La Narrativa en el Primer Tercio del Siglo XX
A comienzos del siglo XX, en un contexto de crisis nacional agravado por el llamado Desastre del 98, surgió un grupo de escritores conocidos como Generación del 98, que reaccionaron ante la decadencia del país y la falta de respuesta de las estructuras tradicionales. Influenciados en sus inicios por ideologías revolucionarias como el anarquismo o el marxismo, pronto evolucionaron hacia una postura más filosófica y reflexiva, manteniendo siempre una fuerte preocupación por España, su identidad y su destino. Esta preocupación se expresa a través de varios subtemas como la evocación del paisaje, especialmente el de Castilla, donde proyectan una imagen austera del alma española; la intrahistoria, término acuñado por Unamuno para referirse a la vida cotidiana del pueblo frente a la historia oficial; y el rescate de figuras literarias del pasado como Cervantes, cuyo Don Quijote es visto como reflejo de la condición española. Junto a estos temas, también abordaron cuestiones existenciales como la muerte, la fe, la angustia vital o el sentido de la vida, con posturas que iban desde la obsesión por la inmortalidad (Unamuno), hasta el escepticismo o la negación religiosa (Baroja), pasando por una visión melancólica del paso del tiempo (Azorín).
Características de la Narrativa del 98
En lo literario, la Generación del 98 renovó la narrativa mediante un estilo sobrio, claro y alejado de la retórica anterior, además de un lenguaje que recuperaba expresiones populares y castizas. En sus novelas, la acción y el argumento pasan a un segundo plano, dejando protagonismo al mundo interior de los personajes. Se introducen estructuras fragmentarias, el uso de estampas, saltos temporales y una ausencia de linealidad, al tiempo que se diluye la figura del narrador tradicional. El diálogo cobra importancia, ya no solo como forma de avanzar la acción, sino como instrumento de reflexión intelectual.
Autores y Obras Destacadas
- Miguel de Unamuno: Cultivó todos los géneros, aunque destacó especialmente en el ensayo y la novela. Entre sus obras más importantes se encuentran Niebla, San Manuel Bueno, Mártir, Amor y pedagogía y La tía Tula.
- Azorín: Con un estilo reconocible por su léxico castizo y frases breves, se movió entre el ensayo y la novela, borrando las fronteras entre ambos géneros. Entre sus títulos más destacados están La voluntad, Antonio Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo, Doña Inés y Don Juan.
- Pío Baroja: Fue el narrador más productivo del grupo, con una extensa producción novelística que se organiza en trilogías. Sus personajes, a menudo inadaptados y pesimistas, encarnan su visión escéptica de la vida. Algunas de sus obras más representativas son Zalacaín el aventurero, La busca y El árbol de la ciencia.
El Teatro Español en el Primer Tercio del Siglo XX
El teatro español del primer tercio del siglo XX, especialmente el anterior a la Guerra Civil, se desarrolla en un contexto dominado por condicionamientos comerciales, donde los autores han de adaptarse al gusto del público burgués que llena las salas y rechaza la innovación. Esto provoca una clara dicotomía entre un teatro continuista, heredero de formas decimonónicas, y un teatro renovador que, pese a las dificultades, busca caminos nuevos y más comprometidos.
Teatro Continuista
Dentro del teatro continuista, se impone un modelo ideológicamente limitado, centrado en complacer al público tradicional. Aquí se distinguen varias líneas:
- La comedia burguesa o de salón, con autores como José Echegaray.
- El teatro cómico, representado por Carlos Arniches, los hermanos Álvarez Quintero o Pedro Muñoz Seca.
- El teatro en verso de corte histórico y conservador, cultivado por Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina.
Teatro Innovador
Frente a este teatro acomodado, se abre paso un teatro innovador que, aunque con escasa aceptación en su momento, anticipa muchas de las claves de la dramaturgia moderna. Dentro de esta tendencia destacan algunos miembros del 98, como Unamuno o Gómez de la Serna, así como voces del 27 como Alberti. Pero los nombres más relevantes son Jacinto Benavente, Valle-Inclán y Federico García Lorca.
- Jacinto Benavente: Comienza con un enfoque crítico que le acarrea rechazo, por lo que modula su tono en obras posteriores más convencionales. Sin embargo, consigue desarrollar un teatro personal que alterna piezas de éxito comercial con otras de mayor profundidad simbólica, como La Malquerida o Los intereses creados. Su carrera, reconocida con el Nobel en 1922, mantiene siempre el favor del público.
