Teatro en España antes de 1936: Comedia burguesa, teatro en verso y nuevas tendencias

TEMA 4 EL TEATRO ANTERIOR A 1936

Determinado por unas condiciones comerciales con consecuencias tanto ideológicas y estéticas, surgen 2 grupos

A  el teatro que triunfa

La comedia burguesa (o alta comedia) de Benavente: Jacinto Benavente comienza con un teatro audaz en El nido ajeno (1894), obra en la que habla de la situación opresiva de la mujer casada en la sociedad burguesa, esta comedia fue un fracaso y hubo de retirarse del cartel dada la indignación del público. Benavente aceptará los límites establecidos y obtendrá un gran éxito. En sus obras posteriores sigue retratando a las clases altas, con sus hipocresías y convencionalismos, pero atenuando la carga crítica. Su producción se mantendrá en la línea de la llamada “comedia de salón”, a excepción de su obra más importante, la farsa Los intereses creados (1907), utiliza el ambiente y los personajes de la commedia para mostrar una visión cínica. Otro de sus grandes éxitos fue La malquerida (1913), drama rural centrado en una pasión prohibida. Aunque llamado conservador y ñoño por los sectores más jóvenes de su tiempo, Benavente obtuvo el Premio Nobel en 1922 y su prestigio entre el público se mantuvo incluso en la posguerra. A él le corresponde el mérito de haber acabado con los residuos del drama posromántico.

El teatro en verso

Este teatro “en verso” combinaba la herencia del drama romántico con rasgos del estilo modernista y se asociaba a una ideología tradicionalista que, ante la crisis espiritual de la época, exaltaba los ideales nobiliarios y los grandes hechos del pasado. Sus principales representantes son Francisco Villaespesa (1877-1936). También los hermanos Machado escribieron conjuntamente dramas históricos.

Teatro cómico-costumbrista: Hubo dos géneros que alcanzaron un gran éxito de público: la comedia costumbrista y el sainete, inspirados en los tipos y ambientes que emplean un lenguaje casticista. Destaca los hermanos Álvarez Quintero, Serafín y Joaquín, que llevan a escena una Andalucía, llena de un humor intrascendente, y Carlos Arniches, que retrata en sus obras el ambiente madrileño, con un habla castiza. Lo más interesante de la producción de este autor es, sin embargo, un intento de género nuevo “tragedia grotesca”, se funden lo risible y lo conmovedor, y encontramos una actitud crítica ante las costumbres y las injusticias sociales.

B teatro que pretende innovar

Teatro de Valle-Inclán:

Declarado antiburgués, Valle se refugia en los viejos valores de una sociedad rural y en ideales aristocratizantes, a partir de 1915 da un giro radical, en su ideología como en su literatura, adoptando posiciones revolucionarias. Así, en su producción evoluciona desde un modernismo elegante y nostálgico a una literatura crítica, basada en la distorsión de la realidad, que él mismo denominó “esperpéntica”. Como en otros géneros, la primera obra es modernista, El marqués de Bradomín. Pero en su teatro destaca la creación del “esperpento”, estética a la que llega progresivamente. Rasgos esperpénticos se encuentran ya en su ciclo de Comedias bárbaras, un teatro mítico, donde se describe un ambiente rural gallego, con toda su miseria, poblado de personajes extraños, violentos o tarados, dominados por las pasiones.

Ese mismo año Valle publica Luces de bohemia (1920), primera obra a la que da el nombre de “esperpento” y donde formula, en boca de su protagonista, Max Estrella, su famosa teoría estética: el esperpentismo o deformación sistemática de la realidad como forma de retratar una sociedad deforme como la española. Tres son los “esperpentos” escritos por Valle en los años siguientes: Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán. En ellos se agitan personajes grotescos, presentados con un estilo desgarrado, agrio, no se detiene ante lo repulsivo para acentuar lo deforme o lo absurdo. Según Valle, el esperpento ya lo habían inventado Quevedo y Goya; es la imagen deformada que nos devuelven los espejos cóncavos. El esperpento refleja una actitud profundamente crítica, en una época, los años veinte, en que los noventayochistas eran ya menos radicales. En su obra narrativa se distinguen dos etapas:

–una etapa modernista, constituida por una serie de relatos entre los que destacan sus Sonatas. Son las supuestas memorias del Marqués de Bradomín, un “donjuán feo, católico y sentimental”, que protagoniza una serie de aventuras amorosas. Se trata de la exaltación de un mundo decadente, visto con una mirada nostálgica

–una etapa “esperpéntica”, constituida por Tirano Banderas (1926), sobre un supuesto dictador americano, novela de gran repercusión en la literatura hispanoamericana, y por la trilogía El ruedo ibérico, violenta sátira política de la España de Isabel II. En estas novelas, como en esperpentos teatrales, el estilo es desgarrado y de gran fuerza crítica, pero en una prosa elaboradísima y genial. También en su poesía se observan las dos etapas: unos primeros libros modernistas y el último, La pipa de kif, muestra la estética esperpéntica.

Teatro generación del 27 :

En el teatro de esta generación se pueden señalar tres facetas comunes: a) una depuración del “teatro poético”; b) la incorporación de las formas de la vanguardia; c) el propósito de acercar el teatro al pueblo. Además de los poetas del 27, entre los cuales destaca la producción teatral de Rafael Alberti y, por supuesto, la de García Lorca, en esta generación otros escritores coetáneos:

–Miguel Hernández, que cultiva un teatro social con ecos de Lope de Vega (El labrador de más aire).

–Max Aub, cuyas obras renovadoras, escritas en el exilio, no se conocieron en su momento en España (San Juan).

–Alejandro Casona (1903-1965), un dramaturgo puro, que combina realidad y fantasía (La sirena varada, Los árboles mueren de pie, La dama del alba)

-La primera etapa de autores como Jardiel Poncela y Miguel Mihura, que estudiamos en el teatro de posguerra

Federico García Lorca

Trata los mismos temas que en su obra poética: frustración, deseo, dolor de vivir. Revitaliza los mitos trágicos con personajes frustrados en un plano metafísico y en un plano social, utiliza tanto el verso como la prosa, en sus obras aparecen la dimensión humana y la estética, todo ello con lenguaje poético donde convive lo popular y lo simbólico. Dividimos su trayectoria en 3 momentos.

-Serie de piezas juveniles con María Pineda, un drama en verso, donde se exalta la figura de una heroína que murió ajusticiada.

-Tras la crisis vital y estética que sufrió en NY, escribe Misterios, destacando su obra de El público, cuyos personajes encarnaban las obsesiones y conflictos secretos del poeta

-Plenitud dramática con sus grandes tragedias, Bodas de sangre, Yerma y La casa de la Bernarda Alba, ocupando la mujer un puesto central.