1. Pintura del Quattrocento en Italia
A finales del siglo XIII y principios del XIV se produjo en la región de Toscana una renovación pictórica que superaba la maniera greca o estilo bizantino. Dominaba en ella el hieratismo y la repetición de modelos, con composiciones sobrias y poco naturalistas. Giotto inicia la vía hacia la representación del natural: sus figuras ganan volumen, se sitúan en el espacio y la composición se somete a la unidad narrativa. Sin embargo, junto a él, Simone Martini y después Gentile da Fabriano se inclinarán por un preciosismo que, en cierto modo, contrastaba con los intereses de la burguesía mercantil.
Ya a inicios del siglo XV, tres autores sientan las bases del modelo florentino a partir de la perspectiva lineal y del gusto por representar la realidad: son Brunelleschi, Donatello y Masaccio.
Junto a ellos se suman otros autores:
- Fra Angelico con su inspiración lírica.
- Filippo Lippi interpretando la monumentalidad de Masaccio.
- Piero della Francesca con su dominio de la geometría y la importancia prestada a la luz.
- Paolo Uccello con su obsesión por la perspectiva y su habilidad para representar figuras en el espacio.
Todo este arte durante la primera mitad del siglo XV se redujo a la región de la Toscana, pero a mediados del siglo, por encargos o viajes, se fue difundiendo por lugares como Venecia. Destacan nuevos autores como Mantegna o Giovanni Bellini, y a final del siglo, Florencia vuelve a ser centro creador con la figura de Botticelli.
La Perspectiva Lineal
Podemos definir la perspectiva lineal, geométrica o científica como el método de representación visual tridimensional mediante el cual los objetos, personas y espacios son representados proporcionalmente según su ubicación. En este sistema destacamos las líneas de fuga, la línea del horizonte y el punto de fuga. El método fue comprobado científicamente por Alberti, quien la describió teóricamente como una pirámide visual cuya cúspide es el punto de fuga. Se trata de una perspectiva monofocal y, para que se cumpla, el observador debe mirar desde un único punto fijo (idealmente, con un solo ojo).
El primer pintor que lo llevó a cabo de forma sistemática fue Masaccio en la Capilla Brancacci y en su fresco de La Trinidad.
2. Escultura del Quattrocento en Italia
De todas las artes (arquitectura, escultura y pintura), fue la escultura la que antes comenzó a recuperar los modelos de la antigüedad clásica grecorromana. Se recuperaron técnicas, materiales y conceptos como el canon de proporciones, la armonía y la representación del desnudo.
Ghiberti
El primer autor que debemos mencionar es Ghiberti, un escultor que compitió con otros por realizar las puertas del Baptisterio de la catedral de Santa Maria del Fiore en Florencia. En esa competición le ganó a Brunelleschi, que también aspiraba al dominio de la escultura. Ghiberti realizó estas primeras puertas con diferentes escenas enmarcadas en marcos polilobulados que le daban un aspecto cercano al gótico, si bien domina ya en ellos el sentido del volumen y otros aspectos como la anatomía. Tras estas, hizo otras puertas con un planteamiento totalmente nuevo: enmarcó cada escena en un plano cuadrado y concibió cada una con un sentido espacial, creando profundidad mediante un relieve que disminuye gradualmente (schiacciato); tuvo en cuenta ya los criterios de la perspectiva que se aplicarían especialmente en la pintura, y eso hizo que su obra fuese completamente nueva. Estas puertas fueron tan admiradas que Miguel Ángel las llamó “Puertas del Paraíso” por ser dignas de la entrada del mismo.
Donatello
El segundo autor es Donatello, el escultor más importante del siglo XV. Destacamos que viajó con Brunelleschi a Roma para estudiar los monumentos antiguos y la Antigüedad en general. Sus esculturas tratan ante todo de la figura humana, y lo hizo en todas las etapas de la vida:
- La escultura del David, vencedor de Goliat, nos muestra a un joven desnudo en sus primeras fases de pubertad; la escultura está tratada con una suavidad y una sensualidad que nos recuerda a Praxíteles, y se trata del primer desnudo masculino exento de gran formato desde la Antigüedad clásica.
- En la escultura de San Jorge, nos muestra a un joven ya adulto, seguro de sí mismo y con toda la fuerza de la madurez; es una escultura rotunda y compacta.
- Otra obra es el Profeta Habacuc (conocido como Il Zuccone), donde nos muestra a un anciano al que le pesa emocionalmente el peso de la vida y su deterioro.
- Otra obra es la escultura ecuestre del Condotiero Gattamelata, donde por primera vez se realiza una escultura ecuestre monumental en bronce, género que no se abordaba desde la Antigüedad; el referente fue la estatua ecuestre de Marco Aurelio, pero Donatello necesitó añadir una esfera de apoyo bajo la pata delantera levantada del caballo para asegurar la estabilidad. Este desafío técnico lo superará plenamente otro escultor, Verrocchio, en su monumento al Condotiero Colleoni en Venecia.
Con esto añadimos otro aspecto propio de la escultura de este periodo: la escultura se hace totalmente independiente del marco arquitectónico, algo que ya se inició en el gótico, cuando la escultura empezó a independizarse de las portadas.
Ideas Principales de la Escultura del Quattrocento en Italia
La escultura fue la primera en recuperar los modelos de la antigüedad clásica grecorromana, incluyendo técnicas, materiales y conceptos como el canon, la armonía y el desnudo.
