Contexto Histórico y la Reforma Filosófica de Ortega y Gasset
El pensamiento de José Ortega y Gasset se desarrolló a lo largo de la primera mitad del siglo XX, un periodo marcado por las tensiones que culminaron en la Guerra Civil española. Muchos filósofos, incluido Ortega, se plantearon como cuestión prioritaria el problema de España y la solución a su atraso. Ortega defendía firmemente la integración de España en Europa, lo que denominó la “europeización” de España.
El Ambiguo Comienzo del Siglo XX en España
El comienzo del siglo XX en España fue ambiguo y difícil. Por un lado, el país vivía aún la pérdida de sus colonias. Por otro lado, el progreso científico y técnico se hacía sentir, trayendo consigo avances, pero también problemas económicos y sociales (conflictos obreros) y culturales (una cultura poco preparada para la invención y el conocimiento científico). Esto explica una de las preocupaciones prioritarias de Ortega: la renovación cultural de España y la introducción del pensamiento europeo.
Estas tensiones motivaron la reflexión filosófica de Ortega, quien emprendió el proyecto de una “reforma radical de la filosofía”. Este proyecto respondía perfectamente al objetivo de “europeizar” España, pero se proponía el rechazo del idealismo europeo que parte de Descartes y que otorga prioridad al “yo” o la “conciencia”, dejando en suspenso la realidad del mundo exterior.
Compromiso Político y Rechazo al Idealismo
El mayor problema de España, según Ortega, residía en la falta de una cultura política capaz de encauzar las dificultades de convivencia y proponer soluciones claras. Esta necesidad política se relaciona con el compromiso de Ortega, quien propuso una solución similar a la de Platón: una aristocracia dominante, el “liberalismo aristocrático”.
La Realidad: Entre Antiguos e Idealistas
Filosóficamente, Ortega se sitúa entre el Idealismo alemán (donde el hombre transforma la realidad) y el Vitalismo de Nietzsche.
- Para los antiguos (filósofos anteriores al Renacimiento), la realidad eran las cosas, el mundo físico, algo independiente del sujeto. Esta era considerada la posición natural de la conciencia, la actitud espontánea del hombre sin prejuicios.
- Los filósofos modernos (posteriores al Renacimiento) mantuvieron una actitud precavida y cauta. Intentaron dudar de todo, incluso del mundo y del universo, pero se dieron cuenta de que había una cosa de la que no podían dudar: de que estaban dudando, de que estaban pensando. Por ello, partieron en su filosofía del hecho del pensamiento. La realidad radical fue para ellos el pensamiento, la conciencia, la subjetividad; esta es la tesis idealista.
Ortega considera que ambas posturas son incompletas. El mundo no existe sin una conciencia que lo piense, del mismo modo que el pensamiento no existe si no es pensamiento de algo. El hecho de existir el pensamiento implica, por un lado, que existe el yo que piensa y, por otro, que existe el mundo en que se piensa.
El Raciovitalismo: La Vida como Realidad Radical
El dato radical del universo no es la existencia del mundo, sino la coexistencia del yo con el mundo, es decir, la interdependencia y correlación entre el mundo y yo: la vida de cada cual. La filosofía, según Ortega, debe convertirse en reflexión sobre la vida, pero no sobre la vida entendida en sentido abstracto.
Yo soy Yo y mi Circunstancia
La vida de cada hombre está constituida por lo que él hace y por lo que le pasa. Pero nada de lo que él hace o le pasa sería su vida si no se diera cuenta de ello, por lo que Vivir es darse cuenta. El hombre se encuentra a sí mismo en el mundo, ocupado por las cosas y seres del mundo. El contacto con el mundo se establece mediante lo que él llama circunstancia.
La circunstancia forma parte del hombre mismo, ya que es inseparable de él. Por lo tanto, la circunstancia no es solo el mundo que rodea al hombre, sino que constituye también un ingrediente esencial de su vida. Al hombre se le impone la vida, el mundo, la circunstancia, que forma parte de su persona.
Fatalidad y Libertad: La Vida como Tarea
Vivir es encontrarse de pronto sumergido en un mundo que no se puede cambiar por ningún otro. En este sentido, la vida del hombre es fatalidad. El hombre es arrojado a la vida, pero aquello que se le da es un problema que necesita resolver él mismo. A cada ser humano se le impone la vida y se le impone la circunstancia.
Sin embargo, la vida de cada cual nunca está fijada, puesto que el hombre se ve continuamente obligado a tomar decisiones. Por lo tanto, la vida es fatalidad e, igualmente, libertad. Vivir es decidir lo que el hombre va a ser, y la vida es lo que aún no es: es futurición.
Esta realidad consiste en decidir lo que se va a ser y, por tanto, en ser lo que aún no se es, en empezar por el futuro, en abrirnos a él y hacer proyectos. La vida del hombre es una ecuación entre el pasado y el futuro, ya que el pasado es “el único arsenal que provee medios para moderar nuestro futuro”. El hombre no tiene naturaleza, sino historia, y en consecuencia, “no tenemos otra solución que inventar los órdenes”.
Perspectivismo: La Verdad y la Perspectiva
La verdad, al pretender ser un reflejo adecuado de lo que las cosas son, se obliga a ser una e invariable. Sin embargo, la historia nos muestra cómo el hombre ha cambiado continuamente de opinión y, en cada caso, ha consagrado como verdad la que poseía en ese momento.
Estos datos contradictorios han dado origen a dos posturas opuestas en la concepción de la verdad:
- El Escepticismo: Atendiéndose a la historia, renuncia a la idea de que la verdad puede ser conocida por el hombre y afirma que pretender conocerla es ilusorio. La verdad no existe.
- El Dogmatismo: Con el fin de salvar la verdad, renuncia a la vida y a la historia. Para el dogmatismo, la verdad es una, abstracta e invariable y, por lo mismo, no puede atribuirse a personas individuales, corruptibles y cambiantes.