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Conceptos Clave del Racionalismo y Empirismo en Filosofía
Vocabulario del Racionalismo
Análisis: Método de estudio o investigación consistente en descomponer un todo en sus elementos más simples y estudiarlo en éstos o a partir de éstos. Se opone a la síntesis, método de sentido inverso que lo complementa para el estudio de un objeto.
Armonía preestablecida: Puesto que la actividad de cada sustancia o mónada es autónoma y las mónadas no reciben influencia alguna de agentes exteriores, el orden y correspondencia entre ellas no puede explicarse por la interacción recíproca, sino porque sus acciones han sido previamente acordadas por Dios. La armonía preestablecida es, pues, la correspondencia acordada por Dios entre las distintas mónadas de modo que las acciones de éstas se correspondan y concurran a un orden común.
Axioma: En el racionalismo filosófico, un axioma es una proposición evidente por sí misma, que no requiere demostración y sirve como base para el conocimiento. Descartes, como racionalista, utilizó axiomas para construir su sistema filosófico, partiendo del cogito, ergo sum (“pienso, luego existo”). En matemáticas y lógica, los axiomas fundamentan sistemas deductivos, donde el conocimiento se deriva de principios iniciales. Spinoza aplicó axiomas en su Ética, imitando el método geométrico de Euclides. Para los racionalistas, los axiomas reflejan verdades universales accesibles mediante la razón, sin necesidad de experiencia sensorial, diferenciándolos del empirismo, que depende de la observación.
Cartesianismo: El racionalismo cartesiano, desarrollado por René Descartes, sostiene que la razón es la fuente principal del conocimiento, priorizando ideas innatas sobre la experiencia sensorial. Descartes aplicó la duda metódica para rechazar creencias inciertas y desarrolló como primer principio el cogito, ergo sum (“pienso, luego existo”), considerada una verdad indudable. Propuso la existencia de ideas claras y distintas, accesibles solo mediante la razón. Además, formuló el dualismo sustancial, distinguiendo la res cogitans (mente) de la res extensa (materia). Su método influyó en la ciencia y la filosofía moderna, promoviendo el pensamiento sistemático y la deducción lógica.
Cogito: El cogito es el principio fundamental del racionalismo cartesiano, expresado en la frase cogito, ergo sum (“pienso, luego existo”). René Descartes lo formuló en su obra Meditaciones Metafísicas como una verdad indudable que resiste a la duda metódica. Al cuestionar todo, Descartes descubrió que la única certeza absoluta es la existencia del pensamiento, pues incluso dudar es una forma de pensamiento. El cogito establece que la existencia del sujeto pensante es la base del conocimiento y la filosofía. A partir de él, Descartes reconstruye el saber, diferenciando la mente (res cogitans) de la materia (res extensa).
Deducción: La deducción es un método de razonamiento lógico en el que se extraen conclusiones necesarias a partir de premisas generales. En filosofía, el racionalismo cartesiano la considera esencial para alcanzar el conocimiento cierto, ya que permite derivar verdades a partir de principios evidentes, como los axiomas. Descartes la empleó en su método filosófico, buscando construir un sistema de conocimiento basado en ideas claras y distintas. En lógica, la deducción se opone a la inducción, que parte de casos particulares para formular generalizaciones. Un ejemplo clásico de deducción es: “Todos los humanos son mortales. Sócrates es humano. Por lo tanto, Sócrates es mortal”.
Entendimiento: En el racionalismo cartesiano, Descartes lo considera la capacidad de captar ideas claras y distintas, siendo clave para alcanzar verdades universales. Para Kant, el entendimiento estructura la experiencia mediante categorías a priori, organizando el conocimiento. En contraste con la razón, que busca principios últimos, el entendimiento opera aplicando reglas y conceptos. También se diferencia de la sensibilidad, que solo recibe datos. Es fundamental en la epistemología, pues permite distinguir entre conocimiento verdadero y mera opinión.
Epistemología: En el racionalismo, la epistemología es la rama de la filosofía que estudia el conocimiento, su origen, naturaleza y límites. Los racionalistas, como Descartes, sostienen que el conocimiento verdadero proviene de la razón y no de la experiencia sensorial. Afirman la existencia de ideas innatas y principios evidentes (axiomas) que permiten deducir verdades universales. Descartes, con su cogito, ergo sum, establece la certeza del pensamiento como base del conocimiento. En oposición al empirismo, que enfatiza la experiencia, el racionalismo confía en la deducción y la lógica para alcanzar la verdad, influenciando el desarrollo de la ciencia moderna.
