Corrientes Filosóficas Medievales: San Agustín, Santo Tomás y Guillermo de Ockham

San Agustín

San Agustín (354-430) nació en Tagaste, en el norte de África, entonces bajo el dominio del Imperio Romano. Hijo de madre cristiana y padre pagano, pasó por distintas corrientes y fue ateo hasta los 30 años, según narra en su libro Las Confesiones. Intelectualmente era un hombre privilegiado, obteniendo con 16 años el título de estudiante en Cartago. Atravesó numerosas vicisitudes, y los filósofos neoplatónicos Plotino y Cicerón fueron quienes más le influyeron. Posteriormente, haría una defensa del cristianismo contra las herejías y sectas de las que él mismo había formado parte. Fue un autor muy prolífico; de su obra, destacan Libre Albedrío y La Ciudad de Dios.

Fe y Razón

Si bien la fe es la creencia en Dios a través de los textos sagrados, a menudo sin una justificación puramente racional, San Agustín sostiene que si Dios nos ha dado la razón, es para utilizarla. Dios ha creado al ser humano como un ser racional, por lo que es compatible creer y razonar simultáneamente. San Agustín se basa en la teología natural, que utiliza la razón para auxiliar la comprensión y la demostración de la existencia de Dios.

«Cree para entender y entiende para creer». Esta frase alude a la necesidad de acercarse a los textos sagrados para comprenderlos. Cuanto más se entiendan las Escrituras, más se comprenderá la fe. San Agustín aboga por la filosofía como herramienta racional para comprender la fe desde la razón. Su filosofía es de corte neoplatónico, unido a la cristianización. Huye del fideísmo, pues considera que la fe no es posible sin el auxilio de la razón.

Teoría del Iluminismo

¿Puede el hombre conocer verdades? El hombre posee universales, arquetipos que Dios tiene en su mente, y la teoría del conocimiento agustiniana se centra en la búsqueda de estos. Los arquetipos no provienen de nuestra alma, porque es imperfecta y mutable; no podemos encontrarlos en nosotros mismos. Es por ello que Dios ilumina las cosas para que el hombre las conozca (la iluminación divina).

Al igual que el sol ilumina las cosas para verlas, Dios ilumina las verdades para que el hombre las conozca. Si juzgamos las cosas es porque tenemos conceptos universales en la mente, como las ideas geométricas o el concepto de bien y mal (una herencia del innatismo platónico).

Sin embargo, aunque tales ideas estén en nosotros, no provienen de nosotros; es por ello que Dios es quien nos ilumina. En definitiva, las ideas universales están en nosotros, pero deben ser esclarecidas por la mente divina. La iluminación divina, unida al trabajo humano de querer conocer las verdades universales, nos hace entender esos arquetipos. Para ello, el hombre debe formarse en la interioridad.

San Agustín cree que todas las verdades son iluminadas y el hombre puede conocerlas. No podemos buscar nuestro conocimiento en lo que está fuera de nosotros, sino dentro: «la verdad se halla en el hombre interior». «Solo a Dios y al alma deseo conocer»; el alma es la herramienta o el órgano de conocimiento, y la verdad se halla en nosotros mismos. Conocemos las cosas no por mero recuerdo, sino porque Dios ha puesto en nosotros su obra, y por eso somos conscientes de su «firma» o huellas.

Antropología

San Agustín concibe al hombre como un compuesto de cuerpo y alma, y considera necesario un ejercicio de autotrascendencia. «El cuerpo es la cárcel del alma». Esta frase, de origen platónico, sugiere que el alma debe liberarse del cuerpo para obtener el perdón y la liberación del pecado. Esta idea vincula la teoría de la interioridad con la antropología agustiniana.

Teología

La teología aborda la existencia de Dios y sus atributos, los cuales nos revelan su esencia. San Agustín aborda esta cuestión mediante la teología natural, proponiendo argumentos sobre la existencia de Dios que serían influyentes durante la Edad Media.

