Panorama del Teatro en España: Siglo XX y XXI

Evolución del Teatro Español: De la Posguerra al Siglo XXI

1. Introducción

Los años posteriores a la Guerra Civil presentan un panorama teatral condicionado por dos aspectos fundamentales: los intereses económicos de los empresarios teatrales y la censura. Hay que tener en cuenta que habían muerto Lorca y Valle-Inclán, y otros autores innovadores se vieron forzados al exilio, lo que contribuyó al empobrecimiento del teatro español de esa época. No solo autores cercanos a la República tuvieron que abandonar el país, sino también actores y directores teatrales. Argentina o México fueron destinos de exiliados, entre los que destacan Alberti o Max Aub.

2. Años 40: Alta Comedia y Teatro Humorístico

A partir de 1939, se inicia en España una tendencia teatral conocida como «alta comedia» o «drama burgués», que obtuvo gran éxito de público. Se caracteriza por buscar el éxito social y económico; es un teatro costumbrista circunscrito a los ambientes de la burguesía. Formalmente, se sigue el modelo de la comedia de Benavente: importancia de la obra bien construida con el diálogo como elemento central. Temáticamente, estas obras silencian la situación española de la época y tratan asuntos burgueses como la familia, el matrimonio, la división social de clases o la religión. Del mismo modo, responden a una ideología conservadora, de ahí las frecuentes alusiones a la Guerra Civil con un evidente desprecio del bando vencido. José María Pemán, con La viudita naviera, es un ejemplo de esta corriente: un autor de éxito cuya producción teatral intenta satisfacer las necesidades ideológicas de los sectores sociales más conservadores.

Paralelamente a este teatro burgués, se desarrolla un teatro más innovador, alejado del modelo benaventino, que, por la vía del humor, se acerca al teatro del absurdo. Es el «teatro humorístico» que, sin apartarse de los esquemas burgueses, hace una crítica de algunos aspectos de esta clase social: convenciones sociales, vida monótona, matrimonio sin sentido, etc. El tono humorístico suavizó los elementos de crítica social y política presentes en estas obras. En su temática, hay una tendencia a lo irreal y lo ilógico, con situaciones inverosímiles. Los autores más representativos de este teatro son Miguel Mihura y Jardiel Poncela. De Mihura, hay que destacar Tres sombreros de copa, escrita en 1932, en la que se enfrentan una vida prosaica y ridícula frente a una vida poética y hermosa. Con Maribel y la extraña familia, critica la hipocresía, los convencionalismos sociales y la falta de iniciativa. De Jardiel Poncela, cabe destacar Eloísa está debajo de un almendro.


3. Años 50 y 60: Teatro Realista y Social

A finales de los años 40, hay que situar el nacimiento de un teatro distinto, inconformista y preocupado, que se inserta en una corriente existencial. Es fundamental en este cambio de rumbo la aparición de Historia de una escalera, de Buero Vallejo, en 1949, obra considerada el inicio del nuevo teatro realista español. Se trata de un teatro de denuncia y protesta que ofrece testimonio de situaciones injustas en la España de la época.

  • Ruptura con la comedia burguesa de los años 40: aparición de personajes populares, humildes, marginados, obreros, víctimas de una sociedad que manifiesta su poder por medio de la burocracia o la religión.

  • Temática basada en la realidad cotidiana: la injusticia social, la explotación de los trabajadores, la miseria, la angustia, la lucha por la vida.

En estas obras se representan situaciones a las que el autor se opone, de ahí que se hable de teatro de denuncia y protesta. En este teatro, cabe destacar a Buero Vallejo y Alfonso Sastre. Entre las obras más importantes de Buero, se encuentran:

  • Historia de una escalera, en la que plantea la imposibilidad de algunos individuos de mejorar materialmente debido a la situación social y a la falta de voluntad.
  • El concierto de San Ovidio (1962) denuncia la explotación del hombre por el hombre, en este caso, la de un burgués sobre una orquesta de ciegos.

Alfonso Sastre se inclinó más por la protesta política que por la social de Buero Vallejo; de él destaca Escuadra hacia la muerte (1953), que enfrenta el principio de autoridad y el de libertad.

El teatro realista se extiende hasta la década de los 60, época en la que se profundizan los temas y tonos de denuncia y protesta. Aparecen protagonistas colectivos que acaban aprisionados por la sociedad. Se inician tendencias experimentales y renovadoras que continuarán en los 70.


4. Años 70: Nuevas Formas y Teatro Independiente

Desde finales de los 60, se advierte en España una serie de intentos de ruptura con el teatro realista de la época, donde lo formal tendrá tanta o más importancia que lo temático. Durante la década de los 70, surgen una serie de compañías de teatro independiente y un grupo de autores llamados colectivamente «teatro subterráneo». Ejemplos de estas son Els Joglars, La Fura dels Baus, Los Goliardos o Tábano. Las características fundamentales de este teatro independiente son:

  • El texto es solo un apoyo para el espectáculo teatral, en el que se integran otros elementos.

