El Régimen Franquista: Fundamentos y Estructura
El 1 de abril de 1939 comienza la Dictadura del General Francisco Franco Bahamonde, que se extendió hasta el día de su muerte, el 20 de noviembre de 1975.
A. Fundamentos Ideológicos y Políticos
Franco implantó un régimen de carácter personalista, conocido como Franquismo, que se definía como antiliberial, antidemocrático y anticomunista. Se basaba en la creación de un Estado único y totalitario, inspirado inicialmente en los fascismos europeos. Consiguió el apoyo de la Iglesia Católica, la cual vio en el régimen una oportunidad para recuperar su influencia y poder, considerándolo una especie de cruzada. El gobierno era fuertemente centralista.
Sus bases ideológicas y políticas eran:
- Rechazo a una constitución democrática y supresión de la Constitución de 1931.
- No contemplaba derechos individuales ni libertades públicas fundamentales.
- Franco asumía todos los poderes del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial), ostentando el título de Caudillo de España.
- Se suprimieron todos los sindicatos de clase y partidos políticos, a excepción del partido único del régimen: la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS), conocido como el Movimiento Nacional.
Para dotar al régimen de un armazón legal, se elaboraron las llamadas Siete Leyes Fundamentales, entre las que destacamos: el Fuero del Trabajo (1938), la Ley Constitutiva de las Cortes (1942), el Fuero de los Españoles (1945), la Ley del Referéndum Nacional (1945), la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947), la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) y la Ley Orgánica del Estado (1967).
En cuanto a la estructura del Estado, el primer gobierno se creó en enero de 1938, compuesto principalmente por militares y algunos civiles afines. Franco también dirigía el Movimiento Nacional y tenía potestad legislativa para aprobar leyes. Desde el punto de vista político, destaca la Ley Constitutiva de las Cortes (1942), con la que se pretendía aparentar una cierta forma de democracia representativa; sus miembros, no elegidos democráticamente, se denominaban procuradores. Con el debilitamiento de los fascismos tras la Segunda Guerra Mundial, Franco comenzó a denominar al régimen como ‘democracia orgánica‘.
Desde el punto de vista de la organización estatal, era un Estado fuertemente centralista. En cada provincia se nombraba a un gobernador civil (máxima autoridad política) y a un capitán general (máxima autoridad militar). Además, suprimió los sindicatos obreros libres, implantando los sindicatos verticales (Organización Sindical Española), que agrupaban obligatoriamente a empresarios y trabajadores bajo el control del Estado. En 1940 se aprobó la Ley de Unidad Sindical, que formalizaba esta estructura con el objetivo de evitar huelgas y controlar las relaciones laborales.
B. Bases Sociales e Instituciones
El régimen se sustentó en una serie de grupos e instituciones denominados las ‘familias del Régimen‘. Se pueden distinguir dos tipos principales: grupos corporativos, como el Ejército o la Iglesia, y grupos políticos e ideológicos, como la Falange, los tradicionalistas (carlistas) o los monárquicos alfonsinos.
Los tres pilares más influyentes fueron:
- Grupos católicos: Incluían organizaciones como el Opus Dei (especialmente influyente a partir de los años 50) y la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP). La Iglesia Católica tuvo un gran protagonismo e influencia durante toda la época franquista, controlando la educación y la moral pública.
- El Ejército: Fue la columna vertebral del régimen y garantizó su supervivencia mediante la represión. Se regía por el principio de ‘obediencia debida’ al Generalísimo.
- La Falange: Aunque Franco la utilizó como instrumento de movilización y encuadramiento social, procuró que los ‘camisas viejas’ (falangistas de primera hora) fueran perdiendo protagonismo político en favor de otros grupos más leales a su persona.
Desde el punto de vista social, la sociedad de posguerra seguía profundamente dividida entre vencedores (‘nacionales’) y vencidos (republicanos), sometidos estos últimos a una dura represión. Se crearon organizaciones para adoctrinar y controlar a la población, especialmente a los jóvenes, como el Frente de Juventudes para la población masculina, que incentivaba el ‘espíritu nacional’, y la Sección Femenina, dirigida por Pilar Primo de Rivera, que inculcaba a las mujeres los valores tradicionales del nacionalcatolicismo y las tareas del hogar, siendo su participación obligatoria en ciertas etapas (Servicio Social).
