Las Vanguardias en España: Creacionismo, Ultraísmo y Surrealismo

Las Vanguardias en España: Creacionismo, Ultraísmo y Surrealismo

En España encontramos dos ismos de origen hispánico, y ambos casi exclusivamente poéticos: el creacionismo y el ultraísmo.

Primera etapa

Llega el Futurismo de la mano de Ramón Gómez de la Serna, quien publica el manifiesto en su revista Prometeo (1910). En la poesía también deja algunas huellas temáticas entre los autores del 27, como por ejemplo “Oda a la bombilla” u “Oda a la máquina de escribir” de Pedro Salinas o la “Oda a Platko (portero del Barcelona)” y un madrigal dedicado al billete del tranvía, ambos de Rafael Alberti.

Segunda etapa

Aparecen el Creacionismo y el Ultraísmo como movimientos vanguardistas propiamente españoles. El creacionismo fue iniciado en París por el poeta chileno Vicente Huidobro, quien lo dio a conocer en España en 1918. El creacionismo no se propone reflejar ni imitar la realidad, sino crear realidades nuevas e independientes: “Hacer un poema como la naturaleza hace un árbol” (Huidobro); “Crear lo que nunca veremos” (Gerardo Diego). El poema, por lo tanto, debe crear algo propio y autónomo que se explique y se comprenda por sí mismo, no por su relación o parecido con el mundo exterior. De esta manera, el poeta creacionista debe extraer de la vida sus motivos para reorganizarlos después en una creación independiente y nueva que prescinda de lo anecdótico o lo sentimental. No se basará en la comparación entre dos realidades, sino en la relación yuxtapuesta que “crea” entre ellas, al modo de la pintura cubista. Del creacionismo, que influyó en autores como Juan Larrea y Gerardo Diego (sobre todo en su obra Manual de espumas), ha perdurado principalmente el afán de renovación léxica y de creación de imágenes y metáforas.

Grecia o Cervantes fueron revistas que recogieron este tipo de obras. “Por qué cantáis la rosa, ¡oh, poetas!/ hacedla florecer en el poema”. “El poeta es un pequeño dios” (Versos del poema “Arte poética” de V. Huidobro).

Tercera etapa

Irrumpe el Surrealismo, que deja huella en la Generación del 27 (así en Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, en Poeta en Nueva York, de García Lorca, Sobre los ángeles, de Alberti o Versión celeste de Juan Larrea). El Surrealismo español no es tan agresivo en lo formal como el francés (son pocos los casos de escritura automática, de transcripción de sueños o de collage); es un Surrealismo más ideológico (defensa de ideas revolucionarias y antiburguesas) y cuyas aportaciones básicas se concretan en la liberación de imágenes poéticas y el uso de versículo o verso libre, que sustituyen a los metros tradicionales.

Las greguerías

Las greguerías son muy diversas:

  • Las que nacen de un puro y caprichoso juego de palabras: “Un tumulto es un bulto que les suele salir a las multitudes”.
  • Las que son de un intenso lirismo: “De la nieve caída en el lago nacen los cisnes”.
  • Las que se acercan a la profundidad filosófica: “El beso es hambre de inmortalidad”, “Hay suspiros que comunican la vida con la muerte”.
  • Las que consisten en reelaborar frases hechas o refranes: “Nunca es tarde si la sopa es buena”.
  • Las que son puramente humorísticas: “El rayo es un sacacorchos encolerizado”.

Con la literatura de Gómez de la Serna renace el humorismo y la fantasía. Quizá por ello (y por una cuestión cronológica) se le vincula también con el Novecentismo y la Generación del 14.