España: De la Dictadura de Primo de Rivera al Franquismo

1.2. El Directorio Militar (1923-1925)

Aunque al principio se presentó como una solución provisional, Primo de Rivera consolidó su poder con un Directorio Militar, eliminando la Constitución, las Cortes, los partidos y sindicatos. Desde este órgano, gobernó sin límites.

Reprimió con dureza al nacionalismo y al movimiento obrero radical, logrando imponer el orden público. Promovió el Estatuto Municipal y Provincial (1924) para regenerar la política, aunque solo sustituyó a los viejos caciques por otros nuevos, reforzando el centralismo.

En Cataluña, disolvió la Mancomunidad y prohibió el uso del catalán y su bandera en política, lo que aumentó el nacionalismo radical.

En Marruecos, tras rechazar inicialmente la guerra, accedió a las presiones militaristas. Con el desembarco de Alhucemas (1925), España y Francia derrotaron al líder rifeño Abd-el-Krim, poniendo fin a la guerra en 1927. Fue el mayor éxito militar del régimen.

1.3. El Directorio Civil y el fin de la dictadura (1925-1930)

Tras resolver los principales conflictos —el orden público y la guerra en Marruecos—, Primo de Rivera decidió mantenerse en el poder, dando paso a un Directorio Civil en 1925, con ministros civiles como Calvo Sotelo o Aunós. Esta etapa buscó consolidar un régimen más estable y duradero, influenciado por el fascismo italiano y el corporativismo.

En política, se fundó la Unión Patriótica, un partido único sin ideología clara, con el lema “Religión, patria y monarquía”, y se creó en 1927 la Asamblea Nacional Consultiva, que sustituía a las Cortes, pero solo tenía función asesoradora. En 1929 se redactó un anteproyecto de Constitución, que nunca llegó a aplicarse.

En economía, el Estado impulsó un fuerte intervencionismo, con grandes obras públicas y la creación de empresas como Telefónica, Iberia o CAMPSA. También aplicó medidas proteccionistas, favoreciendo a la industria nacional. Aunque se mejoraron infraestructuras, el endeudamiento estatal aumentó, y los principales beneficiados fueron las élites económicas. Esta bonanza se vio afectada por la crisis del 29.

En lo social, el régimen construyó viviendas baratas, abrió escuelas públicas, amplió la sanidad y creó una Organización Corporativa Nacional para mediar entre obreros y empresarios, con comités mixtos (Comités Paritarios). La participación de la UGT generó división dentro del movimiento obrero. Aun así, durante estos años se vivió una cierta paz social.

A pesar de todo, el creciente desgaste político, el descontento social y el fracaso del modelo autoritario llevaron a la dimisión de Primo de Rivera en enero de 1930, lo que marcó el comienzo del fin de la monarquía de Alfonso XIII.

3. La organización política del Estado franquista

El régimen de Franco fue autoritario y se formó poco a poco, sin una Constitución. Franco concentró todo el poder: era jefe del Estado, del Gobierno y del ejército.

  • No había democracia ni libertades (expresión, asociación, huelga…).

  • Se eliminaron los Estatutos de Autonomía.

  • Existía un único partido legal, FET y de las JONS, que unía a falangistas, carlistas y otros grupos conservadores.

  • El régimen se basaba en el control total del Estado y en el rechazo a la soberanía popular.

La “Democracia Orgánica” y las Leyes Fundamentales

Durante el franquismo no existía una Constitución como tal. En su lugar, el régimen se estructuró a través de siete Leyes Fundamentales, que establecían la base legal del Estado, aunque en realidad servían para reforzar el poder absoluto de Franco.

El sistema político se definía como una “Democracia Orgánica”, es decir, sin partidos políticos ni elecciones libres. La participación ciudadana estaba limitada a través de la familia, el municipio y el sindicato, controlados por el Estado.

Estas leyes clave fueron:

  1. Fuero del Trabajo (1938): Eliminó el sindicalismo libre y creó sindicatos verticales obligatorios, controlados por el régimen.

  2. Ley Constitutiva de las Cortes (1942): Creó un Parlamento sin poder real, cuyos miembros eran nombrados o elegidos sin sufragio universal.

