El Impacto de la Guerra Civil en el Teatro Español
El impacto de la Guerra Civil sobre el teatro fue tremendo. A la muerte y exilio de los autores, habría que añadir el asentamiento de las presiones comerciales e ideológicas por medio de la censura para explicar la pobreza que afectó al teatro de la época.
El Teatro en la Posguerra: Años 40
El teatro de este periodo resultó poco interesante, condicionado por la sociedad burguesa y dirigido a su ideología. Solía ser un teatro cómico, lleno de situaciones tópicas y chistes lingüísticos, y un teatro histórico-político, de evasión que permitía olvidar la realidad y cantaba glorias y héroes del pasado. Autores extranjeros como Pirandello influirían en los autores de los años 50. También destacó el repertorio clásico español (Lope de Vega) y extranjero (Shakespeare).
Líneas Dramáticas Principales
- El Drama Burgués: Definía valores conservadores, presentados en obras de elegantes diálogos.
- Joaquín Calvo Sotelo: Cuando llegue la noche
- Jacinto Benavente: Nieve en mayo
- El Teatro de Humor: Lo más destacado del período.
- Enrique Jardiel Poncela: Un marido de ida y vuelta
- Miguel Mihura: Tres sombreros de copa
El Teatro Realista de Protesta y Denuncia: Años 50
La década de los 50 se abrió con tres importantes estrenos que marcaron un punto de inflexión:
- Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo
- Tres sombreros de copa de Miguel Mihura
- Escuadra hacia la muerte de Alfonso Sastre
Con los estrenos de Buero y Sastre se vislumbró la posibilidad de crear un teatro que abordara los problemas del momento, desde una visión existencialista que derivaría después hacia la preocupación social. Buero y Sastre son los autores clave de esta generación realista, que incluyó a:
- José María Rodríguez Méndez: Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga (1966)
- Carlos Muñiz: El precio de los sueños (1958)
- Lauro Olmo: La camisa (1961)
- José Martín Recuerda: Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipcíaca (1970)
Sus temas abordaron problemas de obreros, estudiantes, etc., poniendo de relieve las desigualdades sociales y la falta de humanidad. Muchas piezas nunca llegaron al escenario, por lo que puede hablarse de un teatro soterrado. Las dificultades de difusión de sus obras y la llegada de nuevas corrientes llevaron a estos autores a una evolución o al silencio. Estéticamente, predominó el realismo: la escena imitaba los espacios cotidianos, con rasgos costumbristas, y el lenguaje se esforzaba por reflejar el habla correspondiente a las distintas clases sociales.
La Obra Teatral de Antonio Buero Vallejo
El dramaturgo de mayor interés del teatro de posguerra es Antonio Buero Vallejo (1916-2000), quien abordó temas humanos más universales, ya fueran de tipo existencial o social. El género predominante en su obra es la tragedia; con esta se pretendía la catarsis del espectador: este debía conmoverse ante lo representado y sentirse impulsado a luchar para labrarse su propio destino. El teatro de Buero es doblemente problemático para el espectador, porque le enseñaba los problemas, pero le planteaba también el dilema de cómo resolverlos, ya que no ofrecía soluciones preestablecidas.
Obras Destacadas de Buero Vallejo
- Historia de una escalera (1949)
- Un soñador para un pueblo (1958)
- El concierto de San Ovidio (1962)
- El tragaluz (1967)
- El sueño de la razón (1970)
- En la ardiente oscuridad (1950)
- La Fundación (1974)
Análisis de Obras Clave
Historia de una escalera, que obtuvo en 1948 el Premio Lope de Vega, es posiblemente una de las obras más importantes del teatro de esta época por su carácter trágico y por la denuncia de las condiciones sociales de vida. La obra causó gran impacto por su realismo y contenido social. En ella planteó la imposibilidad de algunos individuos de mejorar materialmente debido a la situación social y a la falta de voluntad.