Ghiberti fue un destacado escultor del Renacimiento, conocido por sus puertas del Baptisterio de la catedral de Santa Maria del Fiore en Florencia, que demostraron un dominio del sentido del volumen y la anatomía, así como una innovación en la composición y el uso de la perspectiva (schiacciato).
Donatello es considerado el escultor más importante del siglo XV. Sus obras reflejan un estudio profundo de la figura humana en las diferentes etapas de la vida y una influencia clara de la Antigüedad clásica.
Esculturas como El David y San Jorge demuestran un dominio técnico y una expresividad emocional única en cada obra.
La escultura ecuestre del Condotiero Gattamelata, realizada por Donatello, representa una innovación al retomar el modelo ecuestre antiguo, aunque necesitó un punto de apoyo adicional. Verrocchio continuó esta línea con su obra Colleoni, conservada en Venecia.
Se destaca el cambio en la relación entre la escultura y el marco arquitectónico, con las esculturas volviéndose independientes y colocadas en plazas públicas en lugar de estar integradas en los edificios, un cambio que comenzó en el período gótico.
3. Arquitectura del Quattrocento en Italia
3.1 Brunelleschi (Filippo Brunelleschi)
Cúpula de la catedral de Florencia
A comienzos del siglo XV, la catedral gótica de Florencia (Santa Maria del Fiore) estaba sin concluir; todo el crucero estaba sin cubrir. En ese espacio no era viable una bóveda ojival y se convocó un concurso para hallar una solución. Dicho concurso lo ganó Brunelleschi, después de haber visitado Roma y haber estudiado la cúpula del Panteón de Agripa.
Brunelleschi ideó un proyecto basado en una doble cúpula (o cascarón), una interior semiesférica y otra exterior apuntada, autosoportante durante la construcción, con un sistema de nervios y anillos y una estructura interna compleja. Esta doble cúpula tiene la particularidad de que ambas se contrarrestan estructuralmente. Estéticamente destacamos el efecto bicromo, combinando el blanco de los nervios de mármol con el rojo del ladrillo.
Basílica de San Lorenzo
Es un ejemplo de obra que se rige por el principio de la armonía donde el módulo (una unidad de medida base, divisible y multiplicable, que rige las proporciones de todo el edificio) es el elemento fundamental. Tiene tres naves, y en cuanto a su lenguaje arquitectónico, presenta columnas de orden corintio, arcos de medio punto (a veces combinados con dinteles, creando el motivo de ‘arco sobre entablamento’) y una cubierta plana decorada con casetones; por todo esto tiene un lenguaje clásico. También vemos en el interior el efecto de la perspectiva mediante las líneas de fuga que convergen en un punto de fuga.
3.2 Alberti (Leon Battista Alberti)
Comenzó a trabajar como arquitecto ya mayor. Trabajó dentro y fuera de Florencia, contribuyendo así a la expansión del modelo arquitectónico florentino. Además, fue un importante teórico que escribió tratados sobre arquitectura (De re aedificatoria), pintura (De pictura) y escultura (De statua). En el de pintura, sentó las bases teóricas de la perspectiva lineal.
Destacamos dos obras:
Palacio Rucellai
Cuya fachada está formada por tres cuerpos utilizando la superposición de órdenes (toscano, jónico y corintio, adaptados en pilastras) como en el Coliseo romano. Además combinó también el arco (en las ventanas) y el dintel (en la estructura general).
Fachada de Santa María Novella
Originalmente, la iglesia es gótica. Alberti diseñó la fachada, cuyo diseño tendrá una repercusión importante, influyendo, por ejemplo, en la fachada de Il Gesù en Roma. Alberti la concibe como dos cuerpos superpuestos de diferente tamaño coronados por un frontón triangular. Estos dos cuerpos están engarzados por dos enormes volutas (elementos decorativos en forma de espiral) que ocultan los tejados de las naves laterales. Un sistema de proporciones matemáticas rige toda la fachada.
Alberti, fuera de Florencia, trabaja en Mantua y allí lleva a cabo la iglesia de San Andrés, cuyo interior (con una gran nave cubierta por bóveda de cañón y capillas laterales) sirve también de modelo al interior de la iglesia de Il Gesù.
4. Arquitectura del Cinquecento en Italia
Destacamos a los siguientes arquitectos: Bramante, Miguel Ángel, Vignola y Palladio.
4.1 Bramante (Donato Bramante)
Fue llamado a Roma por el papa Julio II y para él proyecta la nueva Basílica de San Pedro. La concibió con una planta centralizada (cruz griega) coronada por una gran cúpula inspirada en modelos romanos y bizantinos, pero no llegó a realizarse según su plan original porque murió al poco de que se iniciara. En cambio, realizó el Templete de San Pietro in Montorio, promovido por los Reyes Católicos en el lugar donde, según la tradición, fue martirizado San Pedro; se trata de un templo circular (tholos), de orden toscano en el cuerpo inferior y un segundo cuerpo (tambor) precedido por una balaustrada, coronado por una cúpula semiesférica.
4.2 Miguel Ángel (Michelangelo Buonarroti)
Fue quien se encargó de seguir las obras de la Basílica de San Pedro. Transformó el proyecto de Bramante, simplificándolo y reforzando el protagonismo de la cúpula. El modelo para la cúpula fue el de Brunelleschi en Florencia: una doble cúpula con la exterior apuntada. En el exterior de los ábsides recurre al orden gigante (pilastras que abarcan varios pisos). De todo el conjunto destacamos el potente volumen del tambor sobre el que se asienta la cúpula.
