Racionalismo y Empirismo: Corrientes Filosóficas Fundamentales
El racionalismo, iniciado por Descartes, y el empirismo, iniciado por Hobbes, fueron dos corrientes filosóficas trascendentales. Ambas concedían importancia tanto al método matemático y la observación, como al papel de la razón y la experiencia. Sin embargo, para los racionalistas, la última palabra la tenía siempre la razón; para los empiristas, la experiencia.
Características del Racionalismo
- Autosuficiencia de la razón. La razón es considerada la fuente fundamental de todo conocimiento; lo que pertenece a la experiencia de los sentidos queda en un segundo plano. La racionalidad humana puede resolver cualquier cuestión, por compleja que sea.
- Sistema deductivo matemático como fundamento y modelo de saber. Se buscan proposiciones indudables, como las de la matemática. Incluso se intenta aplicar el método matemático en la filosofía.
- Existencia de las ideas innatas. Los racionalistas afirman que la conciencia posee ciertos contenidos o ideas en las que se encuentra asentada la verdad, a partir de las cuales se vertebra y fundamenta el edificio del conocimiento.
- Metafísica basada en la idea de sustancia. Desvían la atención del ser a la sustancia y la definen como “aquello que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra cosa para existir”.
- Descartes afirmó la existencia de tres sustancias distintas: Res Cogitans (sustancia pensante), Res Extensa (sustancia extensa) y Res Divina (Dios). Estas le condujeron a un dualismo irreconciliable.
- Spinoza afirmó la existencia de una única sustancia: “Deus Sive Natura Sive Substantia” (Dios o la naturaleza o la sustancia), lo que le hizo desembocar en una postura panteísta.
- Leibniz adoptó un pluralismo metafísico que afirmaba la existencia de infinitas sustancias simples o mónadas, inextensas e impenetrables.
- El mecanicismo. El mundo es una máquina despojada de toda finalidad o causalidad.
Descartes: El Método y la Duda Cartesiana
El problema que pronto preocupó a Descartes era el de la fundamentación del conocimiento: ¿cómo puedo avanzar con seguridad en el camino del saber? Reconocía los muchos errores que habían sido defendidos como verdades incuestionables. Ahora bien, dado que la razón humana es una herramienta valiosa y eficaz, ¿cuál había sido el motivo de los errores filosóficos anteriores? ¿Por qué puede progresar la ciencia y no la filosofía?
La respuesta de Descartes es que la ciencia tiene un método que le permite la seguridad en el conocimiento, pero a la filosofía le falta un método adecuado. Para superar esta carencia, Descartes propone el método utilizado por los geómetras, introduciendo así un método matemático en la filosofía.
Descartes está convencido de que, tal como los geómetras realizan las demostraciones más sencillas o las más complejas sin ningún error, igualmente puede comportarse el ser humano en cualquier área del conocimiento, siempre que utilice el mismo método. En su obra fundamental, el Discurso del Método, establece las cuatro reglas fundamentales de su método:
- Regla de la evidencia: No aceptar nunca nada como verdadero sin conocer evidentemente que lo fuera, evitar la precipitación y la prevención (prejuicios), y no incluir en mis juicios nada más que lo que se presentara a mi espíritu clara y distintamente.
- Regla del análisis: Dividir cada una de las dificultades en tantas partes como fuera posible para resolverla mejor.
- Regla de la síntesis: Conducir por orden mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer para ascender hasta el conocimiento de los más complejos.
- Regla de la enumeración y revisión: Hacer en todo recuentos tan completos y revisiones tan generales que llegara a estar seguro de no omitir nada.
La Duda Metódica y la Primera Verdad
Según Descartes, lo más sensato es cuestionarse todos los conocimientos recibidos e ir en busca de verdades indudables. Realiza una crítica radical de todo el saber y considera no fiables todos los conocimientos. Su duda universal y metódica se fundamenta en:
- La incertidumbre de los datos sensoriales: Guiados por los sentidos, durante milenios los hombres afirmaban que la Tierra inmóvil era el centro del universo. Los sentidos nos han engañado muchas veces; por esta razón, Descartes duda de los datos que se originan en ellos.