Escepticismo: En el contexto filosófico del racionalismo, el escepticismo cuestiona la posibilidad de alcanzar el conocimiento seguro. Mientras que los racionalistas, como Descartes, buscan certezas a través de la razón, el escepticismo desafía la validez de nuestras creencias y percepciones. Descartes, ante el escepticismo, utiliza la duda metódica para poner en duda todo conocimiento que no sea indudable, como el cogito, ergo sum, que establece como certeza absoluta. El escepticismo, aunque se opone a la confianza en la experiencia sensorial, también plantea límites sobre lo que realmente podemos conocer con certeza, una preocupación que el racionalismo intenta superar.
Idea: En el contexto del racionalismo, las ideas son fundamentales para el conocimiento. Para Descartes, las ideas claras y distintas son aquellas que, por su evidencia y certeza, constituyen la base del saber verdadero. Las ideas innatas, por ejemplo, son aquellas con las que nacemos y no derivan de la experiencia sensorial. En este sentido, el racionalismo postula que el conocimiento verdadero no depende de lo que percibimos, sino de la razón, que organiza y entiende las ideas.
Idea adventicia: En filosofía, especialmente en el contexto del racionalismo, una idea adventicia es aquella que proviene de la experiencia externa, es decir, de los sentidos. A diferencia de las ideas innatas, que se consideran preexistentes en la mente y no derivan de la experiencia, las ideas adventicias son adquiridas a través de la interacción con el mundo exterior. Para Descartes, las ideas adventicias pueden ser engañosas, ya que la percepción sensorial no siempre refleja la realidad con certeza. Por ello, Descartes establece que solo las ideas claras y distintas, producto de la razón, pueden considerarse verdaderas y seguras.
Idea facticia: Una idea facticia es una idea que resulta de la combinación o elaboración de otras ideas, pero que no tiene una existencia independiente en la realidad. En el contexto del racionalismo, especialmente en la filosofía de Descartes, las ideas facticias son aquellas que surgen de la mente humana al combinar elementos de ideas previas. Por ejemplo, la idea de un “unicornio” sería facticia, ya que se forma a partir de la combinación de las ideas de “caballo” y “cuerno”. Estas ideas no corresponden a algo que existe por sí mismo en el mundo exterior, sino que son construcciones mentales.
Idea innata: Una idea innata es una idea que, según el racionalismo, está presente en la mente desde el nacimiento y no proviene de la experiencia sensorial. Filósofos como René Descartes y John Locke (aunque con matices diferentes) discutieron este concepto. Para Descartes, las ideas innatas son aquellas que existen en la mente de forma natural, independientemente de la experiencia, y son fundamentales para el conocimiento verdadero. Ejemplos típicos de ideas innatas son las nociones de Dios, el infinito, y las verdades matemáticas, que, según el racionalismo, se descubren a través de la razón, no a través de los sentidos.
Inducción: La inducción es un método de razonamiento en el que se infieren generalizaciones a partir de observaciones o casos particulares. A diferencia de la deducción, que parte de principios generales para llegar a conclusiones específicas, la inducción se mueve del específico al general. En filosofía y ciencia, se usa para formular teorías y leyes basadas en patrones observados. Por ejemplo, al observar varios cuervos y notar que todos son negros, se podría inducir que “todos los cuervos son negros”. Aunque la inducción es útil, no garantiza certezas absolutas, ya que siempre existe la posibilidad de que se presenten excepciones.
Intuición: En filosofía, la intuición se refiere a un tipo de conocimiento directo e inmediato, sin necesidad de razonamiento o análisis lógico. Es un conocimiento que se experimenta de manera instantánea y clara, a menudo considerado como autoevidente o evidente por sí mismo. En el contexto del racionalismo, filósofos como René Descartes y Gottfried Leibniz atribuyen a la intuición un papel crucial, pues se considera que ciertas verdades fundamentales, como las matemáticas o principios lógicos, son captadas intuitivamente por la razón. En este sentido, la intuición no depende de la experiencia sensorial, sino de una capacidad intelectual inherente a la mente.
