Descartes: Fundamentos del Conocimiento y su Legado Filosófico

El Método Cartesiano: Cimientos del Conocimiento Racional

Descartes comienza este fragmento señalando la ventaja de reducir el método a seguir al menor número de preceptos posibles, pues parece demostrado que las cosas funcionan mejor cuando se rigen por solo unas pocas leyes rigurosamente observadas. Llega así a la conclusión de que el método buscado podría reducirse a cuatro preceptos, que deberían ser escrupulosamente cumplidos:

Los Cuatro Preceptos Fundamentales del Método

  1. Regla de la Evidencia: Consiste en admitir como verdadero solo aquello que se conozca con total evidencia, es decir, lo que se presente tan clara y distintamente al espíritu que sea imposible dudar de ello. Esta primera regla establece un criterio de certeza basado en la claridad y distinción.
  2. Regla del Análisis: Exige dividir las dificultades en sus partes más simples para resolverlas más fácilmente. Esta segunda regla se corresponde con lo que se denomina la regla del análisis.
  3. Regla de la Síntesis: Consiste en ascender poco a poco desde los objetos más simples y fácilmente cognoscibles hasta los más complejos. La tercera regla se corresponde con la regla de la síntesis.
  4. Regla de las Enumeraciones y Revisiones: Exige realizar revisiones y recuentos lo más completos posibles. Esta última regla es una recomendación que aconseja seguir siempre un orden en las reflexiones.

Contexto del Discurso del Método

Este fragmento pertenece al Discurso del Método, obra representativa del llamado giro cartesiano en la historia de la filosofía. A partir de Descartes, la reflexión filosófica debe tener en cuenta al sujeto como punto de partida del conocimiento.

El texto objeto de comentario pertenece específicamente a la Segunda Parte del Discurso del Método. En ella, Descartes plantea la cuestión del método más adecuado para alcanzar la verdad. Tras analizar los métodos empleados por la lógica y las matemáticas, concluye que el método buscado debe inspirarse en ellos, pero superando sus defectos. Así, lo reduce a cuatro preceptos fundamentales. Después de realizar algunas apreciaciones generales sobre la aplicación del método, concluye que este debe ser aplicado al campo de la filosofía, de cuyos principios depende todo el edificio de nuestros conocimientos.

La Aplicación del Método Cartesiano y la Duda Metódica

Como vemos en este fragmento, Descartes concede una importancia fundamental al método y a su relación con el conocimiento. Para Descartes, las distintas ciencias y saberes son manifestaciones de un saber único. Esta concepción unitaria del saber proviene de una concepción unitaria de la razón, es decir, el saber es único porque la razón es única.

Puesto que la razón es única, interesa conocer su estructura y funcionamiento para poder aplicarla correctamente. De ahí la importancia que Descartes le concede al método, pues a través de él se llega a la verdad al aplicar correctamente la razón.

Partiendo de la intuición y la deducción como formas básicas de conocimiento, Descartes expone, en este fragmento perteneciente a la Parte II del Discurso del Método, un método basado en la razón, que consta de las cuatro reglas ya mencionadas.

El Método en las Matemáticas y su Extensión a la Filosofía

Según Descartes, este método, basado en la estructura de la razón, solo se había aplicado con éxito hasta entonces en el campo de las matemáticas, proporcionando resultados significativos. Nada impide que pueda aplicarse en otros ámbitos del saber, como la filosofía, con la expectativa de obtener también resultados importantes.

Al aplicar el método a la filosofía, es necesario comenzar por el análisis de nuestros conocimientos, con el objetivo de alcanzar una verdad o intuición absolutamente cierta que sirva de fundamento para el resto de nuestro saber. Esta verdad no puede ofrecer el más mínimo motivo de duda, pues de lo contrario no sería un fundamento sólido para otros conocimientos.

La Duda Metódica como Primer Paso

De aquí se sigue que el primer paso del método aplicado a la filosofía consiste en la duda metódica, es decir, la eliminación de todo aquello de lo que sea posible dudar en nuestro conocimiento.

Descartes propone tres motivos para dudar:

  1. La falacia de los sentidos.
  2. La imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño.
  3. La hipótesis del genio maligno.

