El Modernismo y la Generación del 98: Contexto Histórico y Literario
Para este apartado remitimos al tema 1 (*El Modernismo*), tanto para la contextualización (época comprendida entre los años finales del siglo XIX —teniendo como fecha clave 1885— y las primeras décadas del XX), como para marcar la diferencia entre el movimiento modernista y la **Generación del 98**, cuyo nombre remite al usado por Azorín (miembro de esta), en 1913, para referirse a los nuevos escritores de esta época. Estos, a diferencia de los “modernistas” que se refugiaban en el esteticismo como rechazo al mundo, mostraban una actitud crítica ante la realidad, defendían la necesidad de cambios y adoptaban, a veces, un compromiso social y político explícito. Aunque en realidad esta distinción no es tan evidente y los escritores de ambos grupos mantuvieron una relación personal y literaria constante.
La Nueva Forma de Novelar: La Novela Noventayochista
Al finalizar el siglo XIX, los jóvenes escritores se opusieron a la estética realista y naturalista que aún pervivía en la narrativa. Influidos por las corrientes filosóficas y literarias europeas, criticaron los presupuestos ideológicos y morales de la burguesía, al tiempo que renovaban el lenguaje y la estructura de la novela, presentando realidades vistas desde la experiencia personal del escritor. La nueva sensibilidad se manifiesta por primera vez en varias novelas, publicadas en 1902: *Amor y Pedagogía* de Unamuno; *La voluntad* de Azorín; *Camino de perfección* de Baroja; y *Sonata de Otoño* de Valle-Inclán.
Rasgos Generacionales del Noventayochismo
El Modernismo, movimiento literario general de este periodo, tiene en la prosa española una representación especial en un grupo de autores incluidos como tal en el citado artículo de Azorín de 1913: él mismo, Unamuno, Baroja, Maeztu y Valle-Inclán, cuya existencia como generación es muy discutida, empezando por ellos mismos (que no se consideraban como tal), y que incluso la rechazan posteriormente por sus distintas evoluciones personales. Sin embargo, en esos momentos, les unen la preocupación por España tras el “Desastre del 98” (de ahí su designación), un lenguaje sencillo aunque cuidado, y su oposición al catolicismo tradicional (excepto Maeztu). Se puede considerar como único noventayochista puro a Ángel Ganivet (precursor del noventayochismo).
Características de la Renovación de la Novela del 98
- Difuminación de las fronteras genéricas: aparición de la llamada *Novela Lírica*.
- Nacimiento de la **Novela Moderna**, debido, sobre todo, a la nueva forma de presentar a los personajes.
- El tema central es la visión que de la realidad tiene el autor, de ahí el **Subjetivismo** (Un solo personaje focaliza toda la acción, el narrador interviene opinando a través de los personajes, las descripciones son personales, en las obras se refleja lo cotidiano como una forma de conocer lo esencial de la realidad…).
- Como consecuencia de lo anterior, se reduce el narrador omnisciente.
- Expresión de las emociones personales mediante monodiálogos (diálogos consigo mismos, siguiendo un estilo teatral).
Temática: Dos son los temas centrales:
- La temática de España: Todos ellos son conscientes de que la España de su tiempo es una España decadente y atrasada, que esperan poder mejorar con su labor literaria. Ese amor por su patria les lleva a descubrir sus paisajes y gentes –sobre todo, castellanos, porque los del 98 identifican España con Castilla–; por esto mismo, reconstruyen la historia y la «intrahistoria» (la vida de gente anónima) de los españoles y recuperan a los escritores de siempre de la literatura medieval (Gonzalo de Berceo, Jorge Manrique, Arcipreste de Hita…) y clásica (Cervantes). Pero este amor a España no es contradictorio con el anhelo de europeización, muy vivo en la juventud de los noventayochistas, que defienden una apertura hacia Europa y, al mismo tiempo, una revitalización de los valores propios.
- Los problemas existenciales: Sus novelas reflejan los grandes temas de la G. del 98, sobre todo los problemas existenciales, que atenazan a los protagonistas (lucha por la supervivencia, la angustia ante la muerte, la fugacidad de la vida…).
- Los protagonistas son antihéroes, marginados sociales que luchan por sobrevivir (Baroja), o personajes frustrados que caen en el más hondo pesimismo ante lo absurdo de la propia existencia (Unamuno y Azorín).
