La Restauración Borbónica y el Sistema Canovista en España
A finales del siglo XIX se inició la Restauración en España. Este periodo supuso el retorno al trono de la dinastía Borbón con Alfonso XII, como consecuencia de las escasas alternativas políticas tras el Sexenio Revolucionario. Posteriormente, Cánovas del Castillo diseñó un sistema político conocido como el sistema canovista, que se mantuvo operativo hasta el Desastre del 98. Tras este colapso, se instauraría más tarde la dictadura de Primo de Rivera.
El Sistema Canovista: Bases de la Estabilidad
Cánovas fue la figura central como primer presidente de la Restauración. Su principal objetivo fue establecer un sistema político estable, basado en el consenso entre los principales partidos para evitar los pronunciamientos militares que habían caracterizado épocas anteriores. Logró consensuar a los dos partidos con mayor peso político de la época.
Características Fundamentales del Sistema
El sistema canovista se sustentaba en cuatro pilares esenciales:
1. Bipartidismo
Existían dos partidos principales que monopolizaban el control político del país:
- El Partido Conservador de Cánovas: Agrupaba a moderados y unionistas. Defendían la monarquía, el orden social y la propiedad privada. Sus apoyos sociales incluían a terratenientes, grandes empresarios, medianos propietarios burgueses, el ejército y la Iglesia.
- El Partido Liberal de Sagasta: Integraba a progresistas y demócratas, incluyendo a algunos republicanos. Defendían el sufragio universal y las libertades. Sus bases de apoyo eran las clases medias urbanas, el proletariado y el campesinado.
2. Fundamentos Doctrinales
Eran los principios ideológicos que ambos partidos se comprometían a respetar:
- Civilismo frente a Militarismo: La voluntad popular debía primar sobre la influencia del ejército.
- Posibilismo: Se exigía flexibilidad a los políticos para adaptarse a las circunstancias y buscar activamente el consenso.
- Las «Verdades-Madre» o Principios Indiscutibles: Constituían la base inamovible para la nueva constitución. Entre ellos destacaban: la monarquía, la dinastía reinante, la soberanía compartida, la propiedad y la libertad.
3. La Constitución de 1876
Esta carta magna fue elaborada siguiendo los principios doctrinales por unas Cortes constituyentes con una mayoría conservadora (cerca del 90%). Aunque para su convocatoria se utilizó el sufragio universal masculino, las elecciones fueron manipuladas para favorecer al partido conservador. Su brevedad y ambigüedad permitieron su rápida aprobación.
Características de la Constitución de 1876:
- Flexibilidad: En línea con el posibilismo, sus artículos eran deliberadamente ambiguos, permitiendo al partido gobernante interpretarlos según su conveniencia. Esto contribuyó a su longevidad.
- Carácter Conservador y Centralista: El gobierno central controlaba los ayuntamientos y diputaciones. Los alcaldes eran nombrados directamente por el rey, y se suprimieron los fueros vascos.
- Monarquía Fuerte: De acuerdo con las «verdades-madre», se estableció una monarquía moderada y hereditaria con amplios poderes para el rey: compartía la soberanía con las Cortes, designaba al partido que debía gobernar (el de turno), ejercía el derecho a veto y era el jefe supremo del ejército.
- Cortes Bicamerales: El Senado se componía de senadores de derecho propio, nombrados por el rey y elegidos por sufragio censitario. El Congreso era elegido por sufragio directo, aunque la ley específica era decidida por el gobierno de turno (los conservadores optaron por el sufragio censitario y los liberales por el universal).
- Recogida de Derechos y Libertades: Se recogían derechos como la imprenta, la expresión, reunión y asociación, similares a los de la Constitución de 1869. No obstante, en la práctica, algunos derechos eran suspendidos. Se llegó a tipificar como delito cualquier ataque o duda sobre la Restauración. Estos derechos eran más amplios cuando gobernaba el partido liberal.
- Confesionalidad Católica: Se mantenía el culto y el clero católico, aunque se permitía el culto privado de otras confesiones.
4. El Turnismo
El turnismo fue el acuerdo entre los dos partidos para alternarse pacíficamente en el gobierno, amañando las elecciones para asegurar la estabilidad, lo que supuso una merma para la democracia real.
Proceso del Turnismo:
- El Rey decidía cuándo era necesario el cambio de gobierno.
- El nuevo gobierno recibía un decreto real para disolver las Cortes y convocar elecciones fraudulentas que aseguraran la mayoría al partido entrante.
- Ambos partidos pactaban previamente el reparto de escaños.
- El Ministro de Gobernación seleccionaba los diputados por distrito y enviaba instrucciones a los gobernadores civiles.
- Los gobernadores civiles transmitían las directrices a los caciques locales para influir en el electorado.
- Los caciques coaccionaban o compraban el voto, explotando especialmente el medio rural debido a su poder y el alto índice de analfabetismo.
- Si los pasos anteriores fallaban, se recurría al «pucherazo», es decir, la manipulación directa de los resultados.
- El resultado final eran unas Cortes con mayoría absoluta del partido que había sido designado para gobernar.
El grupo social más beneficiado por este sistema fue la burguesía conservadora, ya que sus miembros ocupaban las direcciones de ambos partidos y ostentaban el poder caciquil.
El turnismo se formalizó en 1885 tras la muerte de Alfonso XII, cuando Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo, asegurando la continuidad de la monarquía bajo la regencia de María Cristina y el mantenimiento del sistema de alternancia.
Agotamiento y Crisis del Sistema
El turnismo comenzó a mostrar signos de agotamiento alrededor de 1912. Esto se debió a varios factores: el sistema de «enchufe» de cargos había colocado a personas incompetentes en puestos clave, generando una gran corrupción. Además, la desaparición de los líderes históricos de ambos partidos (Cánovas y Sagasta) debilitó el pacto, mientras que las fuerzas de oposición se fortalecían.
Conclusión: El Fin de la Restauración
La Restauración experimentó su primera gran crisis como consecuencia directa del Desastre del 98. Este evento generó un profundo descontento social que impulsó el movimiento del Regeneracionismo, exigiendo reformas profundas en el sistema político. Aunque los políticos intentaron implementar reformas, estas resultaron insuficientes. El sistema canovista comenzó su declive definitivo en 1912, creando un clima de inestabilidad política creciente que culminaría con la instauración de la Dictadura de Primo de Rivera en 1923 y, finalmente, la proclamación de la II República en 1931.