4.3 Vignola (Giacomo Barozzi da Vignola)
Trabajó en Roma como discípulo de Miguel Ángel y de él destacamos la iglesia de Il Gesù, un edificio encargado por la Compañía de Jesús y que se convirtió en referente para la Contrarreforma. El interior de este edificio se ordena en una sola nave amplia, flanqueada por capillas laterales intercomunicadas, y en el crucero destaca la cúpula sobre tambor, que contiene ventanales que permiten la entrada de la luz de forma casi teatral. En la fachada (terminada por Giacomo della Porta), se nota la influencia de Alberti (Santa María Novella), pero se diferencian en que la de Il Gesù presenta mayor plasticidad y volumen.
4.4 Palladio (Andrea Palladio)
Es el arquitecto que, tras Sansovino, dio pleno valor a la arquitectura clásica en Venecia y el Véneto. Allí destacamos la iglesia de San Giorgio Maggiore. En las afueras de Vicenza citamos la Villa Capra (o Villa Rotonda), edificio que sigue el modelo centralizado del Panteón de Agripa. Tanto Palladio como Vignola fueron importantes tratadistas, difundiendo sus ideas arquitectónicas por toda Europa.
5. Escultura Italiana del Siglo XVI (Cinquecento)
Miguel Ángel es sin duda el escultor más importante del siglo XVI. Creía que la escultura estaba preexistente dentro del bloque de mármol y que lo que el escultor hacía era liberarla. La producción escultórica de Miguel Ángel es muy amplia:
- Por encargo de un cardenal francés realiza la llamada Piedad del Vaticano (finales del siglo XV), una obra ejecutada a partir de una composición piramidal en la que Miguel Ángel se preocupa por el problema de agrupar figuras. De la obra destacamos además que en la figura de Jesús no hay signos evidentes de sufrimiento y que la Virgen es representada muy joven, casi adolescente, lo que generó comentarios en su época. En sus fundamentos filosóficos, Miguel Ángel está influido por el neoplatonismo y ello estéticamente se traduce en su interés por la belleza ideal de la forma.
- A inicios del siglo XVI, en Florencia realiza su famoso David, una obra difícil de trabajar, pues el bloque de mármol en cuestión era delgado y estrecho. En esta obra, Miguel Ángel muestra tener un dominio y conocimiento completo de la estatuaria clásica, y ello queda reflejado en el perfecto control del contrapposto y en el dominio de la anatomía. La obra nos muestra a David en el momento de tensión previo a la acción.
- De vuelta a Roma, Miguel Ángel recibe el encargo del monumento funerario para el papa Julio II; concibe un monumento grandioso que no pudo terminar, entre otras razones, por tener que trabajar en la bóveda de la Capilla Sixtina. Del conjunto nos han llegado piezas sueltas como el Moisés y algunos Esclavos. El Moisés es quizá el mejor ejemplo de esa tensión interior que llamamos terribilità. Para entonces ya se ha descubierto el Laocoonte, una escultura helenística que provocó en Miguel Ángel un gran impacto.
- El siguiente conjunto importante fue el de las tumbas mediceas de Giuliano y Lorenzo de Médici en la Sacristía Nueva de San Lorenzo. Lo realizó en Florencia y a ambos personajes nos los presenta idealizados, nada tiene que ver con sus retratos reales. Representan la vida activa y la vida contemplativa, y sobre sus sepulcros aparecen cuatro figuras alegóricas que representan la Aurora, el Día, el Crepúsculo y la Noche.
- Entre sus últimas obras, Miguel Ángel vuelve al tema de la Piedad. La Piedad Rondanini fue su última obra y nada tiene que ver con la del Vaticano; en aquella, Miguel Ángel ha abandonado su interés por la belleza formal idealizada, primando ahora la expresión espiritual y el non finito (inacabado).
6. El Eco del Renacimiento y del Manierismo en el Arte Español
En España, el Renacimiento no se establece plenamente hasta el siglo XVI. Durante el siglo anterior, la influencia predominante era la flamenca, y se considera ese periodo como una etapa de transición (hispano-flamenco o isabelino). A partir del siglo XVI, sin embargo, es el arte italiano el que marcará la pauta, debido tanto a la proyección internacional de los centros artísticos italianos como al peso político de Italia en el contexto europeo, donde Francia y España disputaban su hegemonía. Así, el modelo renacentista italiano se difunde por Europa adaptándose a las particularidades culturales de cada país, y en España dará lugar a un estilo propio.
Arquitectura
La arquitectura renacentista española se divide en tres etapas principales:
- Plateresco: Situado en el primer tercio del siglo XVI, se caracteriza por una decoración muy rica y minuciosa inspirada en elementos del Renacimiento italiano (grutescos, medallones, candelieri), pero aplicada abundantemente sobre estructuras que a menudo conservan rasgos góticos. Se llama así por la semejanza entre su ornamentación detallada y la labor de los plateros. Salamanca fue el principal centro artístico de esta etapa, con obras como la Fachada de la Universidad y la iglesia de San Esteban (atribuida a Juan de Álava). En ambas se mezclan elementos góticos con una decoración típica del Renacimiento.