- El **Paisaje se convierte en Símbolo** y no en simple marco de la acción: entra en empatía con los personajes, refleja sus sentimientos.
- No siguen la estructura tradicional de la novela. Algunas son una serie de episodios, anécdotas, narraciones planteadas a partir de supuestos previos filosóficos (Unamuno), o estampas superpuestas sin apenas acción que las enlace y con predominio de la descripción (Azorín).
- El estilo literario es sobrio y antirretórico en general, a la vez que cuidado; en definitiva, la sencillez y la agilidad narrativas están al servicio de la amenidad y de la exposición ideológica. Se acentúa el subjetivismo.
Estos rasgos los podemos observar en la narrativa de Pío Baroja (narración de acciones), Miguel de Unamuno (en su técnica novelesca mezcla la novela, el ensayo y el humor), y Azorín (se inclina por las descripciones en las que la acción es mínima).
Autores Representativos de la Generación del 98
Miguel de Unamuno: La “Nivola” Unamoniana
El término de “nivola” es utilizado por el propio autor para designar sus novelas, en las que se desdibujan las fronteras entre realidad y ficción. Sus características se definen en oposición a la novela realista:
- Novela como juego intelectual: se hace partícipe al lector en los prólogos y epílogos, en los que se llega a polemizar sobre la propia novela.
- Juego de técnicas narrativas, estructurales y personajes.
- Concentración de acción, lo que implica ausencia de descripción.
- Tiempos y espacios imprecisos. La acción se sitúa en la España de principios del siglo XX.
- Carácter dramático, a través de monólogos y diálogos, pero para reflejar la interioridad de los personajes, debido a la ausencia de descripción citada anteriormente.
Sus obras más representativas son: *Amor y pedagogía*, *Niebla*, *La tía Tula*, *San Manuel Bueno, mártir*…
Por otro lado, Unamuno desarrolla en sus ensayos un tema concreto, aportando juicios y apreciaciones personales. Trata la lucha interna del ser humano en *Del sentido trágico de la vida* (1913) y en *La agonía del cristianismo* (1925); el problema de España en *En torno al casticismo* (1895), *Vida de D. Quijote y Sancho* (1905) y *Andanzas y visiones españolas* (1922).
Pío Baroja: La Novela Impresionista
La designación de “impresionista” se debe a la intención de producir impresiones sencillas y vagas a la hora de escribir sus novelas. Se cuenta una historia a pinceladas aparentemente inconexas, pero que al final conforman un todo coherente. Para conseguir este efecto Baroja usa muy frecuentemente el recurso del viaje, con el que el protagonista se convierte en el hilo conductor de una aparente novela fragmentaria, en la que la acción es ininterrumpida (rápidos cambios de escenarios, profusión de personajes, concentración de diálogos…).
Otras características de la novela barojiana son:
- El tono conversacional (antirretoricismo y sencillez de estilo, uso de coloquialismos, abundancia de diálogos y descripciones fugaces).
- El subjetivismo a través de las constantes intromisiones del narrador-autor, quien interviene aportando sus opiniones acerca de lo que les sucede a los personajes. Así, y a través de ellos, protesta contra la sociedad del momento criticando sus defectos con una sinceridad total y muestra gran ternura por lo marginal y escepticismo por los aspectos religiosos y éticos del hombre.
Sus obras se dividen en dos grupos:
Novelas de Pensamiento
- En las que Baroja expresa un escepticismo absoluto por los aspectos religiosos y éticos del hombre, reflejado en unos personajes tristes, descontentos, sin esperanza en el futuro.
- Destacan *Camino de perfección*, las trilogías *La lucha por la vida* (formada por *La busca*, *Mala hierba* y *Aurora roja*), y *La raza* (formada por *La dama errante*, *La ciudad de la niebla* y *El árbol de la ciencia*, siendo esta última de sus novelas más relevantes).
Novelas de Acción
- Muchas de ellas son un cúmulo de sucesos y episodios en los que la aventura constituye el argumento central.
- Las principales novelas de este grupo son la trilogía *Tierra vasca* (formada por *La casa de Aizgorri*, *El mayorazgo de Labraz* y *Zalacaín el aventurero*), *Las inquietudes de Shanti Andía* y las novelas de *Memorias de un hombre de acción*.
