Panorama de la Poesía Española del Siglo XX: Guerra Civil y Posguerra

La Poesía Durante la Guerra Civil (Miguel Hernández) y en los Años Cuarenta: Poesía Arraigada (Luis Rosales) y Desarraigada (Dámaso Alonso)

Desde el comienzo de la guerra, la poesía empezó a cumplir un papel propagandístico según los autores se adscribieran a uno u otro bando.

Durante la guerra, algunos poetas como Alberti o Bergamín permanecieron en Madrid intentando fomentar algunas empresas culturales para los resistentes. Por el lado de los vencedores, se desarrolló igualmente una poesía patriótica que intentaba exaltar los valores militares o nacionales del levantamiento, o exaltaba la figura de Franco u otros militares.

El único autor que destaca es Miguel Hernández. Se le considera epígono de la Generación del 27. Se inició en esta generación en las virtudes de la metáfora y en el amor por los clásicos.

En el verano de 1937 asistió al II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, celebrado en Madrid y Valencia, donde conoció a César Vallejo. Más tarde viajó a la Unión Soviética en representación del Gobierno de la República. Sus obras más valoradas son: Perito en lunas (1933), El rayo que no cesa (1936) y Poesía en la guerra (1937). Murió en la cárcel en 1942.

La Poesía de los Años 40

Son los nacidos en torno a 1910, agrupados bajo el rótulo de la Generación del 36. Los que permanecieron en España se orientaron hacia dos caminos:

Poesía Arraigada

Es la denominación de Dámaso Alonso a los escritores que se expresan “con una luminosa y reglada creencia en la organización de la realidad”. Son jóvenes poetas que se autodenominan Juventud Creadora y que se agrupan en torno a la revista Garcilaso, fundada en 1943.

Han salido de la contienda con un afán optimista de claridad, perfección y orden. Sus formas son puras, clásicas, que encierran la visión de un mundo coherente, ordenado y sereno. Los temas dominantes son: el sentimiento religioso, el amor, el paisaje, las cosas bellas.

Autores:

  • Luis Rosales: La casa encendida (1949); Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, Rafael Morales.

La trayectoria poética de Luis Rosales se inicia con los Sonetos de Abril, que revelan ya su dominio de las formas clásicas, y continúa en Retablo Sacro del Nacimiento del Señor, de fuerte carga religiosa. En obras posteriores (como La casa encendida), se opta por el verso libre. En La casa encendida hay aceptación de la monotonía de la realidad, impregnada de resignación religiosa.

Poesía Desarraigada

“Para otros, el mundo es un caos y una angustia, y la poesía, una frenética búsqueda de ordenación y de ancla. A esta desazón respondería Hijos de la ira de Dámaso Alonso.

La revista que acoge a los poetas de esta tendencia es Espadaña, fundada en 1944.

Representantes:

  • Victoriano Crémer y Eugenio de Nora.

Es una poesía arrebatada, de agrio tono trágico (clasificada de tremendista); desazonada, que se enfrenta a un mundo deshecho y caótico, invadido por el sufrimiento y la angustia. La religiosidad también está muy presente.

A esta poesía corresponde un estilo bronco, directo, más sencillo e indudablemente menos preocupado por los primores estéticos.

Otras Tendencias

Hay autores difícilmente encasillables en esta dicotomía: José Hierro o José María Valverde. En el primero se dan momentos de angustias existenciales y de serena aceptación de la vida; el segundo muestra una honda religiosidad, nada conformista.

  • El Postismo, fundado en 1945 por Carlos Edmundo de Ory. Enlaza con la poesía de vanguardia, pretende ser un surrealismo ibérico: reivindica la libertad expresiva, la imaginación, lo lúdico. Rechaza la angustia existencial. Se hallan poetas como Juan Eduardo Cirlot o Ángel Crespo.
  • Otra posición marginal la ocupa Miguel Labordeta, quien, desde 1949, cultivó una poesía rebelde cuyo lenguaje entronca con el surrealismo.
  • El Grupo Cántico, de Córdoba, que mantenía en la posguerra el entronque con la Generación del 27 y cultivaba una poesía predominante intimista y de gran rigor estético. Pablo García Baena es su principal figura.

La Poesía Social de los Años Cincuenta: Gabriel Celaya, José Hierro y Blas de Otero

Se consolida el llamado realismo social.

Superan la anterior etapa de angustia existencial para situar los problemas humanos en el marco social. Se vieron acompañados por Vicente Aleixandre, con su obra Historia del Corazón, centrada en la solidaridad.