- Purismo o Clasicismo: A mediados de siglo, busca una arquitectura más depurada, estructuralmente coherente con los principios clásicos (orden, proporción, simetría) y con una decoración más sobria, alejándose de la exuberancia plateresca y de la estructura gótica. Fue clave la publicación del tratado Medidas del Romano de Diego de Sagredo, que promovía la claridad formal y la moderación decorativa. Representan esta etapa la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares (Rodrigo Gil de Hontañón), la Catedral de Granada (iniciada por Enrique Egas y transformada por Diego de Siloé, especialmente en su singular cabecera circular) y el Palacio de Carlos V en la Alhambra, obra de Pedro Machuca. Este último tiene planta cuadrada y un innovador patio circular, con mármol como material dominante y una elegante superposición de órdenes clásicos (toscano y jónico). Algunos detalles manieristas han llevado a considerarlo como un precedente de este estilo en España.
- Herreriano: Se sitúa en la segunda mitad del siglo XVI y refleja los valores de la Contrarreforma: austeridad, rigor geométrico, monumentalidad y funcionalidad. Su mayor exponente es el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, proyectado inicialmente por Juan Bautista de Toledo y finalizado por Juan de Herrera. Este complejo, construido para conmemorar la victoria de San Quintín y servir de panteón real, presenta una planta de gran rigor geométrico, que simula una parrilla (instrumento de martirio de San Lorenzo). Destaca por su sobriedad, el uso predominante del granito, las proporciones matemáticas y la organización funcional de sus partes (palacio, monasterio, iglesia, biblioteca, panteón). Elementos notables son la fachada principal con orden gigante, la basílica (con planta centralizada inspirada en San Pedro del Vaticano), el Patio de los Reyes y la biblioteca.
Escultura
La escultura renacentista española parte de la tradición gótica, conservando a menudo un fuerte componente expresivo y dramático, frente al ideal de belleza clásico italiano. Se centra sobre todo en la temática religiosa (retablos, pasos procesionales) y funeraria, con uso habitual de la madera policromada. En la primera mitad del siglo XVI destaca Pietro Torrigiano, escultor italiano que trabaja en España, autor del San Jerónimo penitente en barro cocido, donde demuestra un gran conocimiento anatómico y fuerza expresiva.
Entre los escultores españoles destacan Alonso Berruguete y Juan de Juni.
- Berruguete, influido por Miguel Ángel y el manierismo italiano, trabajó en el coro de la catedral de Toledo, pero su obra más conocida es el Retablo de San Benito el Real en Valladolid, del que se conservan piezas como la Adoración de los Reyes Magos o el Sacrificio de Isaac. Se caracteriza por el movimiento, la tensión expresiva, las figuras alargadas y el uso virtuoso del “encarnado” (simulación del color de la piel) y “estofado” (técnica decorativa sobre dorado) en la madera policromada.
- Juan de Juni, de origen francés, trabajó en Castilla y destacó por la intensidad dramática y el patetismo de obras como El Santo Entierro, también en madera policromada.
En la segunda mitad del siglo, el foco escultórico se traslada a la corte, en torno a El Escorial. Destacan los Leoni (Leone y Pompeyo), escultores lombardos especializados en el trabajo del bronce. Realizaron los retratos orantes de Felipe II y su familia para el altar mayor de la basílica escurialense. Pompeyo Leoni fue autor del conjunto Carlos V dominando al Furor, inspirado en el modelo heroico clásico, donde Carlos V aparece como el príncipe ideal del Renacimiento.
Pintura
En la pintura, durante el siglo XV predomina el estilo flamenco, pero en el siglo XVI se impone la influencia italiana (tanto del clasicismo como del manierismo). Pedro Berruguete, figura de transición, trabajó en Italia (posiblemente con Piero della Francesca) y es autor del Auto de fe presidido por Santo Domingo de Guzmán, donde ya se percibe el interés por la perspectiva y el espacio renacentista, aunque manteniendo rasgos hispanoflamencos.
Fuera de la corte destacan:
- Yáñez de la Almedina y Hernando de los Llanos, introductores de la influencia de Leonardo da Vinci, especialmente en obras como Santa Catalina (Yáñez).
- Juan de Juanes, de estilo clasicista y rafaelesco, conocido por su Última Cena.
- Luis de Morales, “El Divino”, cuya espiritualidad intensa y patetismo quedan patentes en obras como La Piedad.
En la corte, la pintura se vincula a la decoración de El Escorial. Trabajan muchos pintores italianos de segunda fila (Zuccaro, Tibaldi, Cambiaso), pero también destaca Navarrete el Mudo, que introduce en España la técnica veneciana (colorido, pincelada suelta). En el ámbito del retrato brilla Alonso Sánchez Coello, influido por Tiziano y Antonio Moro, autor de retratos de la familia real como el de Isabel Clara Eugenia, caracterizados por la precisión en el detalle y la penetración psicológica.
7. El Greco (Doménikos Theotokópoulos)
Es sin duda la figura más singular y trascendental del arte español del siglo XVI. Nacido en Creta (entonces posesión veneciana), comenzó pintando iconos en la tradición bizantina. Se formó en Venecia (donde asimiló el color de Tiziano y la composición de Tintoretto) y Roma (donde conoció la obra de Miguel Ángel y el Manierismo). Sin embargo, su crítica hacia Miguel Ángel le cerró puertas en Italia, por lo que se trasladó a España en 1576, atraído por las obras de El Escorial.