El concierto de San Ovidio, subtitulada Parábola en tres actos, se estrenó en 1962. A partir de un grabado que representaba el espectáculo de la orquestina de ciegos del Hospicio de los Quince Veintes, realizado en septiembre de 1771, Buero reconstruyó un drama en el que afloraban lo grotesco, la injusticia y la falta de ética. Los temas centrales son la explotación del hombre por el hombre y la lucha del ser humano por su libertad.
El sueño de la razón. La obra se sitúa en el Madrid de 1823, durante la ola de terror desencadenada por Fernando VII en su lucha contra los liberales. El protagonista es Francisco de Goya. A través de la sordera de este personaje —de nuevo una tara física—, Buero simbolizó la incapacidad de algunos para oír el sentido de la realidad.
Nuevas Formas de Expresión Dramática: Años 60 y 70
Avanzada la década de los sesenta, surgió un movimiento de renovación caracterizado por un acercamiento al teatro extranjero, a las corrientes renovadoras que durante el siglo se habían producido y se estaban desarrollando en Europa y el mundo. Una mayor valoración del teatro independiente frente al comercial y la búsqueda de nuevas formas y técnicas sacarían al teatro español del aislamiento y la rutina. Las experiencias más interesantes surgieron de los grupos de teatro independiente, como Els Joglars, Tábano, Los Goliardos y el Teatro Experimental Independiente (TEI).
En esos mismos años sesenta, empezaron también a escribir dos autores que supusieron una alternativa de calidad al realismo:
- Antonio Gala: Sus obras están entre el lirismo y la reflexión moral, a partir de ciertos mitos literarios o bíblicos (ej. ¿Por qué corres, Ulises?).
- Fernando Arrabal: Relacionado con los movimientos de vanguardia surrealistas, presentó aspectos de renovación total (lo que él definió como “teatro pánico”). Esta visión, unida a la fuerte carga crítica e iconoclasta dirigida contra los fundamentos o los símbolos de la burguesía, provocó la marginación del autor de los teatros españoles, por lo que se exilió en Francia, donde alcanzó un prestigio internacional que no pudo obtener en nuestro país. Sus obras presentan la incomunicación humana, la soledad y el exilio, la absurdidad de la guerra, el derrumbe de las estructuras cohesionadoras de la sociedad. Algunos títulos destacados son: El cementerio de automóviles (1966).
El Teatro Español desde 1975: Transición y Modernidad
Tras el fin de la dictadura, se produjeron dos tendencias en el teatro español: la primera consistió en montar obras de autores clásicos exóticos; la segunda se proponía restituir los textos silenciados del pasado inmediato. Desde el punto de vista dramático, cambió un factor determinante: el texto literario dejó de considerarse la base de la creación dramática y se sentaron las bases de la consideración del teatro como espectáculo o fiesta, por lo que los elementos escénicos tuvieron igual o mayor importancia. La obra se concibió como una creación colectiva, en la que podía incluirse al público de manera activa, alterando la base textual de la obra: estábamos ante un teatro abierto. Estas innovaciones recogieron elementos procedentes del extranjero, incluidas las grandes figuras del teatro de vanguardia: Artaud, Brecht, Beckett, etc.
Compañías Independientes y Nuevos Autores
Fue importante la formación de compañías independientes que permitieron una mayor autonomía respecto a los circuitos comerciales y las presiones socioeconómicas (como Els Comediants, La Cubana, El Tricicle, entre otras).
Destaca la personalidad de Francisco Nieva, cuya obra claramente vanguardista se puede dividir en varias categorías: el teatro de “farsa y calamidad”, el teatro “furioso” y la “ópera”, donde la carga crítica aparece de manera irracionalista, onírica o simbólica (ej. Malditas sean Coronada y sus hijas); se liberan los instintos y las pasiones, aparecen elementos de géneros diversos, y se deja amplia libertad al director, etc. Una de sus obras destacadas es La carroza de plomo candente (1971).
