Ideas Fundamentales de Filósofos Influyentes

John Locke: El Empirismo

Locke explica que la constatación de que todos los debates en los que participaba pronto llegaban a un punto muerto le hizo darse cuenta de que, antes de debatir, es fundamental examinar las propias capacidades intelectuales y su alcance. Locke defiende la necesidad de reflexionar sobre el propio conocimiento.

De modo cartesiano, define el conocimiento como el acuerdo o desacuerdo entre las ideas, y no como el acuerdo entre las ideas y las cosas. Con esto se consuma el paso del pensamiento clásico al pensamiento moderno: lo que conocemos no es nunca el mundo, sino lo que ocurre en nuestra conciencia, es decir, el conjunto de nuestras ideas.

La diferencia con Descartes es que Locke se pronuncia sobre el origen de las ideas que contiene la conciencia. Afirma que la razón no es creadora, sino receptora de contenidos. La experiencia es el origen y el límite de aquello con lo que puede llenarse la mente. Compara la mente con una hoja en blanco.

Al nacer somos como una hoja en blanco que la experiencia irá llenando, y solo como resultado de la experiencia irán apareciendo nuevas ideas en la mente. Hay dos tipos de ideas: las de sensación y las de reflexión. Las primeras corresponden a la experiencia de los sentidos, a aquello cuyo origen tendemos a suponer situado en el mundo exterior. Las segundas corresponden a la experiencia que tenemos del propio mundo de la mente. Así pues, para Locke, las ideas, tanto las de sensación como las de reflexión, son solo experiencia.

Según Locke, hay ideas simples e ideas complejas. Las ideas simples se obtienen directamente de la experiencia, ya sea por sensación o reflexión. Las ideas complejas son elaboradas por la mente a partir de las ideas simples.

Locke divide el conocimiento en intuitivo y demostrativo:

  • La intuición es la percepción inmediata, directa e innegable. Según Locke, por intuición conocemos nuestra propia existencia.
  • La demostración es un conocimiento indirecto que se basa en la relación entre ideas conocidas por experiencia directa.

David Hume: Ética Emotivista

Hume coloca la moralidad fuera de los límites de la razón. La razón intenta descubrir hechos y averiguar la verdad o falsedad de las proposiciones. La moralidad representa las aprobaciones o desaprobaciones de las acciones.

De cualquier acción, podemos realizar la descripción de un hecho, y después hacer su valoración. La valoración moral no nos describe el hecho, sino que nos muestra cómo nos hace sentir ese hecho. Las aprobaciones o desaprobaciones morales son los sentimientos que asociamos a lo que nos resulta agradable o desagradable, útil o pernicioso.

El sentimiento (simpatía) es el fundamento de la moralidad, y la utilidad es el fin. La razón es secundaria y queda subordinada al sentimiento. Así pues, la ética de Hume es emotivista.

René Descartes: La Teoría de la Sustancia

Descartes se ve obligado a reflexionar sobre su propio pensamiento, la única cosa con que de momento puede contar. Descubre tres tipos de ideas:

  • Ideas adventicias: recibidas pasivamente.
  • Ideas facticias: construidas a partir de la experiencia.
  • Ideas innatas: consustanciales al propio funcionamiento de la razón.

Las ideas innatas forman parte del funcionamiento de la razón y algunas de ellas, además, resultan evidentes. Solo las ideas innatas pueden servir como punto de partida fiable. Las ideas innatas son producidas por la mente, partiendo de sí misma y con independencia de cualquier experiencia sensorial.

Entre las ideas innatas se encuentra, según Descartes, la de sustancia. Es aquella realidad permanente y estable que existe por sí misma y que sirve de base a las diversas cualidades. Descartes afirma que hay tres tipos de sustancia:

  • La idea de sustancia pensante (Res Cogitans): Soy pensamiento y tengo pensamientos. No puedo saber si estos pensamientos se corresponden con alguna cosa fuera de mí mismo.
  • La idea de sustancia extensa (Res Extensa): la de cuerpo, que correspondería a los objetos exteriores.
  • La idea de sustancia infinita (Dios): el puente que permitirá a Descartes pasar del mundo de la conciencia al mundo exterior, del pensamiento a la realidad material.

Guillermo de Ockham: La Escisión entre Fe y Razón

Con el franciscano Guillermo de Ockham se consuma la escisión entre fe y razón. Ockham quiere reivindicar el estatus de la fe por encima de cualquier razón.

El pensamiento de Ockham aleja el mundo de la fe de las posibilidades de la razón. “Dios es demasiado grande para ser comprendido” es la convicción radical que marca su pensamiento. Quiere destacar que Dios está por encima de cualquier cosa y dice que la voluntad divina puede no estar condicionada en ningún sentido.

Ockham defiende la separación entre el poder material y el espiritual, es decir, entre la Iglesia y el Estado. Lo hace para defender la espiritualidad de la Iglesia, que considera demasiado imbuida del afán de poder. Ockham critica los afanes totalitarios, tanto los del emperador como los del papa.