En España desarrolla un estilo personalísimo, que fusiona sus influencias bizantinas (hieratismo, figuras alargadas, luz irreal), venecianas (color, pincelada) y manieristas (complejidad compositiva, dramatismo). La Trinidad y El Expolio son de sus primeras obras maestras españolas. En esta última, Cristo aparece elevado en el centro de la composición, rodeado por una multitud, con una atmósfera tensa y casi asfixiante. Su intento de trabajar en El Escorial no tuvo éxito, ya que El martirio de San Mauricio, de fuerte estilo manierista, no agradó al rey Felipe II por su falta de claridad narrativa.
Se instaló definitivamente en Toledo, donde trabajó para iglesias, conventos y nobles locales, y creó sus obras más emblemáticas. El entierro del señor de Orgaz (considerado su obra cumbre) mezcla lo terrenal (con retratos de la élite toledana de la época) y lo celestial con gran expresividad y simbolismo. También realizó retratos penetrantes como El caballero de la mano en el pecho, paisajes visionarios como Vista de Toledo y temas mitológicos como El Laocoonte. Su última gran obra, La adoración de los pastores, pintada para su propio sepulcro, muestra un estilo cada vez más expresionista, con figuras llameantes y colores vibrantes, que anticipa en cierto modo el Barroco e incluso sensibilidades posteriores.
8. Pintura Barroca: Contexto y Escuelas
La pintura barroca surge a finales del siglo XVI y se desarrolla principalmente durante el siglo XVII en el contexto de la Contrarreforma católica y las monarquías absolutas. Se caracteriza por el movimiento, las composiciones diagonales y dinámicas, el dramatismo, el fuerte contraste de luces y sombras (tenebrismo) y una voluntad de impactar y conectar emocionalmente con el espectador. Aunque se gestó en Italia, cada país adaptó sus formas a su contexto político, social y religioso.
Italia
Cuna del Barroco, destacan tres corrientes principales:
- El naturalismo de Caravaggio, con un realismo intenso y directo, temas religiosos tratados desde lo cotidiano (con modelos populares) y un uso dramático del tenebrismo.
- El clasicismo romano-boloñés de los Carracci (Aníbal, Agostino, Ludovico), que buscaba una belleza ideal y equilibrada, influida por Rafael y Miguel Ángel, pero con mayor emotividad barroca.
- El barroco decorativo, centrado en la pintura de grandes frescos en bóvedas y techos con espectaculares efectos ilusionistas (trompe-l’oeil), representado por artistas como Pietro da Cortona o Andrea Pozzo (no Gaulli, aunque también trabajó en este ámbito).
España
La pintura se alineó estrechamente con los ideales de la Contrarreforma, dando lugar a un realismo religioso que buscaba hacer accesibles y conmovedores los temas sagrados. Destacan grandes maestros en diferentes centros:
- En Madrid: Diego Velázquez, maestro del naturalismo, la composición compleja, el retrato cortesano y la captación de la atmósfera.
- En Valencia y Nápoles: José de Ribera, “El Españoleto”, con un crudo tenebrismo inicial que evolucionó hacia un mayor colorido de influencia veneciana.
- En Sevilla: Francisco de Zurbarán, con una religiosidad austera, mística y monumental, maestro de las naturalezas muertas; y Bartolomé Esteban Murillo, más amable, dulce y luminoso, con gran éxito en sus Inmaculadas y escenas de género, cercano al Rococó en su última etapa.
Flandes
Bajo dominio católico español, la pintura sigue siendo mayoritariamente religiosa y monumental, pero también aborda temas mitológicos y retratos. El gran referente es Peter Paul Rubens, con su estilo exuberante, dinámico, colorista y sensual, influido por su estancia en Italia, y que ejerció una enorme influencia en toda Europa. También destacan Anton van Dyck (discípulo de Rubens, gran retratista) y Jacob Jordaens.
Holanda
En las Provincias Unidas (Holanda), de mayoría protestante y con una sociedad burguesa y mercantil, la pintura religiosa casi desaparece. Se sustituye por una gran demanda de escenas de la vida cotidiana (pintura de género), paisajes, marinas, interiores burgueses, bodegones y retratos (individuales y grupales, como los de las corporaciones cívicas). Aquí domina un realismo burgués centrado en la observación detallada, la captación de la atmósfera y el magistral tratamiento de la luz. Destacan figuras como Rembrandt (maestro del claroscuro y la introspección psicológica), Johannes Vermeer (maestro de la luz y las escenas íntimas), Frans Hals (gran retratista) y muchos otros especialistas en diversos géneros.
Así, la pintura barroca refleja la diversidad de contextos europeos: es predominantemente religiosa y monumental donde triunfa el catolicismo, más íntima y cotidiana en el mundo protestante, pero siempre con una fuerte carga emocional y visual que busca conmover al espectador.
9. Escultura Barroca en Italia
Características generales
El movimiento es la característica más importante de la escultura barroca italiana. El deseo de conseguirlo lleva consigo una serie de aspectos:
- El uso de esquemas compositivos libres, dinámicos, ajenos a la estabilidad geométrica (como la piramidal); predominan las diagonales, las curvas y contracurvas, y a veces la composición en forma de aspa o helicoidal.
- Las figuras y escenas se representan en plena acción, nunca quietas; a menudo, captando el momento de máxima tensión o dinamismo, rozando el desequilibrio.
- Los ropajes de los personajes se agitan turbulentamente, acompañando el movimiento o creando por sí mismos dinamismo y violentos juegos de luces y sombras, incluso en figuras en reposo.
