b) La consolidación del régimen: 1959-1973
A finales de los años 50 era evidente que la política económica de la autarquía había fracasado. Entre 1957 y 1959, el coste de la vida había subido un 40%, el déficit comercial había alcanzado cifras astronómicas y las reservas de oro habían caído un 70% en cuatro años. Era evidente que la economía española necesitaba una orientación que abriese las puertas de la modernización y superase las dificultades.
La vieja ideología del Nacional-Sindicalismo comenzó a quedar totalmente anacrónica y obsoleta en una España que comenzaba a hacer del desarrollo económico y del industrialismo la ideología oficial del Estado.
La entrada dentro del aparato del Estado de nuevas generaciones de políticos, los llamados tecnócratas, fue desplazando progresivamente a falangistas, carlistas y tradicionalistas, dando al régimen una nueva orientación. Fue el quinto gobierno nombrado por Franco en 1957 el que puso de manifiesto por primera vez el cambio en la correlación de fuerzas entre las diferentes “familias” del Régimen. De los 18 miembros anteriores se cambiaron 12, y la gran novedad fue la entrada de un núcleo importante de miembros del Opus Dei, encabezados por Alberto Ullastres y Mariano Navarro Rubio. La pérdida de la influencia de los falangistas tuvo como signo más evidente la sustitución de la Falange como partido único por una nueva formación política que agrupaba a todos los colaboradores del régimen: el Movimiento Nacional.
El nuevo equipo dirigente vio la necesidad de crear un cuerpo de normas y valores inmutables que fuesen una síntesis de todos los principios sobre los que descansaba el Estado español. Con esta voluntad nació la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958), que reconocía España como “una monarquía tradicional, católica, social y representativa”. El régimen se alejaba de la ideología fascista de los primeros años e iniciaba una tímida apertura política, aunque rechazando la democracia parlamentaria.
Como las leyes fundamentales no conformaban un verdadero sistema político, en 1966 se aprobó la Ley Orgánica del Estado, que caracterizaba a España como una democracia orgánica: se introdujeron en las Cortes 100 procuradores representantes de la familia y de carácter electivo; las elecciones seguían siendo por sufragio corporativo (tercio familiar, tercio sindical y tercio corporativo).
Por otro lado, la continuidad del sistema después de la muerte de Franco se vio asegurada cuando las Cortes aceptaron, en 1969, al príncipe Juan Carlos como sucesor a la jefatura del Estado con el título de Rey (“atado y bien atado”).
En el nuevo gobierno formado en 1965 es la última vez que Franco utiliza la fórmula del equilibrio entre las familias del Régimen: semifalangistas, monárquicos, miembros del Opus Dei y católicos de derechas.
Un aspecto notorio de estos años es el intento aperturista que supuso la aprobación en 1966 de la Ley de Prensa (Ley Fraga), que suprimía la censura previa, aunque se mantenían rígidos controles sobre todo lo que se publicaba. La Ley de Libertad Religiosa (1967) y la Ley de Educación (1970) completaron este proceso reformista con la voluntad de aminorar las discriminaciones por motivos religiosos y hacer más asequible la educación a las clases más humildes.
También en el ámbito sindical se produjo una tímida apertura: se reconocieron las negociaciones colectivas y se fijó un salario mínimo interprofesional. Asimismo, se mejoraron las prestaciones sociales (1963, Ley de Bases de la Seguridad Social).
c) El final del franquismo: 1973-1975
A pesar de que la continuidad del régimen parecía asegurada, continuaban las discrepancias respecto a la orientación futura del sistema. Las divisiones entre aperturistas, partidarios de una cierta liberalización política del régimen, y los inmovilistas (el denominado “búnker”) deterioraban la cohesión del sistema.
Para estructurar el gobierno y reducir los conflictos, Franco nombró a Luis Carrero Blanco Vicepresidente del Gobierno (1967), consciente de que era el hombre clave para mantener la paz entre las familias políticas. Sus años de gobierno se caracterizaron por el mantenimiento de una situación contradictoria que cabalgaba entre la reforma (Ley de Educación 1970, Nueva Ley Sindical 1971…) y la represión (estados de excepción, Juicio de Burgos, Proceso 1001…).
El escándalo MATESA (apropiación ilegal de fondos del Estado obtenidos fraudulentamente) implicó a diversos ministros y personalidades del Opus Dei. Este hecho fue aprovechado por sectores vinculados a la Falange para poner en marcha una campaña de desprestigio que culminase con su alejamiento del poder. Franco, aconsejado por Carrero, había decidido jugar a fondo la carta de los tecnócratas y, cuando reformó el gobierno, excluyó a los que habían hecho público el escándalo MATESA (Solís, Fraga…). El nuevo gobierno (1969) fue “monocolor”, ya que los ministros más importantes permanecieron en manos de miembros del Opus Dei.
Sin embargo, en el año 1973, cuando Carrero Blanco fue nombrado Presidente del Gobierno (hasta entonces Franco era Jefe del Estado y del Gobierno), la situación de crisis se agudizaba más. Algunos sectores del ejército culpaban a los aperturistas del desastre político y la movilización en la calle crecía pese a la represión. El gobierno de Carrero no había solucionado el descontento social y político ni había reducido la hostilidad entre aperturistas e inmovilistas. Con este telón de fondo, la muerte de Carrero Blanco en un atentado efectuado por miembros de ETA (20-XII-73) y el inicio de la crisis económica aceleraron la descomposición del franquismo.
Carlos Arias Navarro fue elegido para sustituirle (en febrero de 1974). En su primer discurso prometió importantes reformas (“espíritu del 12 de febrero”) que se vieron frenadas por varios hechos:
- El 2 de marzo de 1974: ejecución de Salvador Puig Antich (anarquista acusado, según algunas fuentes, de forma injusta).
- La homilía de Monseñor Añoveros, obispo de Bilbao, que contenía duras censuras contra el régimen.
- Éxito de la Revolución de los Claveles en Portugal.
El 9 de julio Franco enfermó y ya no se repondría.
Varios hechos marcaron los últimos meses de vida del régimen franquista:
- Ejecución en septiembre de 1975 de cinco acusados de actividades violentas (tres del FRAP y dos de ETA), a pesar de las repetidas peticiones de clemencia desde todos los ámbitos y la presión internacional que existió.
- La Marcha Verde marroquí sobre el Sáhara español.
- La muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975.