José Martínez Ruiz, “Azorín”: El Ensayo y la Novela Lírica
Azorín es el escritor de lo minucioso, del detalle, pues pretende que sus novelas sean un reflejo delicado y lírico de lo esencial de la realidad. Desarrolla una técnica descriptiva sutil en la que prima la sencillez, la brevedad de las frases, la sensación de orden y pulcritud, la claridad. La preocupación por el tiempo que pasa se percibe en una prosa triste, melancólica y fluida que delata ese afán por apresar lo sustancial de las cosas.
Sus títulos más conocidos son: *La voluntad* (1902), *Antonio Azorín*, *Las confesiones de un pequeño filósofo*, *Don Juan* y *Doña Inés*. Sus obras se acercan más al **ensayo** que a la novela, ya que son descripciones de tipos y ambientes sin argumento central sólido.
Azorín centra sus ensayos en estampas de la vida española y en la crítica literaria. Al primer grupo pertenecen *Los pueblos* (1905), *La ruta de D. Quijote* (1905) y *Castilla* (1912); al segundo, *Lecturas españolas* (1912) y *Al margen de los clásicos* (1915).
La Generación del 27: Autores, Estética y Las Sinsombrero
En los últimos años del siglo XIX y principios del XX, nacen unos escritores que alcanzan su consagración como líricos excepcionales antes de 1936. Son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Luis Cernuda. A ellos se unirá más tarde Miguel Hernández, aunque por su edad no pertenece a la Generación del 27, por ello es considerado como un extraordinario epígono. Y también forman parte del grupo Manuel Altolaguirre y Emilio Prados, considerados como poetas adscritos a la Generación del 27 por afinidades con este grupo y la amistad con ellos.
Juntos hicieron una defensa cerrada de Góngora (escritor cordobés por el que sentían una gran admiración) al cumplirse el tercer centenario de su muerte (1927); es esta fecha la que se adopta para designar al grupo como “Generación del 27”.
Rasgos Generacionales de la Generación del 27
Un rasgo peculiar de esta generación es que no rompe con las generaciones inmediatamente anteriores, sino que las respeta y admira.
En su búsqueda de una expresión distinta, los poetas del 27 recibieron influencias de los escritores de su tiempo (Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Unamuno…), pero también de Bécquer, de los clásicos (Garcilaso, Fray Luis de León, Lope de Vega…), de la lírica tradicional y, además, conocieron y asimilaron las nuevas tendencias vanguardistas. Así, armonizaron lo clásico con lo moderno; lo culto con lo popular. Por ello, su ideal estético está presidido, al mismo tiempo, por la innovación y la tradición y una progresiva rehumanización de sus versos.
La intención estética de este grupo es encontrar la belleza a través de la imagen; quieren representar la realidad sin describirla, eliminando todo aquello que no es poesía, por ello, emplean un lenguaje lleno de lirismo con numerosas metáforas. Influidos por las vanguardias, incluyen en sus poemas nuevos procedimientos poéticos:
Innovaciones Poéticas y Estilísticas
Metáforas Irracionales (Imágenes Visionarias): La conexión entre los términos no es de tipo lógico y racional, sino emocional. No hay que buscar entre los términos una semejanza de tipo físico o moral, sino que ambos se conectan porque producen la misma emoción, es decir, sugieren lo mismo (“Tu mentira / catarata de dijes donde pelos se guardan”; “La aurora de Nueva York tiene / cuatro columnas de cieno / y un huracán de negras palomas / que chapotean las aguas podridas”; “A veces las monedas en enjambres furiosos / taladran y devoran abandonados niños”). En la metáfora tradicional lo que se pretendía era expresar la nitidez de una percepción sensorial (los cabellos rubios se veían como “de oro”; los dientes como “perlas”); en la imagen visionaria o metáfora irracional lo que se pretende es transmitir de un modo intuitivo e irreflexivo (irracional) cierto sentimiento, cierta emoción. La expresión de carácter irracional no solo afecta a la metáfora, sino a todo tipo de procedimientos expresivos: personificaciones, símiles, sinestesias, enumeraciones caóticas.