Desde su perspectiva, el Estado y la Iglesia deben ser vistos como agrupaciones de individuos (súbditos o fieles). Defiende que el origen del poder está en las personas gobernadas.

Desde sus profundas raíces religiosas, Ockham refleja la transformación de un punto en el que las grandes estructuras clasificatorias de la Edad Media no pueden responder a las nuevas realidades y están a punto de desplazarse.

Platón: Teoría de la Realidad (Dualismo Ontológico)

Los sofistas identifican la verdad y la opinión, y defienden que la única diferencia entre una opinión y otra es su nivel de aceptación.

Platón discrepa de los sofistas: si todas las opiniones valen lo mismo y ninguna es más verdadera que otra, entonces el concepto mismo de verdad desaparece.

Esta reflexión lleva a Platón a afirmar que existen verdades independientes de nuestra opinión: verdades absolutas, universales, inmutables y eternas. Esto fundamenta su Universalismo.

El pensamiento platónico parte siempre de las ideas. En ellas se basa el conocimiento, pero también la acción moral y política.

Platón, con una posición dualista, afirma la existencia de dos niveles de realidad:

  • El Mundo Sensible: el mundo material, imperfecto y cambiante que descubrimos por los sentidos. Es “lo que está ahí”.
  • El Mundo Inteligible: una realidad inmaterial, perfecta e inmutable, a la que se accede por el pensamiento.

El mundo sensible es una aproximación imperfecta al mundo inteligible, una imitación degradada de las ideas o definiciones. De modo que mantiene que es el mundo inteligible el que justifica la existencia del mundo sensible y hace posible su conocimiento. Platón afirma que la auténtica realidad es inmaterial.

En el mundo de las ideas, no todas tienen la misma categoría. Las ideas tienen un orden, un sentido y unas relaciones. Este orden es llamado el Bien por Platón.

El Bien es la idea suprema, que otorga realidad y sentido al resto del mundo inteligible y material. Por debajo del Bien se sitúan las ideas éticas y estéticas (ideales morales que dan sentido a la vida). En un nivel inferior se hallan los conceptos matemáticos.

Este orden del Bien significa que cada cosa ocupa el lugar que le corresponde dentro del orden racional.

Jean-Jacques Rousseau: Crítica Social y Contrato Social

Jean-Jacques Rousseau es la voz de la disidencia. Según él, los progresos materiales de la humanidad habían originado la decadencia moral.

Rousseau planteaba la esencia bondadosa de la naturaleza humana, la degradación creciente a lo largo de su evolución histórica y la función enmascaradora de esta realidad que asumen las ciencias y las artes.

Rousseau defiende la figura originaria del buen salvaje, al cual imagina vagando por las selvas, sin industria, sin domicilio, sin guerra y sin sociedad. Describe la naturaleza humana originaria como autosuficiente y guiada por dos fuerzas contrarias y complementarias: el instinto de autoconservación y el sentimiento de piedad hacia los otros.

Este estado de naturaleza no pretende ser ninguna descripción histórica, sino una construcción teórica que resulta necesaria para poner de relieve los problemas de la vida social.

Rousseau consideraba la propiedad privada como el origen de todos los males. La propiedad no es para él algo natural, y es precisamente la introducción de la propiedad lo que provoca la desigualdad.

Rousseau es un claro exponente de la importancia que la Ilustración otorga a la educación. Partiendo de una concepción bondadosa de la naturaleza humana, lo que debe hacer la educación es ponerla a salvo de las influencias perniciosas de la sociedad.

No se trata de recrear un buen salvaje incapaz de vivir en sociedad, sino de potenciar la bondad natural sometiéndola a la razón. La libertad constituirá un elemento fundamental en este proyecto educativo. Rousseau sueña con que los ciudadanos sean libres, autónomos y críticos.

En la educación del nuevo ciudadano no cuentan solo la razón y el conocimiento; también los sentimientos son una pieza fundamental.

Según Rousseau, la renuncia a la libertad no se legitima por los beneficios que se obtienen, porque solo la libertad legitima el contrato social. Unirse a todos y, pese a ello, permanecer libres. He aquí la clave del contrato social.

Se conquista un tipo de libertad diferente y superior. Esta libertad superior es la libertad social o moral, la capacidad de autoimponerse una ley que solo puede hacerse efectiva en la sociedad civil. Rousseau define la libertad como autonomía, es decir, como la capacidad de seguir la ley que uno mismo se prescribe.

Lo mejor y más racional que podemos hacer es establecer un contrato que nos convierte en una unidad superior que vela por el bien común. Rousseau aspira a conciliar la libertad y la sumisión a la ley.

El concepto de voluntad general se constituye en una de las ideas clave del pensamiento político rousseauiano. Solo allí donde prevalece esta voluntad general, que busca el bien del proyecto político por encima de los intereses egoístas, puede darse el auténtico progreso.