Karl Marx: Materialismo Histórico y Crítica de la Ideología
El Materialismo Histórico y Dialéctico de Marx
Hoy en día se estudia a Marx por haber creado un poderoso instrumento de comprensión de la realidad social y económica, y por haber inventado una visión general del desarrollo histórico de la humanidad. Esa fue su gran novedad: su interpretación de la historia desde sus condiciones materiales, utilizando el método dialéctico de Hegel que afirma que lo real se desarrolla por contradicciones. Para Marx, la única realidad existente es la materia, pero su materialismo no es una mera repetición del materialismo atomista ni mecanicista. Su materialismo es dialéctico e histórico y se basa en la comprensión histórica y social del desarrollo dialéctico de la humanidad desde un ángulo material: el desarrollo de las fuerzas productivas sobre la naturaleza y su determinación de las relaciones de producción y de toda la organización social, política y cultural de la humanidad en cada etapa histórica. De ahí que el nombre más adecuado para caracterizar el pensamiento de Marx sea el de materialismo histórico, cuyos conceptos fundamentales son:
- La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases.
- El movimiento obrero es la expresión más radical de la lucha de clases y tiende a la abolición de clases.
No obstante, la denominación de materialismo dialéctico es adecuada para calificar el pensamiento marxista, cuyas tesis fundamentales son:
- La materia es dialéctica.
- Toda cosa es ella misma y su contraria.
- Existe un paso de la cantidad a la cualidad.
- La dialéctica es la ciencia de las leyes generales.
La Crítica Marxista de las Ideologías
Marx afirma que es hora de que los filósofos dejen de contemplar el mundo y se dediquen a transformarlo. Las teorías, tanto científicas como filosóficas, tienen que contrastar con la realidad. El ataque a la filosofía idealista anterior, sobre todo al hegelianismo, es una constante. Marx piensa que no era sino la expresión ideológica de ocultación y falseamiento de los verdaderos intereses de la clase dominante. El conocimiento que todo ser humano tiene de la realidad social e histórica está determinado por su situación económica, por su ubicación en el proceso productivo y por las relaciones de producción en que se halla inserto. Para el marxismo, las ideas y los valores que el ser humano ha adquirido a lo largo de la vida no son algo neutral e independiente de la situación. Es la realidad la que determina la conciencia y no al contrario, como pretendía la filosofía racionalista e idealista. Existen en su obra elementos conceptuales suficientes para hablar de una crítica marxista de las ideologías. El marxismo defiende que las ideologías son formas sistemáticas de crear falsa conciencia de la realidad. La estructura económica de la sociedad determina las estructuras sociales, políticas y culturales que constituyen la superestructura ideológica. Su función es tratar de legitimar la situación de explotación y de alienación de las clases trabajadoras de cada sociedad en un momento histórico. Los elementos más importantes de la ideología, según Marx, son la religión, el Estado, la filosofía, el derecho y la economía.
José Ortega y Gasset: La Razón Vital e Histórica
La Vida como Realidad Radical
El dato radical del universo no es, pues, la existencia del mundo, ni la existencia del yo (como pretendían los filósofos anteriores), sino la coexistencia del yo con el mundo; este coexistir, el yo con el mundo, en el mundo no es otra cosa que la vida, la vida de cada cual. La filosofía ha de convertirse, pues, según Ortega, en reflexión sobre la vida, pero no sobre la vida entendida en sentido abstracto o general, como cuando la estudian los biólogos, por ejemplo, sino considerada de forma personal como reflexión sobre mi propia vida. Así, y por primera vez en la historia, la filosofía partirá de algo que no sea una abstracción.
El Raciovitalismo: Razón Vital e Histórica
Ortega, en la última etapa de su pensamiento, se dedica a insistir en los aspectos técnicos de su filosofía, desarrollando con más amplitud la posición ante el conocimiento, llamado raciovitalismo. Distingue Ortega entre pensamiento y conocimiento. El pensamiento es toda actividad por la que el ser humano confiere a la circunstancia en la que se encuentra un sentido, que le permite vivir en el mundo. El conocimiento es el desarrollo de la actividad del pensamiento, orientada a dotar de sentido al mundo. Desde la Grecia clásica, se ha venido entendiendo el conocimiento como el resultado de la actividad del pensamiento cuando se orienta a conocer la naturaleza de las cosas. Además, esta orientación venía dada por la forma del ser humano. Esta forma de funcionar el pensamiento es producto de la razón pura, utilizada en la filosofía hasta el presente. Frente a esto, Ortega enuncia la razón vital e histórica, que es la que el ser humano utiliza cuando su pensamiento no está dirigido a conocer esa estructura abstracta e inmutable de las cosas, sino la vida, esa vida que tenemos que hacer en una circunstancia determinada. El raciovitalismo constituye su tema central. Es por esto que hay que admitir que la razón se encuentra arraigada en la vida. La vida no puede existir sin justificarse de continuo a sí misma; la justificación del vivir debe incluir la justificación del mundo en el que se vive. Ortega define la razón como la única posibilidad que tiene el ser humano de caminar sobre el resbaladizo suelo de su existencia. Finalmente, el pensamiento es algo que el ser humano, con más o menos dificultad, pone en funcionamiento porque lo necesita.
