Durante el siglo XVI, en los reinos de Carlos I y Felipe II, España desempeñó un papel fundamental en la política europea, fundamentado en la vasta extensión de sus dominios.
Carlos V heredó un imperio formado por un conglomerado de territorios con intereses diversos, unidos por la figura del soberano. Además, consiguió el título de Emperador del Sacro Imperio Germánico, lo que le facultaba para liderar la Cristiandad.
La división de la herencia de Carlos V, tras su abdicación, permitió Sigue leyendo