La Restauración y la Segunda República en España

“REVISIONISMO POLÍTICO”

Durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1931) el régimen político de la Restauración mostró su incapacidad para afrontar los nuevos problemas de España como el nacionalismo, la conflictividad social, la Guerra de Marruecos y la lucha por la democratización en la vida política. La primera etapa del reinado de Alfonso XIII estuvo marcada por el espíritu regeneracionista y de cambio tras la crisis del 98. El regeneracionismo llegó a la política, es el llamado Revisionismo. Los gobiernos, realizaron una “revisión” del sistema político, modificándolo y adaptándolo a las nuevas demandas de la sociedad española. Los dos nuevos líderes Antonio Maura (Partido Conservador) y José Canalejas (Partido Liberal), plantearon dos sólidas propuestas regeneradoras del sistema político.

REVISIONISMO CONSERVADOR:

Maura, durante el denominado gobierno largo (1907-1909), pretendió realizar una revolución desde arriba para evitar la revolución desde abajo, es decir, modificar lo estrictamente necesario sin alterar las bases del sistema.

  • Medidas de carácter social y laboral.

Desde principios de siglo los gobiernos conservadores habían aprobado reformas como la Ley Protectora de Accidentes de Trabajo, la Ley sobre Condiciones de Trabajo de Mujeres y Niños y la Ley de Descanso Dominical. En 1908 se creó el Instituto Nacional de Previsión, embrión de un futuro sistema de Seguridad Social. El objetivo de éste era mejorar la lamentable situación de los obreros. En 1909 se promulgó la Ley de Huelga, cuyo objetivo era el controlar la huelga.

  • Ley de la Reforma Electoral (1907).

Fue la medida que mejor mostró el espíritu de cambio, cuyo objetivo era eliminar el fraude y garantizar la limpieza de las elecciones. Se introdujo el voto obligatorio, pero la novedad con mayor trascendencia fue la introducida en el artículo 29, según la cual, aquellas circunscripciones donde el número de candidatos fuera igual al número de escaños en disputa, estos se adjudicarían directamente sin proceso electoral.

  • Crisis.

La Semana Trágica de Barcelona (1909), que fue una oleada de violencia callejera del 26 de julio al 2 de agosto. Esta insurrección fue liquidada con dura represión, y estas ejecuciones provocaron una repulsa internacional y la dimisión del presidente del gobierno, Antonio Maura.

REVISIONISMO LIBERAL:

Tras la caída de Maura comenzó una nueva etapa de gobiernos del Partido Liberal. Desde el 1910 al 1912 la presidencia la ejerció José Canaleja, un liberal atípico que pretendió abrir el gobierno a las fuerzas de izquierda. Su objetivo fue democratizar el sistema liberal. Esto fue interrumpido con su asesinato.

  • Medidas de contenido social.

Su política buscó el apoyo popular mediante medidas como la jornada de nueve horas en las minas y la regulación del trabajo de la mujer o la supresión de impuesto de consumos en artículos de primera necesidad.

  • Ley de Mancomunidades.

Canalejas tuvo el objetivo de satisfacer las demandas de la Lliga Regionalista mediante la creación de una nueva instancia regional que integrara a las cuatro diputaciones catalanas bajo el nombre de Mancomunidad de Cataluña. El proyecto fue aprobado en 1912 por el Congreso de Diputados, pero cuando murió Canalejas aún no había sido ratificado por el Senado, por lo que la Mancomunidad de Cataluña no se constituiría hasta marzo de 1914.

  • Ley de Reclutamiento (1912).

Fue la medida que mejor reflejó el carácter de la revolución liberal de Canalejas, que establecía el servicio militar obligatorio. Esto permitió terminar parcialmente con la práctica clasista de la cuota. A modo de conclusión, los partidos no pudieron evitar la inestabilidad política (Entre 1902 y 1907 se produjeron 11 cambios de gobierno con 8 presidentes). Hubo conflictos internos dentro de los partidos, ya que tras la muerte de Canalejas y la caída de Maura surgen numerosas facciones dentro de los partidos. Unido a ello, surgió una mayor oposición política en una población más dinámica: nacionalistas, socialistas o republicanos. Por último, una nuevas crisis como la del 1917 y el desastre de Annual, terminarían por poner en evidencia el sistema.

