La Dimensión Cultural del Ser Humano
Nuestra dimensión cultural está compuesta por todo aquello adquirido socialmente: conocimientos, hábitos, normas y formas de vida. Así pues, la cultura es el conjunto de informaciones adquiridas a través del aprendizaje social, que puede darse bien por imitación, por enseñanza o por asimilación o costumbre en su uso.
La Cultura como Factor Humanizador
Si bien la adquisición de nuevas costumbres en los animales es social, la forma de aprendizaje es la imitación. El lenguaje articulado se considera una cualidad específicamente humana y también una condición necesaria para el desarrollo de la cultura. El lenguaje permite el pensamiento y la comprensión de la realidad. Gracias al lenguaje, el ser humano puede transmitir la información sin que sea necesario el contacto directo entre los miembros del grupo. El lenguaje permite la transmisión y asimilación de nuevas conductas, técnicas, conocimientos o información a distancia. Y así, los nuevos contenidos culturales se heredan de generación en generación, se acumulan y se incrementan con el paso del tiempo.
La cultura humana es el conjunto de informaciones adquiridas socialmente y transmitidas mediante el lenguaje. El ser humano, sin embargo, gracias a la cultura, puede modificar su propio medio, por lo que decimos que la cultura tiene un valor adaptativo.
Hacia la Convergencia Cultural
En la actualidad, el gran alcance y desarrollo de las nuevas tecnologías está borrando las distancias y acabando con el aislamiento. Aunque todavía existen zonas profundamente aisladas, el contacto cultural es cada vez mayor. Por esta razón, se dice que estamos en un momento de convergencia cultural sin precedentes. La globalización esconde un proyecto homogeneizador, pues supone la expansión del sistema de economía capitalista de libre mercado a todos los países. Ello comporta que los países más pobres, al asumir como modelo la manera de hacer de los países más ricos, corren el riesgo de perder sus peculiaridades culturales.
Diversidad Cultural
La variedad de culturas es consecuencia de una característica propia del ser humano: la libertad e inteligencia para elegir la respuesta que le parece más adecuada para cada caso. A lo largo de la historia, el aislamiento y la falta de contacto entre distintos grupos que pueblan la Tierra han favorecido la diferenciación y la diversidad.
Concepciones Filosóficas del Ser Humano
El Cuerpo como Prisión: Dualismo Antropológico
El pitagorismo interpreta al ser humano como dos sustancias: el alma y el cuerpo. Platón recogerá la idea de que el alma es de naturaleza espiritual, hallándose unida temporalmente al cuerpo. Platón elabora un dualismo antropológico radical: la unión de alma y cuerpo es accidental y no tiene nada que ver uno con el otro.
La Reacción Empirista: Aristóteles y los Atomistas
Aristóteles interpreta el alma como aquella organización de la materia que hace posible que un cuerpo tenga vida. Por ello, atribuirá alma a todos los seres vivos, aunque distinguirá entre el alma vegetativa, el alma sensitiva y el alma racional. En virtud de su alma racional, el hombre dispone de pensamiento y lenguaje. El hombre es el «animal que habla», el animal que se expresa mediante el lenguaje, a través del cual comparte con los demás sus pensamientos y sentimientos. Esto hace igualmente que podamos caracterizar al ser humano como un animal político, pues se hace humano en sociedad, en la polis.
Hubo también en la Antigua Grecia concepciones discrepantes como la de los atomistas. Leucipo, Demócrito y Epicuro optaron por una concepción materialista. Para ellos, todo lo que existe, incluidos los cuerpos y las almas, se componen de átomos y vacío.
A Imagen de la Divinidad: La Visión Cristiana
El Cristianismo creía en un Dios espiritual, todopoderoso y dotado de perfección que había creado al hombre a su imagen y semejanza. También incorpora el concepto de un Dios personal.
La Emancipación del Ser Humano: La Ilustración
Los avances científicos y técnicos que se fueron produciendo en la Modernidad fueron aumentando progresivamente la confianza en la capacidad de la razón para poder explicar la realidad a todos los niveles. La invención del microscopio y el telescopio había ampliado enormemente nuestra mirada sobre el mundo; William Harvey descubría la circulación de la sangre; las leyes de Newton lograban dar cuenta de los movimientos tanto a nivel terrestre como celeste; y Lavoisier sentaba las bases de la química moderna en la segunda mitad del siglo XVIII.
En este clima intelectual, la Ilustración se constituirá como un movimiento que reivindica que el ser humano va camino de alcanzar la «mayoría de edad». Su lema será Sapere aude, que suele traducirse por «atrévete a saber», aunque más bien cabe entenderlo como «atrévete a usar tu propia razón», es decir, piensa por ti mismo, utiliza tu razón para llegar a tus propias conclusiones. Con ello se invitaba a la gente a no dar por válida una afirmación solo porque siempre se había creído que era así. De este modo, el hombre se emancipaba de los falsos saberes y reclamaba su autonomía como librepensador.
Perspectivas Contemporáneas y Cuestiones Existenciales
Diversidad de Perspectivas en el Siglo XX
Durante el siglo XX, el movimiento existencialista se caracterizará por subrayar que lo que caracteriza fundamentalmente a los seres humanos es una gran indeterminación al nacer. En palabras de Sartre, en el ser humano la existencia precede a la esencia. La consciencia y libertad hacen de cada uno de nosotros un ser abierto a múltiples posibilidades, de manera que cada uno construye su propia identidad a medida que va tomando decisiones. La responsabilidad de estar tomando decisiones permanentemente hace que la vida del ser humano esté marcada por la angustia.
