Panorama de la Poesía Española: De la Posguerra a la Transición Democrática

La Poesía Española en la Posguerra y la Dictadura Franquista

Contexto Histórico y Cultural

Al término de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética se convirtieron en los dos bloques ideológicos y de influencia del mundo, lo que originó la Guerra Fría. En España, la Guerra Civil supuso una trágica convulsión histórica que marcaría la vida de los españoles. El régimen de Franco impuso una dictadura, caracterizada por la represión política, la falta de libertades y la autarquía. Como consecuencia, nuestro país quedó empobrecido y en un aislamiento internacional que no comenzó a revertirse hasta 1955, con su ingreso en la ONU.

Este contexto histórico impregnó el arte y la filosofía existencialista. Sin embargo, el principal hito que condicionó la cultura fue la censura, que solo vio cierta apertura a partir de la Ley de Prensa de 1966. Dadas estas condiciones, la literatura vivió diferentes fases: una fase de desorientación inicial, el posterior compromiso social y el anhelo de experimentación durante los últimos años de dictadura. A continuación, desarrollaremos cada una de estas etapas.

Tendencias Poéticas hasta la Década de los Cincuenta

Hasta la década de los cincuenta, se pueden distinguir tres tendencias, que implicaron diferentes formas de afrontar la posguerra: la poesía arraigada, la desarraigada y la social.

Poesía Arraigada: La Búsqueda de Evasión

En primer lugar, hasta la década de los 40, el drama de la Guerra Civil llevó a algunos poetas a buscar una poesía de evasión, preocupada por la perfección del verso y la belleza. Esta es la poesía arraigada. Su lenguaje es sereno y clásico, y su estrofa preferida es el soneto. Los poetas de esta tendencia trataron temas como la religión, la naturaleza o el amor, y evitaron expresar el dolor del momento. Los poetas se agruparon en torno a las revistas Escorial y Garcilaso.

De todos estos autores, destaca Luis Rosales, con obras como Abril (1935), que, aunque publicada antes de la guerra, muestra un lenguaje brillante y formas estróficas clásicas, abordando temas amorosos y religiosos. También son importantes las aportaciones de Leopoldo Panero con Canto personal o Dionisio Ridruejo con Primer libro de amor.

Poesía Desarraigada: El Reflejo del Sufrimiento Existencial

Contra este clasicismo, surgió una reacción en otros poetas, conocidos como desarraigados. Sus versos persiguen una renovación estética y reflejan el sufrimiento ante las situaciones de esa época. Se considera precursor de la poesía desarraigada a Dámaso Alonso, con su obra Hijos de la ira. En ella, plasma la angustia existencial que cada individuo experimenta ante el destino. Así, la manifestación más duradera fue la revista Espadaña, publicada bajo la dirección de Victoriano Crémer y Eugenio de Nora.

Poesía Social: La Denuncia de las Injusticias

El estilo desarraigado derivaría en la poesía social, cuyo objetivo era denunciar las injusticias. Prefería un lenguaje sencillo, directo y comprensible. Gabriel Celaya, con obras como Tranquilamente hablando, o Blas de Otero son destacados poetas sociales. Este último es autor de Pido la voz y la palabra y Que trata de España. Aunque de extensión limitada, la obra de Otero alcanzó una extraordinaria calidad y fuerza expresiva, además de profundidad temática e intenso valor lírico.

No podemos olvidar a José Hierro, cuya poesía, marcada por su experiencia de cuatro años en prisión tras la guerra, también muestra un gran compromiso humano y social. Si bien el intimismo existencial predomina en obras como Tierra sin nosotros y Alegría, en otras amplía su campo con emotivos poemas de comprensión hacia los más débiles.

La Generación de los 50: Intimismo y Coloquialismo

A mediados de la década de los 50, en pleno auge de la poesía social, surgió un grupo de poetas bautizado como la Generación de los 50. Los miembros de este grupo, si bien criticaban la calidad de la poesía anterior, lo hacían con un tono menos dramático. Buscaron un estilo propio, que lograron con la limpieza del lenguaje coloquial. Sus versos son más íntimos, pero también incorporan el humor, la ironía o el escepticismo.

Obras como Tratado de urbanismo de Ángel González y la poética inicial de José Agustín Goytisolo, como El retorno o Claridad, recopilan la creación más significativa de esta generación.

Gloria Fuertes: Autenticidad y Compromiso Social

Dentro de esta generación, cabe destacar a Gloria Fuertes, caracterizada por la variedad de sus temas, su humanidad y ternura, su autenticidad y su compromiso social. Su lenguaje es directo y vivo, incorporando a menudo imágenes inesperadas, juegos de palabras, humor y notas irónicas. Aunque a menudo se la ha encasillado como autora de poesía infantil, algunas de sus obras de protesta social incluyen Aconsejo beber hilo e Historia de Gloria.

Los Novísimos: Esteticismo y Experimentación

Más tarde, José María Castellet publicó Nueve novísimos poetas españoles. Esta obra, que dio nombre a una nueva promoción de poetas nacidos tras la guerra, marcó un nuevo rumbo en la poesía española. Los Novísimos son autores esteticistas y de gran formación intelectual.

Dentro de los Novísimos, destacamos a Pere Gimferrer, cuya obra Arde el mar muestra un rasgo típico de esta corriente: el uso de mitos del cómic, el cine y la música. Asimismo, Guillermo Carnero en Libro de horas muestra el empeño de experimentación formal que caracteriza al grupo.

Conclusión: La Poesía Española ante la Opresión y la Libertad

En definitiva, la poesía desarrollada durante la dictadura tuvo que adaptarse a circunstancias sociopolíticas, aunque a menudo las sorteó y se rebeló contra ellas. No podemos olvidar figuras como Ernestina Champourcin o Carmen Conde.

Tras la muerte de Franco, el arte se liberó definitivamente de la opresión. Entonces, grandes poetas como Blanca Andreu o Luis García Montero comenzaron a publicar una lírica que sería heredera de la renovación de los Novísimos, iniciada poco antes de la extinción del régimen.