- Valle-Inclán: Vinculado a la Generación del 98 pero con un desarrollo artístico muy singular, evoluciona desde el modernismo aristocratizante hasta una actitud radical y antiburguesa. Su obra dramática atraviesa varias fases: el teatro social con protagonismo colectivo del pueblo, como en las Comedias Bárbaras; las farsas, donde el lenguaje y el tono se endurecen; y, finalmente, los esperpentos, iniciados con Luces de bohemia, en los que distorsiona la realidad para ofrecer una visión grotesca, crítica y desesperanzada de la sociedad española. Esta última etapa incluye también la trilogía Martes de Carnaval.
- Federico García Lorca: Construye una obra teatral profundamente unitaria en su temática, centrada en el conflicto entre deseo y realidad, marcado por la frustración. Su evolución pasa por una primera etapa de tanteos, con obras como El maleficio de la mariposa o Mariana Pineda; una segunda de experimentación vanguardista, influida por el Surrealismo, con piezas como El público y Así que pasen cinco años; y una etapa final de plenitud, donde alcanza un equilibrio entre poesía, simbolismo y tragedia en obras como Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera y La casa de Bernarda Alba. En todas ellas la mujer, sometida a normas sociales rígidas, encarna el destino trágico.
La Poesía en el Primer Tercio del Siglo XX: El Modernismo
Al igual que la narrativa, la poesía del primer tercio del siglo XX refleja el descontento vital del momento, aunque lo hace a través de una actitud estética que se centra en la evasión de la realidad y en la búsqueda de la belleza. Estas características definen el Modernismo, un movimiento literario que, aunque nació en Hispanoamérica hacia finales del siglo XIX, tuvo una notable influencia en España, especialmente a partir de la llegada de Rubén Darío en 1899. Esta corriente no se limitó a ser una moda artística, sino que implicó también una actitud ante la vida, una forma de rechazo al sistema burgués y a sus valores: el materialismo, la vulgaridad y el utilitarismo. Frente a ello, los modernistas defendieron un mundo regido por el arte, la sensibilidad y la libertad creadora.
Influencias y Temas del Modernismo
El Modernismo recibió la influencia directa de dos escuelas poéticas francesas: el Parnasianismo, que defendía el arte por el arte y una poesía alejada de sentimientos o ideologías, y el Simbolismo, que proponía la expresión de ideas y emociones mediante símbolos personales y subjetivos. A partir de estas influencias, los modernistas desarrollaron una poesía basada en tres conceptos esenciales: la evasión, el exotismo y el cosmopolitismo. La evasión suponía la huida del presente hacia épocas o lugares ideales como el mundo clásico, el medievo o el Renacimiento. El exotismo permitía al poeta refugiarse en espacios lejanos e irreales, como se refleja en los versos de Rubén Darío, poblados de princesas, reyes y paisajes orientales. Por último, el cosmopolitismo se concretaba en la admiración por grandes ciudades como París, símbolo de la bohemia artística y del refinamiento, aunque con el tiempo también surgió una reivindicación de lo hispánico ante el avance del imperialismo norteamericano.
Características Formales del Modernismo
Desde el punto de vista formal, el Modernismo se caracteriza por la renovación del lenguaje poético. Los modernistas persiguen un uso atrevido del léxico, con abundantes neologismos, arcaísmos y extranjerismos. Métricamente, muestran una preferencia por el verso alejandrino y por estructuras como la cuaderna vía, aunque también abren camino al verso libre y al poema en prosa.
Principales Autores Modernistas en España
El gran referente del Modernismo hispánico fue Rubén Darío, con obras como Azul, Prosas profanas o Cantos de vida y esperanza. Su influencia fue enorme entre los poetas españoles, aunque estos adoptaron el modelo con matices personales, más intimistas y cercanos al simbolismo.
- Antonio Machado: En cuya obra Soledades tiene un tono melancólico y subjetivo. Más adelante, con Campos de Castilla, evoluciona hacia una poesía comprometida con la realidad española, en la que la mirada al paisaje se convierte en una forma de meditación sobre los problemas del país, lo que lo aproxima a las preocupaciones de la Generación del 98.
- Juan Ramón Jiménez: Representa uno de los desarrollos más complejos del Modernismo en España. Su trayectoria poética se divide en tres etapas:
- Etapa sensitiva: Adopta la estética modernista, con libros como Arias tristes, Jardines lejanos o Baladas de primavera, y con una obra emblemática: Platero y yo.