La duda, llevada hasta este extremo, parece conducir al escepticismo. Descartes lo consideró así durante algún tiempo, hasta que encontró una verdad absolutamente cierta de la que era imposible dudar. Esta verdad es la propia existencia como sujeto que duda y piensa: «Pienso, luego existo» (Cogito, ergo sum). Podemos dudar de todo, excepto de que dudamos; por lo tanto, si dudo, pienso, y si pienso, existo.

Descartes y Platón: Paralelismos y Divergencias Filosóficas

Se establecerá una relación entre Descartes y Platón, dos filósofos de épocas distintas, pero con puntos de encuentro y divergencia significativos en sus sistemas de pensamiento.

Innatismo del Conocimiento

Tanto Platón como Descartes defienden el innatismo del conocimiento. Para Platón, esto implica que las ideas son conocidas por el alma antes de su unión con el cuerpo, residiendo en el Mundo de las Ideas. Para Descartes, las ideas verdaderas son connaturales a la Razón, emergiendo en el entendimiento por el mero hecho de usarla.

Dualismo Antropológico

Ambos filósofos defienden la dualidad del ser humano, concebido como la unión de dos sustancias absolutamente heterogéneas: alma y cuerpo. Para ambos, el alma es el lugar donde reside la verdad, y el cuerpo, la fuente de nuestros errores; sin embargo, difieren en la explicación de estos conceptos.

  • El alma platónica preexiste a su unión con el cuerpo en el Mundo de las Ideas. Con su dualismo, Platón pretende subrayar la existencia de dos ámbitos ontológicos diferentes; por ello, el alma es definida como una Idea que, tras la muerte, retorna al Mundo de las Ideas al que pertenece.
  • Descartes, por su parte, busca señalar la independencia de la razón respecto a la materia, con el fin de fundamentar la libertad en su filosofía. En definitiva, la motivación platónica es predominantemente ontológica o metafísica, mientras que la cartesiana es más antropológica e incluso moral.

Realidades Psíquicas Intermedias: Ánimo, Apetito y Pasiones

Existen realidades psíquicas intermedias que Platón denomina partes inferiores del alma (ánimo y apetito) y Descartes, pasiones. Estas realidades surgen del contacto entre lo puramente racional y lo físico, de modo que, aunque no tienen su origen en la razón, pueden llegar a afectarla. Ambos coinciden en que la tarea del hombre sabio y prudente es dominar y someter estas partes inferiores del alma o pasiones a la razón.

La Inspiración Matemática en la Filosofía

Platón y Descartes se inspiran en las matemáticas para desarrollar su filosofía. Para Platón, el conocimiento matemático o pensamiento discursivo (dianoia) formaba parte de la episteme (verdadero conocimiento) y servía como preparación para alcanzar la dialéctica, el conocimiento supremo de la Idea de Bien. Mediante las matemáticas, el hombre sabio acostumbraba su razón a tratar con las ideas, preparándose así para conocer las Ideas puras, que era el objetivo último del verdadero sabio.

Descartes también afirma en la Parte II del Discurso del Método que tomó como modelo el método utilizado por los matemáticos para construir el suyo propio, de modo que este es, en realidad, una imitación del método lógico-matemático, aunque superando sus posibles desventajas. Descartes afirma también que, gracias al estudio de las matemáticas, preparó su razón para conocer posteriormente la verdad filosófica.

Concepción de la “Idea” y el Idealismo

Dentro de la filosofía tradicional, ambos autores pueden englobarse en el pensamiento idealista, dado que reservan a las ideas o conceptos el más alto grado de veracidad y certeza entre los distintos tipos de conocimiento. Sin embargo, la concepción de «idea» que presentan es completamente diferente:

  • Para Platón, las Ideas o Formas tienen una «realidad separada», una existencia real fuera del sujeto.
  • Para Descartes, son fundamentalmente contenidos mentales que residen en el pensamiento.

En definitiva, ambos autores sostienen que es mediante la razón, y no los sentidos, como se puede alcanzar el conocimiento verdadero sin posibilidad de error.