Tomás de Aquino y Descartes: Dos filósofos que marcaron la historia del pensamiento

CONTEXTO FILOSÓFICO:

Tomás de Aquino nació en Roccasecca (Nápoles). Vivió en pleno siglo XIII, el periodo más brillante de la Edad Media donde se produce un florecimiento cultural, aparecen las primeras universidades, que se convirtieron en los centros de saber de la nueva época, sustituyendo a los monasterios. Se recupera el conocimiento de los clásicos griegos y latinos interpretados por el tamiz de los filósofos árabes y judíos así como el propio pensamiento árabe y judío. En esta labor tuvo una gran importancia la Escuela de Traductores de Toledo. Se trata de una época absolutamente teocéntrica, tanto la vida política como la vida cotidiana, el saber, el arte, etc., giran en torno a Dios. La Iglesia, por tanto, representa un poder espiritual y temporal inmenso que alcanza todos los ámbitos de la sociedad. El pensamiento de Tomás de Aquino tenemos que situarlo dentro de la Escolástica cristiana que se ocupa de la relación entre fe y razón, el intento de demostrar racionalmente la existencia de Dios, la cuestión de los universales y la libertad humana, etc. Tomás de Aquino, por influencias de Alberto Magno, intenta compatibilizar la obra de Aristóteles con el cristianismo. La temática de las relaciones entre la fe y la razón toma actualidad con la aparición en el escenario filosófico de la época de la obra de Averroes. Este pensador árabe comenta la obra de Aristóteles desde fuentes no mediatizadas por los pensadores cristianos, y defendía la teoría de la doble verdad: la verdad de la razón y la verdad de la fe no tienen por qué coincidir, e incluso podían entrar en contradicción. Tomás de Aquino rechaza esta teoría y pensaba que la razón y la fe son independientes aunque cuando coinciden sus objetos tienen que armonizarse. Sus obras más importantes son la “Suma teológica” y la “Suma contra gentiles”. La Escolástica entraría en crisis con Guillermo de Ockham (Inglaterra, 1.285 – 1.349) que tras las polémicas con Juan XXII fue excomulgado en 1328. Ockham fue precursor del empirismo moderno, el nominalismo (los universales no existen en realidad), el principio de economía racional (“navaja de Ockham”). La existencia de Dios es indemostrable. Imposible conciliar lógicamente razón y fe: separación entre razón y fe (ámbitos independientes), reforma de la Iglesia, autonomía del poder político con respecto al poder eclesiástico.



CONTEXTO FILOSÓFICO:

Descartes (Renato Des Cartes) nació en La Haye (Francia) en 1596 y murió en Estocolmo en el año 1650. La crisis de la escolástica lleva a la filosofía a centrar su interés en el conocimiento. Aparecen dos sistemas filosóficos que configuran la Modernidad: el racionalismo y el empirismo. Para el racionalismo, donde destacan Spinoza, Malebranche, Leibniz, y con Descartes a la cabeza, la razón humana es la fuente del conocimiento y criterio de verdad pues la razón construye el conocimiento deductivamente a partir de unos principios innatos independientes de la experiencia sensible (ideas innatas: ideas que la razón elabora por sí misma), tomando el método matemático (deducción racional) como modelo de construcción del conocimiento y estableciendo una correspondencia entre conocimiento y realidad, es decir, conocemos las cosas tal y como son. Por su parte, el empirismo, donde destacan Locke, Berkeley y posteriormente Hume, niega la existencia de ideas innatas, considera que la fuente del conocimiento está en la experiencia sensible quedando la razón supeditada a dicha experiencia, tomando como modelo el método de las ciencias experimentales basadas en la observación y experimentación (inducción); y teniendo una posición escéptica y relativista en cuanto a la posibilidad de obtener un conocimiento universal y verdadero sobre la realidad pues cree que sólo conocemos los hechos y fenómenos tal como son captados por nuestros sentidos y facultades, pero no como son en sí, siendo imposible obtener un conocimiento metafísico válido. Descartes hizo importantes aportaciones en la ciencia matemática, donde destaca el uso de las coordenadas cartesianas, que contribuyeron al desarrollo de la geometría analítica (algebrización de la geometría: resolver problemas geométricos mediante el álgebra). Sus obras más importantes: “Reglas para la dirección del espíritu”, “Discurso del método”, “Meditaciones metafísicas”, “Principios de la Filosofía”, “Tratado del hombre” y “Las pasiones del alma”. /// Tomás de Aquino establece con precisión los límites entre la razón y la fe, entre filosofía y teología, como ámbitos independientes y separados, aunque cuando coinciden sus objetos tienen que armonizarse. La razón es la facultad de conocer y se ocupa de las verdades accesibles al entendimiento. Son las verdades de razón, basadas en evidencias y demostraciones, mientras que la fe es la 