REPUBLICANOS Y NACIONALISTAS

Durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1931) el régimen político de la Restauración mostró su incapacidad para afrontar los nuevos problemas de España como el nacionalismo, la conflictividad social, la Guerra de Marruecos y la lucha por la democratización en la vida política. Los dos partidos dinásticos, el Partido Conservador y el Partido Liberal siguieron alternándose en el poder. A pesar de los intentos modernizadores, no pudieron evitar la inestabilidad política. Una población cada vez más dinámica y con mayor compromiso social encontró en los movimientos y partidos de la oposición: nacionalistas, socialistas o republicanos, el reflejo de sus intereses.

REPUBLICANOS:

Representaban la principal fuerza de oposición política. Su ideario defendía el progreso y la justicia social. Sus posiciones menos radicales que los socialistas y anarquistas les permitió ganarse el apoyo de sectores de un amplio abanico social: desde la pequeña burguesía hasta trabajadores, así como algunos intelectuales de prestigio (Galdós, Ortega y Gasset, Ramón y Cajal). Durante el reinado de Alfonso XIII surgieron 2 partidos republicanos: El Partido Radical, fundado por Lerroux en 1908, el cual se definía como autonomista en lo político y socialista en lo social. El Partido Reformista, creado en 1912 por Álvarez y Azcárate, el cual era un republicanismo más moderado, dispuesto a admitir la monarquía.

PSOE:

Se trataba de un partido republicano, pero con una marcada identidad propia por su ideario socialista. Fundado en 1879 por Pablo Iglesias. Su crecimiento fue constante y su estrategia consistía en participar en el juego político parlamentario, sin renunciar por ello a la revolución social. Con el tiempo sus posturas se fueron moderando. En las elecciones de 1910 se presentó dentro de la llamada Conjunción Republicano-Socialista, donde Pablo Iglesias consiguió su primer escaño.

ANARQUISMO:

Tras la Semana Trágica de Barcelona vio la convivencia de una organización sindical propia, para combatir con mayor eficacia al poder del Estado y a la patronal. Por ello en 1910 se fundó el sindicato Confederación Nacional del Trabajo (CNT).

NACIONALISMO CATALÁN:

Era el nacionalismo con mayor implantación social. Se había consolidado a partir del Desastre del 98. El representante principal fue desde 1901 la Lliga Regionalista de Cataluña, partido burgués de ideología conservadora, cuyo objetivo era conseguir la autonomía para Cataluña. En su carrera política destaca: Mancomunidad de Cataluña, institución formada por representantes de las cuatro diputaciones que, aunque careció de competencias políticas, realizó una importante labor cultural y educativa, clave para el fomento del sentimiento autonomista en amplias capas de la sociedad. Fue suprimida durante la dictadura de Primo de Rivera. Asamblea de Parlamentarios en Barcelona, en 1917, con el fin de solicitar al gobierno una nueva organización del Estado. Aunque el movimiento se desarticuló, llegaron a ocupar dos carteras ministeriales en el gobierno de coalición del 1 de noviembre de ese año. En 1906 se fundó Solidaritat Catalana, una agrupación interclasista (no un partido), con el fin de defender los derechos de Cataluña. La izquierda catalanista tuvo un papel destacado a partir de la creación de Estat Cátala en 1922. En 1930, junto con socialistas y republicanos, firmaron el Pacto de San Sebastián, cuyos objetivos eran instaurar una República mediante alzamiento militar y estudiar un estatuto de autonomía para Cataluña.

NACIONALISMO VASCO:

De ideología arcaizante y esencialmente vizcaíno. Su única expresión era el Partido Nacionalista Vasco (PNV), apoyado en la pequeña burguesía bilbaína, ultraconservadora y recelosa del progreso y la industrialización. Con el tiempo se ensancha la base social.

EL NACIONALISMO GALLEGO:

Experimentó un notable desarrollo cultural, pero estaba todavía lejos de consolidarse como fuerza política. El intento más serio fue la creación de Solidaridad Gallega. 1907, agrupación, que se limitó a participar en las elecciones municipales de algunos lugares. Tampoco tuvo gran impacto la Acción Gallega de 1910, intentó liderar el movimiento agrarista gallego.

EL NACIONALISMO ANDALUZ:

Localizado en Sevilla, en el ateneo de esta ciudad. Su principal ideólogo e impulsor fue Blas Infante considerado el “padre de la patria andaluza”, cuyos intentos para reducir los problemas del campo andaluz como el caciquismo, jornaleros… no llegaron a ser exitosos.

