. Frente al

irracionalismo modernista, se concede gran importancia al rigor intelectual, al racionalismo y a la

claridad expositiva. Se trata, por tanto, de reformistas y europeístas decididos.



En estos caminos que sigue la poesía española son fundamentalmente el intelectualismo, la poesía

pura (integrantes de la Generación del 14 con Ortega y Gasset como maestro), el neopopulismo y

Vanguardismo.En la lírica, el novecentismo supone una depuración del modernismo. Se busca una perfección

formal fruto de la inteligencia. Aquí cabe destacar a Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel en 1956,

cuyos discípulos serán los miembros de la Generación del 27.

Fue un gran renovador de nuestra poesía y ejerció influencia en autores posteriores, siendo maestro

de la Generación del 27. Su obra poética pasa por diferentes etapas, pero una idea fundamental

que la caracteriza es que se va haciendo a la vez que el autor va viviendo, de modo que su

producción está en constante creación. Nos muestra así su visión de que en el poeta, vida y

literatura son la misma cosa. En su producción se distinguen las siguientes etapas:

Obras de corte modernista: Ninfeas, Almas de violeta, Rimas, Arias tristes, Jardines lejanos. Es

su etapa más sensible.

1908-1915: en ella experimenta un cambio que culminará con Diario de un poeta recién

casado.

Poesía pura: intento de eliminar de la poesía los artificios (color, música, métrica, etc.) para

llegar a una identificación con la belleza, lo eterno, lo absoluto (Eternidades, En Piedra y cielo).

Poesía en el exilio: en esta poesía se mostró más humano y abierto con obras como La estación

total o Animal a fondo.

En suma, JRJ ocupa un lugar privilegiado junto a los grandes líricos de nuestra literatura, entre los



que también se encuentra A. Machado. Ambos, especialmente el primero, permitirán que la lírica

española alcance la mayoría de edad a la espera de la auténtica explosión que llegará con la

generación siguiente, la del 27. Así, la renovación de la lírica española que se produce a finales del

siglo XIX y principios del XX, determinará toda la literatura posterior.

Las Vanguardias

En Europa se vive un tiempo convulso y apasionado. El continente acaba de salir de una guerra

mundial y se busca la superación de la historia, el cambio, algo que se llevará a cabo a través de la

renovación, de las Vanguardias.

En lo que nos ocupa, las Vanguardias literarias pueden definirse como movimientos rupturistas que

tienen su sede en París. Se trata de una serie de movimientos experimentales que coexisten. La

vanguardia podría definirse, por tanto, como un movimiento artístico y literario que se opone al

pasado, propone nuevos caminos del arte, literatura y vida y tiende al futuro, a la modernidad.

Los principales movimientos de vanguardia que ejercieron su influencia en la literatura serán: el

futurismo, que intentó captar la energía, la velocidad, el progreso; el expresionismo, que buscaba

la esencia espiritual de la realidad a través de una visión exagerada de la misma; el cubismo, que

plasma la simultaneidad de ideas y percepciones (Guillaume Apollinaire, quien crea textos que

constituyen dibujos); dadaísmo, pretende la liberación de todas las normas y reglas, dando lugar a

obras sin sentido; y el surrealismo, que nace del anterior y estuvo encabezado por André Bretón.

Todas ellas se basaron en las teorías de Freud para intentar liberar el subconsciente de las ataduras

impuestas por la consciencia. Para ello trabajaron el azar, la escritura automática e intentaron seguir

la lógica de los sueños. El surrealismo fue el movimiento más seguido, de la mano de autores de la Generación del 27, como Federico García Lorca (Poeta en Nueva York), Rafael Alberti (Sobre los

ángeles), Vicente Aleixandre (Espadas como labios) o Luis Cernuda (Donde habite el olvido).

Ramón Gómez de la Serna es quien da a conocer las Vanguardias en España. El Vanguardismo, tanto en Europa como en España, constituirá un bullir de experiencias que

supondrá una ruptura y conducirá a una fecunda renovación de la literatura y del lenguaje poético.

De hecho, el grupo poético del 27 se nutrirá en buena medida de las Vanguardias.