- Los errores de razonamiento: Una buena parte del saber tradicional se fundamenta en la razón, pero en la época de Descartes este saber se ha vuelto incierto. Es válido dudar de todos los razonamientos que se consideraban demostrativos.
- La dificultad para distinguir el sueño de la vigilia: Al despertar es cuando reconozco el sueño como sueño, no mientras sueño. Por eso, según Descartes, existe la posibilidad de que todos los pensamientos del estado de vigilia sean en realidad sueños que no reconozcamos.
- La hipótesis del genio maligno: Para que su duda sea universal, hasta el punto de extenderse a las proposiciones matemáticas, supone la existencia de un “genio maligno, astuto y engañador” que le lleva a considerar como evidentes cosas que no lo son.
Nada escapa a la duda metódica de Descartes. Pero su duda es un paso que se da con la esperanza de encontrar una verdad indudable; se supera a sí misma. Cuando dudo, pienso, y la acción de pensar implica la existencia de un ser que piensa. “Pienso, luego existo” (Cogito, ergo sum), esta será la primera verdad incuestionable. Absolutamente nada permite dudar de ella; es evidente, clara y distinta.
El Cogito, ergo sum cumple dos funciones bien determinadas:
- Justifica la existencia de un yo pensante diferenciado del cuerpo.
- Se convierte en un principio modélico: todo lo que sea evidente, claro y distinto como este primer principio será aceptado como verdad.
Las Tres Sustancias Cartesianas
Aplicando su método, Descartes llegó a distinguir tres sustancias fundamentales: el yo pensante, Dios y el mundo.
“Sustancia es una realidad que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra realidad para existir.”
A) El Yo Pensante (Res Cogitans)
La duda metódica nos ha llevado a una realidad incuestionable: la existencia de un yo pensante, un alma. Descartes concluye que puedo dudar de la existencia de mi cuerpo y del mundo que me rodea, pero no puedo dudar de la existencia de mis pensamientos.
¿Qué es mi subjetividad? Es el conjunto de pensamientos, ideas, representaciones que fluyen en mí. Ahora bien, no tenemos la seguridad de que estas representaciones subjetivas se correspondan con hechos del mundo exterior, ya que toda la información que tengo de mi cuerpo proviene de los sentidos, y Descartes ha decidido dudar de ellos. El gran reto que debe superar Descartes es encontrar la manera de conocer si las ideas sobre el mundo no son sueños ni ilusiones.
Descartes distingue tres tipos de ideas:
- Adventicias o adquiridas: Ideas que provienen de fuera, de la experiencia sensible, de mi percepción del mundo o de la enseñanza. Fácilmente pueden resultar erróneas.
- Facticias o artificiales: Ideas que inventamos o fabricamos nosotros mismos. Por ejemplo, la idea del animal mitológico llamado centauro.
- Innatas o naturales: Ideas que nuestra mente capta y ha de aceptar necesariamente sin poder modificar nada. La idea de Dios es la más eminente idea innata; también son ideas innatas la idea de causa, de sustancia o de número.
B) Dios, Sustancia Divina (Res Divina): Argumento Gnoseológico
Descartes considera que el yo pensante no es perfecto, y que la duda metódica se ha establecido para corregir sus errores. Pero, a pesar de eso, el yo pensante posee la idea de perfección. Si tenemos conciencia de nuestra naturaleza imperfecta es porque sabemos en qué consiste una naturaleza perfecta y nos comparamos con ella. Así, la idea de perfección innata en nosotros es la idea de un ser perfecto: es la idea de Dios. Esta idea tiene que haber sido una realidad divina la que la ha hecho surgir en nuestras mentes.