CRISIS GENERAL DE 1917

Durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1931) el régimen político de la Restauración mostró su incapacidad para afrontar los nuevos problemas de España como el nacionalismo, la conflictividad social, la Guerra de Marruecos y la lucha por la democratización en la vida política. En el verano de 1917 estalló en España una triple crisis, reflejo del descontento que recorría a un amplio espectro social. Las causas de ésta fueron tanto internas como externas.

Externas.

La neutralidad de España en la 1ª Guerra Mundial, lo cual produjo una inflación que afectó a la pérdida de poder adquisitivo de obreros y asalariados. Unido a ello, las noticias que llegaban de Rusia despertaron esperanza para los obreros y temor para la burguesía.

Internas.

Debido a la fragmentación de los partidos e incapacidad de dar respuesta a la sociedad (malestar laboral por las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera, las demandas del nacionalismo catalán y vasco y por último un ejército fragmentado). Las manifestaciones de este descontento social fueron las siguientes:

  • CRISIS MILITAR. LA REBELIÓN DE LAS JUNTAS MILITARES DE DEFENSA:

Las Juntas Militares de Defensa eran asambleas de jefes y oficiales de infantería creadas en 1916 para defender los intereses de sus miembros por la pérdida de poder adquisitivo de sus sueldos y la política de ascensos del Ministerio de Guerra. El 1 de junio se inició una rebelión militar en la que las Juntas presentaron un Manifiesto al Gobierno solicitando un criterio de ascenso único basado en la antigüedad y el aumento de salarios. Alfonso XIII prestó su apoyo a estas pretensiones y el nuevo gobierno acabó por reconocerlas. Esta rebelión mostró dos hechos: la propensión del monarca a inclinarse a favor de los militares en casos de conflicto con el poder civil y la revitalización del protagonismo militar fuera de los cuarteles y los campos de batalla.

  • CRISIS PARLAMENTARIA. LA ASAMBLEA DE PARLAMENTARIOS DE BARCELONA:

Cambó, dirigente de la Lliga Regionalista, convocó a los parlamentarios catalanes a una asamblea en Barcelona el 5 de julio. El objetivo de esta asamblea era solicitar al gobierno la convocatoria de unas Cortes Constituyentes para definir una nueva organización del Estado, que reconociera la autonomía de Cataluña. Al mismo tiempo, se invitó a todos los parlamentarios españoles a una nueva reunión en Barcelona el 19 de julio. En esta convocatoria, conocida como Asamblea de Parlamentarios, se ratificaron los acuerdos de la reunión anterior, en una moción firmada por catalanistas, republicanos y socialistas. El gobierno declaró inconstitucionales estas peticiones y el movimiento se desarticuló por tres circunstancias:

  • CRISIS SOCIAL. LA HUELGA GENERAL:

En los primeros meses de 1917, la UGT y la CNT prepararon una huelga general contra el régimen político y en protesta por las condiciones de vida de los trabajadores. La convocatoria se adelantó al 13 de agosto. El seguimiento fue total en Madrid, Barcelona, Asturias o Zaragoza.

La respuesta del gobierno fue muy enérgica: detuvo al comité de huelga y sacó las tropas a la calle. La guerra saldó con más de setenta muertos y unos dos mil detenidos. Los miembros del comité de huelga fueron sometidos a consejo de guerra y varios condenados a cadena perpetua. Esta derrota provocó en la UGT un vuelco hacia posiciones más moderadas y la disuadió de nuevos intentos revolucionarios a corto plazo.

CONSECUENCIAS DE LA TRIPLE CRISIS:

El bipartidismo se vio perjudicado, por lo que el partido conservador y liberal intentaron como medida de urgencia gobiernos de concentración, medida la cual no funcionó y se volvió a la vieja práctica del turno. El movimiento obrero salió fortalecido. La UGT, el PSOE y la CNT aumentaron el número de afiliados. Por otra parte en 1921 se produjo la ruptura entre los marxistas españoles, cuya ala revolucionaria fundó el Partido Comunista de España. La crispación social fue en aumento, coincidiendo con el Trienio Bolchevique (1918-1921). Tanto en el campo andaluz como en Cataluña se llevaron cabo huelgas y acciones más o menos violentas las cuales fueron sofocadas con gran dureza, desencadenándose así el terrorismo rojo, el blanco y el de Estado. El punto que culminó con esta crisis fue el Desastre de Annual (1921), que provocó tensiones entre el poder militar y el civil, agudizó el descontento social, e impulsó el golpe de estado de Primo de Rivera en septiembre de 1923.

