La Teoría de las Ideas de Platón
La Idea Central
Los pilares de la teoría del conocimiento platónico son:
- La inmortalidad y divinidad del alma como principio que lleva a cabo el conocimiento.
- La existencia de objetos de conocimiento del alma (las Ideas).
Lo primero hace referencia al alma como sujeto de conocimiento y al problema de la génesis, y lo segundo nos remite al campo ontológico de los objetos.
En los diálogos y escritos socráticos, Platón ofrece una caracterización lógica de las Ideas en tanto que conceptos universales. No se consideran realidades independientes de los procesos mentales, sino definiciones esenciales que permiten la aplicación de un mismo predicado a distintos objetos o situaciones.
En los diálogos del periodo de madurez, Platón afirma que las Ideas son auténticas realidades y que el mundo que percibimos son simples copias de las formas inteligibles.
Evolución de la Teoría de las Ideas
La teoría platónica de las Ideas experimenta una evolución en el último periodo, dividido en dos fases:
Fase Acrítica o Instrumental
La teoría es una hipótesis para resolver problemas políticos, éticos y geométricos. El estudio de las Ideas es descriptivo y recurre al mito.
Fase Crítica
Las Ideas son el centro de las investigaciones filosóficas. El estudio se dirige a la explicación de cómo las Ideas se relacionan con el mundo sensible.
Gnoseología Platónica: El Conocimiento y el Alma
La Reminiscencia o Anámnesis: Conocer es Recordar
El diálogo que lleva por título Menón es un puente entre los escritos anteriores y las obras del periodo de madurez. Ofrece una descripción de la teoría platónica de la reminiscencia.
Para Platón, conocer es lo mismo que recordar. En el acto de conocimiento, el alma recuerda las realidades y verdades que conoció antes de su reencarnación. El mundo sensible provoca el recuerdo de lo que ya conocíamos; la verdad está dentro de nosotros y podemos descubrirla a través del diálogo.
Platón asume el significado del método mayéutico de Sócrates para «ayudar» a descubrir la verdad a través de respuestas. El hombre ignorante consigue «dar a luz» la verdad que se encuentra dentro de sí.
La creencia en la «transmigración de las almas» sirve de apoyo a la teoría de la anámnesis: el alma es inmortal y se purifica a través de las encarnaciones, donde puede finalmente liberarse, una vez se haya purificado.
Ciencia (Episteme) y Opinión (Doxa) en el Menón
En el Menón se plantea la sustitución del dualismo de Parménides por un pluralismo gnoseológico. Para Parménides, hay oposición entre la opinión y el pensar o verdad, que se corresponde con la distinción entre el no ser y el ser. Platón propone la existencia de grados de conocimiento: entre la ciencia y la ignorancia se encuentra la opinión.
- La ciencia tiene por objeto el conocimiento del ser, de lo que existe (el Mundo Inteligible).
- La ignorancia se corresponde con el mundo del no ser absoluto, de la nada.
- La opinión, con el mundo de la apariencia, de lo que es y no es al mismo tiempo.
La opinión verdadera es un conjunto de razonamientos sueltos que proporcionan un conocimiento parcial y limitado de la apariencia de las cosas. La Ciencia supone la organización de los conceptos formando razonamientos. El conocimiento de la ciencia es total, y su objeto es lo que las cosas son en realidad (las Ideas).
El Alma y la Inmortalidad en el Fedón
El Fedón es un diálogo de la época de «madurez» de Platón. En él presenta un esquema de la teoría de las Ideas y la formulación de un ideal de vida, dando unidad a los últimos momentos de Sócrates.
Demostración de la Inmortalidad del Alma
Platón diferencia entre las Ideas y la naturaleza del alma humana. Las Ideas están separadas de las cosas del mundo sensible, y el alma tiene una existencia separada del cuerpo. El alma se entiende como el intermediario entre el mundo de las Ideas y el mundo sensible: una vez se libera del cuerpo, de los engaños de los sentidos y de los placeres corporales, el alma es capaz de relacionarse con el mundo de las Ideas.
