Al terminar la Guerra Civil, el teatro español se enfrenta a tres grandes problemas:
- Solo las clases adineradas y poderosas pueden asistir a las representaciones, y la censura impide cualquier contenido social o político.
- La muerte o el exilio que sufren grandes escritores e intelectuales, especialmente aquellos que pertenecen al teatro innovador anterior al conflicto civil.
- Los empresarios teatrales recurren a traducciones de obras extranjeras, dificultando el estreno de obras nacionales.
La producción teatral puede dividirse en cinco etapas:
Década de los 40: Teatro Comercial o Humorístico
El estado general de crisis obliga a los empresarios de la escena y a las compañías a abastecer los teatros con obras que respondan a las expectativas del público burgués, sin arriesgarse a modificar sus gustos. Dos son las corrientes que ocupan la escena española durante este período:
El Teatro Comercial o Continuista
- Orientado hacia la pura distracción de un público sin demasiadas exigencias: convencional pero bien construido, con un diálogo cuidado que se desarrolla en ambientes de clase media alta.
- Evasivo, con una amable crítica de costumbres (herencia de la alta comedia y de la comedia burguesa).
- Divertido espejo de la realidad: la acción se basa en los enredos sentimentales, el humor fácil y la moralización intrascendente.
Cultivadores de este estilo son Jacinto Benavente, José María Pemán (Los tres etcéteras de don Simón –comedia de costumbres– y Callados como muertos –teatro ideológico y propagandístico–), Joaquín Calvo Sotelo o Juan Ignacio Luca de Tena.
El Teatro Humorístico
Enrique Jardiel Poncela, con sus comedias de humor inverosímil y disparatado, como Eloísa está debajo de un almendro y Los ladrones somos gente honrada.
Miguel Mihura, autor de comedias de humor desenfadado donde se aprecia una crítica de la sociedad contemporánea. Denuncia lo absurdo de situaciones de la vida cotidiana, la vaciedad de los tópicos y las convenciones sociales que impiden al hombre ser feliz. Rompe con el realismo introduciendo elementos y situaciones de un humor nuevo, precedente del teatro del absurdo: Tres sombreros de copa, Melocotón en almíbar y Maribel y la extraña familia.
Década de los 50: Teatro Realista o de Denuncia
La censura afectó al texto teatral, a los ensayos y a las representaciones, que podían ser suspendidas en cualquier momento. Los empresarios eran muy cautelosos. Esta década coincide con la aparición de un público universitario que solicitaba un teatro nuevo, muy próximo a los planteamientos de la novela y la poesía social.
Los temas habituales son el testimonio crítico de las injusticias y desigualdades, la denuncia y la protesta. Se trata de un teatro realista con recursos propios del sainete y ciertos rasgos tomados del esperpento.
Los autores más significativos son: Alfonso Sastre, con un teatro de denuncia (Guillermo Tell tiene los ojos tristes), y Antonio Buero Vallejo, con su teatro de acento trágico, centrado en los grandes interrogantes de la condición humana y en los problemas del hombre contemporáneo. Buero Vallejo no rompe las fórmulas del teatro comercial, sino que intenta aprovecharlas para darles un sentido nuevo. Su obra suele clasificarse en tres etapas:
- Un enfoque existencial de los temas (Historia de una escalera y En la ardiente oscuridad).
- Un enfoque social y ético, con una técnica teatral más compleja (efectos de inmersión, escenarios múltiples y simbolistas): Un soñador para un pueblo, El sueño de la razón y El tragaluz.
- Presenta contenidos sociales y políticos más explícitos, así como la incorporación de experimentos escénicos (La doble historia del doctor Valmy y La Fundación).
Década de los 60: Teatro Experimental e Innovador
La censura permitió la entrada de corrientes europeas (**Brecht**, **Ionesco** –y su teatro del absurdo– o **Beckett**), cuyas influencias fueron fundamentales para la creación de obras que intentaban oponerse a los cánones establecidos tanto en los contenidos como en las formas.
Se produjo un teatro más exigente y renovador, experimental en las formas y dirigido a un público más minoritario. Se alejó del teatro realista. Ahora predominan los elementos simbólicos y vanguardistas, lo grotesco y lo imaginativo. Cobran especial importancia los recursos extraverbales: sonoros, visuales o corporales. Autores representativos son Fernando Arrabal, con su llamado teatro del pánico, en el que se representa una realidad que parece no tener coherencia (Pic-nic), y Francisco Nieva (La carroza de plomo candente).
De los 70 a los 90: Transición y Consolidación
A partir de 1975, con el fin de la dictadura, el teatro experimenta un cambio con innovaciones temáticas y técnicas: desaparece el tono reivindicativo, hay apoyo económico del Estado, se crea la Compañía Nacional de Teatro Clásico, se consolidan las compañías de teatro independiente, hay teatro en la calle y se recuperan obras censuradas.
Se buscan historias actuales, con tensión dramática y personajes bien planteados. Los temas incluyen la droga, la delincuencia, los conflictos amorosos y la corrupción política. Predomina una comedia realista. Autores destacados de esta época son:
- José Luis Alonso Santos: La estanquera de Vallecas, Bajarse al moro.
- José Sanchís Sinisterra: ¡Ay Carmela!
- Fernando Fernán Gómez: Las bicicletas son para el verano.
- Antonio Gala: Anillos para una dama.
- Paloma Pedrero: El color de agosto.
Mención especial merecen los grupos de teatro independiente que actúan al margen de los circuitos comerciales y presentan un teatro renovador, muy comprometido social e ideológicamente. Algunos de los más representativos son: Los Goliardos, Els Joglars y La Fura dels Baus.
Teatro Actual: Nuevas Voces y Tendencias
Además de los autores ya consagrados, en las últimas décadas han surgido nuevas voces y tendencias. Algunas características de este nuevo teatro son: base realista, problemas íntimos (incomunicación, inseguridad, soledad), tono ágil con humor e ironía, personajes actuales, teatro basado en la palabra, introducción de música, imágenes o elementos audiovisuales, diversidad de escenarios e influencias mediáticas.
Podemos destacar a los siguientes autores:
- Juan Mayorga, quien recurre a personajes de la historia reciente. En su obra predomina la reflexión, aparecen monólogos y se exploran las perspectivas de diferentes personajes a través del diálogo. Sus obras incluyen El jardín quemado (1999), El chico de la última fila (2003) y su última y exitosa obra recién estrenada, Silencio.
- Angélica Liddell, con un tono documental y temas sociales. Obras destacadas: Y los peces salieron a combatir contra los hombres (2003) y Ping Pang Qiu (2012).
- Paloma Pedrero, con Caídos del cielo (2008).
Cabría señalar también la gran proliferación en las dos últimas décadas del género musical, con obras como: Hoy no me puedo levantar, Mamma mía o El rey león, entre otras.