LA SEGUNDA REPÚBLICA

La promulgación de la II República (1931-1936) debe ser analizada dentro de la grave crisis política que vivió España en los primeros treinta años del siglo XX. El sistema de la monarquía parlamentaria de la Restauración se hallaba desprestigiado y la solución extrema de la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) no sólo no había salvado el sistema, sino que arrastró a la Monarquía en su caída. La República llegó finalmente tras unas elecciones municipales que se celebraron el 12 de abril de 1931. El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República desde el balcón del Ministerio de la Gobernación de Madrid.

CAUSAS DE LA PROCLAMACIÓN

Las causas que motivaron la instauración del régimen republicano en 1931 fueron principalmente el agotamiento del sistema político de la Restaur

ación y la incapacidad de la monarquía de asumir sus errores durante la Dictadura. A partir de abril de 1931 quedó claro que el descontento popular iba orientado hacia una respuesta antimonárquica y pro republicana. – La Constitución de 1876 y el sistema bipartidista entraron en crisis a principios del siglo XX, al irrumpir una nueva sociedad española más moderna, urbana, y políticamente más movilizada. De este modo  se produjo un peligroso distanciamiento entre una clase política (Partido Liberal y Partido Conservador), que intentaba mantenerse en el poder, y una población cada vez más  dinámica y con compromiso social, que encontraba sus intereses en los movimientos y partidos de la oposición: nacionalistas, republicanos, socialistas, anarquistas…  – A ello debemos añadir las numerosas crisis que tuvieron lugar durante este periodo, desde la Semana Trágica de Barcelona, la triple crisis de 1917, el “trienio bolchevique” o el Desastre de Annual, que terminaron por poner en evidencia a un sistema caduco  y anclado en el pasado. – El protagonismo político de Alfonso XIII, que en todo momento ejerció las prerrogativas políticas que le otorgaba la Constitución de 1876 para intervenir activamente en el desarrollo de los acontecimientos. En definitiva, su responsabilidad en el desarrollo de los acontecimientos fue tan alta, que la oposición al sistema terminó derivando  en un rechazo a su persona y a la propia institución monárquica. – La Dictadura de Primo de Rivera no hizo más que agudizar los problemas existentes. Los  partidos de la oposición pasaron del reformismo dentro de la Constitución al rupturismo republicano. 

En agosto de 1930 estos partidos acordaron, mediante el Pacto de San Sebastián, instaurar la República mediante un alzamiento militar, y estudiar un estatuto de autonomía para Cataluña. -Finalmente, la República fue proclamada tras unas elecciones municipales celebradas el 12 de abril de 1931 en las que salió la conjunción republicano-socialista en la mayor parte de las provincias y grandes ciudades españolas.

El triunfo de esta coalición se interpretó como un rechazo a la monarquía, por los que Alfonso XIII decide abandonar España. El 14 de abril de 1931 se proclama la segunda república.

CRISIS ECONÓMICALos efectos de la crisis internacional, provocada por el crack de la Bolsa de Nueva York en 1929, fueron menores y más tardíos en España que en otros países europeos. La economía española se encontraba aislada respecto al sistema internacional por una política arancelaria y una producción destinada al mercado interior. El año más crítico fue 1933, cuando la depresión se manifestó en: La contracción del comercio exterior, debido a las medidas proteccionistas adoptadas por los clientes tradicionales (Inglaterra y Francia). El colapso de las inversiones extranjeras en España y la incertidumbre provocada por el desarrollo de los acontecimientos en el interior del país. La modificación de los flujos migratorios entre España y el exterior. La emigración de España a Francia y a América se interrumpió, pero además, aumentaron los retornos, lo que supuso un incremento del desempleo en España.  Los efectos de la crisis dificultaron aún más la aplicación de los proyectos de reforma. Sin embargo, los  principales problemas de la República no vinieron tanto de la situación exterior como de agentes internos, como la desconfianza y el boicot de terratenientes y capitalistas,  y la radicalización y la conflictividad social de campesinos y obreros.