La Metafísica y la Epistemología de Descartes
Contexto Histórico: El Nacimiento de la Modernidad
En el siglo XVI, la Reforma Protestante había provocado la fractura de la unidad cristiana, y la rivalidad entre países se escondió detrás del enfrentamiento religioso entre las iglesias reformadas y el contrarreformismo católico. Los esfuerzos católicos por recuperar los territorios perdidos no se limitaron a la lucha de ideas, sino que desencadenaron la **Guerra de los Treinta Años**, que asoló a media Europa. El resultado de esta guerra fue la fragmentación de la Europa cristiana en estados nacionales centralizados.
Ante esta situación, era imprescindible buscar nuevas seguridades, surgiendo nuevos modelos de conocimiento:
- Por una parte, los **racionalistas**, que tratan de construir activamente el conocimiento.
- Por otra parte, encontramos los **empiristas**, que, inspirados en las ciencias naturales, reclamaron un papel fundamental para la experiencia a la hora de valorar nuestro conocimiento.
Ambas ramas dan importancia a la **conciencia humana** como punto de partida de cualquier conocimiento.
El Giro Epistemológico: De la Verdad a la Certeza
El intento de justificar el conocimiento desde la propia conciencia se convirtió en el punto de inflexión que determina el nacimiento de la **Modernidad**. La verdad se transforma en **certeza**, que surge como respuesta a la obsesión filosófica de alcanzar la seguridad que tienen las matemáticas. Lo que hace que una afirmación sea verdadera es su evidencia en nuestra conciencia.
Los filósofos dejan de preguntarse sobre «¿cuál es la verdad?» y pasan a preguntarse sobre cuestiones **epistemológicas**, ya que es la epistemología la que determina la realidad. Por otra parte, pasa a cobrar mayor importancia el **individuo** frente al conjunto de la sociedad. La conciencia individual se convierte en el centro de la filosofía, diferenciando entre:
- Idea: Contenido en nuestra conciencia.
- Razón: Capacidad de establecer relaciones lógicas entre ideas.
El Método Cartesiano para Alcanzar la Certeza
Crítica a la Lógica Aristotélica y la Necesidad del Método
La lógica cartesiana parte de una crítica a la aristotélica debido a su falta de capacidad de innovación, y afirma la necesidad de nuevas certezas. Descartes se centra en el descubrimiento del camino (**método**) que debemos seguir para llegar a establecer un conocimiento cierto, lo cual será posible si nos deshacemos de las pasiones y de los sentimientos.
Descartes presenta esta propuesta en el Discurso del Método, estableciendo cuatro reglas fundamentales:
- La Evidencia: Descartes exige que los primeros principios sean absolutamente evidentes, deben ser **ideas claras y distintas**. Una idea es clara cuando está separada y se conoce de manera separada a las demás ideas, y es distinta cuando sus componentes son separados unos de otros y se conocen con claridad.
- El Análisis: Consiste en analizar los problemas complejos en sus partes más simples, de manera que cada cosa que la razón deba juzgar sea independiente de cualquier otra.
- La Síntesis Deductiva: Se van deduciendo ordenadamente las consecuencias, yendo de lo más simple a lo más complejo.
- Las Revisiones: Consiste en las revisiones para garantizar la validez del procedimiento.
La Duda Metódica y el Descubrimiento del Cogito
La Primera Meditación: Dudar de Todo
Descartes siente la necesidad de buscar un nuevo método para llegar al conocimiento indudable (expuesto en el Discurso del Método). De ahí nace la **Duda Metódica** cartesiana, de la que establece que todo lo que antes consideraba como verdadero puede ser objeto de la duda (Primera Meditación), encontrando en la Segunda Meditación aquella única verdad que no se puede cuestionar: el **Cógito**.
La Primera Meditación en el proyecto cartesiano consiste en dudar de todo, aceptando solo lo que es evidente. Los niveles de duda son:
- Duda de los Sentidos: Ya que a veces nos engañan.
- Duda de la Vigilia y el Sueño: Afirma que no podemos distinguir el sueño de la vigilia y podríamos estar soñando.
- Duda de las Matemáticas y el Genio Maligno: Pone en duda incluso los elementos mínimos de la conciencia (matemáticas) y las relaciones entre ellos, e introduce la hipótesis del **Genio Maligno**. En esta hipótesis, el lugar de Dios sería ocupado por un genio igual de poderoso pero maligno, que nos haría errar incluso en los cálculos más sencillos.