En este diálogo se afirma que el alma es inmaterial, invisible, indestructible e indisoluble; se asemeja a las Ideas y gobierna el cuerpo. El cuerpo es, por el contrario, lo visible del hombre, lo que en él hay de mortal. En el Fedón se intenta llevar a cabo una «demostración racional» de la inmortalidad del alma. La tesis platónica permite explicar cómo se origina el conocimiento humano.
La creencia en la inmortalidad del alma se opone a la tradición cultural griega, según la cual el alma no es más inmortal que el cuerpo o, en todo caso, estaba indisolublemente unida a este, con el que formaban un todo. La reminiscencia (posibilidad de que el hombre conozca las Ideas a través del recuerdo) aparece en la prueba racional que Platón ofrece de la tesis de la inmortalidad, que afirma: si las Ideas (ej. la «justicia en sí») existen y pueden ser recordadas, debemos haberlas adquirido antes de nacer. Luego, el alma es inmortal. No obstante, para que el alma tenga reminiscencia es necesario que adquiera su inmortalidad; y el alma es inmortal porque tiene reminiscencia.
El Dualismo Antropológico
Platón es partidario de una concepción dualista, resultado de la unión antinatural de un cuerpo corruptible en el que el alma está prisionera. El alma, espiritual, puede existir separada del cuerpo y es indestructible e inmortal. La división tripartita del alma se incluye en el Fedro, la República y el Timeo.
El Alma en el Fedro: El Mito del Carro Alado
En el Fedro se explica el alma a través del mito del carro alado. El alma se asemeja al conjunto formado por un auriga —el que dirige y gobierna las caballerías que tiran de un carruaje— y dos caballos alados.
- El auriga representa la razón (el alma racional en la República).
- El caballo «bueno», de blanco pelaje y cabeza erguida, representa el coraje (el alma irascible en la República), el honor y la fortaleza de ánimo, que resiste los embates del caballo «malo».
- El caballo «malo», de negro pelaje y ojos sanguinarios, se identifica con el apetito (el alma concupiscible en la República).
Con su sabiduría, el auriga lucha por mantener el equilibrio y la armonía entre los dos caballos, ajustando los impulsos del apetito y fortaleciendo el valor del coraje.
El Alma en la República: La División Tripartita y la Justicia
En la República el alma aparece dividida en tres partes. Una parte racional, el elemento más elevado del alma que es inmortal y se relaciona con lo divino. Aquello que hace que el alma racional sea lo que es, es la sabiduría. El coraje es la virtud propia de la parte irascible del alma. Y la templanza es la virtud característica de la parte apetitiva.
En la República, los individuos se agrupan de acuerdo con la parte del alma que domina:
- Si la parte que gobierna en el individuo es la concupiscible, este pertenece a la clase trabajadora.
- La parte dominante dentro de los guardianes o clase militar es la irascible, y su deseo es la consecución del éxito.
- La parte racional domina en el caso de los gobernantes, en aquellos que persiguen la búsqueda del conocimiento.
La justicia es la virtud del Estado en su conjunto y no se corresponde con ninguna parte concreta del alma: el Estado se concibe como un «todo funcional» y la justicia es aquella virtud social general consistente en la armonización de las diversas funciones y actividades de las clases entre sí. La justicia en el alma es conseguir que cada parte realice la función que le corresponde por sí.
El Alma en el Timeo
En el Timeo, el estudio del alma integra conocimientos médicos, geométricos y psicológicos. Hay dos tipos de alma: el alma racional, diseñada por un dios ordenador de acuerdo con «el linaje divino de los dioses» y que se alberga en la «redonda cabeza», asemejándose a la figura geométrica de la esfera; y el alma sensible, mortal, encargada a los dioses inferiores, que tiene dos partes, una irascible y otra pasional. A la primera pertenecen los afectos, la ira, la ambición, el poder, y es de forma aproximadamente esférica. En el alma apetitiva residen el apetito sexual, el placer y el dolor, y se encuentra separada de la irascible por el «muro» del diafragma.
