La Guerra Civil Española: Orígenes, Desarrollo y Legado Histórico

Introducción al Conflicto

El general Mola y Sanjurjo planearon un golpe de Estado para el 18 de julio de 1936. Sin embargo, de forma imprevista, el general Franco declaró el estado de guerra y se puso al mando del Ejército de Marruecos el 17 de julio. Los oficiales al mando de las diferentes zonas militares de España tuvieron que posicionarse, de manera que España quedó dividida en dos zonas principales: la zona republicana (Asturias, Cataluña, Madrid, Barcelona, Valencia y Cartagena) y la zona nacional (Galicia, Canarias, La Rioja, Mallorca y gran parte de Castilla y León).

Internalización del Conflicto

Solo la URSS prestó su ayuda a la República. Sin embargo, la negativa de las principales democracias (EE. UU., Francia y Reino Unido) fue seguida de un apoyo entusiasta de miles de voluntarios (socialistas, comunistas, anarquistas, demócratas), procedentes de multitud de países, que acudieron a España a luchar del lado republicano contra el fascismo. Estas Brigadas Internacionales tuvieron una actuación especialmente destacada en la defensa de Madrid o en batallas como la de Teruel.

Frente a la actitud neutral adoptada por los principales países europeos, la Alemania nazi, la Italia fascista y Portugal mostraron desde un primer momento su apoyo al bando sublevado. Hitler colaboró con el envío de carros de combate, fuerzas de defensa aérea y aviación de la Legión Cóndor. Además, la falta de oro del bando sublevado se subsanó con la entrega de préstamos por parte de Alemania e Italia a cambio de materias primas y alimentos.

El Desarrollo de la Guerra Civil Española

1ª Fase (1936): La ofensiva sobre Madrid

El principal objetivo era la rápida conquista de Madrid para consolidar la sublevación. A finales de octubre, Franco ordenó la ofensiva sobre Madrid. El Gobierno republicano abandonó la capital y se dirigió a Valencia el 6 de noviembre, confiando la defensa de Madrid a una Junta presidida por el general José Miaja y el coronel Vicente Rojo. El avance de las tropas, precedido por los bombardeos de la aviación alemana e italiana, fue frenado por brigadistas y voluntarios republicanos. Se produjo la expansión del sur de Extremadura, la liberación del Alcázar de Toledo y combates en la zona de Casa de Campo y Moncloa. La ciudad quedó sitiada y la batalla por la ocupación de Madrid se prolongó hasta marzo de 1937, produciéndose dos de las batallas más encarnizadas de toda la guerra: la del Jarama y la de Guadalajara.

2ª Fase (1937): La Campaña del Norte

Tras desistir de la ocupación de Madrid, la estrategia de los sublevados se dirigió hacia el norte industrial y minero. Solo Asturias, Santander y Vizcaya permanecían bajo control republicano. Durante la ofensiva contra Vizcaya destacó el bombardeo de la ciudad de Guernica, que se convertiría en un símbolo atemporal de la barbarie de la guerra gracias a la obra de Picasso. Finalmente, tanto Bilbao como Santander fueron ocupadas en 1937. Mientras tanto, en Andalucía, Queipo de Llano ocupó Málaga.

3ª Fase (1938): La Batalla del Ebro y la ruptura del frente

La recuperación de Teruel por parte del Ejército republicano obligó a los sublevados a dejar aparcada la ofensiva a Madrid y dirigirse a Teruel. Tras la derrota del Ejército republicano en Teruel, las tropas franquistas avanzaron hacia el Mediterráneo y rompieron la zona republicana en dos, aislando así a Cataluña. Entre julio y agosto de 1938 tuvo lugar la Batalla del Ebro, la más encarnizada de las batallas, en un intento desesperado por parte del Ejército republicano de unir de nuevo ambas zonas, que finalmente fracasó. A principios de 1939, el Ejército franquista ocupó la mayor parte de Cataluña.