San Agustín busca corroborar la fe de forma racional para el creyente, partiendo de afirmaciones ya aceptadas (confirmar la creencia). San Agustín se basa en pruebas y hechos coherentes.

La primera prueba que da sobre la existencia de Dios se basa en la interioridad: Dios ha puesto en nosotros los arquetipos fundamentales, y el hombre tiene que hacer un esfuerzo para alcanzar estas ideas universales.

Una de las ideas principales que Dios infunde en nosotros es la de sí mismo. Puesto que el alma es imperfecta, el hecho de poseer la idea de Dios, que es la perfección, implica que esta idea haya sido puesta por Él mismo. La idea de perfección no puede provenir de nosotros, seres imperfectos; solo ha podido ser infundida por un Dios supremo.

Por otro lado, también se postulan los grados de bien. Existe una estructura jerárquica, de lo más perfecto a lo menos perfecto. Si en la naturaleza observamos grados de ser, debe haber un Ser Supremo (una idea de corte platónico y aristotélico, relacionada con el principio de causalidad y la causa perfecta).

También se apoya en la teoría del consenso universal. El hecho de que una mayoría crea en la existencia de Dios como causa primera, sugiere un indicio de su posible existencia (aunque reconoce que no es un argumento concluyente ni probatorio por sí mismo).

Finalmente, se aborda la existencia y esencia de Dios, es decir, sus atributos. Los atributos de Dios son inaprensibles para el hombre, son inefables (no pueden explicarse con palabras).

Hay tres vías por las cuales el hombre puede acercarse a este conocimiento:

  • La identificación de Dios con el Ser: la esencia de Dios no puede ser imperfecta; es una sustancia pura, sin mezcla de accidentes. Dios es el Ser, como se cita en el Éxodo.
  • Dios es la Verdad: la verdad no es imperfecta, es un atributo absoluto.
  • Dios es el Bien: el bien es absoluto y supremo. Todo lo que Dios ha creado es bueno; las ideas supremas de bien y verdad deben provenir de Dios.

El Problema del Mal

De sus muchas inquietudes filosóficas, esta fue una de las mayores. San Agustín comenzó a reflexionar sobre la compatibilidad del problema del mal con la creencia en un Dios omnipotente y bueno. Para ello, distingue entre tres tipos de mal:

  • Mal físico: las enfermedades y la muerte, inherentes a la condición humana. Lo explica por la imperfección humana: somos mortales y finitos. Es inevitable, debemos convivir con él, pues somos finitos.
  • Mal moral: las acciones malas cometidas en contra de la virtud, fruto de la libertad humana.
  • Mal metafísico: aquel que trasciende el umbral de lo físico. Es un misterio que el hombre no es capaz de resolver, algo que le desborda.

San Agustín, que en su juventud estuvo en la secta de los maniqueos (quienes postulaban un principio del bien y otro del mal), posteriormente, inspirándose en Plotino, sostiene que el mal es privación del bien. El mal no posee una entidad real; por ejemplo, la enfermedad es una privación de la salud. San Agustín exculpa a Dios del mal, concluyendo que la existencia del mal es algo misterioso.

La Filosofía de la Historia

La filosofía de la historia es la reflexión sobre el origen, evolución y fin de la historia de la humanidad. Por lo tanto, su pensamiento es escatológico, anunciando el fin de los tiempos.

¿Cuál sería la concepción de San Agustín? Esto lo narra en su obra La Ciudad de Dios, donde plasma su concepción escatológica: «Dos amores, pues, fundaron dos ciudades: a saber, la terrena el amor de sí hasta el desprecio de Dios, y la celestial el amor de Dios hasta el desprecio de sí». En la primera, los hombres aman a Dios hasta el desprecio de sí mismos; en la segunda, los hombres se aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios. Aparentemente, esto podría sugerir un predominio de la Iglesia sobre el Estado, lo que se ha denominado agustinismo político; sin embargo, San Agustín no lo plantea así. San Agustín sostiene que el poder terrenal y el espiritual (la política y la Iglesia) deben coexistir, pero los valores que rigen el Estado deben estar inspirados en el cristianismo.