facultad de conocer y se ocupa de las verdades accesibles al entendimiento. Son las verdades de razón, basadas en evidencias y demostraciones, mientras que la fe es la facultad de creer las verdades reveladas o de fe, verdades que la razón no llega a comprender por superar sus posibilidades y basarse en la autoridad de Dios. La Filosofía es la ciencia del ser o de las cosas naturales (y artificiales) y la Teología es la ciencia de las cosas sobrenaturales. Según Tomás de Aquino, hay una independencia entre razón y fe, son dos formas de conocimiento distintas, pero aceptando esa independencia, Aquino rechaza la teoría averroísta de la doble verdad y piensa que las verdades de la fe y las verdades de la razón tienen que coincidir, pues ambas provienen de Dios, y la revelación es verdad pues proviene de Dios; de manera que si la razón es usada correctamente nos lleva a la verdad, pues es creación divina. Pero si la razón en algún momento contradice a la revelación, porque el ser humano se equivoca, siempre es aquella la que debe someterse a la fe. La razón ofrece un sistema, un método, pero la fe es el principal criterio de verdad, es decir, que cuando la razón llega a una conclusión distinta de la fe, la garantía y última palabra la tiene la fe, la razón debe haber cometido un error en su proceder. Como consecuencia de ello, la razón y la filosofía deben estar al servicio de la teología y la revelación (fe). No hay pues conflicto entre razón y fe ya que la verdad es única y se fundamenta en Dios. Para Tomás de Aquino, existen los llamados preámbulos de la fe, que son verdades reveladas que pueden ser descubiertas por la razón natural humana, como por ejemplo, la existencia de Dios, la creación del mundo, etc., pero son reveladas porque no todas las personas poseen la inteligencia o el tiempo necesarios para acceder a ellas. Estas verdades se distinguen de las verdades reveladas o de fe (Teología revelada), que sólo son accesibles a la luz de la revelación divina y la fe. Esta superioridad del conocimiento revelado con respecto al conocimiento racional es una idea dominante en el pensamiento cristiano y tiene unas consecuencias para el conocimiento humano, y también para la ética y la política, pues ese conocimiento revelado se convierte en orientación y fundamento para el comportamiento moral del ser humano y para la organización política.



POLÍTICA

En la ordenación del mundo Tomás Aquino distingue tres tipos de leyes: – Ley eterna o divina: es la ordenación que Dios ha dado al mundo (todo). – Ley natural o moral: es la ley eterna inscrita por Dios en la razón para que dirija los actos hacia el Bien, tiene un único precepto: “hacer el bien y evitar el mal”, todos los preceptos se fundan en éste. Es la interpretación racional de la Ley Eterna. La ley natural tiene en cuenta todas las inclinaciones naturales del hombre (supervivencia, reproducción y conservación, y anhelo de la verdad). La ley moral es una participación de la criatura racional en la ley eterna, que se aplica a los actos particulares a través de la conciencia individual. – Ley positiva o civil, social, del Estado: normas promulgadas por los hombres de acuerdo con la ley natural para lograr el bien común. Derivan de la ley natural y que permiten vivir en sociedad. Son la concreción de la ley natural a las particularidades de las comunidades sociales. La vida en sociedad exige la dirección de los más capaces que atiendan al bien común y dirijan a los ciudadanos a una vida feliz y virtuosa, por lo que el gobernante, a la hora de legislar, debe intentar que las leyes sociales se acomoden a la ley natural, no teniendo legitimidad para crear leyes contrarias a dicha ley. El estado debe conservar la paz aunque sea con el uso de la fuerza; debe cubrir las necesidades materiales de los ciudadanos, promover las buenas acciones de los súbditos y ayudarles a alcanzar el fin último favoreciendo la vida religiosa. Tomás de Aquino distingue entre un fin o felicidad natural que debe ser promovida por el Estado, y un fin o felicidad sobrenatural, promovida por la Iglesia. Estos fines no son excluyentes sino que pueden hacerse en el mismo camino. Por eso la Iglesia, que tiene una misión más elevada que el Estado debe intervenir para ordenar aquellos asuntos terrenales que contribuyan a alcanzar la felicidad en el más allá. Cree que la mejor forma de gobierno es la monarquía constitucional, una mezcla de aristocracia y democracia. La perfecta felicidad ha de residir en la perfecta contemplación de Dios, y en la delectación o goce subsiguiente. Y esta es una labor de la Iglesia. Por lo que la finalidad de la Iglesia es más elevada que la del Estado (subordinación del Estado a la Iglesia).