El Mito de la Caverna de Platón: Realidad y Conocimiento
El Mito de la Caverna se refiere a la situación del ser humano frente al conocimiento. Platón planteó la existencia de dos mundos:
- Mundo sensible: Captado a través de los sentidos.
- Mundo de las ideas: Accesible mediante la razón.
Platón describió una caverna donde, desde su nacimiento, unos hombres permanecían prisioneros, atados contra un muro por piernas y cuello, de modo que solo podían mirar hacia la pared. Tras la pared a la que estaban atados, había un pasillo y una hoguera, por donde caminaban personas con objetos con formas humanas y de animales. Los prisioneros no habían visto nada más que las sombras proyectadas por el fuego y creían que estas sombras eran objetos reales.
Platón dice que si uno de estos hombres saliese a la superficie, tendría problemas en adaptarse a la luz del sol. Este proceso de adaptación se daría en varias etapas:
- En primer lugar, el hombre, para no quedarse ciego, buscaría las sombras proyectadas en el agua.
- En segundo lugar, se acostumbraría a mirar los objetos directamente.
- Y más tarde, apreciaría la belleza del cosmos, dándose cuenta de que puede ver los colores de las cosas y cómo son en realidad.
Platón hace entrar de nuevo al hombre en la caverna para comunicarlo a sus compañeros y decirles que ha visto la realidad y no las sombras; pero estos se ríen de él y le amenazan con que, si intentara liberarlos, lo matarían.
Interpretación del Mito
En el mito, se identifican los siguientes elementos:
- El SER HUMANO = los PRISIONEROS.
- Las SOMBRAS = las APARIENCIAS (lo que captamos a través de los sentidos).
- Las cosas reales que los prisioneros no ven = el Mundo de las Ideas, en el que la Idea del Bien está representada por el sol.
- Un prisionero liberado = el FILÓSOFO, quien tiene que guiar a los demás al mundo real.
Dimensiones del Pensamiento Platónico en el Mito
Platón distingue tres dimensiones principales:
1. Dimensión Antropológica
El hombre vive inserto en el mundo sensible y sus valores, percibiendo sus conocimientos como sombras que hacen referencia a la realidad humana con el cuerpo. La liberación del prisionero representa el ver un mundo verdadero (el mundo de las ideas). Reconocen los objetos del mundo exterior; el filósofo libera moral e intelectualmente sus almas y asciende al mundo de las ideas. La práctica dialéctica o filosofía se identifica con la realidad humana y el alma.
2. Dimensión Ontológica y Epistemológica
En la caverna, las sombras proyectadas son el reflejo de los objetos. Se establece una correspondencia:
- Los objetos reflejados (en la caverna) → los objetos del mundo exterior (fuera de la caverna).
- El fuego → la luz solar.
En el exterior, la correspondencia se profundiza:
- Los objetos reflejados en el agua → las ideas matemáticas.
- Los objetos en sí → las ideas superiores.
- El sol → la Idea del Bien.
Cuando el hombre sube al mundo inteligible, esto se traduce como la ascensión del ser.
3. Dimensión Moral y Política
En la vida real, la vida del hombre no es el mundo físico, sino el mundo absoluto de las ideas; por lo tanto, es necesaria la dialéctica para cumplir el destino. El hombre baja a la caverna: el filósofo no puede limitarse a contemplar las ideas, está obligado a ayudar a los demás. Cuando asesinan al hombre que escapó, Platón muestra la muerte de Sócrates. El papel del sol es la Idea del Bien. Platón nos demuestra la pluralidad de su pensamiento y la capacidad para relacionar los dos mundos.
El Argumento del Tercer Hombre de Platón
Platón expone la existencia de una Idea para abarcar lo común en entidades semejantes; pero la teoría también dice que una cosa individual es lo que es porque es semejante a la Idea de la cual es un ejemplo. Sin embargo, entonces tendría que existir una tercera entidad (“el tercer hombre”) que abarque el aspecto común entre la cosa concreta y la Idea correspondiente; y de este modo se procedería hasta el infinito. La solución es considerar las Ideas como radicalmente distintas de las cosas sensibles. La relación que debemos suponer se da entre los particulares, y tanto participación como imitación son metáforas inadecuadas de ella.
La Teoría de las Ideas y la Analogía de la Línea
La Teoría de las Ideas constituye el centro de las reflexiones platónicas sobre la realidad. Esta teoría afirma que los términos universales que utilizamos en nuestro lenguaje no son meros conceptos mentales, sino que tienen una realidad objetiva, constituyendo además la verdadera realidad. Platón dota de realidad a las definiciones universales de Sócrates.
