El sistema político de la restauración y los movimientos opositores al mismo

El sistema político de la restauración y los movimientos opositores al mismo (s.XIX)

La restauración de la monarquía borbónica en Alfonso XII, hijo de Isabel II, se produjo a través de uno de los pronunciamientos militares tan frecuentes en el siglo XIX. En esta ocasión fue protagonizado por el general Martínez Campos, en Sagunto. Sin embargo, el creador del sistema político de la restauración fue Cánovas del Castillo, ya que fue él quien hizo firmar a Alfonso XII un documento que pronunciaba la restauración monárquica antes de producirse el pronunciamiento. La restauración supuso políticamente un pacto de la aristocracia y las grandes burguesías entre sí por ‘la estabilidad y el orden’.

Sistema político de la restauración:

  • Solución de conflictos.
  • Constitución de 1876.
  • Los partidos políticos.
  • Funcionamiento del sistema.

Oposiciones al sistema:

  • Antimonárquicos: republicanos y carlistas (antiliberales).
  • Antinacionales: nacionalismo.
  • Movimiento obrero: anarquismo y socialismo.

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  1. Sistema político de la restauración:

El sistema político de la restauración estuvo encabezado por Cánovas, político procedente de la Unión Liberal que había sido líder del partido alfonsino durante el sexenio democrático. Su principal mérito fue aportar, a la monarquía instaurada, un sistema liberal en el cual alternaban pacíficamente las dos fuerzas políticas, la derecha y la izquierda (liberal moderada) que no recurrían a las insurrecciones populares ni al ejército para desalojarse mutuamente del poder. Los partidos antimonárquicos, antiliberales y antinacionales quedaron en un principio excluidos del sistema, al igual que las masas populares, ya que los resultados electorales se obtenían gracias a la manipulación y el fraude. El sistema político de la restauración se hizo posible gracias a la pacificación del país y la creación de una nueva constitución. La pacificación del país se logró gracias a la exclusión de los militares en la actividad política, pese a haber llegado al régimen de la restauración gracias a ellos. El ejército pasó a tener misiones propias como el final de la tercera guerra carlista y la guerra de Cuba. Los carlistas fueron anulados como fuerza militar, lo que implicó la supresión de los fueros e instituciones vascas, lo que dará auge al nacionalismo. El ejército también participó concluyendo la guerra de Cuba, que conllevó a la independencia de la isla y el inicio de una guerra con EE.UU. La nueva constitución (1876), inspirada en la constitución moderada de 1845, en la cual se defendía el modelo centralista de estado, la soberanía era compartida entre el rey y las cortes y se proclamaba el catolicismo como religión oficial del estado. En esta nueva constitución no existía una clara división de poderes, el rey tenía poder hegemónico sobre el parlamento: potestad ejecutiva (elegía al gobierno, era el mando supremo del ejército y tenía autoridad para disolver las cortes) y legislativa. El monarca actuaba como árbitro del sistema. El sistema era bicameral, el congreso era elegido por sufragio censitario (desde 1890 sufragio general masculino) y el senado era elegido tanto por la corona como por un sistema indirecto. Con respecto a los partidos políticos del régimen de la restauración, se crearon dos fuerzas políticas (partido conservador y partido liberal) que eran las que se alternaban en el poder. El partido conservador, inicialmente llamado partido liberal conservador, estuvo inicialmente liderado por Cánovas. Este partido unió a liberales moderados y a miembros de la Unión Liberal, e incluso a católicos tradicionalistas. Se situaron en la derecha moderada. El partido liberal fue fundado como partido fusionista, encabezado por Sagasta. Se situó en el sistema de la restauración a la izquierda liberal. El funcionamiento del sistema para dar lugar a la alternancia de partidos dependía del monarca y no de la voluntad popular, ya que consistía en que el candidato a presidente del gobierno era asignado por el rey y por una mayoría sólida en las cortes. Esto daba lugar a la convocación de elecciones en las cuales siempre ganaba el candidato elegido por el rey. El proceso que se llevaba a cabo era justo el contrario al de una democracia de masas en la que primero se obtiene mayoría en las elecciones y después se forma el gobierno. Para crear mayorías parlamentarias y garantizar la mayoría electoral se procedía a la manipulación de las elecciones a través del ‘pucherazo’ y del ‘encasillado’ (reparto de distritos electorales antes de las elecciones) para que la decisión del monarca tuviera siempre el apoyo popular necesario. Debido a este fraude electoral e incrementado por el caciquismo (jefes locales que controlaban un área electoral, área de influencia del cacique local o comarcal, eran intermediarios entre el estado y su comunidad), muchos grupos sociales no votaban ya que lo consideraban inútil.