  3. Fuero de los Españoles (1945): Recogía derechos y deberes, pero sin garantías reales.

  4. Ley de Referéndum Nacional (1945): Permitía consultas populares, pero bajo fuerte control del régimen.

  5. Ley de Sucesión (1947): Declaró a España como reino y confirmó a Franco como jefe vitalicio del Estado.

  6. Principios del Movimiento Nacional (1958): Consolidó la ideología franquista basada en el nacionalcatolicismo y el autoritarismo.

  7. Ley Orgánica del Estado (1967): Formalizó las instituciones del régimen, dando aún más poder a Franco.

Estas leyes no garantizaban derechos ni permitían una democracia real. Todo el poder se concentraba en Franco, y la oposición política estaba prohibida y duramente reprimida.

5. La política económica del franquismo

5.1. La Autarquía económica (1939-1959)

Tras la Guerra Civil, España adoptó una política económica de autarquía, que se basaba en la autosuficiencia para evitar depender del exterior, especialmente debido al aislamiento internacional y la falta de apoyos externos. Esto fue una respuesta tanto a la devastación interna del país como a las tensiones internacionales, ya que España se encontraba en una posición de rechazo tras la Guerra Civil.

El régimen de Franco impulsó un control total sobre la economía, buscando que España produjera lo que necesitaba. En la práctica, esto se tradujo en un fuerte intervencionismo estatal en los sectores industriales y agrícolas. La producción fue insuficiente, especialmente en alimentos, lo que llevó a la instauración de un sistema de racionamiento que se extendió hasta 1952. La escasez y la corrupción, como el mercado negro o “estraperlo”, fueron comunes durante este periodo.

En 1941, se creó el Instituto Nacional de Industria (INI), que impulsó la creación de empresas públicas en sectores clave, como la siderurgia, la energía y el transporte, para compensar la falta de iniciativa privada. Sin embargo, la economía seguía sin avanzar significativamente en los años 40.

A partir de 1952, y con el cambio en las relaciones internacionales, especialmente con Estados Unidos, se comenzaron a suavizar las políticas autárquicas. Se levantaron el racionamiento y las restricciones, lo que permitió un pequeño crecimiento industrial. Esto favoreció también un éxodo hacia las grandes ciudades, donde comenzaba a haber más oportunidades de empleo.

5.2. El desarrollismo (1959-1973)

5.2.1. El Plan de Estabilización de 1959

A lo largo de los años 50, va poco a poco cambiando el panorama económico. La autarquía es un fracaso y la economía entra en crisis, y el Estado está prácticamente en bancarrota, lo que fuerza a Franco a cambiar el rumbo de la política económica para la supervivencia del sistema. En 1957 entran en el gobierno los tecnócratas miembros del Opus Dei (Ullastres, de Comercio, y Navarro Rubio, de Hacienda), al tiempo que pierden peso los elementos más duros ligados a Falange. Rápidamente comienzan las medidas liberalizadoras de la economía que se van a concretar en el llamado Plan de Estabilización puesto en marcha en 1959, pactado con el FMI (Fondo Monetario Internacional). Este plan pretendía acabar con la autarquía y abrir la economía española al exterior. Para ello se ponen en funcionamiento varias medidas, de entre las que destacan:

  • a) La devaluación de la peseta para hacer más atractivas las inversiones extranjeras (un dólar = 60 pesetas);
  • b) El levantamiento de las barreras arancelarias;
  • c) La aceptación de inversiones de capital extranjero.

Los resultados inmediatos fueron traumáticos: disminución de los salarios reales, quiebra de empresas no rentables, aumento del paro que acelera la emigración a Europa, etc. También tuvo efectos positivos: estabilizó los precios, frenó la inflación y aumentó la disponibilidad de capitales procedentes de la inversión extranjera, de las remesas de capital enviadas por los emigrantes y del turismo.