Platón parte de la idea de que el conocimiento es posible, tal como lo hacía su maestro Sócrates. Este conocimiento debe ser de alguna realidad estable e inmutable, pues de lo contrario no podríamos afirmar su existencia. Platón desecha el mundo que percibimos a través de los sentidos como objeto de conocimiento. Es así como nos encontramos en Platón con la existencia de dos mundos:
- Mundo sensible: Un mundo plagado de objetos particulares y contingentes que captamos a través de los sentidos, un mundo con un grado mínimo de realidad, donde reina el cambio. De este mundo podríamos tener opiniones, pero nunca conocimientos verdaderos.
- Mundo inteligible: Un mundo que captamos a través de la inteligencia, del pensamiento. En este mundo se hallan las Ideas, que son entidades de carácter inmutable, universal y necesario. Se trata de un mundo verdaderamente existente, con un grado de realidad máximo. El mundo sensible depende para su existencia del mundo inteligible. Platón nos dice que las cosas del mundo sensible participan e imitan a las cosas del mundo inteligible y por ello adquieren su mínima realidad.
El Mito del Carro Alado: La Naturaleza del Alma
El alma es como una fuerza natural que mantiene unidos un carro y su auriga, sostenidos por alas. Los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos; los de los hombres no. El auriga guía una pareja de caballos, uno hermoso y bueno, otro feo y malo. La fuerza del ala consiste en llevar hacia arriba lo pesado, elevándose hacia el lugar en donde habitan los dioses. Lo divino es hermoso, sabio y bueno, y esto es lo que hace crecer las alas; en cambio, lo malo y todas las demás cosas las consume y las hace perecer.
Las almas de los dioses y las de los hombres marchan por el cielo ordenando y cuidando todo. Después de realizar su tarea, van a buscar su alimento hacia el mundo supraceleste, hacia la realidad que se encuentra más allá de la bóveda del cielo. En ese lugar se halla la Justicia, la esencia cuyo ser es realmente ser, el ser incoloro, intangible, cuya esencia es solo vista por el entendimiento, piloto del alma, y alrededor de la que crece el verdadero Saber, pero no la ciencia de lo que nace y muere, de lo relativo, sino la ciencia de lo que es verdaderamente ser.
Las almas de los dioses, dado que son conducidas por dos caballos buenos y dóciles, ascienden sin problemas. La mente de los dioses se nutre de un saber y entender puro, por lo que al ver lo que allí se encuentra, se alimenta, se llena de contento y descansa hasta que el movimiento, en su ronda, la vuelve a su sitio.
Las almas de los hombres suben con dificultad, pues el caballo que tiene mala constitución es pesado e inclina y fatiga al auriga que no lo ha alimentado convenientemente. Así se encuentra el alma con su dura y fatigosa prueba. De las almas humanas, la que mejor ha seguido al dios y más se le parece consigue ver algo; otras no pueden alcanzar la visión del ser. Las almas que no han podido vislumbrar nada de lo que allí se encuentra se van gravitando, llenas de olvido y dejadez, pierden las alas y caen a tierra.
Interpretación del Mito
Este mito ofrece varias claves para entender la filosofía platónica:
- El alma es el principio de vida gracias al cual los seres vivos pueden realizar los movimientos que les son propios.
- Las cosas naturales están dirigidas y controladas por la divinidad.
- Frente a la realidad física, más allá de la Naturaleza, en el “ámbito supraceleste”, se encuentra la auténtica realidad, el ser verdadero caracterizado como la esencia que permanece siempre idéntica a sí misma, que carece de propiedades físicas (“incolora e intangible”) y se ofrece solo al entendimiento (dualismo ontológico).
- Nuestro destino está en ese mundo perfecto, mundo al que se llega básicamente mediante la Ciencia de lo absoluto (la filosofía o dialéctica), no mediante el conocimiento de lo relativo y la opinión.
- Cuando se encarna, el alma olvida aquello que ha conseguido vislumbrar en el mundo supraceleste (rudimentos de la teoría de la reminiscencia).
- Es habitual también buscar la correspondencia de las partes del alma con los elementos que aparecen en el mito del carro alado:
- El auriga representa la parte racional, destinada a la dirección de la vida humana, al conocimiento y lo más divino que se encuentra en nosotros.
- El caballo bueno representa la parte irascible, aquello que permite al alma la realización de acciones buenas y bellas.
- El caballo malo y rebelde representa la parte concupiscible, aquello que fomenta en nosotros deseos y pasiones y que nos impulsa hacia el ámbito de lo sensible.