- Los personajes aumentan su expresividad psicológica mediante gestos enfáticos, teatrales y a menudo poco naturalistas, buscando transmitir emociones intensas (dolor, éxtasis, furia).
- Por su sentido dinámico, la escultura tiende a expandirse en el espacio circundante; se trata de composiciones abiertas que invitan al espectador a rodearlas.
- Muchas veces la escultura se integra en un contexto arquitectónico o escenográfico más amplio (capillas, fuentes, plazas), donde adquiere todo su significado, buscando un efecto de obra de arte total (bel composto).
Bernini (Gian Lorenzo Bernini)
Es el escultor más importante del Barroco italiano, dominando todos los géneros (religioso, mitológico, retrato, fuentes monumentales) y destacando por la originalidad y virtuosismo técnico de sus composiciones. Sus obras más importantes incluyen:
- Apolo y Dafne: Un grupo que capta magistralmente el momento fugaz y dramático en que Dafne, perseguida por Apolo, se transforma en laurel, mostrando la metamorfosis de la carne en corteza y hojas, y el gesto angustiado de la ninfa.
- David: A diferencia de las versiones renacentistas (Donatello, Miguel Ángel), Bernini representa a David en plena acción, en el momento de máxima torsión y esfuerzo al lanzar la piedra, interactuando vigorosamente con el espacio circundante.
- El éxtasis de Santa Teresa: Es un grupo escultórico de bulto redondo en mármol blanco, colocado en el centro del altar de la Capilla Cornaro en la iglesia de Santa María de la Victoria en Roma. Representa el momento místico descrito por la propia santa, en que un ángel le traspasa el corazón con una flecha divina. La santa aparece suspendida en una nube, desmayada en un éxtasis que mezcla dolor y gozo espiritual. Es una obra cumbre de la espiritualidad de la Contrarreforma, expresada con una intensidad teatral y sensual. La composición es tremendamente dinámica, basada en diagonales y curvas, y los ropajes agitados crean profundos efectos de claroscuro, realzados por la luz dorada que desciende desde un óculo oculto.
10. Escultura Barroca Española
Características generales
- Interesa más la expresión patética y emocional que la belleza ideal clásica. Son esculturas intensamente humanas y realistas en su afán devocional.
- Son fundamentalmente obras de imaginería religiosa, realizadas en madera policromada, donde se utilizan con maestría las técnicas del estofado (aplicar color sobre oro) y del encarnado (simular el color y textura de la piel) para aumentar el realismo. A veces se añaden postizos (ojos de cristal, pelo natural, lágrimas de resina).
- La temática dominante es la religiosa, especialmente Cristos crucificados o yacentes, Vírgenes Dolorosas, santos y escenas de la Pasión, destinadas a retablos y pasos procesionales. Expresan una religiosidad muy marcada, propia de la Contrarreforma católica, buscando conmover e incitar a la piedad del creyente. Su estilo es realista o naturalista, a veces llegando al hiperrealismo. Fue una escultura eminentemente popular y devocional.
- Salvo excepciones tardías (siglo XVIII), especialmente en la decoración de jardines de los palacios reales, apenas hay escultura mitológica o profana.
- Distinguimos varias fases y escuelas:
- Primera mitad del siglo XVII: Aún con cierto clasicismo en la composición, pero con gran naturalismo y carga emocional. Destacan las escuelas de Castilla (Gregorio Fernández en Valladolid, con su realismo sobrio y dramático) y Andalucía (Juan Martínez Montañés en Sevilla, más clasicista y sereno; Juan de Mesa, su discípulo, más patético).
- Segunda mitad del siglo XVII (Pleno Barroco): Mayor dinamismo, teatralidad y expresividad, buscando impactar al espectador. Destacan Pedro de Mena y Alonso Cano (también pintor y arquitecto) en Granada, y la familia Roldán en Sevilla (Pedro Roldán y su hija Luisa Roldán, “La Roldana”).
- Siglo XVIII: El foco se desplaza hacia Levante. En Murcia destaca Francisco Salzillo, con sus pasos procesionales llenos de gracia rococó y sensibilidad popular. También hay influencia del barroco italiano en la corte borbónica.
11. Goya (Francisco de Goya y Lucientes)
Autor complejo y genial, puente entre su época y la modernidad. De formación inicial tardía y vinculada al Barroco tardío y al Rococó, evolucionó hacia un estilo personalísimo que anticipa el Romanticismo, el Expresionismo e incluso el Surrealismo.
De formación ilustrada, viajó a Italia con 24 años. Se casó con Josefa Bayeu, hermana del pintor Francisco Bayeu, estableciéndose en Madrid poco después. Bayeu le facilitó el comienzo de su carrera pintando cartones para tapices destinados a la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Obras como El quitasol (Museo del Prado) son escenas amables y luminosas, de gran riqueza de color, que nos muestran el Madrid costumbrista del siglo XVIII. También lleva a cabo retratos que le impulsaron socialmente, siendo elegido miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1780 y, en 1789, pintor de Cámara del nuevo rey Carlos IV.
Lamentablemente, a comienzos de la década de 1790, tras una grave enfermedad, se queda sordo. Este hecho marca un punto de inflexión en su vida y obra, volviéndose más introspectivo y crítico. En 1799 publica la serie de grabados de Los Caprichos, donde critica con agudeza el fanatismo religioso, la superstición, la ignorancia y muchos de los vicios y costumbres de la sociedad de su tiempo.
