La Guerra de Sucesión Española y el Sistema de Utrecht: Los Pactos de Familia
La Guerra de Sucesión Española fue un conflicto tanto interno como, especialmente, europeo. En su fase inicial, Inglaterra y Holanda apoyaron al Archiduque Carlos de Austria, temiendo la unión dinástica de Francia y España. Sin embargo, la guerra y las alianzas dieron un giro al morir en 1711 el Emperador José I de Austria, ya que fue elegido emperador el Archiduque Carlos, pretendiente al trono de España. Este no renunció a sus pretensiones españolas, lo que implicaba una nueva amenaza al equilibrio europeo, al suponer una posible unión entre Austria y España, similar a la de la época de Carlos V.
Por ello, Inglaterra y Holanda firmaron con Francia el Tratado de Utrecht (1713), en el que reconocieron a Felipe de Anjou como Rey de España (Felipe V), pero imponiendo que renunciara al trono de Francia, como así lo hizo. Además, el Tratado supuso el reparto de una serie de posesiones españolas y otras concesiones:
- Austria se quedó con el Milanesado, Flandes, Nápoles y Cerdeña.
- Gran Bretaña, con Gibraltar y Menorca, además de obtener privilegios comerciales con la América española.
En España, las tropas de Felipe V eran superiores a las de los aliados. La resistencia del Reino de Aragón fue sofocada entre 1706 y 1713. Cuando se firmó el Tratado de Utrecht, únicamente resistía Barcelona, que fue tomada por las tropas borbónicas en 1714, y Mallorca en 1715.
Los Pactos de Familia
Fueron acuerdos entre España y Francia contra Inglaterra y otros países:
- Primer Pacto (1733): Contra Austria, para recuperar Nápoles y Sicilia para el futuro Carlos III de España.
- Segundo Pacto (1743): Por el que se recuperó Milán y los ducados de Parma, Plasencia y Guastalla para el Infante Felipe. Este Pacto fue deshecho por Fernando VI, quien siguió una política pacifista.
- Tercer Pacto (1761): Carlos III intentó recuperar Menorca y Gibraltar, y entró en la última fase de la Guerra de los Siete Años contra Inglaterra. Perdió las dos Floridas, que entregó al Reino Unido, y la Colonia del Sacramento (en el actual Uruguay) a Portugal.
La Nueva Monarquía Borbónica: Decretos de Nueva Planta y Modelo de Estado
La llegada de los Borbones al Trono español significó la consolidación del absolutismo monárquico de inspiración francesa.
El monarca absoluto constituía la encarnación del Estado; le pertenecía el territorio y de él emanaban las instituciones; su poder era ilimitado. Así, Felipe V y Fernando VI promulgaron los Decretos de Nueva Planta, por los que la organización político-administrativa de Castilla pasaba a regir también en la Corona de Aragón, que perdía su soberanía, integrándose en un modelo centralista y uniforme, del que solo se exceptuaban Navarra y el País Vasco.
Se abolieron las tres Cortes de aquella Corona, integrándolas en las de Castilla, que pasaron a llamarse Cortes de España. Estas solo se reunían a iniciativa del rey, para jurar al heredero. También se suprimió el Consejo de Aragón, cuyas funciones fueron asumidas por el de Castilla (Tribunal Supremo).
En la Administración central se crearon Secretarías de Estado, órganos unipersonales nombrados por el rey, y en la regional las intendencias (precedentes de las provincias). Tanto los intendentes como los corregidores locales eran nombrados directamente por el rey.
La España del Siglo XVIII: Expansión y Transformaciones Económicas
El siglo XVIII fue un periodo de transición del Antiguo Régimen al mundo contemporáneo. En efecto, el modelo económico (feudalismo), social (clases privilegiadas y no privilegiadas) y político (monarquía absoluta) fue duramente criticado por el movimiento conocido como Ilustración, que concede prioridad a la razón, el conocimiento científico, el progreso y el derecho a la felicidad. La Ilustración llegó a España tardíamente, con Carlos III, y estuvo representada por muchos de sus ministros (Floridablanca, Campomanes, Olavide, entre otros).
Reformas Económicas
- En agricultura, Jovellanos realizó un “Informe sobre la Ley Agraria”, estudiando la mala distribución de la tierra, las manos muertas, etc. Se liberalizó el precio del grano siguiendo las indicaciones de las Sociedades Económicas de Amigos del País, y se suprimió la Mesta.
- En industria, se crearon las Reales Fábricas (tapices, cristal y porcelana) y se permitieron talleres privados fuera de las restricciones de los gremios.
- El comercio se liberó del monopolio de Cádiz para comerciar con América, lo que constituyó uno de los factores del despegue económico de Cataluña.
Se reformó la Hacienda, creándose el Banco de San Carlos, precedente del Banco de España.
Causas del Despegue Económico de Cataluña
- El sistema de mayorazgos, que mantenía la propiedad de la tierra, unido a la limitación del precio de los arrendamientos, generó capitales.
- La mejora de las técnicas agrícolas, que permitió generar excedentes, destinados al comercio.
- El consiguiente desarrollo del comercio, no solo local.
- El desarrollo de la industria textil catalana y su protección, con prohibición de importaciones de bienes de Asia.
- El fin del monopolio del comercio con América y, por tanto, la entrada del empresariado catalán en dicho comercio, en algunos casos, de forma monopolística.
De este modo, la burguesía catalana acumuló los capitales necesarios para abordar la revolución industrial del siglo XIX.
Ideas Fundamentales de la Ilustración y el Despotismo Ilustrado: Carlos III
El pensamiento ilustrado no solo nutrió de ideas y programas a los economistas del siglo XVIII que se enfrentaron al Antiguo Régimen, sino que se tradujo en una serie de medidas en diversos ámbitos:
Impacto Social de la Ilustración
- Puede destacarse el Decreto de 1783 para declarar “honestas” todas las profesiones, considerándolas un mérito para conseguir la hidalguía.
- Se impuso la obligatoriedad de la educación primaria.
- Se reformaron los estudios universitarios (como los de San Isidro, Madrid).
- Se crearon las Reales Academias (Historia, Bellas Artes, Lengua, entre otras), así como escuelas de artes y oficios.
El Despotismo Ilustrado en la Política
Tras el modelo absolutista francés de Felipe V y Fernando VI, con Carlos III (quien previamente había sido rey de Nápoles) se inició la etapa conocida como el despotismo ilustrado (“todo para el pueblo, pero sin el pueblo”), que implicaba el desarrollo del progreso y la racionalización ilustrada, siempre que no atentaran contra el poder de la monarquía absoluta. Su reinado supuso un notable avance en la instrucción pública, el saneamiento de las ciudades, el desarrollo de actividades productivas, etc.