Innovación Formal: Verso Libre y Versículo: En el verso libre no se tiene en cuenta la medida, pero se conserva la rima. Los versículos son versos sin rima, sin acentos en lugares fijos y mezclan versos de las medidas más variadas; se apoyan en un ritmo psicológico logrado por repeticiones: de palabras, de esquemas gramaticales, de imágenes en torno a una idea…
Con respecto a su temática, sienten especial interés por los grandes asuntos del hombre, como el amor, la naturaleza, la muerte, el destino… y los temas cargados de raíces populares. Para ello utilizan una versificación variada: estrofas tradicionales (romance, copla…) y clásicas (soneto, terceto…), pero también el citado verso libre, buscando el ritmo en la repetición de palabras, esquemas sintácticos o paralelismos de ideas.
Evolución y Etapas de la Generación del 27
Aun teniendo en cuenta las diferencias entre los distintos autores, pueden señalarse, en conjunto, las siguientes etapas:
- Tras unos comienzos en que es más notoria la influencia de Bécquer, el magisterio de Juan Ramón Jiménez los orienta hacia una poesía “pura”. Se depura el poema de todo lo anecdótico, de toda emoción que no sea puramente artística.
- Comienza a notarse cierto cansancio del puro formalismo. Se inicia un proceso de rehumanización de la poesía. Se dan las primeras obras surrealistas (radicalmente opuesto a la poesía pura). Pasan a primer término nuevos temas, más humanos: el amor, el deseo de plenitud, las frustraciones, la inquietud ante los problemas de la existencia…
- En los años inmediatamente anteriores a la Guerra Civil, se impone en algunos poetas la urgencia de una literatura “social” o de “compromiso político”, reflejo de sus inquietudes sociales (poesía “impura”).
- Después de la guerra, el grupo se dispersa. Lorca muere asesinado en 1936 y muchos son exiliados; solo quedan en España Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre.
Federico García Lorca
Tras vivir una temporada en Nueva York y Cuba, regresa a España y funda “La Barraca”, grupo teatral universitario. Al estallar la Guerra Civil se traslada a Granada; allí fue detenido y asesinado el 19 de agosto de 1936.
Aunque no se puede hablar de etapas en su poesía, sí hay un antes y un después de la publicación de *Poeta en Nueva York*, obra en la que manifiesta sus contactos con las vanguardias.
*Libro de poemas* (1921) fue su primera obra en verso. Ese mismo año escribe el *Poema del cante jondo*, el gran libro andaluz que combina lo culto con el garbo popular. En 1924, trabaja en otro libro, *Canciones*, y comienza el *Romancero gitano*. Son libros muy distintos: “puro” el primero (juego de imágenes y metáforas, con temas sencillos) y rabiosamente “humano” el segundo, en él Lorca fija su atención en un mundo cerrado, en la gran familia de los gitanos, contemplados a una luz dramática (gallardías de los gitanos, sus reyertas, sus proezas y su marginalidad).
Entre 1929 y 1930, con ocasión de su estancia en Nueva York, va componiendo *Poeta en Nueva York*. Con procedimientos surrealistas, Lorca alza su grito y su protesta contra aquella colmena inhumana; los negros, en especial, merecen su piedad.
Las Sinsombrero: Mujeres Artistas del 27
Una parte esencial de la llamada Generación del 27 la compone una serie de autoras cada vez más reconocidas: pintoras, artistas y escritoras.
*Las Sinsombrero* es el nombre por el que son conocidas un grupo de mujeres pensadoras y artistas españolas pertenecientes a la Generación del 27, nacidas entre 1898 y 1914. El nombre proviene de una anécdota relatada por Maruja Mallo en los años 20. Cuenta que paseaba con Margarita Manso, Salvador Dalí y Federico García Lorca por la Puerta del Sol en Madrid cuando decidieron quitarse el sombrero. Un gesto que simbolizaba la liberación de las ideas o el abandono del corsé. Como resultado de ese gesto, fueron apedreadas e insultadas. La mayoría de ellas residieron en Madrid, donde desarrollaron su actividad artística.
Combinaron la tradición popular con la modernidad y las corrientes de vanguardia europeas. Reivindicaron su papel intelectual sobre la vida cultural que las rodeaba, participando en publicaciones, reseñas o teniendo una ajetreada agenda social. La relación entre ellas fue muy estrecha y compartían escenarios comunes, también con sus compañeros de generación. Se considera a *Las Sinsombrero* deudoras de la incorporación al mundo laboral y político que habían protagonizado las mujeres de la **Generación del 14**. La Guerra Civil truncará este camino y su desenlace supondrá un brutal retroceso respecto a los avances obtenidos en décadas anteriores. La mayoría de estas mujeres se exiliaron.