  1. Oposiciones al sistema:

El sistema político de la restauración se benefició de la debilidad de la oposición, ya que esta estaba compuesta por un grupo muy heterogéneo que puede clasificarse en movimientos antidinásticos (carlistas y republicanos), corrientes nacionalistas (vasca y catalana) y el movimiento obrero (anarquismo y socialismo).

Los movimientos antidinásticos:

Los carlistas se encontraban a la derecha del sistema. Tras su derrota, se dividieron en dos grupos: los que rechazaban el régimen y, por lo tanto, no colaboraban en él (corriente integrista), y los que crearon un sistema político y lucharon dentro de la legalidad.

Los republicanos se encontraban a la izquierda del sistema, manteniendo el ideario republicano: anticlericalismo, fe en el progreso y reformas sociales. Estaban muy divididos:

  • Castelar: lideraba el grupo de los posibilistas, colaboró con el partido de Sagasta.
  • Ruiz Zorrilla: partido progresista que organizó un pronunciamiento militar que falló.
  • Pi i Margall y Salmerón estaban divididos por su diferente concepción de la república. Salmerón: república unitaria. Pi i Margall: república federal.

A la oposición del sistema se sumaron los regionalismos y nacionalismos. El interés por rescatar las tradiciones (lengua, folclore, historia, etc.) de cada zona fue el factor que propició el nacionalismo. Dentro del nacionalismo encontrábamos dos tendencias: una en la que se encontraban objetivos más moderados, como la creación de instituciones propias, y otra más radical que pretendía lograr la independencia de sus territorios (nacionalismo político catalán y vasco).

El nacionalismo político catalán: surgió durante el sexenio democrático a través del federalismo, que reivindicaba unos estados españoles federados. La Unió Catalanista (1891) intentó unificar las tendencias de la burguesía y promovió las bases de Manresa (1892), documento que recogía el primer programa explícito de catalanismo e incluía un estatuto de autonomía. Pero hasta 1901 no se creó el primer partido catalanista, la Lliga Regionalista, liderada por Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó.

El nacionalismo político vasco: defendía los fueros perdidos y rechazaba la industrialización, ya que eliminaba las tradiciones. El nacionalismo vasco identificó el capitalismo y el centralismo con lo español. El ideólogo del nacionalismo político vasco fue Sabino Arana, fundador del PNV (Partido Nacionalista Vasco). El nacionalismo vasco osciló entre el independentismo radical y la integración del País Vasco como entidad autónoma dentro de España.

También surgieron los regionalismos gallego y valenciano como una reacción contra el atraso y marginación de su región y para dar auge a su cultura.

El movimiento obrero también constituyó una forma de oposición al sistema político de la restauración. Estaba dividido en dos grandes tendencias: el anarquismo y el socialismo. El anarquismo se oponía a la participación política y se dedicaba a la acción directa a través de la convocatoria de huelgas y la creación de sindicatos o sociedades de resistencias estables y organizadas. Los anarquistas crearon inicialmente la FRE (Federación Regional Española), que dio lugar a la FTRE (Federación de Trabajadores de la Región Española), partidaria de la acción violenta. Eran sociedades secretas que cometieron atentados y acciones criminales. Un ejemplo es la Mano Negra, organización secreta que cometió atentados, cuyos miembros fueron detenidos, torturados e incluso ejecutados. Esto conllevó a la extinción de la FTRE. Con respecto al socialismo (marxismo), decidieron optar por la acción política destinada a presionar a las autoridades mediante elecciones, creando así un nuevo partido político, el PSOE, y un sindicato de trabajadores afín a este partido político, la Unión General de Trabajadores (UGT).

El final de siglo se vio afectado por la crisis en la que se adentró España debido al gran impacto que tuvo la guerra de Cuba, tanto en aspectos económicos, ya que España invirtió mucho dinero y a muchos militares, pero aun con todo Cuba logró su independencia. En cuanto a los aspectos sociales, la población española estaba muy descontenta con los partidos políticos, ya que aunque veían imposible el triunfo de la guerra de EE.UU., estos aceptaron por miedo a que en España se derrumbara el sistema de la restauración. Esto conllevó a un descontento en las clases medias con el régimen de la restauración, por lo que el nuevo siglo empezará con cambios en el sistema.