Libertad: En filosofía, la libertad se refiere a la capacidad del ser humano para actuar según su propia voluntad, sin estar determinada por factores externos o internos que restringen su elección. En el contexto del racionalismo, la libertad se entiende frecuentemente en relación con la razón y la autonomía. Filósofos como René Descartes creían que la verdadera libertad reside en la capacidad de la mente racional para tomar decisiones independientes de los condicionamientos sensoriales o físicos. Sin embargo, este concepto se enfrenta al determinismo, que sostiene que todos los eventos, incluidas las decisiones humanas, están causados por condiciones previas, limitando la libertad.
Libre albedrío: El libre albedrío es la capacidad de tomar decisiones de manera libre y consciente, sin estar completamente determinado por factores externos, biológicos o divinos. En filosofía, se refiere a la facultad humana de elegir entre diferentes opciones, actuando de acuerdo con la propia voluntad y sin una necesidad causal predeterminada. En el contexto del racionalismo, el libre albedrío se asocia con la autonomía de la razón. Filósofos como René Descartes defendieron que, aunque el cuerpo está sujeto a leyes naturales, la mente tiene la capacidad de decidir libremente, guiada por la razón. Este concepto se debate frente al determinismo, que sostiene que nuestras decisiones están predeterminadas por causas previas.
Mecanicismo: El mecanicismo es una corriente filosófica y científica que sostiene que todos los fenómenos del universo, incluidos los procesos biológicos y psicológicos, pueden explicarse mediante leyes físicas y principios de la mecánica. En el contexto del racionalismo y la filosofía de la naturaleza, el mecanicismo ve la naturaleza como una máquina gobernada por leyes causales y deterministas. René Descartes, por ejemplo, adoptó una visión mecanicista del cuerpo humano, comparándolo con una máquina en la que las funciones biológicas son el resultado de interacciones físicas. En este enfoque, los fenómenos naturales, como el movimiento de los planetas o el comportamiento de los seres vivos, están determinados por causas materiales y mecánicas, sin necesidad de apelar a intervenciones sobrenaturales o espirituales.
Metafísica: La metafísica es una rama de la filosofía que se ocupa del estudio de la realidad en su nivel más fundamental, explorando cuestiones sobre la existencia, la naturaleza del ser, el tiempo, el espacio, la causa y la sustancia. Se pregunta por lo que está más allá de lo físico, es decir, por los principios y fundamentos subyacentes que explican el mundo tal como lo conocemos. En el contexto del racionalismo, la metafísica busca comprender la estructura esencial de la realidad a través de la razón. Filósofos como René Descartes y Baruch Spinoza desarrollaron sistemas metafísicos en los que la razón y las ideas claras y distintas son clave para acceder al conocimiento de lo que realmente existe, más allá de lo percibido por los sentidos.
Método: El método en filosofía se refiere al conjunto de procedimientos y técnicas empleadas para alcanzar el conocimiento o para abordar problemas filosóficos de manera sistemática y ordenada. En el racionalismo, el método se basa en la razón como herramienta fundamental para alcanzar la verdad. René Descartes, por ejemplo, desarrolló el método cartesiano, que se centra en la duda metódica, es decir, en cuestionar todo lo que no es absolutamente seguro, hasta llegar a certezas indudables, como el cogito, ergo sum (“pienso, luego existo”). Este método busca la claridad y distinción en el pensamiento, y prioriza la deducción lógica sobre la observación empírica.
Mónada: La mónada es un concepto filosófico introducido por Gottfried Wilhelm Leibniz para describir las unidades fundamentales e indivisibles que componen la realidad. Según Leibniz, las mónadas son sustancias simples, sin extensión ni partes, que constituyen el universo. Cada mónada refleja, de manera única, el universo entero desde su perspectiva, en lo que Leibniz llama preestablecimiento armónico, una armonía que coordina todas las mónadas sin necesidad de interacción directa entre ellas. Las mónadas son, por tanto, entidades puramente espirituales o mentales, que, a pesar de no tener una relación causal directa, están en armonía para conformar la totalidad del mundo.
