La Crítica de Nietzsche a la Ciencia y Moral Occidental

El Problema del Conocimiento en Nietzsche

Crítica a la Ciencia Occidental

Obras: La gaya ciencia; Verdad y mentira en sentido extramoral.

La ciencia occidental pretende ser un espejo transparente y objetivo de la realidad: el conocimiento científico pretende describir y explicar la realidad tal como es en sí misma. Cree cumplir con el ideal de objetividad e imparcialidad científica.

Nietzsche reniega de este ideal porque:

  • Los conceptos y las teorías científicas no son más que metáforas (“palabras”) gastadas que han perdido su valor vital: se han hecho “universales” (uniformes y abstractos) independizándose de su origen sensible y vital.
  • Las teorías científicas no son más que convenciones sociales arbitrarias y subjetivas.
  • Además, no sirven a ningún ideal de conocimiento sino a algo mucho más mundano: al instinto de conservación.

Las teorías científicas no serían sistemas descriptivos y concluyentes acerca de lo real sino meros mecanismos de adaptación y supervivencia: nos hacen la vida más fácil y cómoda.

En conclusión: La ciencia occidental es decadente porque la actitud científica, al igual que el platonismo y el cristianismo, desprecia y niega la vida porque sustituye interesadamente el mundo de la vida (cambiante, plural y diverso) por el mundo de los conceptos científicos (abstractos, uniformes, universales y eternos). Confunde la realidad con la ilusión: convierte a los conceptos científicos en realidades absolutas que falsean y “momifican” la vida tal como es. No existen los hechos científicos “desnudos” u objetivos: todo hecho es interpretado desde una determinada perspectiva interesada y subjetiva.

La ciencia occidental descansa sobre un prejuicio moral: que es preferible la verdad a la falsedad, el orden al caos, lo uniforme e inmutable a lo plural y cambiante, lo absoluto a lo relativo; en suma, la razón a la pasión y los afectos, lo espiritual y abstracto a lo corporal y concreto. Para Nietzsche, esto supone sustituir el mundo de la vida por el mundo abstracto de la “nada”.

Por último: el ideal de objetividad científica no responde a una “voluntad de verdad” sino que es una manifestación más de la voluntad de poder: poder para controlar la realidad, para imponer y privilegiar unos conceptos o unos relatos frente a otros. La voluntad de verdad científica se revela como una actitud de “resentimiento y desprecio” contra la vida (al igual que el platonismo y el cristianismo).

Crítica a la Moral Occidental

Crítica a la moral cristiana

Obras: La genealogía de la moral; Más allá del bien y del mal.

La moral occidental es decadente porque niega y desprecia la vida terrenal: apela a un orden transcendente de valores absolutos y eternos que deben regir nuestra conducta; gobiernan la vida desde “fuera” (“más allá”) de la vida.

Para resolver este problema (Genealogía de la moral), Nietzsche parte del origen etimológico de los términos “bueno” y “malo”. “Bueno” significó primitivamente lo “noble” y aristocrático, aquellas cualidades que definían a un individuo y le permitían destacar en excelencia sobre la masa, la plebe, el populacho, el rebaño… vs. “malo” significaba lo “simplón”, mediocre, vulgar, designando a aquellos individuos sin capacidad de dominación, sumisos y obedientes.

Según Nietzsche, con la llegada del cristianismo y sus valores de igualdad entre los seres humanos, de caridad, de humildad, de resistencia pasiva frente al poder y la fuerza (“poner la otra mejilla” o “amar a tus enemigos”), se opera una inversión del significado original de los términos “bueno” y “malo”: lo que antes de la llegada del cristianismo era “bueno” (lo aristocrático) ahora se convierte en “malo”, y lo que antes era “malo” (lo vulgar y plebeyo) se convierte en “bueno”.

En conclusión: El cristianismo sustituye una moral de señores por una moral de esclavos:

Moral de señores

Son aquellos espíritus libres, indómitos y fuertes que solo se obedecen a sí mismos; crean sus propios valores vitales y reniegan de la masa y del rebaño. Se trata de una moral que afirma y exalta la vida tal como es y no espera un consuelo metafísico en otro mundo; una moral libre del sentimiento judeocristiano de culpabilidad.

Moral de esclavos

Son los obedientes, los temerosos y débiles cuyos sentimientos de poder han sido mermados y domesticados. Necesitan creer en una existencia ultraterrenal “Reino de Dios” para poder soportar la existencia terrenal. No son dueños de sí mismos sino prisioneros de un orden de valores absolutos y transcendentes; Dios se presenta como la máxima autoridad ante ellos.

Por último: el cristianismo niega que la vida terrenal tenga valor y sentido por sí misma en ausencia de un supuesto orden transcendente de valores absolutos. Para el cristianismo, solo la vida “ascética”, el sacrificio, el sufrimiento y la renuncia a todo lo corporal, sensual, pulsional o instintivamente vital puede proporcionar la felicidad en un supuesto “más allá” o Reino de los cielos.

En este sentido, la figura del “sacerdote” es, para Nietzsche, la figura del “resentimiento” y de la “venganza” contra la vida porque rechaza todo instinto, toda pasión y toda exuberancia y voluptuosidad vital. El cristianismo conduce finalmente al nihilismo y a una “voluntad de nada” (por “voluntad de nada” entiende Nietzsche una actitud de cansancio y decaimiento vital, una actitud pasiva de renuncia a la vida terrenal).