4ª Fase (1939): El fin de la guerra

En enero de 1939, el presidente del Gobierno, Juan Negrín, regresó a las zonas que aún continuaban bajo control republicano, partidario de resistir en espera de que el inicio de una guerra en Europa favoreciese a la República. Los últimos meses de la guerra vinieron marcados en las zonas republicanas por el caos y el enfrentamiento entre las distintas facciones, mientras que Negrín y los principales dirigentes comunistas abandonaron el país. El Ejército franquista lanzó la ofensiva final sobre Madrid, que acabó cayendo, así como las últimas zonas leales a la República. El 1 de abril de 1939, Franco firmó en Burgos su último parte de guerra, dando por finalizada la Guerra Civil Española.

La España Republicana: Desorganización y Resistencia

El orden y la disciplina militar del bando sublevado contrastó rápidamente con el desorden republicano, sobre todo en los primeros momentos, lo que supuso que cada milicia luchara por sus ideales en función de su ideología (anarquismo, socialismo, comunismo). Se perdió el control del bando republicano, ya que surgieron multitud de comités, juntas y consejos que, de manera desorganizada, luchaban contra el Ejército sublevado a la par que intentaban provocar una revolución. Esta desorganización benefició el avance del Ejército golpista.

La necesidad de reorganizar el Estado para ganar la guerra provocó la formación de un nuevo Gobierno de coalición (socialistas, comunistas, republicanos y nacionalistas) en octubre de 1936, con la aprobación del Estatuto de Autonomía del País Vasco, presidido por Largo Caballero. Este nuevo Gobierno creó el Ejército Popular de la República, en el que quedaron integradas las distintas milicias y se restableció el orden público en un intento de poner fin a las represiones descontroladas. Sin embargo, las tensiones entre las distintas facciones del bando republicano eran continuas. El apoyo de Largo Caballero a los sindicalistas provocó su caída por la oposición de gran parte de los socialistas y comunistas, siendo sustituido por Juan Negrín.

El desarrollo de la guerra iba evidenciando las pocas posibilidades por parte de la República de ganar la guerra, lo que provocó, a partir de 1938, divisiones entre los partidarios de buscar una paz negociada (Azaña o Prieto) y los defensores de continuar con la guerra (Negrín). Tras la caída de Cataluña, gran parte del Gobierno republicano marchó al exilio y solo Negrín y los comunistas mantuvieron la defensa de las pocas zonas republicanas. Finalmente, el coronel Casado dio un golpe de Estado y firmó la rendición incondicional.

La España Nacional: Unificación y Control

Desde el primer momento, el bando sublevado dio muestras de una mayor capacidad de organización para hacer frente a una larga Guerra Civil. Se creó una Junta de Defensa Nacional en Burgos que pasó a prohibir los partidos políticos del Frente Popular, se paralizaron todas las reformas emprendidas por el Gobierno republicano y se restableció la bandera bicolor.

El Ejército sublevado impuso una política de terror contra todos aquellos que eran sospechosos de simpatizar o haber colaborado con los republicanos. El mando del Ejército sublevado pasó al general Franco, quien dirigía el Ejército de Marruecos. El 1 de octubre de 1936, Francisco Franco fue nombrado por la Junta de Defensa Nacional “Generalísimo de los Ejércitos” y jefe del Gobierno y del Estado. Se creó la Junta Técnica del Estado como Gobierno consultivo bajo las órdenes de Franco, quien recibió el título de Caudillo.

Consecuencias de la Guerra Civil Española

Tras dos años y medio de guerra, esta finalizó el 1 de abril de 1939 con la victoria del llamado “bando nacional”. La guerra dio como resultado una cifra de 500.000 muertos y más de 500.000 personas exiliadas. En lo económico, la guerra supuso la destrucción de infraestructuras y viviendas, así como un descenso en todos los aspectos económicos: agricultura, ganadería, comercio, obras públicas, etc. España tardaría años en recuperarse, si bien las consecuencias más importantes fueron políticas, pues la sublevación dio paso a un sistema político dictatorial liderado por Franco que habría de prolongarse hasta su fallecimiento 36 años después, el 20 de noviembre de 1975.