  • Concepción del teatro como un trabajo en grupo, por lo que el espectáculo nace de reuniones, ensayos, improvisaciones, etc.

  • No se busca como algo prioritario el éxito social o económico, sino la expresión estética o ideológica del propio grupo.

Fernando Arrabal es el principal representante del teatro experimental. Su producción la ha desarrollado fundamentalmente en Francia. Lo más destacado en él es el «teatro pánico», que concibe el espectáculo dramático como un rito, como un ceremonial de purificación colectiva; tiene gran importancia en su desarrollo la improvisación de los actores a partir de un pequeño esquema inicial.

5. Años 80 y 90: El Teatro en Democracia

Con el fin de la dictadura, las políticas públicas impulsaron tanto la creación como la representación de nuevas formas teatrales. Este apoyo del Estado se reflejó en la consolidación de compañías de teatro independiente, la creación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y la proliferación de festivales y premios teatrales. Por otro lado, es destacable la pérdida de la crítica sociopolítica que había adoptado el teatro en los últimos años del franquismo. Entre los autores de estos años, cabe destacar a José Sanchis Sinisterra con ¡Ay, Carmela!, José Luis Alonso de Santos con Bajarse al moro, Fernando Fernán Gómez con Las bicicletas son para el verano o Paloma Pedrero con El color de agosto.


6. Teatro Actual: Siglo XXI

El teatro de principios de este siglo se caracteriza por mostrar conflictos que aíslan al individuo de la sociedad, como la incomunicación o la soledad. La crisis del siglo XXI ha motivado la reaparición de obras de carácter político y social. Desde un punto de vista formal, este teatro se caracteriza por un tono ágil y un lenguaje directo, que en ocasiones reproduce el modo de hablar de la calle. Como autores representativos, se puede citar a Juan Mayorga y Angélica Liddell. El primero se caracteriza por reflexionar sobre la construcción de la identidad y la dificultad de comunicación entre los personajes, con obras como El chico de la última fila. Angélica Liddell desarrolla un teatro muy personal en el que aborda temas sociales como la inmigración, el feminismo o la religión, poniendo de relieve la hipocresía de las clases dominantes; un título representativo es Tríptico de la aflicción.


El Teatro Español Anterior a 1939

El teatro de este periodo estuvo muy condicionado por los gustos del público burgués, que era el que mayoritariamente acudía a ver este tipo de espectáculos. Así, los empresarios de esta época tendieron a ofertar un teatro más comercial y, en menor medida, el más innovador.

Teatro Comercial

Es aquel que continúa el modelo de Echegaray, autor del siglo XIX, y que obtuvo gran éxito de público gracias a sus tramas costumbristas en las que se veían reflejados los espectadores, especialmente la burguesía.

Encontramos, por un lado, la comedia benaventina. Tras el fracaso de algunas de sus obras en las que hacía una crítica a las costumbres de la época, Jacinto Benavente optó por hacer obras en las cuales planteaba problemas poco conflictivos, adaptándose a los gustos del público. Su obra incluye comedias burguesas como Los intereses creados, que encierra veladamente una crítica a los ideales burgueses, y dramas rurales como La malquerida.

Paralelamente, también tuvo éxito el teatro cómico. Dentro de este, estaría, por un lado, la comedia costumbrista de los hermanos Quintero con Malvaloca, que describe los tópicos de Andalucía. También los sainetes de Carlos Arniches, quien escribió El Santo de la Isidra, en la que podremos encontrar los personajes y los ambientes más castizos del Madrid de la época. El mismo Arniches creó la tragedia grotesca, con la que recreó con cierto aire crítico la sociedad, presentando personajes caricaturescos y trágicos a la vez. Una obra de este género es La señorita de Trevélez. Igualmente, Muñoz Seca impulsó la astracanada, con la que buscaba principalmente la risa fácil a partir de situaciones absurdas y con juegos con el lenguaje. Su obra más representativa es La venganza de don Mendo.

También el teatro poético, escrito en verso e influido por el Modernismo y con las mismas características ornamentales de este movimiento, tuvo importancia en este periodo. Destacaron los hermanos Machado con La Lola se va a los puertos o Eduardo Marquina con En Flandes se ha puesto el sol.


Teatro Renovador

Se aparta del teatro anterior con nuevas técnicas y enfoques temáticos. Obtuvo menos éxitos que el comercial en aquel momento, aunque se le considere de mayor calidad. La Generación del 98 llevó a cabo una serie de intentos renovadores, como, por ejemplo, Unamuno con Fedra, en la cual se trataron los típicos temas existenciales y metafísicos del autor, o Azorín con Lo invisible, sobre el tema de la angustia ante la muerte. Pero será Valle-Inclán quien destaque por su gran producción dramática, por la originalidad de sus obras, por sus temas y estética diferente, y por la riqueza y expresividad de su lenguaje. De especial importancia será el ciclo mítico con las Comedias Bárbaras, en las que aparecen personajes gobernados por instintos tremendamente fuertes en un clima de supersticiones. Este ciclo culmina con la obra Divinas palabras, en la que Valle-Inclán trata los temas de la avaricia y la lujuria. Será con el esperpento con el que alcanzará su plenitud, un género propio basado en la deformación de personajes y valores, con el que denuncia diversos aspectos de la sociedad. Los personajes son grotescos, semejantes a marionetas. Usa frecuentemente los contrastes (lo cómico contrapuesto a lo trágico). Se puede apreciar también una gran riqueza del lenguaje, que se percibe en los distintos registros. Las obras esperpénticas son la trilogía Martes de Carnaval y Luces de Bohemia, considerada su obra maestra. Vinculado al Novecentismo, apenas se pueden encontrar obras teatrales. Jacinto Grau triunfó fuera de España con obras como El señor de Pigmalión.