Necesario: En filosofía, lo necesario se refiere a aquello que no puede ser de otro modo, es decir, que debe existir o suceder de una manera determinada, independientemente de cualquier condición externa. Se contrapone a lo contingente, que podría ser de otra manera, dependiendo de circunstancias o condiciones específicas. En el racionalismo, lo necesario es fundamental para la construcción de un conocimiento cierto y universal. Por ejemplo, en la filosofía de René Descartes, las verdades claras y distintas son consideradas necesarias, ya que su certeza es indudable y no depende de la percepción sensorial, sino de la razón. En lógica y matemática, las proposiciones necesarias son aquellas que son verdaderas en todos los posibles mundos o circunstancias.
Racionalismo: El racionalismo es una corriente filosófica que sostiene que la razón es la fuente principal y más confiable del conocimiento, y que la realidad puede ser comprendida a través de principios racionales, más allá de la experiencia sensorial. En oposición al empirismo, que enfatiza el conocimiento derivado de los sentidos, los racionalistas creen que existen ideas innatas y verdades universales accesibles solo a través de la razón. Filósofos como René Descartes, Baruch Spinoza y Gottfried Leibniz son algunos de los principales exponentes del racionalismo, quienes desarrollaron sistemas filosóficos que priorizan la deducción lógica, las matemáticas y la claridad mental para comprender el mundo.
Res cogitans: La res cogitans es uno de los dos tipos de sustancias que, según René Descartes, constituyen la realidad. En su filosofía dualista, Descartes distingue entre la res cogitans (la “cosa pensante”) y la res extensa (la “cosa extensa”). La res cogitans se refiere al pensamiento, la mente o el alma, y engloba todas las actividades relacionadas con la conciencia, la razón, las ideas y las emociones. Es la parte del ser humano que no se puede dividir ni medir y que, según Descartes, es la única certeza indudable, expresada en el famoso cogito, ergo sum (“pienso, luego existo”). La res cogitans es distinta de la res extensa, que representa la materia y el mundo físico.
Res extensa: La res extensa es uno de los dos tipos de sustancias que René Descartes propone en su filosofía dualista. Junto con la res cogitans (la cosa pensante, o mente), la res extensa se refiere a la “cosa extensa” o el mundo material, es decir, todo lo que tiene extensión, ocupando un espacio y siendo susceptible de ser medido y descrito por las ciencias naturales. La res extensa incluye el cuerpo humano, los objetos materiales y la naturaleza en general, que funciona de acuerdo con leyes físicas. Según Descartes, mientras que la res cogitans es la esfera del pensamiento y la conciencia, la res extensa está determinada por las leyes de la mecánica y la física, separando así el mundo mental del mundo físico en su modelo de la realidad.
Res infinita: El término res infinita no es un concepto específico ampliamente reconocido en la filosofía cartesiana o en la tradición filosófica en general, pero podría entenderse en relación con los conceptos de infinito o Dios en el pensamiento de René Descartes y otros filósofos racionalistas. En la filosofía de Descartes, Dios podría considerarse una “res infinita” en el sentido de que, para él, Dios es una sustancia infinita, eterna y perfecta, cuya existencia es la base de la certeza de la realidad y la verdad. Descartes argumenta que la idea de un ser infinito es innata en la mente humana y solo puede provenir de un ser que realmente sea infinito. Por lo tanto, en este contexto, una res infinita sería una sustancia cuya naturaleza no está limitada ni finita, y la noción de Dios como un ser infinito desempeña un papel central en la metafísica cartesiana, dado que la certeza de la existencia de un mundo exterior y la veracidad de las percepciones humanas depende de la existencia de un ser perfecto e infinito.
Sensibilidad: La sensibilidad en filosofía se refiere a la capacidad de recibir y procesar estímulos del mundo exterior a través de los sentidos. Es una facultad que permite a los seres humanos percibir y experimentar el entorno, y está asociada con el conocimiento empírico, es decir, el conocimiento que proviene de la experiencia directa. En el contexto del racionalismo, la sensibilidad se considera secundaria en comparación con la razón, que es vista como la fuente principal del conocimiento verdadero y universal. Filósofos como René Descartes y Gottfried Leibniz diferencian la sensibilidad, que está ligada a la percepción y a las emociones, de la razón, que está vinculada a la reflexión lógica y a la deducción. Para los racionalistas, las percepciones sensoriales no siempre reflejan la realidad con certeza, ya que pueden ser engañosas, mientras que la razón permite acceder a verdades más profundas y universales.
