El Teatro Español Anterior a 1939
A principios del siglo XX, la afición al teatro en España era muy grande. El teatro de consumo se dirigía a las clases populares, aunque también acudían intelectuales de la época. El género que dominaba era el “género chico”, del que destaca la opereta La corte del Faraón.
La Comedia Burguesa y Jacinto Benavente
Del teatro de “género grande” destaca la comedia burguesa, con autores y obras afines al modernismo.
Jacinto Benavente
El teatro de Benavente evolucionó hacia el conservadurismo estético e ideológico, criticando la hipocresía social. Tuvo gran éxito en los escenarios y entre los críticos. Entre sus obras más destacadas se encuentran Los intereses creados (inspirada en la commedia dell’arte), Señora ama y La malquerida (modelo del “drama rural”). De Benavente arranca una línea teatral que se prolonga hasta los años 30 e incluso en la posguerra.
El Teatro de Ensueño
La propensión modernista del primer Benavente se relacionó con el teatro de ensueño. Sus autores defendían un teatro fantástico y libre, basado en el Simbolismo y en el teatro fantástico de Shakespeare. Autores importantes de esta corriente fueron Valle-Inclán y Gregorio Martínez Sierra.
El Teatro Poético
El modernismo acabó por entroncarse en una tendencia teatral que duró bastante tiempo: el teatro poético. Este tipo de teatro intentaba aproximar el género dramático a la poesía lírica para construir un drama lírico. Con los años, triunfó un teatro histórico que renunciaba al cosmopolitismo. En este tipo de teatro se recreaban asuntos de la historia nacional y se utilizaba un verso sonoro. Destacan Eduardo Marquina con obras como En Flandes se ha puesto el sol; Francisco Villaespesa con La leona de Castilla y los hermanos Machado con La Lola se va a los puertos.
El Teatro Cómico
Dentro del teatro cómico destaca la figura de Carlos Arniches (1866-1943), autor de numerosos sainetes de ambiente madrileño, quien creó un lenguaje castizo, como se aprecia en la obra El santo de la Isidra. La decadencia del sainete llevó su teatro, a partir de 1916 (fecha de estreno de La señorita de Trévelez), por el camino de lo que él denominó “tragedia grotesca”. Otros dramaturgos relevantes son Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, o Pedro Muñoz Seca, quien creó el género astracán, cuya obra más conocida es La venganza de don Mendo.
Iniciativas Teatrales de la Segunda República
Con la llegada de la Segunda República, se crearon en 1931 las Misiones Pedagógicas y el Teatro del Pueblo, dirigido por el dramaturgo Alejandro Casona, quien se consagró con La sirena varada (1934), una obra lírica y simbolista. Otras iniciativas destacadas fueron La Barraca, impulsada por Federico García Lorca y Eduardo Ugarte, y El Búho, dirigida por Max Aub. Las obras más importantes de Max Aub son las del exilio, centradas en el nazismo, la guerra mundial y sus secuelas, como San Juan.
Intentos de Renovación Teatral
Un intento significativo de renovación del teatro fue la creación del “Teatro del Arte”, que reunió a escritores de diferentes generaciones como Galdós, Benavente, Valle-Inclán, Jacinto Grau, Ramón Gómez de la Serna, entre otros. El Teatro del Arte fue un eslabón necesario entre el Modernismo y las Vanguardias.
Los intentos de renovación continuaron. A las obras mencionadas de Galdós hay que añadir el teatro de Unamuno, quien originó este género para presentar los conflictos humanos que le obsesionaban, o Azorín, quien hizo experimentos teatrales con lo irreal y lo simbólico. Jacinto Grau, cuyas obras interesaron tanto en su país como en el extranjero, tiene como obra maestra El señor de Pigmalión (1921), con un tema mítico y muñecos que personifican a tipos populares españoles. Ramón Gómez de la Serna escribió piezas muy distantes de lo que se podía ver en los escenarios; en 1929 se estrenó Los medio seres, cuyos personajes aparecen con la mitad del cuerpo totalmente negra.
La Generación del 27 y el Teatro
También se dieron tentativas de renovación por escritores de la Generación del 27 como Pedro Salinas, Rafael Alberti (del que destacamos Noche de guerra en el Museo del Prado) y Miguel Hernández, quien compuso obras teatrales de las que destacamos El labrador de más aire.
Grandes Figuras del Teatro Pre-Guerra Civil
Los dramaturgos más importantes e innovadores anteriores a la Guerra Civil son Ramón María del Valle-Inclán y Federico García Lorca.
Ramón María del Valle-Inclán: El Creador del Esperpento
Ramón María del Valle-Inclán fue uno de los defensores del Modernismo. Se distinguen cuatro etapas en su obra:
- La etapa decadentista: Es modernista e inspirada en dramaturgos simbolistas. Destacan El yermo de las almas y Las Sonatas.
- La etapa del primitivismo: Se caracteriza por la violencia y la crueldad. Es el ciclo de las Comedias bárbaras, de las que destacamos Romance de lobos, que tiene por protagonista a don Juan de Montenegro.
- La etapa de las farsas: Se caracteriza por su experimentación dramática. Obras de este período son Farsa infantil de la cabeza del dragón y Voces de Gesta.
- La etapa de los esperpentos: Se inicia en 1920 con la publicación de Divinas palabras y Luces de bohemia.
Luces de bohemia es la obra clave de la estética del esperpento, una técnica expresiva que busca mezclar lo cómico, lo sublime y lo serio. Se suele destacar el personaje colectivo como rasgo distintivo del esperpento. Los personajes, a menudo inspirados en seres reales, son ridículos, grotescos y con la apariencia distorsionada.
Para Valle-Inclán, existen tres modos de ver el mundo artístico:
- De rodillas: Los personajes son vistos como héroes o seres superiores.
- En pie: Los personajes son iguales a nosotros.
- Levantado en el aire: Los personajes son vistos desde arriba, como seres inferiores al autor.
Para conseguir este último efecto, Valle-Inclán utiliza varias técnicas como la parodia grotesca y el humor, entre otras. Además, se mezcla el lenguaje culto y el popular. Después de Luces de bohemia, siguió escribiendo esperpentos como Los cuernos de don Friolera. Por su riqueza, variedad, atrevimiento y calidad, Valle-Inclán es una de las grandes figuras del teatro universal contemporáneo.
Federico García Lorca: Innovación y Compromiso Social
Federico García Lorca no pasó inadvertido por su inmenso talento. Con un vitalismo y una simpatía natural desbordantes, fue un centro de atención habitual en grupos y reuniones. Lorca intentó renovar el teatro español; su obra inicial fue El maleficio de la mariposa.
La separación de las formas teatrales dominantes es clara en su teatro de marionetas, al que dio la denominación de Los títeres de Cachiporra. En este ámbito, destaca la obra La zapatera prodigiosa, que aborda el tema literario de la desigualdad de edad en el matrimonio.
Durante los años treinta, siguió experimentando por dos caminos distintos: el teatro vanguardista, próximo al Surrealismo, y el teatro más representable. De esta etapa son Bodas de sangre (1933), Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba (1936). Todas ellas tienen en común el protagonismo de las mujeres y abordan su situación de marginación social.
El teatro vanguardista de Lorca ha recibido denominaciones como teatro imposible, surrealista o criptodramas. En esta categoría se incluiría, entre otras, El público.