Friedrich Nietzsche: Genealogía de la Moral y la Voluntad de Poder
La Genealogía de los Valores Morales
Nietzsche escribió el prólogo a la Genealogía de la moral, en el que abarcaba los problemas sobre la moral, la cual apareció espontáneamente en su vida que con su edad casi tenía derecho a llamarla a priori, y la curiosidad le hizo detenerse temporalmente en estas preguntas: sobre qué origen tienen el bien y el mal, sobre el valor de los valores como estímulo o freno del desarrollo del ser humano y como signo de degeneración o plenitud de la vida. Para responder a esto necesitamos hacer una crítica de los valores morales y para esto se necesita la valoración, crítica y genealogía de los valores morales. Nietzsche, en su comprensión de la vida, la acepta tal cual, y hace que le lleve a la reflexión sobre la moral que frecuentemente ha enmascarado, degenerado y negado la vida. Esa es su crítica. La vida es lo único que ama profundamente. Por ser insondable a sí misma, el único recurso que le queda por intentar conocerla es descubrir sus manifestaciones en la naturaleza, en el ser humano y en la cultura producida por él, entendida así como símbolos. En la naturaleza, la vida se manifiesta como un instinto espontáneo, como una fuerza que se enfrenta a otras fuerzas. De ahí que se pueda interpretar la vida como un acontecimiento trágico: un proceso regido por la dominación de unos sobre otros. Por eso lo trágico es siempre afirmación de alegría de vivir. Negar la vida supone escapar de su realidad eliminando o limitando su propio ser, provocar la vida descendente; por el contrario, afirmar la vida supone aceptarla tal cual es, trágica y paradójica, instintiva y creadora, espontánea y proyectiva. Esto es lo que Nietzsche llama “voluntad de poder“, que es la fuerza creadora e íntima de cada ser vivo.
Voluntad de Poder, Superhombre y Eterno Retorno
Nietzsche opta por la superación del nihilismo, por la creación de valores que den de nuevo sentido al ser humano y a la vida. De ahí la necesidad de llevar a cabo una transvaloración de aquellos valores que condujeran a la nada. Se trata de una tarea de creación, una tarea propia de la voluntad de poder, con la mirada puesta en un nuevo tipo de ser humano, el superhombre, que supere y destruya el prototipo de ser humano conocido. En “Así habló Zaratustra“, Nietzsche presenta al poeta persa como portavoz de la muerte de dios y como profeta del superhombre y del eterno retorno. En consecuencia, debería ser él y no otro el primero en reconocer su error: su ansia de verdad le llevará a reconocer que aquello fue un error. El superhombre que anuncia Zaratustra es una nueva forma de ser humano y un símbolo que expresa que el hombre es algo que debe ser superado. La muerte de dios ha dejado al humano solo, sin valores, en la nada. Es hora, pues, de que el ser humano deje actuar la voluntad de poder, su poder creativo, para superarse a sí mismo. El superhombre será la nueva encarnación de aquel dios Dionisio desbordante de vida, el que realice la transvaloración de los valores y establezca el bien y el mal como antes lo hiciera ese dios muerto. Si se hace caso al propio Nietzsche, esta idea del eterno retorno es la concepción fundamental de “Así habló Zaratustra“, encerrada a su vez en la cumbre de su pensamiento. Lo que está en juego es el problema del tiempo, adentrándose en una paradoja: la vida exige la superación del propio ser, el ser humano es un puente hacia el superhombre, este es el creador de los valores de afirmación de la vida, pero todo sucumbe al tiempo. La superación del tiempo pasa por la eternización del presente, del instante entendido como el pórtico donde se cruza el pasado eterno y el eterno futuro. Igualmente, se repetiría la misma paradoja, añadiendo que, al ser el tiempo circular, todo ha sido en vano, todo se repite. Nietzsche entiende que este eterno retorno es la afirmación más extrema de la vida, la consecuencia más grave de la voluntad de poder de afirmar la vida con todas sus consecuencias. El tiempo circular devora eternamente, pero eternamente devuelve al tiempo: la muerte mata a la vida, pero la vida mata a la muerte, sobreviviendo a esta.