Ser: En el racionalismo, el ser está vinculado a la idea de que la razón humana puede llegar a conocer las verdades esenciales sobre la realidad, más allá de la experiencia sensorial. Descartes, por ejemplo, partió de la certeza del cogito (el “pienso, luego existo”) como una forma de asegurar la existencia del ser humano. Para filósofos como Leibniz, el ser es compuesto de unidades fundamentales, las mónadas, que constituyen la totalidad de la realidad. En este sentido, el ser es considerado tanto un concepto metafísico como una base de la comprensión del mundo.
Síntesis: La síntesis es un proceso filosófico y lógico en el que se combinan elementos o ideas distintas para formar una nueva totalidad o comprensión más compleja. En el contexto de la filosofía, la síntesis busca superar las contradicciones entre ideas opuestas, fusionando aspectos de diferentes perspectivas para llegar a una visión más integrada. Este concepto es central en la dialéctica hegeliana, donde se presenta como la resolución de una contradicción entre una tesis y una antítesis, dando lugar a una nueva comprensión, la síntesis. En el racionalismo, la síntesis también se refiere al proceso de integrar diversos conocimientos racionales para lograr un entendimiento coherente y sistemático de la realidad, basados en la deducción y la razón. Por ejemplo, en el pensamiento cartesiano, la síntesis podría considerarse como el modo de integrar la razón y la duda metódica para llegar a verdades claras y distintas.
Sustancia: En filosofía, la sustancia se refiere a lo que tiene existencia en sí mismo, lo que subyace y sostiene las propiedades o accidentes de las cosas, y de lo que depende para existir. Es el concepto que intenta explicar lo que hace que algo sea lo que es y permanecer a través del cambio. En la filosofía de René Descartes, por ejemplo, la sustancia se divide en res cogitans (la mente o sustancia pensante) y res extensa (la materia o sustancia extensa), dos aspectos fundamentales de la realidad. Para Descartes, las sustancias son independientes en su naturaleza: la mente es pensante, y la materia es extendida y regida por leyes físicas. En el contexto del racionalismo, la sustancia es vista como algo que puede ser comprendida a través de la razón y no depende de la experiencia sensorial. La sustancia es algo que debe ser conocido de manera clara y distinta, y puede ser descrita por principios lógicos y matemáticos. Por ejemplo, en la teoría de Spinoza, Dios o la naturaleza es una única sustancia que se manifiesta en todas las cosas, una visión panteísta que identifica la sustancia con el todo del universo.
Universales: En la historia de la filosofía, ha habido varias teorías sobre los universales. Platón los consideraba entidades reales e independientes del mundo sensible, existiendo en un plano trascendental de las Ideas. En contraste, los aristotélicos sostenían que los universales solo existen en los objetos particulares, como una propiedad inherente a ellos. En la tradición racionalista, como en la de René Descartes y Gottfried Leibniz, los universales son comprendidos como conceptos que existen en la mente, accesibles por la razón y no necesariamente vinculados a la experiencia sensorial. Para los racionalistas, la razón permite abstraer y comprender estos universales, como las propiedades matemáticas o lógicas, que tienen una existencia objetiva y necesaria.
Voluntad: En filosofía, la voluntad se refiere a la facultad o capacidad de elegir según el deseo o la razón, sin estar completamente determinada por causas externas o internas. En el contexto del racionalismo, la voluntad es vista como una facultad de la mente que actúa en armonía con la razón. Filósofos como René Descartes consideraron que la voluntad es libre, pero que su ejercicio adecuado debe estar guiado por la razón para tomar decisiones verdaderas y sabias. La voluntad es central para los debates sobre el libre albedrío y el determinismo, ya que plantea la cuestión de si nuestras decisiones están realmente bajo nuestro control o si están determinadas por factores previos.
Vocabulario del Empirismo
Empirismo: El empirismo es una corriente filosófica que sostiene que el conocimiento proviene principalmente de la experiencia sensorial, es decir, de lo que percibimos a través de los sentidos. Filósofos como John Locke, George Berkeley y David Hume defendieron que la mente humana es una “tabla rasa” al nacer, y que todas las ideas y conocimientos surgen de las impresiones sensoriales. A diferencia del racionalismo, que confía en la razón y las ideas innatas, el empirismo subraya la importancia de la observación y la experiencia para obtener conocimiento confiable sobre el mundo.
