El sistema político de la Restauración

1.- LOCALIZACIÓN

Tipo de texto: según la fuente es un texto histórico primario; según la forma es una Constitución y según el tema es un texto político-jurídico. Autor: colectivo (las Cortes junto con el rey Alfonso XII). Destino: está dirigido a un colectivo y su finalidad es pública. Época: Madrid, 30 de junio.

2.- ANÁLISIS

Comenzaremos el Análisis explicando algunos de los términos que nos parecen fundamentales para la comprensión del texto: «Esta forma de gobierno» (hace referencia al sistema turnista»; «encasillada» (introducida en las listas electorales para ser elegido).

El tema central es la crítica al caciquismo y a la falsificación electoral que propiciaba el sistema turnista y las principales ideas hacen referencia a los componentes del sistema y su forma de actuar. Ampliamos brevemente cada una de estas ideas.

En primer lugar, el autor cita los tres elementos que, en su opinión, integran el sistema de gobierno. Los primeros componentes son los «oligarcas» o primates, ricos, poderosos e influyentes que ocupan los altos cargos y las posiciones más prestigiosas de cada partido formando, según palabras del mismo autor la «plana mayor». Luego estarían los «caciques» de distinta categoría según su influencia y posición social, repartidos por todo el país, sobre todo en las zonas rurales, donde manipulan la vida política, social y económica y actúan de intermediarios con el gobierno. Los últimos son los «gobernadores civiles», encargados de mantener la comunicación y las relaciones. Según Joaquín Costa, el sistema se veía reducido a estos elementos que mantenían postrada a la nación.

Posteriormente, pasa a exponer la posición que ocupaba cada uno en el sistema. Los caciques y oligarcas, también conocidos como clase gobernante o directora se distribuían en partidos. Costa insiste en que es un error considerar a estas agrupaciones políticas como partidos pues no integran ni representan a la nación. El autor los compara con un grupo de extraños, de extranjeros que se han hecho con el poder mediante la fuerza y el poder. Y este abuso de poder, otorgado por los superiores de cada partido para dirigir y someter a los ciudadanos, lo aprovechan y ponen en práctica en las elecciones. Los caciques falsifican el sufragio y los resultados ignorando la voz del pueblo y corrompiendo las elecciones que, en teoría, debían ser democráticas. El único objetivo de esta corrupción era el favorecer al partido al que correspondía gobernar según el turno pacífico.

3.- CONTEXTUALIZACIÓN

En enero de 1874, el general Pavía protagonizó un golpe de Estado que disolvió las Cortes y puso fin a la I República. En diciembre de ese mismo año, otro pronunciamiento, esta vez del general Martínez Campos en Sagunto, provocó la proclamación de Alfonso XII, hijo de Isabel II, como Rey de España, con Antonio Cánovas del Castillo, como su máximo defensor. Con la reposición de los Borbones se inició el periodo de la Restauración (1874-1923) con el «sistema canovista» como forma de Gobierno.

Este gobierno trataba de regresar al periodo anterior a la Revolución de 1868, al periodo de la Unión Liberal. Para ello, Cánovas, defendía la necesidad de una Constitución moderada y flexible, símbolo del equilibrio, que estableciera la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes. De esta manera el orden político y público quedarían garantizados.

El sistema canovista se basó en dos pilares: la Constitución de 1876 y el bipartidismo turnista. Por un lado, el partido conservador de Cánovas y, por otro, el fusionista de Sagasta. Se elaboró una Constitución de caracter moderado que no reconocía la soberanía nacional de modo suficiente y que mantenía los derechos tradicionales de la Iglesia Católica. Los artículos de la Constitución fueron aprobados en breve tiempo y con pocos debates. Fue promulgada en junio de 1876, establecía la «soberanía compartida» (Cortes y Rey) y una práctica política basada en la existencia de unos partidos oficiales que aceptasen los reglamentos de la legalidad constitucional. Serían partidos de «notables» elegidos por sufragio censitario.

Estos dos partidos intentaron sin éxito imitar el sistema parlamentario inglés. Mediante un pacto establecieron el turno pacífico para gobernar. De esta manera, a pesar el resultado de las elecciones, el partido al que tocase gobernar tenía garantizada la victoria electoral. Esto sólo podía lograrse mediante el caciquismo. Los «caciques» pertenecientes a la oligarquía poderosa e influyente, controlaban la vida política, económica y social, sobre todo en el campo. Compraban votos y manipulaban las elecciones y las decisiones de gran parte del electorado para favorecer al partido al que le correspondiese gobernar. En algunas ocasiones, recurren al «pucherazo» o falsificación del censo y el resultado electoral.

El bipartidismo turnista mantuvo fuera del gobierno a los partidos antidinásticos como los carlistas o republicanos que, junto con el anarquismo y socialismo y los regionalismos y nacionalismos, configuraron la oposición al sistema canovista.

A finales de siglo, el sistema polí­tico estaba en crisis por varios factores: los nacionalismos periféricos (Cataluña, Paí­s Vasco, Galicia y Andalucí­a) , la cuestión colonial (desastre de 1898) y militar (desprestigio del ejército) y el movimiento obrero (PSOE, UGT, Anarquismo) caminaban en otra dirección. Añadamos la semana trágica de 1909, la crisis de 1917 y la muerte de los lí­deres (Cánovas y Sagasta) que no encontraron sustitutos capaces de formar mayorí­as estables en el Parlamento.