San Agustín concibe la historia como un proceso lineal, a diferencia del proceso cíclico que anunciaba la filosofía grecorromana. En el modelo cíclico, todo vuelve a suceder, sin origen ni fin, y los hechos se repiten. El proceso lineal, en cambio, sostiene que la historia tiene un origen y un fin en Dios, revelado a través de su hijo Jesucristo. El fin último es conjugar la virtud con la sabiduría de Dios y la libertad de los hombres. El hombre es dueño de su historia, pues no hay nada predestinado. San Agustín toma como referencia la tradición judía y señala que a lo largo de la historia ha habido hechos especialmente relevantes que sirven como patrones para orientar al hombre.

«Nos hiciste para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti», ya que Dios es el origen y fin de todo. Valores fundamentales: amor, fraternidad, libertad y justicia.

San Anselmo de Canterbury

Biografía

San Anselmo (1033-1109) nació en Italia, fue monje benedictino y ejerció de arzobispo de Canterbury. San Anselmo escribe dos obras fundamentales: Monologion y Proslogion. San Anselmo se inscribe en la línea agustiniana, compartiendo el iluminismo y la colaboración entre fe y razón. Una de las citas que mejor ilustra esto es: «la fe busca la inteligencia» (fides quaerens intellectum). San Anselmo, en el Proslogion, expone un argumento a favor de la existencia de Dios, denominado argumento ontológico, nombre propuesto por Kant. Este argumento busca demostrar la existencia de Dios en la realidad partiendo de la idea de Dios. Kant lo critica porque considera que solo es pensado y no demostrado en la realidad.

Hay dos formas de abordar la existencia de Dios: a priori (independientemente de la experiencia), que se refiere a quienes pensaban que Dios era cognoscible mediante argumentos racionales; y a posteriori (dependiente de la experiencia), cuyos argumentos parten de la razón a partir de los hechos observados. El argumento de San Anselmo es a priori.

El Argumento Ontológico

El argumento ontológico es a priori y parte de la definición de Dios. Dios es un ser perfecto, o «aquel del cual nada mayor puede ser pensado». Esta definición está en la mente y, lógicamente, algo es más perfecto si existe tanto en la mente como en la realidad. Si Dios es un ser perfecto, no puedo concebirlo solo en la mente, sino que también debe existir en la realidad.

Críticas al Argumento Ontológico

Crítica de Gaunilo

Este argumento fue criticado por Gaunilo, quien, aun admitiendo que se entienda el concepto de Dios como el ser más perfecto, argumentó que de esta noción no puede deducirse la existencia real de tal ser. De la misma manera, no puede deducirse la existencia real de una isla perfectísima del mero concepto o noción de tal isla.

Crítica de Santo Tomás de Aquino

Santo Tomás de Aquino considera que este argumento es falaz porque, si el punto de partida es la evidencia de Dios, la conclusión solo puede ser la existencia pensada, no una existencia en la realidad. Según Tomás de Aquino, el argumento da un salto injustificado desde el ámbito de lo pensado hacia el ámbito real. El argumento ontológico supone que la existencia de Dios es evidente para nosotros cuando en realidad no lo es. Una proposición es evidente para nosotros cuando conocemos que el predicado está incluido en el sujeto. La existencia de Dios sería evidente si fuésemos capaces de comprender la naturaleza de Dios. Por eso, la existencia de Dios no puede ser demostrada a priori, sino que debe ser demostrada a posteriori.

Crítica de Kant

La crítica de Kant es considerada una de las más certeras. Kant argumenta que la existencia no es un predicado real que añada algo a la esencia de un concepto. Al utilizar la definición de Dios y afirmar que existe, no se añade información nueva, sino que se es redundante. Que sea posible su existencia no significa que sea real, dado que la existencia no es un atributo que aumente la perfección de un ser.