Contexto Filosófico e Influencias
El Orfismo
El orfismo es una religión de misterios diferente de la religión oficial de Grecia, que incluye elementos mágicos y filosóficos que influyen en el pensamiento de filósofos como Pitágoras, Empédocles o Platón. Se atribuye al poeta Orfeo el haber fijado los puntos esenciales de la mitología de Dionisos en la que se basaban los ritos, en los llamados Himnos Órficos.
Dionisos, hijo de Zeus y de Perséfone, fue devorado por los titanes, salvo el corazón, que fue dado a Zeus por Atenea. Zeus destruye a los titanes con sus rayos y de las cenizas de estos surgen los hombres, que alojan dentro de sí el mal de los titanes y el bien de Dionisos. Dionisos nace de nuevo del corazón tragado por Zeus. Estas doctrinas llevaron a los órficos a creer en la purificación a través de un proceso ascético, en la reencarnación de las almas y la abstinencia de carne. Platón critica al orfismo en tanto que religión reducida al alma individual, incapaz de ocuparse de la relación entre el individuo y el Estado.
Crítica al Naturalismo Presocrático
La crítica de Platón se dirige también a la filosofía natural presocrática, centrada en la reflexión sobre la naturaleza (physis). Los físicos han sido incapaces de comprender la physis: por ejemplo, los Eleatas aceptan la unidad de la naturaleza renunciando a los sentidos y negando la pluralidad; los Atomistas aceptan la pluralidad infinita, pero a cambio renuncian a la idea de unidad.
Como consecuencia de este estado de cosas, asistimos a un giro humanista dentro del pensamiento griego, protagonizado por Sócrates y los Sofistas, y del que también participa Platón: los problemas prácticos, morales y políticos pasan a un primer plano.
Los Sofistas: Relativismo y Convencionalismo
Las mayores críticas de Platón son para los sofistas. En pleno desarrollo de Atenas, surgieron los sofistas, principalmente extranjeros sin derecho de ciudadanía. El término sofista hace referencia al sabio, pero, a partir del siglo V, pasó a designar a retóricos que se ocupaban del lenguaje, pero no pretendían alcanzar la verdad. Eran un grupo de profesores que se dedicaban a enseñar a la juventud y vendían su saber a cambio de riquezas con el fin de proporcionar medios para alcanzar el poder y el éxito social. Los sofistas se preocuparon por el dominio de la retórica. Su pensamiento se caracteriza por su pragmatismo y por el hecho de perseguir la satisfacción de los intereses individuales. Las contribuciones del pensamiento sofístico son su relativismo gnoseológico y moral, y su convencionalismo jurídico, social y político.
Al negar la existencia de verdades absolutas, los sofistas mantienen una posición relativista en la teoría del conocimiento: la verdad es subjetiva, ya que depende de las interpretaciones de los individuos. El relativismo conlleva un relativismo moral y determina el carácter convencional de las instituciones políticas y jurídicas. El punto de partida es el conflicto entre las leyes de la naturaleza y las leyes de la organización social. La solución se conoce como relativismo: hay cosas justas «por naturaleza» y cosas justas «por convención, por ley». Las leyes positivas son el resultado de un acuerdo o pacto entre ciudadanos. Los sofistas llegaron a estas conclusiones a través del contacto con otros pueblos.
Sócrates: El Giro Antropológico y la Búsqueda de la Esencia
Con 20 años, Platón conoció a Sócrates. Sócrates apartó a Platón de los sofistas y le hizo compartir sus preocupaciones morales y políticas, entre ellas el recelo hacia los sofistas y la necesidad de introducir los valores de la virtud y la justicia. Para Sócrates, filosofar es hacer un examen de sí mismo y de los demás, conocerse a sí mismo. El objeto de conocimiento es el hombre y su mundo, por eso establece en el pensamiento un giro antropológico, descubriendo la subjetividad a través de la conciencia.
