El Reinado de Fernando VII (1814-1833): Absolutismo frente a Liberalismo en España

El Reinado de Fernando VII: Absolutismo y Liberalismo (1814-1833)

El reinado de Fernando VII, desde el final de la Guerra de la Independencia hasta la muerte del rey en 1833, supuso, en conjunto, un paréntesis de reacción. Fue un intento de los sectores más intransigentes del absolutismo de derribar la obra liberal de Cádiz y de volver al Antiguo Régimen. La muerte del monarca, sin embargo, daría paso definitivo al liberalismo.

El Sexenio Absolutista (1814-1820)

El inicio del reinado de Fernando VII se enmarca en el contexto de la Restauración europea. Una vez derrotado Napoleón, las principales potencias europeas se reunieron en el Congreso de Viena para rehacer el mapa del continente y acordar la vuelta al Antiguo Régimen. Tras el Congreso, las potencias vencedoras firmaron la Santa Alianza, un acuerdo destinado a preservar a Europa de movimientos liberales o revolucionarios. Volver al Antiguo Régimen fue precisamente lo que intentó Fernando VII a su regreso a España.

En diciembre de 1813, el Tratado de Valençay puso fin a la Guerra de la Independencia y Napoleón devolvió la corona a Fernando VII. La firma del tratado por parte del rey era, en teoría, nula, ya que las Cortes habían declarado que no reconocerían ninguna decisión del monarca hasta que este no estuviera en España. Las Cortes españolas dudaban de la voluntad del rey de acatar la Constitución, por lo cual solicitaron que regresara directamente a Madrid para jurarla.

En mayo de 1814, Fernando VII inició el regreso, pero no se dirigió a Madrid, sino a Zaragoza, y desde allí descendió por el litoral mediterráneo. En su avance, encontró tres tipos de apoyos:

  • Apoyo popular: Fue aclamado por todas las poblaciones por las que pasó, pues para la mayoría del pueblo español lo importante era el retorno del rey.
  • Apoyo de los privilegiados: La nobleza y el clero veían en él la oportunidad de recuperar sus antiguos derechos.
  • Apoyo militar: Algunos mandos militares le manifestaron su apoyo incondicional.

Ante esta situación, el 4 de mayo de 1814 en Valencia, Fernando VII firmó un decreto por el cual se suprimieron la Constitución, las Cortes y toda la obra legislativa de estas. Así desapareció el concepto de soberanía nacional, se paralizaron los inicios de la desamortización y se restablecieron los privilegios. Fue, por lo tanto, un golpe de Estado. El general Eguía fue enviado a Madrid con la orden de tomar la sede de las Cortes y detener a ministros y diputados. A partir de ese momento, los liberales fueron perseguidos.

Fernando VII gobernó en permanente inestabilidad política debido a la falta de coherencia en la línea a seguir y porque el país ya no podía ser gobernado como antes. La situación económica se había complicado: a los gastos de la guerra y la destrucción de centros industriales por los ingleses (para evitar la competencia), se unieron los gastos ocasionados por el inicio de la independencia de las colonias. Esto provocó una caída en el comercio colonial y empeoró el malestar dentro de las filas del ejército.

En el plano económico, lo más grave era la Crisis de Hacienda. La salida de esta crisis solo podría lograrse implantando medidas como eliminar privilegios fiscales, suprimir privilegios de la Mesta y, sobre todo, desvincular propiedades de los grupos privilegiados para que pudieran venderse y sus nuevos propietarios pudieran pagar impuestos. Todas estas eran medidas librecambistas a las que se opondrían frontalmente los privilegiados.

El descontento se extendió al campo, a la ciudad, y también cundió el malestar en el Ejército, debido al retraso en el pago, las míseras condiciones de los cuarteles y el envío de tropas a América para sofocar el movimiento independentista.

Poco a poco se reorganizó el movimiento clandestino liberal. Se restablecieron contactos con los exiliados y comenzó la conspiración contra el Estado absolutista. Surgieron círculos revolucionarios y sociedades secretas masónicas en las principales ciudades, especialmente entre los oficiales jóvenes formados durante la guerra y empapados de ideas ilustradas. Se sucedieron numerosos pronunciamientos y conspiraciones.

