Contexto histórico del Renacimiento
La Edad Moderna abarca desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XVIII. Se enmarca entre la toma de Constantinopla por los turcos (1453) y la Revolución francesa (1789). Esta etapa se inicia con el Renacimiento, tomando como referencia el acervo cultural y artístico de la Antigüedad grecolatina. Se difunde por el continente europeo y afecta a todas las áreas del saber y el arte.
La base de la cultura renacentista se halla en el Humanismo y todo lo que atañe al hombre, a su dignidad. Sus orígenes se sitúan en Italia. El término Renacimiento se popularizó a partir del siglo XIX con el Romanticismo.
La mentalidad renacentista emprende un camino en el que lentamente se van asentando los cimientos del pensamiento moderno, que se basa en el uso de la razón. Así, el Renacimiento supera el geocentrismo medieval y da los primeros pasos hacia una visión racionalista y científica de la realidad.
Características del Renacimiento
Exaltación del mundo clásico: Recupera la cultura grecolatina, cuya importancia había ensalzado el Humanismo. Los humanistas, al redescubrir el mundo clásico, fijan en él el ideal de belleza y perfección. Pero no es la Antigüedad la que renace, sino Occidente quien resucita con la fuerza y el carácter extraído del conocimiento de la Antigüedad.
Desde estos planteamientos, el arte y la literatura imitan formalmente los modelos clásicos y se llenan de referencias culturales al mundo grecolatino y a su mitología. El estilo artístico y literario sigue el canon de belleza basado en la armonía de las formas, la proporción, el equilibrio y la naturalidad.
Individualismo: La relevancia del hombre lleva a la progresiva superación del geocentrismo a favor del antropocentrismo. Gana terreno otra sensibilidad más optimista y vital en la que predomina un sentimiento de seguridad y autoafirmación. El hombre proclama su superioridad en la naturaleza y sabe que el esfuerzo puede llevarle a perfeccionarse, lo que le hace sentirse más orgulloso. Dios sigue siendo el motor de su existencia, pero el hombre se concibe como el mayor logro de la creación.
Naturaleza: La mirada que el hombre dirige a la naturaleza y sus leyes es crítica y racional. Pretende ordenar el mundo a su alrededor para que pueda ser comprendido por la inteligencia. La razón empieza a valorarse como instrumento de conocimiento. El Renacimiento es una época muy dinámica que muestra una gran curiosidad intelectual. Entre los científicos del siglo XVI están Copérnico (heliocentrismo).
El Renacimiento en España
A pesar de que tarda en llegar a las artes y el pensamiento, hay signos renacentistas que se advierten en el pensamiento y la actividad política internacionales desde finales del siglo XV y en la primera mitad del siglo XVI. A la monarquía universalista de Carlos I, le sucede el nacionalismo católico de Felipe II, que se alzará como abanderado de la Contrarreforma.
En España también surge el interés por la Antigüedad clásica de la mano de algunos humanistas destacados, matizado por la tradición cristiana y el geocentrismo. La tradición medieval se armoniza con las novedades del Renacimiento en las artes y el pensamiento teológico.
Por otra parte, el espíritu de la Contrarreforma frenó la libertad de expresión y la entrada de influencias extranjeras, ya que cualquier manifestación podía ser interpretada por la Inquisición como un ataque a la ortodoxia católica.
La lírica renacentista
Tiene como modelos a Petrarca y su Cancionero, y a los poetas clásicos Virgilio, Horacio y Ovidio. Desde los principios estéticos renacentistas, las reglas de la poética latina son escrupulosamente estudiadas e imitadas, ya que los grandes poetas renacentistas se distinguen por haber sabido acomodar lo aprendido en las fuentes clásicas.
La temática de la lírica es amorosa, aunque no falten motivos patrióticos y religiosos. El poeta analiza su mundo interior para descubrir el placer y el desasosiego que le produce el sentimiento amoroso. El amor lo lleva a la búsqueda de la belleza, que se identifica con la mujer y el paisaje. Al entrar en conflicto con la realidad, el poeta vive el amor como una experiencia dramática y, al final, imposible.
Siguiendo a Petrarca, el poeta renacentista vuelve la mirada al pasado y su alma se llena de melancolía al recordar el tiempo en que conoció a su amada, reviviendo con añoranza las horas vividas junto a ella, y lamentando su pérdida por muerte o abandono. Desea apartarse de la gente para meditar sobre el amor idílico.
Se retoma el tópico del locus amoenus (lugar ameno). La naturaleza que recrea es perfecta, reflejo divino. Está llena de espontaneidad y pureza frente al artificio de la corte y la civilización. Es virginal y pastoril, de modo que se renuevan los mitos animistas en los que las ovejas, rocas, fuentes son testigos del sentimiento del poeta.
Garcilaso de la Vega
Inicia su trayectoria poética con los presupuestos de la poesía de cancionero y el amor cortés, pero se impregna de la estética italiana con las lecturas de Petrarca, Castiglione, Sannazaro y Ausiàs March. Se instala dentro de la órbita neoplatónica y del petrarquismo. Su breve vida no deja espacio sino a una obra breve: tres églogas, dos elegías, una epístola, 5 canciones y 38 sonetos, pero su categoría es tan grande que es suficiente para consagrarle como príncipe de los poetas españoles.
Su pasión por Isabel Freire y el dolor que le produjo su muerte son los principales motivos que inspiran las dos primeras églogas y buena parte de los sonetos. El tema central es el amor, que explora hasta el detalle. Otros temas son la amistad y la naturaleza, a la que idealiza y pone como testigo de sus amarguras.
El amor es expresado mediante códigos de la literatura bucólica y los tópicos literarios del beatus ille y del locus amoenus. En la égloga I y II su voz se esconde detrás de los pastores Salicio y Nemoroso, que lloran la ausencia de Galatea y Elisa, nombres de Isabel. El paisaje que les sirve de marco, sugiere una naturaleza serena y bella.
El tema pagano del carpe diem también es renacentista, tomado del poeta de la literatura latina que recuerda la fugacidad de la vida y la necesidad de disfrutar del placer.
San Juan de la Cruz
Es una de las cumbres de la lírica de todos los tiempos. Su obra es breve y consta de 4 poemas, pero de tal intensidad que apenas pueden leerse sin estremecimiento. Los más importantes están concebidos a partir del arrobamiento de la experiencia mística, de la que surgen sublimes palabras que conmocionan los sentimientos.
En su poesía emplea bellas imágenes alegóricas para transmitir su vivencia de amor a lo divino. En Noche oscura del alma, el alma va despojándose de todo apego terrenal y asciende por el camino de la perfección, guiada por la luz que arde en su corazón hasta unirse con Dios.
El amor espiritual de su experiencia religiosa provoca la creación de Llama de amor viva. El poeta se vale en ella de un lenguaje simbólico y alegórico que ha suscitado muchas interpretaciones.