Características Comunes:

  • La poesía es un acto de solidaridad con los que sufren.
  • Abandono de la expresión de los problemas íntimos o “existenciales”.
  • Rechazo de los lujos esteticistas.
  • Repulsa de la “neutralidad” ante las injusticias o conflictos sociales.
  • Temas: el tema de España, más obsesivo que en los noventayochistas y con un enfoque político.
  • Lenguaje claro, dirigido a la “mayoría” en un tono coloquial.

Representantes:

  • Blas de Otero (1916-1979): sus dos primeros libros importantes: Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951). Sigue la tendencia de la poesía desarraigada o existencial: el vacío, la angustia personal… No faltan los poemas religiosos o amorosos.
  • Gabriel Celaya (1911-1991): está en la línea del existencialismo desarraigado en obras como Tranquilamente hablando (1947).
  • José Hierro (1922-2002): es un caso paradigmático de evolución y adaptación a las diferentes corrientes en las que fue transcurriendo la poesía española, desde la guerra hasta nuestros días. En Quinta del 42 (1953) muestra su faceta más social y comprometida, posicionándose al lado de los sectores más desamparados de la sociedad y concibiendo la poesía como un instrumento de reivindicación.

La Poesía en los Sesenta y Primeros Setenta: La Generación del 50 (Ángel González, José Valente y Jaime Gil de Biedma) y Los Novísimos o Generación del 68

Generación del 50

Los poetas de estos años han sido recogidos en antologías bajo el nombre de Generación del 50.

Rasgos Comunes

  • Preocupación por el hombre, pero huyen del patetismo.
  • Dan muestras de inconformismo frente al mundo que viven, pero el escepticismo los aleja de la poesía social. Es un “realismo crítico”.
  • Consolidan la poesía de la experiencia personal.
  • Temática: retorno a lo íntimo, al fluir del tiempo, la infancia, lo familiar, el amor y el erotismo, la amistad, el marco cotidiano…
  • Pueden surgir protestas o ironías, que desembocan en un cierto escepticismo y en soledad.
  • Estilo: rechazo del patetismo de la poesía desarraigada y el de los poetas sociales. Es un estilo depurado, de concentración de la palabra, fiel al tono convencional. Es la búsqueda del lenguaje personal, en un tono cálido y cordial.

Representantes:

  • Ángel González (1925-2008): cantor irónico y pesimista en libros como Áspero mundo (1954) y Sin esperanza, con convencimiento (1961).
  • Jaime Gil de Biedma (1929-1992): expresa con lenguaje coloquial su visión desencantada de la vida en obras como Compañeros de Viaje (1959).
  • José Ángel Valente (1929-2000): evoluciona desde la poesía social hacia la poesía de la experiencia, haciendo gala de una delicadeza extrema en su disección de la intimidad y la subjetividad. Posteriormente, bajo la influencia de San Juan de la Cruz, emprende un camino hacia la esencia misticista. Sus obras más conocidas son: La memoria y los signos (1966), Punto cero (1972).

Los Novísimos

En 1970 se publica una antología de amplia repercusión: Nueve novísimos poetas españoles, de José María Castellet, que reúne a autores nacidos entre 1939 y 1948: M. Vázquez Montalbán, A. Martínez Sarrión, J. M. Álvarez, Félix de Azúa, Pere Gimferrer, V. Molina Foix, Guillermo Carnero, Ana M. Moix y Leopoldo María Panero.

Son la Generación del 68. Son poetas nacidos después de la guerra, que han recibido una nueva educación sentimental, en la que, junto con la formación tradicional, tuvieron un papel importante los tebeos, el cine…

Sus referencias culturales son amplias: Vallejo, Octavio Paz, el Grupo Cántico, Gil de Biedma…

Temática

  • La infancia
  • El amor
  • El erotismo
  • Lo “público”
  • Junto a los tonos graves, aparece la frivolidad.
  • Inconformismo, aunque muestran su escepticismo para cambiar el mundo.

Estilo

La renovación del lenguaje poético es una prioridad.

  • Línea experimental, neovanguardista: surrealismo, ruptura con la “lógica” de un mundo absurdo.
  • Línea clasicista, con una sólida formación grecolatina: Luis Alberto de Cuenca.
  • Línea barroquista: hunde sus raíces en la poesía del siglo XVII. Antonio Carvajal.
  • Pere Gimferrer (1945): inicia su actividad como poeta con Mensaje del Tetrarca (1963) y Extraña fruta y otros poemas (1969). En todos ellos se observa una fastuosidad verbal que, desde el magisterio del modernismo, reclama una poesía de sensaciones.
  • Antonio Martínez Sarrión (Albacete, 1939): destaca por su rebeldía sesentayochista. En su poesía se mezcla todo en un mismo poema.

La técnica de su quehacer poético ha sido siempre comparada con la del surrealismo.