El Trienio Liberal (1820-1823)

El comandante Rafael de Riego, jefe de las tropas acantonadas en Cabezas de San Juan (Cádiz) para ser enviadas a América, protagonizó un pronunciamiento el 1 de enero de 1820 con el objetivo de restablecer la Constitución de 1812. El pronunciamiento de Riego tardó varias semanas en triunfar, consiguiéndolo fundamentalmente por el apoyo del campesinado, irritado por la situación económica, y por el apoyo de otras guarniciones.

El 7 de marzo, Fernando VII juró la Constitución de 1812, entrando esta y toda la obra legislativa de las Cortes en vigor. Este periodo se caracterizó por una doble inestabilidad:

  1. La actitud del rey: Fernando VII vetó algunas leyes y nombró ministros absolutistas. Al poco tiempo, empezó a pedir secretamente la intervención extranjera para volver al poder absoluto.
  2. La división de los liberales: El movimiento se fragmentó en dos facciones principales:

División del Liberalismo durante el Trienio

  • Moderados (o Doceañistas): Defendían un sistema bicameral, el sufragio restringido (censitario) y representaban los intereses de la alta burguesía de negocios.
  • Exaltados (o Progresistas): Defendían un sistema unicameral, el sufragio universal y representaban los intereses de las clases medias y populares.

Además de esta inestabilidad política, la situación se complicó por las protestas en la calle, tanto de absolutistas como de progresistas, criticando las medidas aprobadas por el gobierno moderado.


Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Convocatoria de las Cortes

La Junta Central, creada en 1808, tenía como objetivos organizar la resistencia contra la invasión francesa y también organizar el nuevo Estado. Todos los miembros de la Junta eran conscientes de la necesidad de reformar el Antiguo Régimen y se llegó al acuerdo de convocar Cortes para que estas decidieran qué reformas emprender. Se formó una Comisión de Cortes que debía decidir el carácter de las elecciones y de la Cámara. Desde el principio existían diferencias:

  • Unos eran partidarios de las Cortes estamentales y otros de las Cortes individuales.
  • Unos defendían un sistema bicameral y otros un sistema unicameral.
  • Unos defendían que había que convocar Cortes solo para aprobar un impuesto y otros para elaborar una Constitución.

En 1810, y ante la invasión de Andalucía, la Junta, aislada en Cádiz, se disolvió y entregó el gobierno a un Consejo de Regencia. Este procedió a convocar elecciones a Cortes en junio de 1810. Finalmente, se decidió un sistema unicameral, con los representantes de las ciudades. Sin una explicación clara, la convocatoria no llegó a nobles y clero. Como habría ausentes entre los representantes de la Península por la guerra y de las colonias por el inicio de su guerra de independencia, se nombraron suplentes de Cádiz. Este hecho, y la facilidad de llegar desde el litoral mediterráneo, permitió la existencia de un mayor número de diputados liberales. El 24 de septiembre de 1810, las Cortes se reunieron en una sola cámara.

La Composición de las Cortes

La asamblea de Cádiz estaba compuesta por tres grandes grupos ideológicos:

  • Liberales: Eran la opción mayoritaria en las Cortes, partidarios de la soberanía nacional, de una Constitución escrita y de convocar Cortes individuales.
  • Absolutistas: Eran defensores del Antiguo Régimen y de la monarquía tradicional.
  • Jovellanistas: Defendían una constitución histórica (basada en la tradición y las costumbres) y en la soberanía compartida entre las Cortes y el Rey.

La Constitución de 1812

Características Fundamentales

  • Se establece la soberanía nacional, principio revolucionario que niega el origen divino del poder.
  • Se establece una división de poderes, aunque no sea total:
    • Ejecutivo: Rey y Gobierno.
    • Judicial: Tribunales.
    • Legislativo: Cortes, pero con participación del Rey.
  • Se establece un sistema unicameral con una cámara elegida por sufragio universal indirecto de los varones mayores de 25 años.
  • Se reconocen los derechos y libertades del hombre.
  • Se proclama que la religión católica es la única permitida y, por lo tanto, no hay libertad religiosa.
  • Junto al Ejército, se crea la Milicia Nacional, un cuerpo de civiles organizado militarmente con el objetivo de defender el Estado liberal.