- Etapa intelectual: Busca una poesía más depurada y esencial, que él mismo define como poesía pura, como se observa en Diario de un poeta recién casado.
- Etapa suficiente: Desarrollada en el exilio, marcada por la autoexigencia, con títulos como La estación total, Dios deseado y deseante o Espacio. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1956.
Las Vanguardias en España
A comienzos del siglo XX, en un contexto de crisis social, política y cultural agudizada tras la Primera Guerra Mundial, surgieron en Europa las vanguardias, una serie de movimientos artísticos y literarios que rompieron con la estética tradicional y realista del siglo XIX. Estos movimientos, conocidos como ismos, propusieron una renovación radical del arte, basada en la experimentación, la libertad creativa y la expresión subjetiva del autor. Rechazaron la imitación de la realidad y apostaron por el arte autónomo, que debía responder solo a criterios estéticos y no a la función representativa o moral.
Características Generales de las Vanguardias
Las vanguardias se caracterizaron por el antirrealismo, el irracionalismo, la búsqueda de originalidad, el hermetismo del lenguaje, la experimentación estética y la influencia de otras artes, como la pintura o la música.
Principales Movimientos Vanguardistas
- El expresionismo: Deformaba la realidad para expresar emociones intensas y denunciar la irracionalidad de la sociedad. El escritor Valle-Inclán se situó muy cerca del expresionismo con su estética del esperpento.
- El futurismo: Nació en Italia con Marinetti y exaltaba la modernidad, la velocidad y la tecnología, rechazando todo lo anterior.
- El cubismo: Proponía una nueva forma de ver el mundo en el cubismo pictórico de Picasso, mientras que como vanguardia literaria inicia con Apollinaire y defiende el concepto visual del poema.
- El dadaísmo: Representó una ruptura total con la lógica y los valores burgueses, apostando por lo absurdo, lo incoherente y lo intuitivo, como vemos en su propio nombre, que es un balbuceo infantil (da-da).
- El surrealismo: La revolución más importante surgida en la literatura, fundada por André Bretón con influencias dadaístas y cubistas, que, influido por las teorías de Freud, buscaba liberar el inconsciente y plasmar la suprarrealidad mediante imágenes oníricas y escritura automática.
Vanguardismo en España
En España, el vanguardismo se introdujo gracias a revistas como Prometeo o Revista de Occidente y tuvo en Ramón Gómez de la Serna a su principal impulsor, creador de las greguerías, breves textos humorísticos y metafóricos que muestran una visión fragmentaria e imaginativa de la realidad. También surgieron movimientos propios como:
- El creacionismo: Promovido por Vicente Huidobro y seguido por Juan Larrea y Gerardo Diego, que concebía el poema como una creación autónoma capaz de generar su propia realidad.
- El ultraísmo: Impulsado por Cansinos-Assens y Guillermo de Torre, que eliminaba lo narrativo, usaba metáforas innovadoras, suprimía la puntuación y apostaba por una disposición visual del poema.
La Generación del 27
La Generación del 27 fue un destacado grupo literario surgido en España durante los años veinte del siglo XX. Estuvo formado por escritores de origen burgués y formación universitaria que, más allá de su coincidencia cronológica, compartieron amistad, colaboraciones en revistas como Revista de Occidente, y una admiración común por la tradición literaria española, especialmente por Luis de Góngora, a quien rindieron homenaje en 1927. Este acto es considerado el punto de partida simbólico del grupo.
Etapas de la Generación del 27
La evolución de la generación puede dividirse en tres etapas fundamentales:
- Una primera de poesía pura e intelectual, influida por las vanguardias y el simbolismo de Juan Ramón Jiménez.
- Una segunda, marcada por la apertura a temas humanos y sociales, que coincide con la Segunda República y el inicio de la Guerra Civil.
- Y una tercera, ya en el exilio o tras la contienda, en la que predomina una poesía más amarga, existencial y comprometida.
Autores Representativos de la Generación del 27
- Pedro Salinas: Cuya obra se divide en tres fases: una inicial de poesía intelectual (Presagios, Seguro azar), una segunda de poesía amorosa (La voz a ti debida, Razón de amor, Todo más claro), y una tercera de tono más crítico y filosófico.
- Jorge Guillén: Representa el extremo de la poesía pura. Su obra fundamental, Cántico, celebra la perfección del mundo, mientras que en Clamor y Homenaje se observa una evolución hacia una visión más sombría y reflexiva.