Santo Tomás de Aquino

Santo Tomás de Aquino (1224-1274) fue un famoso teólogo y filósofo, considerado el principal representante de la escolástica y una de las mayores figuras de la teología sistemática. Nació y murió en Italia, siendo sus obras más importantes: Suma contra Gentiles, Suma Teológica y Cuestiones disputadas sobre la verdad (De Veritate). Este autor busca comprender la fe mediante argumentos filosóficos y reconoce que el hombre puede encontrar contradicciones entre fe y razón. Cuando no se pueden resolver las cosas mediante la razón, se debe elaborar una revisión exhaustiva; si la contradicción persiste, la fe prevalecerá. Las obras de Santo Tomás a menudo adoptan la forma de disputas, y en ellas homenajea a Aristóteles refiriéndose a él como «El Filósofo». Santo Tomás realiza una cristianización de las tesis aristotélicas, afirmando que la filosofía es una «sierva de la teología» (ancilla theologiae).

Ontología y Metafísica

Santo Tomás asumió la distinción aristotélica entre materia y forma, entre sustancia y accidentes, y entre potencia y acto, aunque a esta última oposición le otorgó un nuevo significado que complementaba el de Aristóteles. Sin embargo, su doctrina metafísica más importante es la referida a la analogía del ser, que se sustenta en una nueva distinción: la esencia (lo que el ente es) y el acto de ser (la existencia) de esa esencia.

Todo en la naturaleza está en continuo movimiento, y la realidad se compone de sustancias y accidentes (como en Aristóteles). La relación entre esencia y existencia no es la misma en el hombre que en Dios. En el hombre, se puede diferenciar la esencia de la existencia. La primera diferencia con Aristóteles es que, en Dios, la distinción entre esencia y existencia es solo lógica, no ontológica, porque en Dios, su esencia es existir. Esencia y existencia son lo mismo en Él. La segunda diferencia con Aristóteles es que la esencia pura de Dios no se puede conocer plenamente; no podemos llegar a un concepto total de la esencia de Dios, pero sí podemos tener un conocimiento esencial o analógico de Él (podemos imaginar propiedades de la esencia de Dios, aunque no conocerla en su totalidad).

Las propiedades superiores del hombre se conciben en Dios en grado superlativo. Dios es el Ser por identidad, mientras que las criaturas son seres por participación. En definitiva, Dios es un ser necesario, causante de toda la existencia, y la conclusión es afirmar la contingencia del mundo y su creación por Dios.

Teoría del Conocimiento

Para Santo Tomás, no hay nada en el entendimiento que no haya pasado por los sentidos (nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu). Sin embargo, el objeto del verdadero conocimiento es la forma, lo universal, y no lo particular. El hombre es un compuesto de cuerpo y alma (hilemorfismo) y utiliza la razón para llegar al conocimiento, siendo un ser racional. Para este filósofo, en el conocimiento humano intervienen dos tipos de entendimiento:

  • El entendimiento posible, capaz de recibir de manera inmaterial cualquier forma inteligible y configurarla como concepto.
  • El entendimiento agente, que ilumina las imágenes sensibles para extraer la forma inteligible.

Los pasos para llegar al conocimiento son los siguientes:

  1. Intelección o aprehensión: Las formas inteligibles deben ser extraídas a partir de los datos percibidos por los sentidos. Los datos sensibles quedan grabados en forma de imágenes, pero estas son particulares, no universales.
  2. Teoría de la abstracción: Es el paso de lo individual a lo universal. Los sentidos captan la sustancia particular, y sobre esa imagen actuará el entendimiento agente, dejando solo lo esencial, es decir, lo universal.
  3. Elaboración del concepto: Con lo universal, el entendimiento posible elabora el concepto. Por ejemplo, a partir del universal «hombre», se forma el concepto de hombre; sin embargo, sigue siendo un concepto abstracto.
  4. Juicio: Para que haya un conocimiento real, el concepto debe ser aplicado a las imágenes sensibles, y esto lo hace el entendimiento posible mediante los juicios. Por ejemplo, en «Sócrates (individuo) es hombre (universal)», el sujeto es la imagen mental y el predicado lo que se conoce de ella.