La sabiduría consiste en saber que no se sabe nada, y la auténtica sabiduría es conocer las verdades absolutas y eternas. Esto se consigue a través del método de la búsqueda de definiciones esenciales y universales. Según Sócrates, las leyes de la polis son sagradas, por tanto, el valor de las leyes proviene del carácter sagrado y divino aceptado y reconocido por la conciencia individual, y tienen como fin lograr el bien general. Para Sócrates, ser bueno es saber. La virtud es el medio para obtener la felicidad. A través del conocimiento, el hombre se convierte en un ciudadano respetuoso con las leyes de su sociedad.
Conceptos Clave de la Filosofía Platónica
El Mito de la Caverna (Libro VII de la República)
El Libro VII se abre con el mito de la caverna para explicar el estado del alma del hombre. Las almas humanas son prisioneros que se encuentran encadenados por los prejuicios y los sofistas, en el interior de una caverna. Dentro existe un fuego, y los prisioneros ven sus sombras proyectadas en la pared y los objetos que aparecen por encima del borde de una pared pequeña; solo pueden escuchar los ecos de la verdad.
Sucede entonces un milagro lógico: uno de los prisioneros es obligado a salir de su prisión y se le conduce hacia el exterior de la cueva. Desde el punto de vista antropológico, esto supone la liberación del alma. Desde una perspectiva epistemológica, el alma experimenta grados de conocimiento. Ontológicamente, cabe hablar de un ascenso de los dominios del ser, desde los niveles inferiores de la realidad en el mundo sensible hasta los verdaderos objetos de conocimiento del mundo inteligible.
La libertad se obtiene cuando el prisionero desencadenado sale de la cueva y se acostumbra a la luz, símbolo del acercamiento a la verdad. Platón nos dice que el liberado lamenta la suerte de los cautivos y decide sacarles del error de considerar las sombras como auténticas realidades, descendiendo a la caverna. Tendrá que adaptarse de nuevo a lo sensible, deberá padecer el recelo de los cautivos y correrá el riesgo de ser asesinado por aquellos que están satisfechos con sus cadenas. Este doble proceso de ascenso y descenso se denomina dialéctica.
Grados de Conocimiento y de Realidad (El Símil de la Línea)
Hay dos clases principales de conocimiento: la inteligencia o ciencia (episteme) y la opinión (doxa). Estas se corresponden con dos ámbitos de objetos: el mundo inteligible y el mundo sensible.
Dentro de la Opinión (Doxa – Mundo Sensible) se distinguen:
- La Imaginación (Eikasía): Es la facultad de ver imágenes. Es percibir de modo acrítico y es incapaz de relacionar percepciones y distinguir entre un objeto y su reflejo.
- La Creencia o Fe (Pistis): El filósofo natural lleva a cabo este grado de opinión. Este modo de conocer relaciona percepciones, aunque es incapaz de analizarlas críticamente; solo tenemos una confianza basada en el sentido común y la observación sensible de objetos particulares.
Dentro de la Ciencia (Episteme – Mundo Inteligible) se distinguen:
- El Pensamiento o Razón Discursiva (Diánoia): Es un conocimiento hipotético, parte de axiomas. Es mediato, ya que emplea imágenes como instrumento para obtener conclusiones acerca de lo inteligible a través del razonamiento. Tiene un análisis lógico y crítico.
- El Conocimiento o Inteligencia (Nóesis): Es el grado de ciencia superior. Es antihipotético, ya que utiliza primeros principios absolutos y razonamientos abstractos. Las Ideas son contempladas de modo inmediato sin recurrir a lo sensible.
Niveles de Realidad (Ontología)
- Nivel de la Imaginación: Se denomina imágenes. Son copias de objetos físicos, simples apariencias, como las sombras de los objetos físicos o imágenes reflejadas en el agua.