Un año después, en 1800, siendo ya Primer Pintor de Cámara, realiza el gran retrato colectivo La familia de Carlos IV (Museo del Prado), una obra maestra del género, de implacable realismo psicológico. De este período son también las famosas pinturas de La maja vestida y La maja desnuda (Museo del Prado), acaso encargadas por el valido Manuel Godoy. Éste las tuvo en una misma sala junto a un desnudo de Tiziano y la famosa Venus del espejo de Velázquez (National Gallery, Londres).
Durante la Guerra de la Independencia y el reinado de José I Bonaparte, Goya conservó su cargo en la Corte, pero fue testigo de los horrores del conflicto. Ya restituido Fernando VII en el trono, realizó en 1814 las pinturas históricas El dos de mayo de 1808 (o La carga de los mamelucos) y El tres de mayo de 1808 (o Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío) (Museo del Prado). Antes, entre 1810 y 1815, realizó la sobrecogedora serie de grabados Los desastres de la guerra, de enorme violencia visual y denuncia antibelicista.
Entre 1819 y 1823, en los muros de su casa de campo, la llamada Quinta del Sordo, realiza las enigmáticas y sombrías Pinturas negras (trasladadas a lienzo, hoy en el Museo del Prado). Son obras de temática oscura y ejecución casi expresionista, que reflejan su mundo interior atormentado y su visión pesimista de la condición humana.
En 1824, descontento con el absolutismo de Fernando VII, obtiene permiso para salir de España y se establece en Burdeos (Francia). Allí, al final de su obra y casi de su vida, realiza obras en las que recupera cierto interés por el color y la luz, como La lechera de Burdeos (Museo del Prado).
Su obra, debemos indicar por último, resulta difícil de clasificar, moviéndose entre el gusto rococó de sus inicios, un romanticismo crítico y visionario, y una modernidad que se aventura hacia el expresionismo más feroz.
12. Velázquez (Diego Rodríguez de Silva y Velázquez)
Encabeza la pintura española del Siglo de Oro y es considerado uno de los mayores pintores de la historia universal.
Dio sus primeros pasos en Sevilla, primero brevemente en el taller de Herrera el Viejo y después, durante varios años, en el de Francisco Pacheco (pintor, teórico y futuro suegro de Velázquez).
Con 18 años ya era maestro pintor (1617) y al año siguiente se casó con Juana Pacheco, hija de su maestro, cuyo rostro podemos encontrar en algunas de sus primeras pinturas, como en la Adoración de los Reyes Magos (Museo del Prado). Las pinturas de esta primera etapa, llamada sevillana (hasta 1623), son escenas cotidianas (bodegones a lo divino) o religiosas, aunque a menudo ambos aspectos se combinan. Están influidas por el naturalismo y el tenebrismo de Caravaggio, con un dibujo preciso, modelado intenso de las figuras y objetos, y una paleta de colores terrosos. La pintura más notable de esta etapa es el Aguador de Sevilla (Wellington Museum, Londres).
Impulsado por el Conde-Duque de Olivares, también sevillano y valido del rey, Velázquez entró en la corte al servicio de Felipe IV en 1623. Ya en la Corte, abordó la temática mitológica, como en El triunfo de Baco (o Los Borrachos) (Museo del Prado), pero tratada en clave realista y cotidiana.
En 1628-1629, Peter Paul Rubens, pintor de fama y prestigio en toda Europa, visita Madrid como diplomático. Ambos artistas entablan relación, y el impulso de Rubens parece ser decisivo para que Velázquez realice su primer viaje a Italia (1629-1631). Fue un viaje fundamental de formación, donde estudió a los maestros renacentistas (especialmente venecianos) y la estatuaria clásica. De este viaje trajo dos pinturas importantes: La túnica de José (Monasterio de El Escorial) y La fragua de Vulcano (Museo del Prado). Muestra en ellas un notable dominio de la composición, el desnudo y la expresión de emociones, así como una paleta más luminosa y rica, influida por la pintura veneciana, algo que será evidente ya en toda su obra posterior.
Al volver de Italia, se proyecta la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro en Madrid. En él intervinieron varios pintores, como Zurbarán (con Los trabajos de Hércules). Velázquez participa con auténticas obras maestras: cinco retratos ecuestres de la familia real (incluido el del Príncipe Baltasar Carlos) y el cuadro histórico La rendición de Breda (o Las Lanzas) (Museo del Prado), cumbre de la pintura de historia por su composición, dignidad en el trato de los vencidos y captación atmosférica. También en esta etapa entre los dos viajes a Italia (década de 1630-40), realiza los impresionantes retratos de los bufones y gentes de placer de la Corte, siempre tratados con respeto, dignidad y profunda humanidad, lejos de la caricatura habitual.
En 1649 regresa a Italia en un segundo viaje (1649-1651), con el objetivo oficial de adquirir obras de arte para las Colecciones Reales. En Roma realiza los retratos de Juan de Pareja (Metropolitan Museum, N.Y.), su ayudante y esclavo (al que liberó), y el del papa Inocencio X (Galería Doria-Pamphilj, Roma); este último es considerado una de las cumbres de la historia del retrato por su penetración psicológica y virtuosismo técnico.