Antropología

Dualismo/Monismo: El monismo sostiene que el ser humano es una unidad indivisible (cuerpo y mente unidos). El dualismo postula la existencia de dos principios irreductibles: cuerpo y alma.

Santo Tomás es dualista, pero en un sentido aristotélico: el ser humano es un compuesto hilemórfico (materia = cuerpo y forma = alma). El cuerpo sirve como acto de ser y actúa como principio de individuación. La forma da lugar a la esencia (eidos), que nos proporciona un principio particular (ej. Álvaro, sustancia primera) y universal (ej. género humano, sustancia segunda).

Para Aristóteles, el alma racional es inmortal, pero no hay un ente superior que nos dé forma (esencia, alma). Por el contrario, Santo Tomás opina que Dios sí nos la ha dado (contingencia).

Teología

Santo Tomás realiza un ejercicio de teología natural, intentando demostrar racionalmente la existencia de Dios mediante argumentos filosóficos, y no solo desde las Sagradas Escrituras y la fe. Abordará dos cuestiones: ¿Existe Dios? (existencia) y, si es así, ¿Qué es Dios? (esencia).

Santo Tomás comienza criticando los argumentos previos que intentaron demostrar la existencia de Dios, como el de San Anselmo, por no considerarlos probatorios. Santo Tomás no acepta el argumento ontológico, ya que Dios no se puede deducir; no es una evidencia lógica. No puede ser demostrado mediante los sentidos, la imaginación o la evidencia empírica. Por esto, propondrá argumentos a posteriori, llegando a Dios partiendo de la experiencia, mediante sus efectos. Estos argumentos a posteriori consisten en cinco vías (del movimiento, de la causalidad, de la contingencia, de los grados de perfección y de la finalidad) y tienen en común lo siguiente:

  • Todas las vías parten de la realidad o de lo inmanente, es decir, son argumentos a posteriori.
  • Todas las vías se basan en el principio de causalidad aristotélico.
  • Todas las vías, en cierto modo, se relacionan con la tercera (vía de la contingencia).
  • En cada una de las vías se llega a una denominación de Dios, relativa a la vía en cuestión.

Las Cinco Vías de Santo Tomás

  1. Vía del movimiento: Partiendo del análisis de lo real, observamos que en la naturaleza todo está en continuo movimiento. Todo lo que se mueve es movido por otro, por el principio de causalidad. Hay una sucesión de movimientos. La primera alternativa, que el movimiento primero provenga de la nada, es inverosímil. La segunda, que sea una sucesión infinita de movimientos, tampoco tiene sentido, pues no habría un primer motor. Por último, se postula que debe haber un motor inmóvil o primer motor (Dios) que lo mueve todo sin ser movido, siendo por tanto la perfección.
  2. Vía de la causalidad: Analizando los seres naturales, vemos que todo tiene una causa y una razón de ser y de existir, un principio causal. Estas causas tienen una sucesión. Pensar que la primera causa viene de la nada es inverosímil; que sea una sucesión infinita es imposible. Por lo tanto, debe haber una causa primera o causa incausada (Dios), lo cual es correcto y demuestra que Dios existe.
  3. Vía de la contingencia: Analizando la realidad, vemos que todos los entes no tienen en sí mismos la razón de su existencia; en filosofía, esto se llama ser contingente. Todos los seres existimos, pero podríamos no haber existido. Podríamos haber venido de la nada, pero de la nada, nada surge. Por lo tanto, debe haber un ser necesario que sea la razón de ser de los seres contingentes, pues estos necesitan de él para existir. Todo lo contingente proviene de un ser creador (Dios), que es un ser perfecto.
  4. Vía de los grados de perfección: Observamos que en la naturaleza hay distintos grados de perfección, seres más perfectos y seres menos perfectos (un concepto de origen platónico). Este es un análisis que Santo Tomás realiza a posteriori. Si en la naturaleza hay grados de bien, debe haber un ente perfecto que sea la causa y medida de toda perfección (Dios), para distinguir la perfección de Dios de las demás perfecciones.
  5. Vía de la finalidad: Se basa en Aristóteles y en el principio teleológico (todo en la naturaleza tiene una meta o finalidad). Retomando este principio, se observa que los seres naturales, que carecen de conocimiento, actúan con un fin. Esta acción finalista no puede ser casual. Por lo tanto, debe haber una inteligencia ordenadora (Dios) que dirija todas las cosas hacia su fin.