Experiencia: En filosofía, la experiencia se refiere al conocimiento adquirido a través de la percepción sensorial y la interacción con el mundo. Es el proceso mediante el cual los seres humanos recogen información del entorno a través de los sentidos (vista, oído, tacto, gusto y olfato) y la interpretan para formar creencias o conocimientos. En el empirismo, la experiencia es fundamental, ya que se considera la fuente primaria de todo conocimiento. Filósofos como John Locke y David Hume defendieron que nuestra mente es una “tabla rasa” que se llena con ideas provenientes de la experiencia. Para el empirismo, la experiencia es crucial para comprender la realidad.
Inductismo: El inductismo es un enfoque filosófico y científico que sostiene que el conocimiento general y las leyes universales deben derivarse de la observación de hechos particulares o casos específicos. Es un proceso mediante el cual se infieren principios generales a partir de una acumulación de experiencias particulares. En el contexto de la ciencia, el inductismo se relaciona con el método científico de recopilar datos a través de la observación y la experimentación, y luego formular teorías o leyes generales basadas en esos datos. Filósofos como Francis Bacon fueron defensores del inductismo, argumentando que el conocimiento debería construirse sobre la base de la evidencia empírica acumulada, en lugar de partir de teorías previas o principios abstractos. Sin embargo, el inductismo ha sido criticado por su tendencia a generalizar sin la certeza de que los patrones observados se aplican siempre.
Observación: La observación es un proceso fundamental en la adquisición de conocimiento, en el que se perciben y analizan fenómenos del mundo mediante los sentidos o instrumentos específicos. En filosofía, especialmente en el empirismo, la observación es crucial, ya que se considera la base para todo conocimiento. Filósofos como John Locke y David Hume defendieron que la mente humana obtiene ideas y conceptos principalmente a través de la observación de los objetos y eventos en el mundo. La observación permite a los individuos recopilar información empírica, que luego puede ser interpretada, analizada y utilizada para formular teorías o principios generales sobre la realidad.
Percepción: La percepción es el proceso mediante el cual los seres humanos y otros organismos interpretan y organizan la información sensorial recibida del entorno para formar una representación consciente de la realidad. En filosofía, la percepción es fundamental para entender cómo adquirimos conocimiento sobre el mundo. En el empirismo, se considera que todo conocimiento se origina a partir de las percepciones sensoriales, es decir, de lo que vemos, oímos, tocamos, olemos y saboreamos. Filósofos como John Locke y George Berkeley argumentaron que nuestras ideas y conceptos provienen de las impresiones sensoriales que percibimos del mundo. Sin embargo, la percepción también está sujeta a interpretaciones mentales, y en ocasiones puede ser engañosa o distorsionada, lo que plantea cuestiones sobre su confiabilidad.
Sensación: La sensación es el proceso inicial y físico de captar estímulos del entorno a través de los sentidos, como la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato. Es la experiencia directa y cruda de los estímulos, antes de que sean interpretados por la mente. En filosofía, especialmente en el empirismo, se considera que las sensaciones son la base para la formación del conocimiento. Filósofos como John Locke y David Hume sostenían que las sensaciones, que son las impresiones directas de los sentidos, se combinan y se transforman en ideas más complejas a través de la reflexión y el pensamiento. La sensación, por tanto, es el primer paso en el proceso de conocer el mundo.
Relativismo: El relativismo es una corriente filosófica que sostiene que las verdades, valores y principios no son absolutos ni universales, sino que dependen de contextos particulares, como la cultura, la historia, la percepción individual o las circunstancias. Según el relativismo, lo que se considera “verdadero” o “bueno” puede variar según diferentes puntos de vista o sistemas de creencias. Existen diversas formas de relativismo, como el relativismo cultural, que afirma que los valores y normas morales son válidos solo dentro de una cultura específica, y el relativismo epistemológico, que sostiene que el conocimiento es relativo al contexto y los marcos de referencia en los que se encuentra. El relativismo se ha debatido ampliamente, con críticas que argumentan que puede llevar a la inconsistencia y la falta de un estándar universal para juzgar la moralidad o la verdad.