Del conjunto de ideas que posee el yo pensante, sobresale una idea que permite ir más allá de la propia subjetividad, una idea que me permite afirmar que fuera de mí mismo existe una realidad extramental. Y esta idea tan privilegiada que me permite ir más lejos de mí mismo es la idea innata de Dios.
Dios es la realidad que permite superar mi subjetividad, un ser que no puede permitir que mis ideas claras y distintas sean un engaño. Dios se convierte en garantía del conocimiento. En Dios existen las grandes verdades eternamente establecidas por Él: las matemáticas, las leyes de la naturaleza.
En sus argumentos a favor de la existencia de Dios, Descartes incorpora el antiguo argumento ontológico de San Anselmo: la esencia de Dios es inseparable de su gran propiedad, la existencia. A este ser perfecto no le puede faltar una perfección como es la existencia.
C) El Mundo, Sustancia Extensa (Res Extensa)
La duda ha permitido a Descartes afirmar la existencia de una primera sustancia, el yo pensante. El yo pensante descubre una segunda sustancia, Dios. ¿Y el mundo exterior, y mi propio cuerpo?
Mi yo tiene la idea clara y distinta del cuerpo extenso y no pensante. Del yo pensante no puedo dudar; del cuerpo, sí. Pero si yo tengo una idea clara y distinta de mi cuerpo extenso y existe un Dios perfecto y veraz, este Dios no puede permitir que me engañe cuando hago un uso adecuado de mi razón. Así, la bondad de Dios me garantiza que la inclinación o tendencia natural humana a creer en la existencia de las cosas extensas no es engañadora.
Existe una sustancia finita y creada: la de los cuerpos, todos ellos con un atributo fundamental, la extensión. La Res Extensa constituye la tercera sustancia de la metafísica cartesiana. Cualquier vida no es nada más que un mecanismo, un conjunto de piezas articuladas y extensas que fabrican movimiento. Yo pensante y materia pertenecen a órdenes diferentes; el pensamiento no tiene nada que ver con la realidad material, y la vida de estas realidades materiales es parecida a un reloj.
Si el yo pensante y la materia son dos realidades independientes, ¿cómo se explica que mi yo pensante decida ir a dar una vuelta y mi cuerpo realice la decisión? ¿Cómo se comunican entre sí estas sustancias tan diferentes? Descartes propone un punto en nuestro cuerpo, la glándula pineal, que se encuentra en medio del cerebro, y donde se alojaría el alma; desde allí conecta con el cuerpo y modifica los movimientos de este.
Libertad y Mecanicismo en Descartes
¿Por qué razones Descartes reactiva el dualismo antropológico (cuerpo/alma)? La razón principal sería la defensa de la libertad humana. El cuerpo, como toda la materia, está gobernado por leyes mecánicas que lo determinan.
Si el yo pensante no fuera una sustancia completamente separada y desligada del cuerpo, no habría lugar para la libertad; el comportamiento humano sería como el de una máquina. El alma es una sustancia que de ninguna manera se puede someter a leyes mecánicas y deterministas que rigen el cuerpo.
El mecanicismo que se desprende del dualismo antropológico (según el cual el alma es libre y el cuerpo determinado por leyes mecánicas) tuvo implicaciones positivas y negativas:
- Implicaciones positivas: Estimuló la búsqueda biológica, fisiológica y médica. Las máquinas se pueden desmontar, y si el cuerpo es una máquina, se pueden llevar a cabo todo tipo de disecciones.
- Implicaciones negativas: Si la materia y la naturaleza son consideradas una máquina, una realidad de orden inferior al pensamiento, entonces la naturaleza queda a disposición y al servicio del ser humano. El hombre puede hacer lo que quiera, es su amo y señor.
Leibniz: Teoría del Conocimiento y Metafísica de las Mónadas
Leibniz acepta la importancia de los sentidos en el proceso de conocimiento. Ahora bien, también considera que la mente impone ciertas marcas innatas, como si nuestra mente fuera un bloque de mármol con vetas preexistentes.