¿Qué es Dios? (Esencia)

Para responder a ello, Santo Tomás afirma que es imposible conocer la esencia de Dios en su totalidad; si le conociéramos plenamente, seríamos Dios (lo cual es imposible). Sin embargo, podemos tener un conocimiento esencial o analógico. El hombre solo puede acercarse a la esencia de Dios a través de tres vías:

  • Teología negativa: Explica lo que Dios no es, en lugar de lo que es, ya que su esencia es incomprensible directamente.
  • Teología positiva: Afirma las perfecciones de Dios de forma superlativa (ej. bondadísima, sapientísima).
  • Conocimiento analógico: La analogía es un parecido. Santo Tomás se basa en una comparación que participa de lo unívoco (en lo que se parece) y de lo equívoco (en lo que se distingue). Cuando decimos que Dios es bueno, estamos obteniendo un conocimiento esencial aproximativo (ej. la bondad de un animal, de un hombre y de Dios no son idénticas, pero hay una relación analógica).

Esencia en relación con la existencia: Los seres nos distinguimos porque tenemos una esencia y una existencia que nos define. El hombre hace esta distinción desde la mente y también desde la realidad. En Dios, hay una distinción lógica, pero esta distinción no existe de manera ontológica; en Dios, la esencia y el ser se identifican, ya que la esencia de Dios consiste en existir. Esta denominación del ser incluye esencia y existencia.

Ética y Política

La ética y la teoría política tomista se enmarcan dentro de una serie de conceptos éticos fundamentales de gran influencia aristotélica. La ética que debe regir la vida de los hombres tiene un fundamento natural y, a su vez, esta ley natural se relaciona con la ley positiva.

La definición aristotélica de virtud es muy terrenal; para Santo Tomás, la virtud se perfecciona en la trascendencia divina. El hombre no sería feliz simplemente en el mundo terrenal, sino que debe aspirar a la vida eterna. Un hombre no puede ser plenamente feliz y virtuoso si no se adecúa a los preceptos morales de la ley de Dios. Se puede tener virtud terrenal sin creer en Dios, pero no virtud divina. La virtud debe regirse por la conciencia moral, buscando en todo momento el bien y evitando el mal.

¿Cuál es la tendencia del hombre? La felicidad no se puede conseguir de modo aislado, ya que somos seres sociables y vivimos en comunidad (lo que enlaza con la política); por lo tanto, el bien común está por encima de los bienes individuales. Este bien común debe ser regido por una autoridad competente. Santo Tomás define la ley como el ordenamiento de la razón hacia el bien común, promulgado por la autoridad competente.

Tipos de Leyes

  • Ley eterna: Los atributos de Dios (bondad eterna, justicia eterna…) que rigen el universo.
  • Ley natural: Es el orden divino inscrito en la naturaleza humana. Son los derechos inherentes a nosotros por el mero hecho de haber nacido y están en la base de toda moralidad (respeto a la igualdad, a la libertad, a la vida…).
  • Ley positiva: Es la ley política que concreta la ley natural y es promulgada por la autoridad competente, que representa a Dios.

Guillermo de Ockham

Guillermo de Ockham (1285-1349) perteneció a la orden franciscana y estudió en la Universidad de Oxford. Sus obras principales en el ámbito filosófico son los Tratados de Lógica y, en el ámbito político, El Diálogo. Este filósofo fue muy crítico con las posturas anteriores, desde San Anselmo hasta Santo Tomás. Afirma que todo creyente debe guiarse por la fe.