La educación y la enseñanza se regían por dos pilares fundamentales: la religión católica, impartida por sacerdotes y religiosos, y el adoctrinamiento franquista, a través de asignaturas como Formación del Espíritu Nacional. También se crearon instituciones como Educación y Descanso (para el ocio dirigido de los trabajadores) o Auxilio Social (para la asistencia a los necesitados, con un fuerte componente caritativo y de control ideológico).
Inicialmente, Franco fomentó la ruralización, con la idea de que el hambre se solventaría si la población cultivaba la tierra y para mantener una mano de obra agraria controlada. Estableció una férrea censura previa en todos los medios de comunicación, publicaciones y espectáculos. Además, en 1953 firmó el Concordato con la Santa Sede, por el que la Iglesia Católica recuperó y consolidó gran parte de su poder e influencia social, educativa y económica, a cambio de legitimar el régimen.
Etapas de la Dictadura Franquista
2.1 La Etapa de Autarquía (Década de 1940)
La década de los 40 se conoce como la etapa de autarquía, un periodo en el que el régimen, aislado internacionalmente, pretendió la autosuficiencia económica. En política económica, el objetivo era conseguir la autosuficiencia mediante una fuerte intervención estatal y el fomento de la producción nacional. El resultado fue el bloqueo económico por parte de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial y el desaprovechamiento de una coyuntura económica internacional favorable. El Estado controlaba el mercado y fijaba los precios de los productos básicos (tasas), lo que provocó escasez, racionamiento y la creación de un extendido mercado negro (conocido como ‘estraperlo’). Esta etapa fue conocida como los ‘años del hambre‘, y la única oposición armada significativa en el interior fueron los maquis (guerrilla antifranquista).
A nivel internacional, en septiembre de 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial. Franco se entrevistó en Hendaya con Hitler (octubre de 1940) y en Bordighera con Mussolini (febrero de 1941). Ramón Serrano Suñer (su cuñado y ministro de Asuntos Exteriores) era partidario de entrar en la guerra del lado del Eje. Hitler propuso la ‘Operación Félix’ (invasión de Gibraltar con apoyo español), pero Franco, esgrimiendo las dificultades de España y exigiendo compensaciones territoriales que Alemania no estaba dispuesta a conceder, mantuvo al país en una posición de no beligerancia y, posteriormente (desde 1943), de neutralidad. No obstante, se acordó la participación de voluntarios españoles en el frente ruso contra la Unión Soviética, conformando la División Azul.
Tras la derrota del Eje, Don Juan de Borbón, pretendiente al trono, intentó negociar con Franco la restauración de la monarquía, pero el Caudillo lo rechazó. En respuesta, Don Juan firmó el Manifiesto de Lausana (1945), en el que pedía la restauración monárquica y criticaba al régimen, manifiesto que también fue rechazado por Franco. La ONU condenó al régimen franquista en 1946 por sus vínculos con las potencias del Eje, recomendando la retirada de embajadores. España fue excluida de la OTAN (fundada en 1949) y del Plan Marshall (ayuda económica estadounidense para la reconstrucción europea).
2.2 La Etapa del Aperturismo (Década de 1950)
La política autárquica había fracasado estrepitosamente: los salarios eran muy bajos, la inflación muy alta y la conflictividad social (huelgas, protestas) comenzaba a ser un riesgo para el régimen. En 1953, en el contexto de la Guerra Fría, se firmaron los Pactos de Madrid con Estados Unidos, que permitieron la instalación de bases militares americanas en territorio español a cambio de ayuda militar y económica. Este acuerdo supuso el inicio del fin del aislamiento internacional.