Reclamado por la corte, regresa a Madrid y es entonces, en su última década (1651-1660), cuando lleva a cabo dos de sus obras más complejas y enigmáticas: Las Hilanderas (o La fábula de Aracne) y Las meninas (o La familia de Felipe IV) (ambas en el Museo del Prado). En ellas, Velázquez lleva a su máxima expresión su dominio de la composición espacial, la luz, la atmósfera (la “perspectiva aérea”) y la reflexión sobre la propia pintura.
13. Arquitectura Barroca
El estilo que llamamos Barroco surge en Roma a finales del siglo XVI y principios del XVII, bajo el impulso papal. Es, en parte, reflejo del triunfo de la Iglesia católica tras la crisis protestante, buscando mostrar su poder y atraer a los fieles mediante la grandiosidad y la persuasión emocional. Algunas de sus ideas estéticas fueron marcadas por el espíritu de la Contrarreforma surgida a partir del Concilio de Trento.
Esencialmente, la arquitectura barroca busca el movimiento, la teatralidad y la integración de las artes (arquitectura, escultura, pintura). Gana en volumen y plasticidad, generando intensos efectos de luz y sombra (claroscuro). Las columnas a menudo se desprenden del muro (exentas o adosadas con fuerte resalte), se agrupan o adoptan formas especiales (salomónicas). Las fachadas se ondulan introduciendo líneas curvas (cóncavas y convexas), frontones partidos, entablamentos curvos y una rica decoración escultórica. A menudo, las fachadas y los edificios se diseñan en función del espacio urbano circundante, integrándose en él o creándolo. El urbanismo fue otro aspecto destacado de la arquitectura barroca, con la creación de grandes plazas (rectas o curvas), ejes viarios, fuentes monumentales y el uso de elementos visuales como las esculturas o los obeliscos para articular el espacio, tal y como ocurre ejemplarmente en la Roma papal.
Arquitectos destacados en Roma
Son tres los arquitectos que definen el Barroco pleno en Roma:
Maderno (Carlo Maderno)
Actúa como transición entre el Renacimiento tardío y el Barroco. Termina la Basílica de San Pedro del Vaticano: alarga la planta de cruz griega de Miguel Ángel añadiendo una nave longitudinal (adaptándose a las necesidades litúrgicas de la Contrarreforma, lo que rompe la visión completa de la cúpula desde la plaza) y realiza la monumental fachada occidental, siguiendo el esquema de Miguel Ángel pero alargándolo. La ejecuta con columnas y pilastras adosadas de orden gigante y un ático coronado por estatuas que en el centro inscribe un frontón.
Bernini (Gian Lorenzo Bernini)
Fue el gran artista del Barroco romano, arquitecto, escultor y escenógrafo, gozando del apoyo papal y disponiendo de grandes recursos. En San Pedro, realizó el espectacular Baldaquino de bronce sobre el altar mayor, bajo la cúpula, destacando sus cuatro gigantescas columnas salomónicas. En el exterior, diseñó la magnífica Plaza de San Pedro: partiendo de la fachada, crea una primera plaza convergente de forma trapezoidal (piazza retta) y, a continuación, una inmensa plaza elíptica delimitada por dos grandes columnatas semicirculares, concebidas como brazos que acogen a los fieles. Los focos de la elipse los ocupan dos fuentes gemelas y, en el centro, se alza un antiguo obelisco egipcio. Las columnatas, de orden toscano dórico, crean un potente efecto escenográfico y simbólico.
Borromini (Francesco Borromini)
Rival de Bernini, fue un genio más introvertido e innovador, de gran originalidad y complejidad geométrica. Su obra más notable es la iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane (conocida como San Carlino por su pequeño tamaño). Es una iglesia perfectamente adaptada al complicado espacio urbano de un cruce. Presenta una imaginativa planta oval (elipsoidal) y una fachada dinámica y ondulante, a partir del juego de líneas cóncavas y convexas. Dos cuerpos forman la fachada: en el inferior domina la secuencia cóncavo-convexo-cóncavo, y en el superior, cóncavo-cóncavo-cóncavo. Se añaden columnas casi exentas, nichos con estatuas, una balaustrada movida y, en el cuerpo superior, un medallón oval sostenido por ángeles. El interior y la cúpula oval también muestran su audacia constructiva y decorativa.
Barroco en otros países
Francia
El Barroco francés (llamado a menudo Clasicismo francés) es más sobrio y equilibrado que el italiano, reflejo del poder de la monarquía absoluta de Luis XIV. La construcción más significativa es el Palacio de Versalles, ideado inicialmente por Le Vau y ampliado y concluido por Jules Hardouin-Mansart. Del inmenso complejo palaciego, destacan la fachada hacia los jardines, la Galería de los Espejos y, sobre todo, los grandiosos jardines racionalistas y geométricos diseñados por André Le Nôtre.
España
Durante el siglo XVII, la arquitectura española deja notar la influencia austera y geométrica de El Escorial (herreriano). Como arquitecto de esta línea citamos a Juan Gómez de Mora (Plaza Mayor de Madrid, cerrada y porticada, que sigue modelos previos españoles y quizás franceses). A mediados de siglo y, sobre todo, a finales del XVII y principios del XVIII, la arquitectura gana en volumen, decoración exuberante (especialmente en retablos e interiores), efecto de claroscuro y dinamismo, en lo que se conoce como Barroco exaltado o Churrigueresco (por la familia Churriguera). Ejemplos son el Retablo de San Esteban de Salamanca (José de Churriguera) y la espectacular Fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago de Compostela (Fernando de Casas Novoa).