Ética Aristotélica
Para Aristóteles, el punto de partida fue Platón, pero pronto adoptó una actitud crítica ante él. No dejó de lado sus enseñanzas, sino que “ató cabos sueltos”. Aristóteles critica el dualismo platónico. Para él, la idea de participación no explica la verdadera realidad de la physis. Aristóteles admite (como Platón y Sócrates) que la esencia es lo que define al ser, pero concibe la esencia como la forma, que está unida inseparablemente a la materia y juntos constituyen el Ser, que es la sustancia (teoría hilemórfica). La afirmación de la importancia del conocimiento sensible, el conocimiento de lo singular para llegar a lo universal, abrió la posibilidad de la investigación científica. De Heráclito y Parménides, Aristóteles consideró que hicieron una explicación muy parcial mediante la unidad y la pluralidad. De Anaxágoras, Aristóteles recogió la idea de noes (inteligencia).
De los pitagóricos, valoró su dedicación por las matemáticas.
El Esquema Teleológico y Eudemonista de la Ética
Para Aristóteles, la ética sigue un esquema teleológico, empirista y eudemonista. Los seres tienden a un fin que les es propio por naturaleza (“physis”). En los seres humanos, ese fin es la felicidad, por eso su ética se denomina eudemonista. Según Aristóteles, la felicidad consiste en desarrollar y cumplir lo propio de cada ser de acuerdo con su esencia. Esto, en los seres humanos, es la actividad intelectual, la vida contemplativa, pues la facultad intelectiva es la característica del ser humano, que lleva al conocimiento de los seres, especialmente del Ser supremo, el motor inmóvil. Por ello, lo fundamental será perfeccionar esta característica racional y con ella las virtudes dianoéticas o intelectuales, que son aquellas que perfeccionan el entendimiento: la sabiduría o la contemplación, la reflexión….
Sin embargo, el ser humano no es solo una sustancia con entendimiento, sino que tiene necesidades corporales y sociales. Resulta imposible conseguir la plena felicidad, pues no puede ejercer plenamente la vida contemplativa. La felicidad absoluta es exclusiva del primer motor. Por tanto, la felicidad humana es limitada.
Las Virtudes Éticas o Prácticas
Precisamente para cumplir estas necesidades corporales están las virtudes éticas o prácticas, las más humanas, y que deben organizar nuestras vidas de forma que podamos dedicarnos a lo que nos es propio. La virtud ética se define como un hábito que determina con prudencia el término medio entre dos extremos viciosos de forma personal. El término medio es personal y no universal.
Política Aristotélica
Para Aristóteles, el punto de partida fue Platón, pero pronto adoptó una actitud crítica ante él. No dejó de lado sus enseñanzas, sino que “ató cabos sueltos”. Aristóteles critica el dualismo platónico. Para él, la idea de participación no explica la verdadera realidad de la physis. Aristóteles admite (como Platón y Sócrates) que la esencia es lo que define al ser, pero concibe la esencia como la forma, que está unida inseparablemente a la materia y juntos constituyen el Ser, que es la sustancia (teoría hilemórfica). La afirmación de la importancia del conocimiento sensible, el conocimiento de lo singular para llegar a lo universal, abrió la posibilidad de la investigación científica. De Heráclito y Parménides, Aristóteles consideró que hicieron una explicación muy parcial mediante la unidad y la pluralidad. De Anaxágoras, Aristóteles recogió la idea de noes (inteligencia).
El Estado como Fin Natural
Aristóteles sostiene que el estado existe para alcanzar el fin al que tienden todos los seres humanos: la felicidad, bien supremo del hombre tanto en el plano moral como en el intelectual. Aunque la familia y la aldea procuran bienes a los seres humanos, porque satisfacen sus necesidades básicas, solo en el marco del estado se logra el “buen vivir”, es decir, la vida virtuosa, ajustada a la razón y a las leyes (justicia).
Para Aristóteles, al contrario que para los sofistas (y también para Rousseau), el estado no es convencional, sino una creación de la naturaleza, como lo ha demostrado el don del lenguaje, indicio de que la naturaleza ha destinado al ser humano a la vida social y política. El habla es una señal de la condición racional del ser humano, de este es capaz de ajustar su vida a la razón, pues no solo desea vivir, sino “vivir bien”, conforme al derecho.
El Modelo Organicista de la Sociedad
El modelo que propone Aristóteles para interpretar la sociedad es organicista: la sociedad es como un organismo, o una sustancia natural, en la que la forma predomina sobre la materia; así, el estado es anterior, en cuanto forma, a los ciudadanos que lo integran. En un organismo, las partes que lo componen no tienen sentido fuera del organismo total y, análogamente, resulta inconcebible un individuo aislado por naturaleza del resto de la sociedad.
División Social: Amos y Esclavos
Aristóteles basa su modelo de sociedad en la división entre esclavos y amos.
En su argumentación, utiliza su teoría hilemórfica, aplicándola a las cuestiones sociales: en los seres naturales, la forma predomina sobre la materia, a la que organiza. En el caso concreto del ser humano, el alma racional ajusta al término medio las pasiones que experimenta el alma sensitiva. Del mismo modo, en la sociedad, unos seres humanos cumplen funciones directivas (amos), mientras que otros son simples instrumentos animados, que ejecutan los trabajos corporales (esclavos).