Franco vio la necesidad de remodelar el gobierno, incorporando figuras más pragmáticas y algunas tímidamente aperturistas, como Joaquín Ruiz-Giménez como ministro de Educación Nacional. En esta etapa, se consolidó la figura del almirante Luis Carrero Blanco como principal consejero y hombre fuerte del régimen. Se pretendía una homologación internacional que pusiese fin al aislamiento. Sin embargo, la situación económica seguía siendo precaria, lo que provocó los primeros levantamientos y huelgas importantes (como la huelga de tranvías de Barcelona en 1951 y las huelgas universitarias y obreras de 1956). En 1957, entraron en el gobierno ministros tecnócratas, muchos de ellos vinculados al Opus Dei, quienes serían los artífices del cambio de rumbo económico con el Plan de Estabilización de 1959.
2.3 La España de los Tecnócratas y el Desarrollismo. Fin del Régimen (1959-1975)
A. La Etapa del Desarrollismo Económico (Años 60)
La economía española experimentó un notable y rápido crecimiento durante la década de 1960; se produjo el llamado ‘milagro económico español‘. Este crecimiento fue impulsado fundamentalmente por tres factores: las divisas procedentes del turismo masivo, las remesas de los emigrantes españoles que trabajaban en Europa y la inversión extranjera, atraída por los bajos costes laborales.
Las actividades económicas que más crecieron fueron la industria (siderurgia, química, construcción naval, automóvil) y los servicios (turismo, banca). A nivel político, se intentó una modernización administrativa y legislativa de las instituciones, sin alterar la naturaleza dictatorial del régimen. Entre los tecnócratas destacaron figuras como Luis Carrero Blanco (vicepresidente del Gobierno), Manuel Fraga Iribarne (ministro de Información y Turismo, impulsor de una tímida apertura con la Ley de Prensa de 1966) y Laureano López Rodó (comisario del Plan de Desarrollo). Estos apostaron por la restauración de la monarquía en la figura de Juan Carlos de Borbón, a quien Franco designó como su sucesor a título de Rey en 1969. En 1967 se promulgó la Ley Orgánica del Estado, que pretendía ser una especie de constitución y concretaba las funciones de los órganos del Estado, sometida a referéndum.
A nivel económico, el punto de partida de esta etapa fue el Plan de Estabilización de 1959, implementado con el objetivo de liberalizar la economía, controlar la inflación y abrirla al exterior, gracias a préstamos de organismos internacionales. A este plan le siguieron los Planes de Desarrollo Económico y Social (I, II y III), de carácter indicativo para el sector privado y vinculante para el público. Estos planes tuvieron dos líneas de actuación principales: mejorar las industrias existentes y crear nuevas infraestructuras y polos de desarrollo industrial.
Los principales sectores económicos evolucionaron de la siguiente manera:
- Industria: Se modernizó con la importación de tecnología y técnicas de gestión de otros países. Esta mejora tecnológica y la demanda de mano de obra en los nuevos polos industriales supusieron una intensa emigración interior (éxodo rural) y exterior de españoles hacia Europa. Los precios de los productos industriales se estabilizaron y el aumento de la productividad y las ganancias permitió un aumento paulatino de los salarios reales.
- Agricultura: La población activa agraria disminuyó drásticamente debido al éxodo rural hacia las zonas industriales y de servicios, y también hacia el extranjero. Se produjo una mecanización y modernización parcial del campo. Aumentaron los sueldos agrarios y la demanda de alimentos procesados.
- El Turismo: Fue el otro gran pilar del desarrollo. Destinos como la Costa del Sol, la Costa Brava, el Levante y las islas Baleares y Canarias se convirtieron en centros turísticos de primer orden. El clima, las playas, los precios competitivos y la mejora de los servicios permitieron un espectacular desarrollo turístico.
Este desarrollo económico supuso profundos cambios sociales y culturales. La sociedad española se urbanizó, aumentó el nivel de vida y de consumo, y se produjo una transformación de las costumbres y la mentalidad, influida por el turismo y la emigración. La relativa apertura y el contacto con el exterior dieron lugar a una creciente oposición social y política que reclamaba mayores libertades, incluida la libertad cultural.
Cambió el sistema educativo con la Ley General de Educación de 1970 (Ley Villar Palasí), que extendió la escolarización obligatoria hasta los 14 años (EGB) y reestructuró la enseñanza media y universitaria. La universidad, a pesar del control gubernamental, se convirtió en un importante foco de contestación y crítica al régimen. Hubo un gran crecimiento demográfico (el ‘baby boom’ de los 60) y se consolidó una incipiente clase media urbana.
