Modernismo y Generación del 98: Movimientos literarios y su influencia en España

TEMA 1: MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98

El Modernismo es un movimiento que surge a partir de la crisis general del fin de siglo XIX y la necesidad de innovar. Es un movimiento muy variado con cuatro componentes fundamentales: el parnasianismo, el simbolismo y en el caso español, el posromanticismo y el modernismo hispanoamericano. El parnasianismo francés es un movimiento literario de reacción contra el Romanticismo en su variante de exceso sentimental, defendió el arte por el arte, la expresión sofisticada y el exotismo en los temas. El Simbolismo, el más importante de los componentes del Modernismo y supuso una vuelta a la sensibilidad romántica. Su figura literaria distintiva es la sinestesia y los principales poetas simbolistas fueron Baudelaire, Verlaine y Rimbaud. Los autores posrománticos españoles, como Bécquer y Rosalía de Castro, son también elementos importantes en el Modernismo español al igual que la influencia que ejercieron los escritores hispanoamericanos, en especial, Rubén Darío, el maestro de americanos y españoles.

El Modernismo hispanoamericano tuvo una primera etapa cercana al parnasianismo con la búsqueda de la belleza y la perfección formal mediante Azul (1888) y Prosas Profanas (1896), obras de Rubén Darío. La segunda etapa es más intimista y de tono angustiado y existencial, destaca Cantos de vida y esperanza (1905) de Rubén Darío.

El Modernismo español también tuvo una primera etapa parnasiana coincidiendo con la llegada de Rubén Darío a España y con obras como Alma (1902) de Manuel Machado. La segunda etapa fue más simbolista y pertenecen a esta obras como Soledades (1903) de Antonio Machado o Arias Tristes (1903) de Juan Ramón Jiménez. En prosa, destacan las narraciones poéticas de las Sonatas de Valle-Inclán. La muerte de Rubén Darío en 1916 dará un fin simbólico a este movimiento.

Las características del Modernismo en poesía fueron el refinamiento verbal y la elegancia. Estaba presente la evasión y el exotismo con referencias a la Grecia clásica, la Francia del siglo XVIII y el mundo asiático. El indigenismo y el panhispanismo son otras notas diferenciadoras. Las figuras retóricas más utilizadas fueron la sinestesia y el símbolo. Emplearon versos principalmente de arte mayor y octosílabos. Escribieron en sonetos cultos y en estrofas populares como romances, coplas y redondillas.

La Generación del 98

La Generación del 98 es un grupo de modernistas que reclamaban la modernización de España desde una visión crítica y pesimista de la sociedad, la política, la realidad española y la vida en general. Tuvieron como referentes a Ganivet, Giner de los Ríos y Joaquín Costa; su símbolo es el paisaje de Castilla; y sus fuentes de inspiración la literatura medieval y las formas narrativas del siglo XVI, especialmente Cervantes y El Quijote.

Forman una generación literaria por haber nacido en fechas próximas y por tener una formación similar. Admiran al periodista Larra y destaca entre ellos Miguel de Unamuno. En un principio fueron el Grupo de los Tres (1901-1904) -Azorín Baroja y Maeztu-, al que más tarde se uniría Unamuno. Atravesaron tres etapas: una de “juventud” radical hasta 1900, una segunda de activismo en la revista Juventud y la tercera con la disolución del grupo a partir de 1910, siguiendo cada uno de ellos su propio camino.

Ensayo sobre la Generación del 98

En el ensayo se hablará solo del gran tema de la generación: presente y futuro de España. Ángel Ganivet con Idearium español y Miguel de Unamuno con En torno al casticismo plantean soluciones para la regeneración del país mediante la vuelta a la tradición y la europeización. Posteriormente, Unamuno en Vida de don Quijote y Sancho (1905) cambia de postura y propone el idealismo español de don Quijote. Ramiro de Maeztu evoluciona ideológicamente desde el marco regeneracionista con Hacia otra España (1899) hasta el nacionalcatolicismo en En Defensa de la Hispanidad (1934).

En poesía, ya se ha citado la evolución de la obra de Rubén Darío. Antonio Machado empezó con Soledades (1903) para cambiar a una poesía cívica con Campos de Castilla (1912). En Nuevas canciones (1924) se hace patente la influencia andaluza. Otras obras fueron La pipa de kif de Valle-Inclán o El Cristo de Velázquez de Unamuno.