- Gerardo Diego: Alterna dos líneas poéticas: la vanguardista, con obras como Manual de espumas, influida por el creacionismo; y la tradicional, donde destacan Versos humanos y Romancero de la novia, con un tono más clásico y accesible.
- Dámaso Alonso: Comienza escribiendo una poesía serena y formalista (Poemas puros, Poemillas de la ciudad), pero tras la Guerra Civil evoluciona hacia una poesía desarraigada, de gran fuerza existencial y crítica, especialmente en Hijos de la ira y Hombre y Dios.
- Vicente Aleixandre: Premio Nobel de Literatura, inicia su producción con poesía surrealista, como en La destrucción o el amor. Más adelante se orienta hacia una poesía más humana y solidaria, como en Sombra del paraíso, Historia del corazón y Poemas de la consumación.
- Federico García Lorca: Es, quizás, el autor más completo del grupo, destacado tanto en poesía como en teatro. En poesía, su trayectoria abarca desde los inicios tradicionales de Libro de poemas y Poema del cante jondo, al simbolismo de Romancero gitano, hasta la angustia existencial de Poeta en Nueva York. En teatro, cultivó una primera etapa de dramas simbólicos (Mariana Pineda, El público), seguida por una etapa de teatro rural y trágico, con obras como Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba.
- Rafael Alberti: Muestra gran variedad estilística. Comienza con el tono neopopular de Marinero en tierra, pasa al culteranismo en Cal y canto, luego al surrealismo de Sobre los ángeles, y posteriormente a una poesía abiertamente política y de combate con El poeta en la calle. En el exilio, escribe libros como Entre el clavel y la espada o Retornos de lo vivo lejano.
- Luis Cernuda: Estructura toda su obra en un solo libro titulado La realidad y el deseo. En sus primeras etapas, influido por Juan Ramón Jiménez, publica Perfil del aire. Luego se adentra en el surrealismo con Los placeres prohibidos y Donde habite el olvido, y en su madurez, desde el exilio, desarrolla una poesía más meditativa, como en Desolación de la quimera.
- También pertenecen al grupo autores como Emilio Prados (La voz cautiva) y Manuel Altolaguirre (Poemas de América), ambos ligados a la revista Litoral y caracterizados por una poesía inicialmente lírica que se vuelve más comprometida tras la guerra.
- Aunque no pertenece estrictamente al 27, Miguel Hernández está muy vinculado al grupo por afinidad ideológica y estética. Su obra evoluciona desde la poesía amorosa y formal de El rayo que no cesa, hacia una poesía comprometida con el pueblo en Viento del pueblo, y más tarde, marcada por el dolor del sufrimiento personal, en Cancionero y romancero de ausencias.
La Narrativa desde la Guerra Civil hasta los Años 50
La narrativa española posterior a la Guerra Civil sufrió una profunda transformación como consecuencia del conflicto y del nuevo régimen franquista. Las circunstancias políticas, sociales e ideológicas condicionaron de forma determinante la creación literaria. La fuerte censura impuesta, así como la autocensura que muchos escritores adoptaron para evitar represalias, impidió tratar abiertamente temas políticos o sociales. Además, muchos autores de referencia estaban prohibidos o en el exilio, lo que provocó una gran desconexión con la tradición literaria anterior y una sensación de aislamiento creativo.
Narrativa de los Años Cuarenta
Durante los años cuarenta, se puede distinguir entre los autores que permanecieron en España y los que se exiliaron tras la guerra. Dentro de los que se quedaron, surgieron dos tendencias claramente diferenciadas:
- La novela idealista: Afín al régimen, estaba alineada con los valores del franquismo. En esta línea se sitúan obras como Eugenio y La fiel infantería de Rafael García Serrano, o Javier Mariño de Gonzalo Torrente Ballester.
- El realismo existencial: No podía permitirse una crítica abierta al régimen pero que, mediante personajes marginales y angustiados, expresaba el desasosiego vital y el sinsentido de la existencia en una España derrotada y empobrecida. En esta línea destaca La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela, caracterizado por un realismo crudo centrado en la violencia y la sordidez. También es representativa Nada de Carmen Laforet. A esta corriente se suma La sombra del ciprés es alargada de Miguel Delibes.
La Narrativa del Exilio
Por otro lado, un número importante de novelistas se vio obligado a marchar al exilio, lo que dio lugar a una narrativa escrita fuera de España pero fuertemente vinculada a ella. Aunque no formaron una escuela unitaria, en muchos de ellos aparecen constantes comunes como la memoria del conflicto, la añoranza del país perdido y una reflexión profunda sobre la condición humana.