Estos cambios sociales y económicos contribuyeron a un cambio de mentalidad. Gracias al Concilio Vaticano II (1962-1965), un sector progresista de la Iglesia Católica comenzó a distanciarse del régimen y a apoyar las reivindicaciones sociales y democráticas.
Apareció y se fortaleció una diversa oposición antifranquista, que pedía un proceso democrático. Entre sus componentes destacaban:
- Los sindicatos clandestinos: La UGT (socialista) y la CNT (anarcosindicalista) mantuvieron una actividad limitada. Surgió y se consolidó un nuevo movimiento sindical, Comisiones Obreras (CCOO), de origen cristiano y comunista, que se infiltró en los sindicatos verticales.
- Las organizaciones estudiantiles: Surgieron movimientos estudiantiles clandestinos opuestos al SEU (Sindicato Español Universitario), el sindicato oficial y obligatorio, protagonizando numerosas protestas.
- Sectores religiosos: Algunos religiosos y católicos de base criticaron la dictadura y apoyaron a la oposición, como el Abad de Montserrat, Aureli Maria Escarré.
- Los partidos políticos ilegales: Fueron la oposición más estructurada. Se reorganizaron a partir de iniciativas como el llamado ‘Contubernio de Múnich’ (IV Congreso del Movimiento Europeo, 1962). Destacaban: El Partido Comunista de España (PCE), el más organizado y activo en la clandestinidad; el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), renovado en el Congreso de Suresnes (1974); grupos demócratas cristianos; y grupos nacionalistas vascos (como el PNV) y catalanes (como Convergència Democràtica de Catalunya, fundada en 1974). También surgieron grupos terroristas como el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) y ETA (Euskadi Ta Askatasuna).
El régimen contestó a esta creciente oposición con una política más represiva, incluyendo violencia policial, detenciones, torturas y consejos de guerra (como el Proceso de Burgos en 1970 contra miembros de ETA, que generó una gran protesta internacional).
B. Crisis Final del Régimen (Principios de los 70 – 1975)
En diciembre de 1973 fue asesinado en Madrid el almirante Luis Carrero Blanco, presidente del Gobierno y figura clave para la continuidad del franquismo sin Franco, en un atentado perpetrado por ETA. Este magnicidio aceleró la crisis interna del régimen.
Tras el asesinato de Carrero Blanco, en enero de 1974 se formó un nuevo gobierno presidido por Carlos Arias Navarro. Su gobierno, a pesar de un tímido intento de ‘apertura’ (‘espíritu del 12 de febrero’), se decantó por el inmovilismo ante las crecientes demandas de democratización, marginando a los reformistas y fortaleciendo al llamado ‘búnker‘, un grupo de altos cargos ultraconservadores opuestos a cualquier cambio político significativo.
Entre 1974 y 1975, las enfermedades de Franco se agravaron, lo que llevó a que el príncipe Juan Carlos tuviera que ejercer en varias ocasiones la Jefatura del Estado de forma interina. En septiembre de 1975, en un clima de creciente tensión y violencia política, se promulgó una dura Ley Antiterrorista. Las últimas ejecuciones del régimen (cinco activistas de ETA y del FRAP el 27 de septiembre de 1975) provocaron una oleada de protestas y condenas internacionales.
Paralelamente, se agudizó la crisis en la colonia del Sahara Español, que buscaba su independencia liderada por el Frente Polisario. En noviembre de 1975, Marruecos organizó la Marcha Verde, una invasión pacífica del territorio por miles de civiles marroquíes. España, en plena agonía del dictador y crisis interna, capituló y firmó el Acuerdo Tripartito de Madrid con Marruecos y Mauritania, por el que se retiraba del Sahara y cedía su administración a estos dos países, abandonando a la población saharaui a su suerte.
El 20 de noviembre de 1975, Francisco Franco falleció. Dejaba un régimen en plena crisis política, económica (agravada por la crisis del petróleo de 1973) y social. Se iniciaba, por lo tanto, el difícil e incierto proceso hacia la transición política y la instauración de un régimen democrático en España.