Tabula rasa: El concepto de tabula rasa (literalmente “tabla rasa” en latín) se refiere a la idea de que la mente humana al nacer es una “página en blanco”, sin contenido o ideas innatas. Según esta teoría, todo conocimiento proviene de la experiencia y la percepción del mundo, a través de los sentidos. Esta noción es fundamental en el empirismo y fue popularizada por filósofos como John Locke, quien argumentó que, al nacer, los seres humanos carecen de cualquier conocimiento previo, y que es la experiencia la que forma y llena la mente con ideas. El concepto de tabula rasa contrasta con las ideas innatas del racionalismo, que sostiene que algunos conocimientos y principios son inherentes a la mente desde el nacimiento.
Cuestiones de hecho: En el contexto del empirismo filosófico, las “cuestiones de hecho” son proposiciones cuyo conocimiento depende de la experiencia sensorial y la observación. David Hume, un destacado empirista, las diferenció de las “relaciones de ideas”, que son verdades lógicas y necesarias (como las matemáticas). Las cuestiones de hecho no son necesariamente ciertas; su verdad o falsedad se verifica mediante evidencia empírica. Este enfoque subraya la dependencia del empirismo en los sentidos como fuente de conocimiento.
Relaciones de ideas: En el contexto del empirismo filosófico, las “relaciones de ideas” son proposiciones cuya verdad se determina a priori, es decir, independientemente de la experiencia sensorial. Según David Hume, estas relaciones son verdades necesarias, lógicas y autoevidentes, como las matemáticas y la lógica (por ejemplo, “2 + 2 = 4”). A diferencia de las “cuestiones de hecho”, que dependen de la experiencia empírica, las relaciones de ideas no se basan en observaciones del mundo, sino en el razonamiento puro. Son universales e inmutables, ya que negar una relación de ideas conlleva una contradicción, destacando el límite entre el conocimiento empírico y la lógica inherente.
Conceptos Conjuntos (Racionalismo y Empirismo)
Hipótesis: En el empirismo y el racionalismo, las hipótesis representan diferentes enfoques hacia el conocimiento. En el empirismo, las hipótesis son ideas provisionales basadas en la observación sensorial y la experiencia; deben ser verificables mediante evidencia empírica. Por ejemplo, Francis Bacon promovía el método inductivo, donde las hipótesis emergen de la recolección de datos. En contraste, el racionalismo, como el de René Descartes, ve las hipótesis como deducciones lógicas basadas en principios innatos y razonamiento a priori, independiente de los sentidos. Ambos enfoques coinciden en que las hipótesis son herramientas clave para avanzar el conocimiento, pero difieren en sus fundamentos y métodos.
Intelecto: En el empirismo, el intelecto es la capacidad para procesar y organizar los datos que provienen de los sentidos. Filósofos como John Locke sostenían que la mente es una “tabla rasa” al nacer, moldeada únicamente por la experiencia. Para el racionalismo, sin embargo, el intelecto tiene un papel más activo, ya que es la fuente de ideas innatas y principios a priori que estructuran el conocimiento. René Descartes, por ejemplo, consideraba al intelecto como la facultad que permite alcanzar verdades universales mediante el razonamiento lógico. Ambos enfoques reconocen el intelecto como esencial, aunque difieren en su origen y funcionamiento.
Humanismo: En el contexto del empirismo y el racionalismo, el humanismo pone al ser humano y su capacidad de conocimiento en el centro de la reflexión filosófica. Desde el empirismo, el humanismo valora la experiencia y el aprendizaje como bases para el desarrollo humano. John Locke defendía la educación y la observación empírica como pilares del progreso individual y social. En el racionalismo, el humanismo se vincula al poder del intelecto y la razón como herramientas para entender y mejorar el mundo. Filósofos como René Descartes exaltaban la capacidad innata del ser humano para alcanzar verdades universales mediante el pensamiento lógico.
Mente: En el empirismo, la mente es un receptor pasivo que adquiere conocimiento a través de la experiencia sensorial. John Locke describió la mente como una “tabla rasa“, sin contenido innato, moldeada por el aprendizaje y la observación. En contraste, el racionalismo, como el de René Descartes, considera la mente como activa y dotada de ideas innatas y principios a priori que guían el pensamiento lógico. Para los racionalistas, la mente tiene un papel central en la búsqueda de verdades universales, independiente de los sentidos. Ambos enfoques destacan la mente, pero difieren en su origen del conocimiento y su función.