- Francisco Ayala: Que había empezado en el mundo de las vanguardias, evolucionó hacia una literatura crítica con las dictaduras, como muestran Muertes de perro o El fondo del vaso.
- Max Aub: Desarrolló una ambiciosa serie titulada El laberinto mágico, formada por cinco novelas que reconstruyen los años de la guerra.
- Ramón J. Sender: Escribió buena parte de su obra en México, entre la que destaca Réquiem por un campesino español (1949), una breve pero intensa narración sobre la culpa y la traición durante la guerra.
Ramón J. Sender, por su parte, escribió buena parte de su obra en México, entre la que destaca Réquiem por un campesino español, una breve pero intensa narración sobre la culpa y la traición durante la guerra.
Narrativa de los Años Cincuenta: El Realismo Social
Durante la década de los cincuenta, el panorama narrativo comenzó a orientarse hacia un realismo social que buscaba reflejar y denunciar la situación de la sociedad española del momento. En esta corriente el objetivo del escritor es mostrar las injusticias y desigualdades a través de personajes y situaciones representativas. Estas novelas se caracterizan por un estilo objetivo, donde el narrador pierde protagonismo y se da mayor espacio al diálogo, y por una ambientación variada que va desde los entornos urbanos hasta los rurales o los obreros.
- Un ejemplo de esta etapa es La colmena de Camilo José Cela, una visión amarga de la vida cotidiana en el Madrid de posguerra.
- También sobresale El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio, donde, a través de sus diálogos, se transmite un tono de monotonía y fatalismo que culmina con la muerte de una muchacha. Esta obra le dio el premio Nadal en 1955.
- Finalmente, Carmen Martín Gaite se incorpora a esta corriente con Entre visillos.
La Poesía desde la Guerra Civil hasta los Años 50
La Guerra Civil y el inicio de la dictadura cortaron la evolución natural de la poesía española. El nuevo contexto de censura, represión y aislamiento cultural llevó a los poetas a explorar caminos difíciles.
Miguel Hernández: Puente entre Generaciones
En este panorama destaca la figura de Miguel Hernández, poeta que enlaza con la tradición del 27 y al mismo tiempo anticipa la poesía comprometida de la guerra. Su trayectoria lírica muestra varias etapas:
- Una primera influida por Góngora, visible en Perito en lunas.
- Una segunda de temática amorosa, como en El rayo que no cesa.
- Una tercera donde aparece un tono más directo y combativo, propio de Viento del pueblo.
- Y, finalmente, el neopopularismo, que vemos en Cancionero y romancero de ausencias.
Poesía de Posguerra: Arraigada y Desarraigada
En los años inmediatamente posteriores a la guerra, la poesía española se polarizó.
- Por un lado, apareció la llamada poesía arraigada, representada por autores afines al régimen que defendían sus valores. Sus poemas recurrían a formas métricas clásicas y un estilo sobrio. Entre sus representantes se encuentran José García Nieto, Luis Rosales y Leopoldo Panero.
- Por otro lado, surgió la poesía desarraigada, opuesta en tono y contenido, escrita por autores que vivían en el país pero se sentían alejados del régimen. Estos poetas transmitían su angustia mediante un tono terriblemente pesimista. Percibían el mundo como un caos. Una figura clave de esta corriente fue Dámaso Alonso, cuyo libro Hijos de la ira es la clara representación de lo mencionado.
La Poesía del Exilio
A la vez, muchos poetas se vieron obligados a exiliarse. Durante los primeros años en el extranjero, sus versos estuvieron marcados por la nostalgia y el anhelo de un retorno imposible. Con el tiempo, sus poéticas evolucionaron y se diversificaron. Aunque muchos pertenecían al grupo del 27, es destacable la obra de León Felipe, especialmente Español del éxodo y del llanto, en la que expresa una contundente denuncia contra la dictadura.
Poesía Social de los Años 50
A partir de los años 50, los poetas veían la poesía como un instrumento útil para el cambio, con un lenguaje accesible y directo, que apelaba a la conciencia colectiva. El estilo se volvió más conversacional y sobrio, para facilitar la comunicación con un público más amplio y esquivar la censura. Las obras más emblemáticas de esta corriente son Pido la paz y la palabra de Blas de Otero y Cantos iberos de Gabriel Celaya. Blas de Otero, tras una primera etapa existencial marcada por el dolor y la búsqueda de Dios en libros como Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia (ambos integrados luego en Ancia), orientó su poesía hacia la denuncia y la esperanza colectiva.