Otros autores de esta época, como José Sánchez, ofrecieron alternativas al teatro convencional y a su público, agrediendo las limitaciones y conceptos tradicionales del género, presentando durante los años setenta una carga de crítica de la realidad hispana de manera oblicua, mediante la parodia, juegos lingüísticos, las situaciones absurdas, y deformando los caracteres. En una línea fronteriza, destaca la obra de José Sanchis Sinisterra (n. 1940), con títulos como ¡Ay, Carmela! o El lector por horas (1998), crítica con la situación del país en su abordaje de la tradición literaria o el pasado histórico.
Dramaturgos procedentes del teatro independiente y universitario con los títulos más representativos del período incluyen a:
- José Sanchis Sinisterra: ¡Ay, Carmela!
- José Luis Alonso de Santos: La estanquera de Vallecas
- Fernando Fernán-Gómez: Las bicicletas son para el verano (1982)
Estos autores volvieron al realismo y a formas tradicionales con las que dieron testimonio de los problemas de la sociedad contemporánea. Algunos nombres a destacar son los de Sergi Belbel (Después de la lluvia), Ernesto Caballero (Te quiero, muñeca, 2001), Eduardo Galán (Mujeres frente al espejo, 1996) o Ignacio García May (Operación ópera, 1991). S
El Teatro Español desde 1975: Transición y Modernidad (Repetición)
Tras el fin de la dictadura, se produjeron dos tendencias en el teatro español: la primera consistió en montar obras de autores clásicos exóticos; la segunda se proponía restituir los textos silenciados del pasado inmediato. Desde el punto de vista dramático, cambió un factor determinante: el texto literario dejó de considerarse la base de la creación dramática y se sentaron las bases de la consideración del teatro como espectáculo o fiesta, por lo que los elementos escénicos tuvieron igual o mayor importancia. La obra se concibió como una creación colectiva, en la que podía incluirse al público de manera activa, alterando la base textual de la obra: estábamos ante un teatro abierto. Estas innovaciones recogieron elementos procedentes del extranjero, incluidas las grandes figuras del teatro de vanguardia: Artaud, Brecht, Beckett, etc.
Compañías Independientes y Nuevos Autores (Repetición)
Fue importante la formación de compañías independientes que permitieron una mayor autonomía respecto a los circuitos comerciales y las presiones socioeconómicas (como Els Comediants, La Cubana, El Tricicle, entre otras).
Destaca la personalidad de Francisco Nieva, cuya obra claramente vanguardista se puede dividir en varias categorías: el teatro de “farsa y calamidad”, el teatro “furioso” y la “ópera”, donde la carga crítica aparece de manera irracionalista, onírica o simbólica (ej. Malditas sean Coronada y sus hijas); se liberan los instintos y las pasiones, aparecen elementos de géneros diversos, y se deja amplia libertad al director, etc. Una de sus obras destacadas es La carroza de plomo candente (1971).
Otros autores de esta época, como José Sánchez, ofrecieron alternativas al teatro convencional y a su público, agrediendo las limitaciones y conceptos tradicionales del género, presentando durante los años setenta una carga de crítica de la realidad hispana de manera oblicua, mediante la parodia, juegos lingüísticos, las situaciones absurdas, y deformando los caracteres. En una línea fronteriza, destaca la obra de José Sanchis Sinisterra (n. 1940), con títulos como ¡Ay, Carmela! o El lector por horas (1998), crítica con la situación del país en su abordaje de la tradición literaria o el pasado histórico.
Dramaturgos procedentes del teatro independiente y universitario con los títulos más representativos del período incluyen a:
- José Sanchis Sinisterra: ¡Ay, Carmela!
- José Luis Alonso de Santos: La estanquera de Vallecas
- Fernando Fernán-Gómez: Las bicicletas son para el verano (1982)
Estos autores volvieron al realismo y a formas tradicionales con las que dieron testimonio de los problemas de la sociedad contemporánea. Algunos nombres a destacar son los de Sergi Belbel (Después de la lluvia), Ernesto Caballero (Te quiero, muñeca, 2001), Eduardo Galán (Mujeres frente al espejo, 1996) o Ignacio García May (Operación ópera, 1991). S