La novela de la Generación del 98 ofrece innovaciones como la visión crítica o que no siempre el narrador es omnisciente. Pío Baroja es uno de los más destacados con sus novelas de estructura abierta y preocupaciones existenciales contemporáneas: Zalacaín, el aventurero (1908), La Busca (1904) o El árbol de la ciencia (1911). Miguel de Unamuno crea una especie de subgénero con sus nivolas, relatos sin apenas descripciones, alejados del realismo convencional y con abundantes diálogos y monólogos. Son ejemplos Niebla (1914), La tía Tula (1921) sobre la maternidad sin sexo y San Manuel Bueno mártir (1931) con la paradoja del santo ateo. Finalmente, la narrativa de Valle-Inclán que atraviesa tres etapas: la modernista con Sonatas; la galaica con la Trilogía de la Guerra Carlista; y la etapa esperpéntica con Tirano Banderas.

La Tía Tula: Una novela de Miguel de Unamuno

La Tía Tula, publicada en 1921 pero escrita hacia 1907 por Miguel de Unamuno, forma parte de sus nivolas, esa forma especial de construir sus novelas que se alejan del realismo convencional al estilo de Galdós, con diálogos abundantes, escasas descripciones y personajes que encarnan ideas que le interesan: la creación artística en Niebla (1914), la envidia en Abel Sánchez (1917) o la falta de fe del párroco considerado santo en San Manuel Bueno, mártir (1931). Especialmente en las tres últimas, los personajes representan ideologías de forma radical, lo que las aleja notablemente del realismo de otros autores de la generación del 98, como Pío Baroja; la forma de narrar de Unamuno también es muy distante de la prosa modernista y esperpéntica de Valle-Inclán.

En La Tía Tula, Unamuno pretende dos temas principales que desde una perspectiva actual se pueden calificar de “feministas” de algún modo: uno, la represión sexual de la época que obligaba a las mujeres a renunciar a su satisfacción personal para entregarse completamente a la maternidad, a tener hijos. La contradicción de Tula es que rechaza al hombre por un afán enfermizo de pureza, pero se entrega completamente a esa idea de maternidad; el otro, la crítica contra la iglesia cristiana y el escaso papel representado en ella por las mujeres (Padre, Hijo, Espíritu Santo) y únicamente la Virgen María, personaje con el que se identifica Tula.

Gertrudis es una mujer independiente, lo que supone una gran novedad en estos años de principios del siglo XX, y con ideas propias; es idealista hasta el extremo y se reconoce en ella a Santa Teresa (a quien lee constantemente) y a don Quijote, los dos capaces de la entrega más absoluta a cambio de sus ideales. Pero es muy autoritaria y dominante, le pierde su afán de dirigir la vida de los demás, especialmente de su hermana. Señala a Ramiro, Rosa y Manuela el lugar que cada uno ocupa en su vida. No es casualidad que todos los personajes secundarios de la obra sean débiles de carácter y fácilmente manejables frente al poder que representa Tula. Y es egoísta porque busca satisfacer su necesidad personal de maternidad siempre que el resto haga lo que ella dice. Sin embargo, a la hora del esfuerzo, su entrega es total, porque su carácter no es nada frío.

Las desgracias familiares, la muerte de Rosa primero, la de Ramiro, que le causa tanto daño, luego la de Manuela, colocan a Tula al frente de cinco hijos de dos matrimonios distintos. Ha conseguido su sueño de ser madre, pero no la felicidad. De sus conversaciones con Manolita y de sus últimas palabras a sus hijos se deduce que Tula cree que ha desperdiciado su vida, que su vida ha sido en realidad un fracaso.

No abunda la novela en detalles realistas: apenas unos pocos trazos sobre los medios de vida de los personajes principales, Tula y Rosa disponen de un pequeño capital cuando quedan huérfanas, pero nada sobre los ingresos de Ramiro, nada de cómo logran salir adelante tantas personas sin trabajar. No se precisa el lugar de montaña cercano a la playa donde están de vacaciones, ni tampoco la ciudad o pueblo donde transcurre la acción, quizá Salamanca. Las costumbres o modos de vida son tratados de forma más o menos creíble como el clericalismo de España hacia 1900 que se hace patente en Tula, curiosamente, los personajes religiosos (don Primitivo o el confesor de Tula), son muy moderados y sensatos; las diferencias sociales presentes en Manuela, la hospiciana, la situación terrible de las amas de cría, o la vida monótona en las provincias.

En cuanto a técnicas narrativas, la obra presenta un narrador omnisciente, mucho diálogo y, sobre todo, introspecciones constantes en el pensamiento de los personajes mediante monólogo interior o el estilo indirecto libre.