Por otro lado, el estructuralismo preconizó que el ser humano no es el creador de las normas, valores y estructuras culturales, sino el producto de todo ello. Según Lévi-Strauss, destacado estructuralista, el hombre obra según los patrones sociales y culturales que le han otorgado su identidad.
La Cuestión del Sentido
Al hablar del sentido de la vida, conviene distinguir dos significados básicos. El primero atañe a las ciencias de la naturaleza y el segundo tiene que ver con la psicología y, por consiguiente, solo es aplicable al ámbito humano. La vida es un periodo temporal de actividad consciente. Necesariamente, la vida concluye con la muerte, tras la cual se abre la incógnita de si existe otra forma de vida o si cuerpo y mente se diluyen para siempre.
Libertad, Destino y Azar
Conectada con la problemática referente a si la vida tiene sentido o no, se halla la cuestión que hace referencia a la libertad humana, el destino y el azar. Algunas escuelas filosóficas, como la del estoicismo, afirmaban la existencia del destino y negaban el azar, atendiendo a la cadena de causas que anteceden a los fenómenos de la naturaleza. Dado que todo acontece por una causa natural y nada escapa a la misma, nada sucedía al margen del destino que dictaba la razón universal. Este planteamiento no llevaba a los estoicos a negar la libertad humana, dado que en realidad la libertad consistía para ellos en nuestra capacidad para adoptar una actitud.
La escuela epicúrea, contemporánea de la anterior, afirmaba sin embargo que el destino no existía en absoluto. Para Epicuro no tenía sentido mantener que el ser humano es libre y a la vez sostener la existencia del mismo.
Los pensadores de la escuela existencialista consideran que la vida no tiene sentido por sí misma ni hay ninguna misión que descubrir. En consecuencia, afirmarán, la vida sería intrínsecamente absurda, pero ello, lejos de tener que desembocar en algo trágico y verse como algo negativo, en realidad era una buena noticia: gracias a que la vida no tiene sentido, nosotros podemos crearle uno, haciendo así que nuestra vida sí lo tenga.
Conceptos Clave en la Comprensión Cultural y Existencial
Ateísmo
Se caracteriza por rechazar y negar la existencia de Dios. Como Dios no existe, es imposible conocer su existencia, es decir, acceder a él.
Agnosticismo
Se caracteriza por una duda permanente y radical, sin afirmar ni negar la existencia de Dios. Es imposible conocer o demostrar tanto la existencia como la no existencia de Dios.
Etnocentrismo
Es la actitud adoptada por quienes juzgan y valoran la cultura de otros grupos desde criterios o creencias de la propia cultura. Desde la seguridad de que la suya es la buena, se desprecian y critican elementos culturales diferentes y extraños. Esta actitud, entre otras, está en la base de fenómenos como el imperialismo o la colonización. En los últimos siglos, la cultura occidental ha creído un deber imponer su forma de vida a culturas consideradas más primitivas. Esta postura puede degenerar en posiciones más radicales, como el racismo o la xenofobia.
Racismo
Se llama así a toda creencia, actitud o conducta que se basa en la consideración de que hay unos grupos que por sus características raciales son superiores a otros. El racismo se manifiesta en cualquier comportamiento que fomente o permita la marginación o el aislamiento de un grupo o una persona por su raza, religión, nivel cultural… Actualmente, los avances en biología molecular y genética han debilitado el concepto de raza, ya que no se han encontrado unas características esenciales que permitan la distinción entre distintas razas.
Xenofobia
Es una actitud de desprecio y rechazo hacia lo extranjero, diferente o extraño. A menudo, es una actitud emocional producida por el miedo y la ignorancia.
Relativismo Cultural
Esta postura considera que es imposible comparar o evaluar las características de las distintas culturas. Se basa en la creencia de que toda cultura tiene valor en sí misma, ya que todos los elementos que la forman se comprenden y explican por una lógica interna que al observador externo le es difícil de captar. El riesgo o inconveniente de esta postura es que suele servir como excusa para la pasividad e inacción ante actos injustos e inhumanos.
Universalismo
Esta postura propone un rechazo de las actitudes etnocéntricas para evitar que unas culturas se impongan a otras, basándose en un diálogo real que facilite la convergencia de aquellos rasgos culturales que han demostrado su eficacia: la organización democrática de la sociedad, el respeto a los derechos fundamentales, la igualdad de oportunidades o el aprecio de valores como la libertad o la solidaridad. Para los defensores de esta postura, estos rasgos merecerían convertirse en rasgos universales, es decir, extenderse a todas las culturas. Pero esto no significa que las características propias de cada pueblo deban desaparecer, ya que, si así ocurriera, nos veríamos privados de una gran riqueza cultural.
Esta posición nace del reconocimiento de la pluralidad cultural como un hecho enriquecedor, ya que puede ayudarnos a entender mejor el mundo y a nosotros mismos. Se basa, además, en la consideración de que es posible y deseable la convivencia pacífica y armoniosa de distintas formas de vida. Esta actitud apuesta por la tolerancia y el diálogo entre las diversas creencias.