- Nivel de la Creencia: Son los objetos físicos. Son copias de las Ideas. Se incluyen tanto objetos artificiales como seres naturales.
- Nivel del Pensamiento Discursivo: Es el de los objetos matemáticos. Son particulares, múltiples, eternos e inmutables. Son como copias perfectas de ideas matemáticas. Para Platón, las matemáticas son una ciencia formal exacta cuyas verdades son ciertas.
- Nivel del Conocimiento: Son las Ideas. Son eternas e inmutables, universales y únicas; son simples, objetivas e inteligibles.
La Educación y el Estado Ideal
El proceso educativo lleva al alma humana hasta un conocimiento superior. Según Platón, las sociedades humanas carecen de equilibrio y estabilidad. La democracia tiene el defecto de dar voto a aquellos que no están capacitados para decidir lo mejor para la sociedad.
Platón pretende establecer armonía entre el individuo y el Estado a través de la formación de hombres perfectos en el terreno intelectual, moral y político, quienes serán encargados del gobierno de la polis. La alternativa es la aristocracia. El Estado perfecto deberá ser gobernado por los filósofos, aquellos que saben cómo se debe vivir. La educación tendrá como fundamento el estudio de la filosofía y las matemáticas; la formación se lleva a cabo con el ascenso de la aritmética superior, la ciencia matemática, la geometría plana, la astronomía, etc. Por lo tanto, la filosofía se asimila a la política y a la pedagogía.
La Idea del Bien (Causa y Fin Último)
El Bien es lo que el alma desea. Es aquello que merece la pena desear y perseguir de un modo universal y objetivo. Por lo tanto, se puede encontrar en un mundo exterior al sensible, un mundo de esencias objetivas: el Mundo de las Ideas o Formas. En la República se accede a la Idea del Bien a través de la educación.
Platón, en la República, presenta una jerarquización vertical de las Ideas a partir de la Idea del Bien, causa y fin último, que determina el orden del universo y proporciona un criterio válido para la vida política y social humana.
La Idea del Bien es el término moral más general y desempeña un papel semejante a Dios en la filosofía platónica. Establece el canon moral mediante el cual podemos juzgar el comportamiento del hombre. No obstante, las acciones y los hombres buenos no se identifican con la Idea del Bien, dado que esta es una idea aislada que engloba a las restantes; es la máxima ciencia. El Bien se encuentra en el mundo inteligible y de él deriva la verdad, el conocimiento y la mente que conoce. No es solo la causa del conocimiento, sino que hace posible la existencia del mundo sensible. El Bien coincide con el Ser.
La Dialéctica
La dialéctica es la ciencia más alta. Platón hace referencia a la operación de definir algo pasando de lo uno a lo otro. La dialéctica tiene dos sentidos diferentes:
Sentido Mítico (Ascenso y Descenso)
La dialéctica es sinónimo de método de ascenso del mundo de la multiplicidad sensible al mundo de la unidad inteligible, así como de descenso desde el fundamento inteligible al sensible de las apariencias. Así se dice que el poder dialéctico consiste en subidas o impulsos para llegar al principio supremo, y una vez lleguemos a él, un descenso a las conclusiones deductivas. En el Fedro, se afirma que este proceso lo impulsa el deseo de conocimiento y se asimila a un juego que tiene dos procedimientos:
- Una reunión o colección (síntesis).
- A partir de la definición obtenida, sucede la división de la Idea en partes (división), lo que permite la ordenación de la Idea.
Sentido Autocrítico (Ciencia de la Realidad)
En la República se afirma que el dialéctico es aquel que adquiere la esencia de cada cosa y la da a los demás. En los diálogos autocríticos, la dialéctica designa la ciencia de la realidad y se concibe como un método de deducción natural de las Ideas, un estudio de la combinación o separación de las Ideas entre sí.