Como consecuencia, Descartes se ve obligado a suspender todos sus juicios sobre sus percepciones hasta alcanzar la verdad indudable (**epojé**).
El Descubrimiento del Yo Pensante (Cogito)
Descartes, en su Segunda Meditación (Meditaciones Metafísicas) y partiendo de la duda de la Primera Meditación, va a formular una idea indudable. Si es engañado por un Genio Maligno, será él mismo quien es engañado, por lo que no puede dudar ni siquiera entonces de su existencia.
Este es el **Cógito** («Pienso, luego existo») de Descartes. A partir de él se puede entender el yo como “algo que piensa” (*res cogitans*), pero eso es todo lo cierto, ya que no se puede deducir que lo pensado se corresponda con la realidad externa.
Metafísica Cartesiana: Dualismo y Tipos de Ideas
El Principio Racionalista y el Dualismo
De esta concepción nace el Principio Racionalista que distingue dos naturalezas en la realidad:
- La **sustancia extensa** (*res extensa*): El mundo material.
- La **sustancia pensante** (*res cogitans*): La mente del yo.
Sin embargo, se plantea el problema de cómo pueden ambas realidades, esencialmente distintas, interaccionar entre sí. Descartes solucionará dicha cuestión refiriéndose a la **glándula pineal**, en la base del cerebro, como punto de encuentro entre ambas. En cualquier caso, se sienta una base racionalista: se conoce mejor lo interno del ser humano que lo externo.
Clasificación de las Ideas
Descartes descubre en el «yo que piensa» tres tipos de ideas:
- Ideas Adventicias: Provienen de la experiencia del mundo exterior.
- Ideas Fácticas (o Facticias): Son aquellas que la mente construye a partir de las ideas adventicias (ej. un centauro).
- Ideas Innatas: Son un producto exclusivo del funcionamiento de la razón (ej. los conceptos matemáticos, la idea de Dios).
Solo las **ideas innatas** pueden servir como punto de partida fiable de la construcción del conocimiento, pues no hay distancia entre el «yo que piensa» y la idea, por lo que no cabe la posibilidad de que el Genio Maligno me engañe. Sin embargo, el **innatismo cartesiano** no implica la existencia de las ideas en la mente al nacer, sino que son producidas por la mente como parte de su actividad, partiendo de sí misma y con independencia de cualquier experiencia sensorial.
La Doctrina de las Tres Sustancias
Entre las ideas innatas se encuentra, según Descartes, la de **sustancia**. Por sustancia entiende aquella realidad permanente y estable que existe por sí misma, con independencia de cualquier otra cosa y que sirve de base de las diversas cualidades. Descartes diferencia tres tipos de sustancia:
- Sustancia Pensante (*Res Cogitans*): El yo que piensa. Sin embargo, no podemos saber si nuestros pensamientos se corresponden con alguna cosa fuera de nosotros mismos.
- Sustancia Extensa (*Res Extensa*): Se define por la extensión, la propiedad de ocupar un espacio.
- Sustancia Infinita (*Res Infinita*): **Dios**, cuya existencia debe ser demostrada para recuperar el mundo exterior y garantizar la veracidad de las ideas claras y distintas. Descartes demostrará la existencia de Dios en la Tercera y Quinta Meditación.
Legado del Racionalismo Cartesiano
La crisis del conocimiento en la Edad Moderna obligó a buscar nuevas vías. Descartes inaugura la primera de ellas: el **Racionalismo**. Locke y Hume desarrollarán la segunda gran vía: el **Empirismo**, afirmando que todo conocimiento comienza con la experiencia y que el ser humano es una «tabla rasa» fundamentalmente pasiva en la elaboración del conocimiento.
Finalmente, Kant realizará la gran **síntesis epistemológica**, afirmando que el conocimiento empieza en la experiencia, pero que esta experiencia es elaborada activamente por el ser humano.
Por otro lado, el principio racionalista de Descartes es el fundamento de los grandes sistemas metafísicos de los siglos XVII y XVIII: Spinoza, Leibniz, Malebranche, entre otros. Ya en el siglo XIX (Marx, Nietzsche) se empieza un pensamiento que intenta ser no-metafísico en Occidente.