Acepta la existencia de elementos innatos, como la idea de Dios, los principios prácticos de orden moral, los primeros principios lógicos y matemáticos. Incluso considera innata la inquietud humana que nos lleva a la actividad.
Una aportación fundamental de Leibniz es la distinción de dos órdenes o tipos de verdades, que se asemeja a la diferencia que hacemos actualmente entre ciencias formales y ciencias empíricas:
VERDADES DE RAZÓN | VERDADES DE HECHO |
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Son las verdades analíticas, aquellas en las que el sujeto contiene el predicado. Por ejemplo, “los triángulos tienen tres lados”. Lo que afirma el predicado se desprende del análisis del propio sujeto; no hay nada nuevo y no es posible un predicado contrario. Se basan en el principio de no contradicción; su contrario es siempre imposible. | Son las verdades sintéticas, aquellas en las que el predicado no se desprende de un análisis del sujeto, sino de la observación de los hechos o de datos empíricos. Por ejemplo, “el calor dilata los cuerpos”. El predicado es una nueva información que se une al sujeto. Se basan en el principio de razón suficiente; nada pasa sin que exista una razón para que ocurra así. Por ejemplo, “Los vestidos son más largos que las blusas”. |
Las ciencias formales, como la lógica o las matemáticas, son de un orden diferente al de las ciencias empíricas, como la física o la biología, ya que las verdades de razón son absolutas y necesarias, mientras que las verdades de hecho son contingentes.
Las Mónadas
Para Leibniz, la materia es mucho más que extensión. El mayor error de Descartes, según él, ha sido olvidar que toda la naturaleza está poseída de movimiento, que hay dinamismo bajo cualquier realidad.
Para Leibniz, lo que compone la realidad es mucho más que extensión: es dinamismo, fuerza, energía. Por debajo de la pura extensión, existen unos puntos de energía a los que llama mónadas.
Las mónadas son los elementos de que se compone la realidad: puntos inextensos dotados de energía, sustancias simples e indivisibles, que forman parte de los compuestos y se encuentran bajo cualquier realidad.
Hay un número infinito de mónadas; cada una es energía pura, sin partes, inextensa, indivisible e independiente de otras mónadas (es decir, autónoma).
La Armonía Preestablecida
Para Leibniz, las mónadas son independientes. Entonces, ¿cómo se relacionan las diversas entidades existentes? ¿Cómo queda solucionado el problema de la relación entre cuerpo y alma? Leibniz afirma que Dios, al crear cada mónada, le otorgó su ley interna de manera que todas actuarán según la armonía que se encuentra en todo el cosmos y que ha sido preestablecida por Dios.
Podemos considerar a Dios como el gran relojero del universo, un relojero que desde un principio ha programado cada una de las piezas para que funcionen en perfecta sincronía.
El Problema del Mal
Leibniz nos describe un Dios perfecto. Entonces, ¿cómo podemos explicar la realidad del mal en el mundo (sufrimiento, enfermedades, crímenes, etc.)?
Para responder a esa cuestión, Leibniz analiza en qué consiste el mal y llega a distinguir tres tipos:
- Mal metafísico: Se identifica con las limitaciones de toda realidad que no sea Dios; es la ausencia de la perfección divina.
- Mal físico: La falta de bienes, no tiene realidad propia; solo es ausencia del bien.
- Mal moral o pecado: Proviene de una cualidad concedida por Dios a los seres humanos: la libertad.
¿Por qué Dios ha elegido crear un mundo donde se da esta falta? Si a la hora de la creación del universo Dios ha elegido crear este nuestro mundo y no otro, es porque este es el mejor de todos los mundos posibles; ha de ser el más perfecto de todos los que podían ser creados. Si a veces no llegamos a comprender la bondad que hay en el universo, es porque nuestra razón humana es limitada.