Contingentismo Absoluto

Guillermo de Ockham postula un contingentismo absoluto en el hombre (debe su existencia a una causa externa) y sostiene que este no puede llegar a un conocimiento de un ser necesario (que existe necesariamente por el poder de su propia naturaleza), ya que su imperfección le impide el acceso racional a aspectos que le superan.

Para Ockham, no pueden existir ideas ejemplares en el sentido platónico, ya que estas limitarían la voluntad divina. Las ideas ejemplares no son esencias reales; por lo tanto, no podemos decir que estén en Dios, y no son realidades veraces, sino construcciones lingüísticas. Determina, además, que sí existe un ser necesario, pero solo a través de la fe, dado que no puede ser demostrado por la razón (ámbito de la teología sobrenatural).

Nominalismo

El Nominalismo proviene de «nombre» y es una postura filosófica que afirma que los universales carecen de un fundamento real; no tienen ni esencia ni existencia. Los universales no son más que simples nombres que les ponemos para categorizar (agrupan cosas con características similares). La realidad la componen entes singulares, no universales, ya que los seres individuales dependen del ser necesario y absoluto. Toda abstracción metafísica es superflua. Al observar la realidad, se distinguen tres ámbitos:

  • Ámbito físico: Afirma que lo universal es una realidad y que esta existe en acto (existencia casi física).
  • Ámbito metafísico: Algo existe ontológicamente (sustancia segunda, esencia).
  • Ámbito lógico: Una idea universal solo existe en nuestra mente.

Guillermo de Ockham se desvincula del primer y segundo ámbito y se centra en el tercero, postulando que las ideas universales son solo meras voces (flatus vocis).

Principio de Economía Metafísica (Navaja de Ockham)

El Principio de Economía Metafísica o Navaja de Ockham establece: «No se deben multiplicar los entes sin necesidad» (Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem). Los entes se multiplicarían si se tuvieran en cuenta los tres ámbitos. Al aplicar este principio, Ockham elimina la existencia real de los universales en el ámbito físico y metafísico, quedándose solo con el lógico, que es el real para el conocimiento humano.

Intuicionismo

Es su teoría del conocimiento. Para Guillermo de Ockham, hay dos tipos de conocimiento:

  • El conocimiento intuitivo es aquel que se basa en la presencia de objetos singulares ante nosotros (experiencia directa).
  • El conocimiento abstractivo: el hombre elabora un conocimiento abstracto seleccionando la propiedad común a todos los objetos, prescindiendo de toda presencia singular del objeto.

No se puede tener un conocimiento abstractivo si no se ha tenido previamente el intuitivo. El conocimiento intuitivo es el único válido, el que proviene de la experiencia y del que se valen todas las ciencias. Lo que subyace a este pensamiento filosófico es la primacía de lo singular sobre lo universal y la primacía de la experiencia sobre la razón.

Existencia de Dios / Teología

La existencia de Dios no es algo evidente, por lo tanto, debe ser demostrada. Se han planteado dos formas de abordar esta demostración:

  • A priori: se parte de la esencia de Dios, lo que derivaría en su existencia. Sin embargo, Ockham argumenta que no tiene validez, ya que las esencias no tienen una entidad real, y por lo tanto no se puede deducir algo real de Dios.
  • A posteriori: viene de la experiencia.

Guillermo de Ockham analizará críticamente los argumentos anteriores:

  • San Anselmo: Ockham argumenta que la esencia no tiene una entidad real, por lo tanto, no se puede deducir algo real de lo irreal.
  • Santo Tomás de Aquino: Ockham sostiene que no tenemos una constatación empírica de las causas primeras. Aunque haya un movimiento cíclico de las causas, no se puede demostrar experimentalmente la existencia de una primera causa incausada.

Ockham demuestra la debilidad de los argumentos anteriores, evidenciando la incapacidad de la razón para alcanzar la demostración de Dios, frente a la fuerza de la fe para llegar a esta misma creencia.