Edad Media
Nos remontamos a la Edad Media, período marcado por la caída de Roma.
Fue un momento histórico y social destacado por el cristianismo, el feudalismo y el belicismo, además de una gran presencia de la oralidad de los juglares. Se caracteriza por el teocentrismo presente en la sociedad y se abordaba una temática heroica, a menudo con la presencia de dioses. Destacan autores como Gonzalo de Berceo (Mester de Clerecía), considerado la primera persona en firmar sus obras (ej. La imagen respetada por el fuego); Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, con su Libro de Buen Amor; y obras anónimas como el Cantar de mio Cid, considerada la primera gran muestra literaria en castellano.
Renacimiento
Seguidamente nos encontramos con el Renacimiento, movimiento literario y artístico iniciado en Italia. Fue un momento social muy destacado por el cambio de un pensamiento teocéntrico (propio de la Edad Media) a uno antropocéntrico. Se adentran en contenidos amorosos, creando una temática basada en la vida, el amor y la naturaleza.
Encontramos a Garcilaso de la Vega, autor que introdujo en España las formas métricas italianas, con obras como En tanto que de rosa y azucena, y considerado el creador de las églogas (novelas pastoriles) en castellano. También es la época del gran Miguel de Cervantes, autor de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, obra que engloba varios tipos de novelas. Esta novela es un guiño a la novela pastoril de Garcilaso, además de una crítica a las novelas caballerescas de la Edad Media.
Barroco
Más tarde surge la época del Barroco, en la cual se superan los temas amorosos y los autores abordan temas más pesimistas. Las obras se suelen narrar en tercera persona, buscando una aparente objetividad, con un lenguaje denotativo. El pesimismo se vive desde una perspectiva externa. Se muestra una gran exageración (hipérbole), un gusto por lo retorcido y la alteración del orden sintáctico (hipérbaton), recursos utilizados a menudo para dificultar la comprensión de la obra.
Son dignos de mencionar autores como Lope de Vega (creador de la tragicomedia), Luis de Góngora (Mientras por competir con tu cabello), Calderón de la Barca (gran dramaturgo del siglo XVII) y Francisco de Quevedo.
Romanticismo
Posteriormente, damos paso al Romanticismo. En esta época se rompen los límites de la realidad para dar paso a la imaginación, donde los autores buscan su ‘otro yo’ a través de la inspiración. Se caracteriza por la libertad y el individualismo, además del sentimentalismo, el gusto por la oscuridad y los temas existenciales. Se aborda una temática pesimista y, a veces, un realismo negativo (centrado en la libertad, el destino del hombre y el amor). A diferencia del Barroco, el pesimismo se aborda desde una perspectiva interna y subjetiva, utilizando un lenguaje connotativo (con una fuerte presencia del ‘yo poético’).
Se cultiva la poesía y el drama (ej. Don Juan Tenorio). Dentro de la poesía, destacan la narrativa y la lírica (ej. José de Espronceda). En este ámbito también aparece Gustavo Adolfo Bécquer, uno de los autores más importantes del Romanticismo español, quien desarrolla una poesía intimista y depurada, al igual que Rosalía de Castro, utilizando el simbolismo y el ‘yo poético’.
Modernismo
Dicha época surgió en Hispanoamérica, cuyo objetivo estético se basa en la búsqueda de la belleza como medio para huir de la realidad cotidiana.
Se caracteriza por la renovación y modernización de la literatura, utilizando un estilo esteticista, sensorial (con figuras como la sinestesia), refinado y aristocrático, en el cual abundan los recursos retóricos. Se produce una profunda renovación estética y métrica. En cuanto a la temática principal, se basa en un interés por temas mitológicos y exóticos, presentes en los escenarios del movimiento, donde el poeta a menudo se automargina, sintiéndose fuera de la realidad.
Se cultiva y se manifiesta en gran medida el ámbito poético, en el cual destacan Rubén Darío, iniciador y máximo representante del Modernismo literario en lengua española (La Sonatina); y, en su primera etapa, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado (A un olmo seco).
Generación del 98
Se desarrolla en la literatura castellana, centrada en España, especialmente en Castilla. Como objetivo principal, se aborda la realidad española con un gran interés por los temas sociales y políticos, los cuales no eran el foco del Modernismo. Se caracteriza por su estilo sobrio y austero, con una escasez de recursos retóricos y un gusto por los arcaísmos y las palabras dialectales.
Se cultiva principalmente la prosa, desarrollándose el ensayo y la novela. Destacan autores como Miguel de Unamuno, Antonio Machado (en su segunda etapa) y Azorín.
Generación del 27
Se compone de un grupo de diez poetas que comparten una gran admiración por Góngora, y la generación nace para conmemorar el tercer centenario de su muerte. Los autores cultivan el arte por el arte, haciendo uso de un lenguaje coloquial y una alternancia entre la métrica clásica y el versolibrismo, tratando temas principalmente amorosos. Además, se produce una gran renovación métrica, caracterizada por el ritmo y la experimentación con recursos métricos tradicionales.
Destacan autores como Pedro Salinas, Federico García Lorca y Rafael Alberti, quienes cultivaron tanto la poesía como el teatro.
Siglo XXI
Después de un gran recorrido, nos encontramos con la actualidad: el siglo XXI. Se trata de una época rica en la innovación y creación de subgéneros literarios, abordando una gran variedad de temas, aunque los más tradicionales (como el amor o la soledad) siguen teniendo un papel muy importante. Se cultiva principalmente la narrativa, sin dejar de lado la poesía y el teatro. Además, ha surgido la aparición de los medios televisivos y cinematográficos como nuevas plataformas para la creación literaria.
Teatro Poético
La obra a tratar pertenece al género teatral, más concretamente al teatro poético. Dicho género literario tiene su origen en la Edad Media, con manifestaciones como los autos sacramentales. En el Renacimiento, surgen obras de carácter dialogado, como La Celestina, la cual, por su extensión, fue considerada a menudo como una narración dialogada. Posteriormente, en el Barroco, el dramaturgo Lope de Vega crea un ‘arte nuevo de hacer comedias’, superando así los patrones teatrales tradicionales. A partir de Lope, en el Romanticismo, aparecen figuras como Calderón de la Barca y José Zorrilla, entre otros, quienes se consideran continuadores de su legado teatral.