5.2.2. El “desarrollismo” y el “milagro económico” (1959-1973)

A partir de 1960, España vivió un ciclo de crecimiento económico conocido como el “milagro español“, impulsado por los Planes de Desarrollo impulsados por el gobierno franquista y el ministro López Rodó. Durante esta etapa, la economía creció a un ritmo acelerado del 7% anual, en gran parte gracias a la modernización de la industria, la llegada de capital extranjero, la importación de maquinaria y el auge del turismo. La mejora de infraestructuras y el aumento de exportaciones también favorecieron el crecimiento.

Entre las principales características del desarrollo de este periodo, se destacan el aumento de la renta per cápita, el crecimiento de la productividad agraria, la industrialización de sectores clave como las industrias químicas y del automóvil, y el incremento del turismo. Además, las remesas de los emigrantes y los ingresos del turismo fueron fundamentales para mejorar la situación económica del país.

Sin embargo, el desarrollismo tuvo varios aspectos negativos. Se generaron grandes desequilibrios regionales, con zonas muy desarrolladas y otras muy rezagadas. La acelerada urbanización, sin planificación adecuada, resultó en la creación de infraviviendas y chabolismo en las grandes ciudades. También se produjo un éxodo rural significativo, ya que una parte importante de la población tuvo que emigrar al extranjero en busca de trabajo. Finalmente, la balanza comercial de España seguía siendo deficitaria, con una fuerte dependencia tecnológica y financiera del exterior.

Evolución política y económica de los dos bandos en la Guerra Civil

Bando republicano

Desde el inicio, el bando republicano sufrió una grave división interna, lo que dificultó la cohesión política y militar. Las organizaciones obreras (anarquistas, socialistas y comunistas) tomaron el control de muchas zonas, llevando a la colectivización de industrias y explotaciones agrícolas. El gobierno republicano, incapaz de centralizar el poder, sufrió la dimisión de varios presidentes como Casares Quiroga, Giral y Largo Caballero. Finalmente, el gobierno de Negrín intentó centralizar el poder con el apoyo comunista, pero la falta de apoyo internacional y la negativa de Franco a negociar llevaron al colapso de la República. La falta de unidad interna y las luchas entre facciones como los anarquistas y comunistas también debilitaron al bando republicano.

Economía en la zona republicana: El gobierno republicano controlaba zonas industriales clave como Cataluña y el País Vasco, pero la situación agrícola era grave, con escasez de alimentos. A pesar de tener el oro del Banco de España para comprar material bélico, el caos de la guerra provocó que la economía dependiera de las organizaciones obreras, que colectivizaron empresas. Sin embargo, la mala organización de estas provocó una producción ineficiente, empeorando la situación económica del bando republicano. La escasez de recursos y la incapacidad de centralizar las fuerzas contribuyeron a una mayor debilidad frente al bando sublevado.

Bando sublevado

En la zona sublevada, los militares crearon un mando único bajo la figura de Francisco Franco, nombrado Generalísimo de los Ejércitos y Jefe de Estado en octubre de 1936, concentrando todo el poder político y militar. La Junta de Defensa Nacional, presidida por el general Cabanellas, estableció una estructura autoritaria con un control absoluto sobre la sociedad. Se suprimieron los derechos civiles, se censuró la prensa y se disolvieron partidos y sindicatos, imponiendo una férrea represión sobre los leales a la República. En 1937, Franco fundó el partido único FET de las JONS, que integraba falangistas, carlistas, monárquicos y otros sectores, consolidando su dominio político.

La represión alcanzó niveles extremos, con la creación de tribunales que persiguieron y castigaron con severidad a los opositores mediante la Ley de Responsabilidades Políticas, llevando a cabo una sangrienta represalia en la posguerra. En términos económicos, aunque la zona sublevada controlaba principalmente áreas rurales y agrícolas, con el 70% de la producción alimentaria, su capacidad industrial era limitada, representando solo el 20% de la producción. Sin embargo, el bando sublevado encontró formas de financiar la guerra mediante préstamos de banqueros como Juan March y créditos de empresas británicas y estadounidenses. Además, recibió el apoyo militar decisivo de Italia, Alemania y, en menor medida, Portugal, lo que permitió sostener su esfuerzo bélico durante el conflicto. La ayuda de los regímenes fascistas, especialmente la italiana, fue crucial, ya que sus condiciones de pago fueron altamente favorables para los sublevados.