En la Generación del 27, se produce un acercamiento del teatro al pueblo y se crearon compañías teatrales como «La Barraca», que pretendieron dar una educación teatral al público. Los autores más importantes son Alejandro Casona con su obra La dama del Alba, donde se mezcla realidad y fantasía, y Max Aub, que tiene una valiosa y extensa producción teatral. Una de sus obras más exitosas es San Juan.

El autor más destacado es Federico García Lorca. Este entendía el teatro como espectáculo total, pues cuidaba sumamente todos los aspectos (texto, música, escenografía…), escrito en un lenguaje muy cuidado con recursos propios de la poesía y estilo experimental, pues se alimentaba de múltiples tendencias y estilos. La temática solía rondar en torno al destino trágico de las personas y se desarrollaba con un lenguaje cargado de connotaciones, símbolos y metáforas con los que se ahondaba en este tema. Aunque el autor fue evolucionando y escribiendo numerosas obras teatrales, su etapa de plenitud corresponde con la creación de varias piezas en las que mezcla lo popular con la tragedia clásica y en las que ocupan un puesto central mujeres marginadas de la España rural. Sobresalen Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba.


Bodas de Sangre: Un Estudio Detallado

Bodas de sangre es uno de los principales dramas rurales del poeta y dramaturgo granadino Federico García Lorca, autor perteneciente a la Generación del 27. Estrenada en 1935, esta obra es ejemplo no solo del teatro renovador del momento, sino también del estilo artístico propio del autor: la unión de lo tradicional y lo nuevo, lo clásico y lo vanguardista, lo lírico y lo prosaico, la sencillez y el neobarroquismo. En cuanto a sus aspectos teatrales principales, podemos incluir Bodas de sangre en el subgénero de la tragedia moderna, porque, al igual que en la tragedia clásica, sus personajes se ven abocados a un destino fatal. La Novia ama a Leonardo a pesar de sus resistencias; Leonardo pertenece a una familia cuyos miembros son responsables de la muerte del padre y los hermanos del Novio. Tampoco se introducen elementos cómicos, sino que la tensión dramática se mantiene desde los malos augurios del principio, introducidos mediante los símbolos que maneja Lorca (cuchillos, caballos), hasta el final; incluso, tras la muerte de los dos hombres que se disputaban el amor de la Novia, cuando esta se presenta ante la Madre. Los personajes también se podrían ver como héroes trágicos que intentan rebelarse, sin éxito, contra sus pasiones. La frustración lorquiana está presente en ellos. La Madre vio morir a su marido y a otro hijo a manos de la familia de Leonardo; guarda el luto y el rencor. Representa la fidelidad a la tierra y a los muertos que enterró en ella. Su contemplación de las leyes sociales hace que entregue al último de sus hijos a la muerte también. El Novio se subordina a la Madre y, por las leyes del honor, morirá. Es el símbolo del trabajo y el sacrificio. La Novia sufre un grave conflicto interior entre las normas, el deber y la pasión. Esa pasión está representada por Leonardo, único personaje con nombre propio, atormentado por la vida familiar y que arrastra a la destrucción. Aunque el resto de los personajes son de menor importancia, podemos destacar el papel de la Criada como representante de la sabiduría popular y las personificaciones simbólicas de la Luna y la Muerte. Los tres actos de la obra se desarrollan en orden cronológico lineal, pero Lorca consigue una estructura circular gracias a que la acción empieza y acaba en el mismo lugar y los temores que al principio enuncia la Madre se ven cumplidos al final. Los espacios en los que se desarrollan estas acciones son las casas sencillas de la Madre, de Leonardo y la cueva de la Novia, frente al bosque simbólico que aparece en el acto tercero. Lorca utiliza el verso en algunas partes de esta pieza dramática. Este factor poético se une a la elaboración de un lenguaje rural y aparentemente sencillo, cargado de connotaciones y símbolos. La lengua encuentra su fuerza en la concisión de la palabra cargada, en las imágenes plásticas, la metáfora, el cromatismo. Con todo esto, Federico García Lorca hace de Bodas de sangre una de sus obras más intensas a través de los temas que son recurrentes en toda su literatura —pasión, frustración, lucha norma/libertad, destino, fatalidad— y de la belleza de su estilo original, contundente y sugerente, que se nutre a través de las raíces de su cultura.