Tomás de Aquino: Fundamentos Filosóficos del Conocimiento, la Ética y la Política Medieval

La Filosofía de Santo Tomás de Aquino: Un Legado Integral

El pensamiento de Santo Tomás de Aquino, figura cumbre de la filosofía medieval, abarca diversas áreas fundamentales, desde la teoría del conocimiento hasta la ética y la política, siempre en diálogo con la teología.

1. Teoría del Conocimiento: Empirismo y Racionalidad

En su concepción del conocimiento, se observa una clara herencia aristotélica. Se basa en su teoría antropológica, según la cual el ser humano es un compuesto hilemórfico de alma y cuerpo. El alma racional incluye funciones compartidas con los animales, como la sensibilidad, y otras exclusivas de ella, como la racionalidad. Por ello, el hombre tiene dos tipos de conocimiento:

  • Conocimiento sensible: Capta lo particular.
  • Conocimiento intelectual: Caracterizado por su universalidad.

Santo Tomás defiende el empirismo y niega la existencia de ideas innatas, pues afirma que todo conocimiento comienza por los sentidos, que captan los objetos particulares y dejan imágenes particulares. El entendimiento agente extrae las formas de estas imágenes mediante la abstracción, operación que permite crear los conceptos a partir de las características comunes de los objetos particulares. Los universales son conceptos que solo existen en la mente, al haber extraído las formas de las sustancias, y que son principios de universalidad.

2. Las Relaciones entre la Fe y la Razón

Desde su punto de vista, existe una profunda armonía y complementariedad entre la fe y la razón. Son dos ‘luces’ distintas con un mismo origen: Dios. Ambas son necesarias para llegar a Él, entender el mundo y distinguir el bien y el mal:

  • La fe es sobrenatural, base de la Teología, y puede aportar nuevos conceptos a la filosofía, como la creación.
  • La razón es natural y común en los seres humanos, base de la filosofía, y es capaz de demostrar ciertas verdades reveladas, como la existencia de Dios.

Hay muchos tipos de verdades según el pensador medieval, sin olvidar que Dios es la verdad suprema, principio y fin de la realidad, y referente del sabio:

  • Verdades de la razón: Como las verdades matemáticas (ej. 2×3=6) o de la ciencia natural. El conocimiento de estas verdades no tiene repercusión directa en la salvación del alma.
  • Verdades de fe: Como el misterio de la Trinidad o de la Encarnación, que exceden las posibilidades de la razón humana. Solo se llega a ellas por revelación divina.
  • Verdades que se alcanzan mediante la fe y la razón: Como es el caso de la existencia de Dios o de los principios básicos de la ley natural. Estas verdades son importantes para la salvación.

3. Ética Teleológica y Ley Natural

La ética tomista se basa en su concepción de la naturaleza humana y es una ética teleológica, al considerar que el fin último del hombre es la felicidad, que es su bien supremo. La mayor felicidad y perfección posible se alcanzará con la contemplación de Dios.

Como la naturaleza humana es idéntica y persigue el mismo fin, los actos humanos que conduzcan a él habrán de estar regulados por una normativa común. Esta reflexión conduce a su teoría de la ley natural y sus relaciones con la ley divina y la ley positiva.

3.1. La Ley Natural

La ley natural es la participación del ser humano en la ley eterna de Dios, que es el ordenamiento divino de cada cosa desde la eternidad para conducirla a su propio fin, es decir, la ordenación divina del universo. El comportamiento humano y el de los demás seres naturales se dirige mediante leyes físicas, que se cumplen obligatoriamente. Pero el ser humano es libre y tiene la posibilidad de actuar bien o mal, es decir, de cumplir o no la ley moral, que es natural porque constituye su propia naturaleza humana.

Santo Tomás afirma que esta ley se conoce a través de la razón y es accesible a todos los seres humanos, pues su contenido es evidente, universal e inmutable. El primer precepto de esta ley moral es el primer principio de la razón práctica, al que todos los demás se reducen: “hacer el bien y evitar el mal”. Este principio se fundamenta en que “el bien es lo que todos apetecen”, el fin que se persigue y a lo que todos tienden por naturaleza.

Si hay varios preceptos es porque el alma humana tiene varias funciones (sensitivas, vegetativas y racionales). Por eso, la ley natural exige la conservación de la especie y el cuidado de los hijos, pero las inclinaciones específicamente humanas son: “buscar la verdad acerca de Dios” y “vivir en sociedad”.

El hombre puede conocer los principios de la ley natural gracias a la razón natural o sindéresis (capacidad racional de juzgar rectamente). Además, cuenta con la voluntad, pues para obrar bien no solo es necesario conocerlo, sino también quererlo. De este modo, uniendo entendimiento y voluntad, se logra la virtud moral, que conduce a la felicidad en este mundo.

3.2. Las Virtudes

Las virtudes morales más relevantes (cardinales o fundamentales) son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Si bien estas virtudes producen la felicidad terrenal, hay una felicidad superior que solo puede darse con la salvación y, para llegar a ella, están las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad.

4. Pensamiento Político

El pensamiento político de Santo Tomás está íntimamente unido a sus teorías ética y antropológica, según las cuales, el hombre es un animal racional y social por naturaleza. La sociabilidad natural se pone de relieve en la comunicación de sentimientos y pensamientos mediante el lenguaje, así como en los rasgos que presenta el ser humano desde su nacimiento, que evidencian su mayor dependencia de otros humanos para sobrevivir.

La convivencia en sociedad requiere un buen gobierno que dicte leyes inspiradas en el derecho natural, con lo que Santo Tomás se convierte en precursor del iusnaturalismo. La ley positiva debe incluir los preceptos no expresados en la ley natural y ser un desarrollo de ella, pero nunca contradecirla. De lo contrario, serían leyes injustas que impedirían a la sociedad alcanzar su pleno desarrollo, dificultando que el hombre alcanzara la virtud y el bien (Dios).

Santo Tomás critica las formas ilegítimas de gobierno. Incluso llega a afirmar que las leyes que no busquen el bien común no deben ser obedecidas, por ser injustas. En cambio, cita como las mejores formas de gobierno la monarquía, la aristocracia y la democracia, siempre que respeten la ley natural.

Como la naturaleza humana impulsa a la vida en sociedad, y esa naturaleza procede de Dios, la autoridad es de origen divino. Tomás de Aquino solo destaca el origen divino de la autoridad y de los gobernantes, que habrán de responder ante Dios de su labor.

Cabe destacar, en cuanto a las relaciones del Estado y la Iglesia, que para el autor, existe un fin último: la contemplación de Dios en la otra vida. Esto lleva a subordinar el Estado a la Iglesia y a dotar al gobernante de una misión religiosa: “ordenar aquellas cosas que conducen a la felicidad celestial y prohibir las contrarias.”