Temas principales y secundarios en “La casa de Bernarda Alba”

Temas principales y temas secundarios en LCBA

La situación inicial que encontramos en la obra lorquiana La casa de Bernarda Alba es la imposición de la reclusión y el luto tras la muerte del segundo marido de Bernarda, lo cual es una hipérbole, una exageración de la costumbre del luto en las mujeres. Esta desmesura sitúa la obra en el plano de lo legendario, de lo simbólico y de lo mítico.  Planteado el conflicto dramático, unas mujeres encerradas y oprimidas, Pepe el Romano va a ser el catalizador de las fuerzas que se desatan y enfrentan en este “universo”; por un lado, es el prometido de Angustias, la hermana mayor y única poseedora de dote; y por otro, es el objeto de deseo de Martirio y de Adela. Con su clarividencia y sabiduría popular, la Poncia es la que mejor define el conflicto de las hermanas en relación al personaje del Romano.  Esta es la situación con la que arranca Lorca su obra y que sirve para dar cuerpo al tema central de su dramaturgia en general y de esta obra en particular: el conflicto entre la realidad y el deseo,  el  enfrentamiento  entre  la  autoridad  y  la  libertad;  un  conflicto  que  conduce inexorablemente a la frustración y a la tragedia (Adela se suicida cuando Bernarda se entera de su relación  con  Pepe  el  Romano  y  le  dispara  a  éste).  En  este  conflicto  Bernarda  representa  el autoritarismo y la represión, mientras que las hijas adoptan una gama de actitudes que van desde la más pasiva sumisión (Angustias, Magdalena) hasta la más abierta rebeldía (Adela, quien le rompe el bastón a Bernarda al final de la obra, símbolo de la autoridad de ésta). Los resultados de esta autoridad son dos: la sumisión frustrante, ejemplificada en la vida triste de Angustias, o la rebeldía imposible o con desenlace trágico, que representa Adela, que se erige como “heroína trágica”. Ésta es, pues, la tragedia al modo lorquiano:  el  conflicto  autoridad  vs  libertad,  realidad  vs  deseo, conduce a una frustración irreparable, que puede conducir a la tragedia. 
Por otra parte, si en el teatro lorquiano la frustración se sitúa en un doble plano: metafísico y social,  La  casa  de  Bernarda  Alba se  sitúa  en  el  segundo,  en  el  social,  existiendo  un  fuerte componente moral: los prejuicios de casta, la condición de la mujer en los pueblos de España, la presión del “qué dirán”, la moral tradicional, las costumbres machistas…
En lo que respecta a la frustración podemos señalar también la importancia que adquiere el espacio dramático, que es el ambiente cerrado, claustrofóbico y deprimente de la casa de las Alba, que, por un lado es el espacio del luto, de la represión, del encierro/entierro (“convento”); por otro es una atmósfera sofocante; y, por último, tiene un alcance simbólico, ya que encarna el universo en el que tienen que moverse las mujeres de los pueblos de España. Frente a este mundo se sitúa el “mundo exterior”, que es el espacio de las pasiones y de la libertad.  Si el tema que hemos desarrollado es el tema principal, podemos hablar de otros temas secundarios en la obra, tales como. 
Las diferencias entre hombre y mujer. La marginación de la mujer. Lorca denuncia las diferencias de la situación entre ambos sexos y la marginación de la mujer, la cual se sitúa en uno de dos modelos: el basado en la moral relajada, que, con una aparente libertad, es el que está al margende la sociedad; estas mujeres, como Paca la Roseta o la hija de la Librada están condenadas por la opinión del pueblo. El segundo modelo es el basado en la honra y la decencia y pasa por la sumisión a las normas sociales y convencionales. Los hombres, en Lorca, son diferentes porque se protegen entre ellos y trabajan fuera, mientras que para las mujeres hay “hilo y aguja”. La mujer está sometida al varón como una “perra sumisa”. 
La mujer y la tragedia. En la obra sólo aparecen en escena personajes femeninos que viven el drama de estar encerrados, la ausencia de amor y el temor a la soltería, lo que provoca el odio y la envidia. Estos personajes femeninos, desde su ausencia y soledad, buscan al hombre como un ser deseado y necesario para alcanzar la felicidad. Desde estas circunstancias, el matrimonio supone para las mujeres la sumisión. Consecuentemente con lo expuesto, la aparición de Pepe el Romano lógicamente desencadena las pasiones de las hijas, que quieren liberarse de la tiranía de Bernarda, lo que supone un conflicto. Vemos esto en Angustias que sueña feliz en su boda, en Martirio que, enamorada de Pepe el Romano, sufre por no tenerlo, y en Adela que, también enamorada de éste, mantiene relaciones ilícitas con él.  La honra. Este tema va ligado al tema de las apariencias y vinculado al amor. Bernarda posee  unos  principios  convencionales  y  rígidos,  apoyados  en  la  tradición,  que  exigen  un comportamiento público inmaculado. Este sentido de la honra de Bernarda y de Poncia es el mismo imperante en el pueblo y que provoca el linchamiento de la hija de la Librada. El tema de la honra se puede ver en la obra en: cómo recrimina Bernarda a Angustias por mirar a los hombres en el funeral, el consejo de Poncia a Adela de que deje a Pepe el Romano, la preocupación por la opinión ajena, el temor a la murmuración, el deseo de aparentar lo que no se es… La hipocresía. Constituye uno de los motivos recurrentes de la obra. Simbólicamente se observa en la obsesión por la limpieza de Bernarda (la blancura de las habitaciones). Asimismo, el miedo a la murmuración es una constante en la vida en el pueblo que marca la conducta de
Bernarda.  La injusticia social. El clasismo. Las relaciones humanas en la obra están jerarquizadas y dominadas por la crueldad y la mezquindad, que ejercen los personajes de un estrato superior sobre los de un estrato inferior, provocando, en otro sentido, una sumisión resignada que conduce al odio los personajes del estrato superior por los del inferior. Cada personaje, eso sí, humilla al que se sitúa en un nivel social inferior al suyo: en un primer nivel están Bernarda y Angustias  el resto de las hijas  Poncia  la criada  la Mendiga.  El odio y la envidia. Las relaciones en La casa de Bernarda Alba están dominadas por los sentimientos de odio y envidia, que se dan entre personajes de distinta clase social, pero también entre personajes de la misma clase social. Este sentimiento está provocado por: la desigualdad entre clases, la falta de libertad y el deseo de ser feliz. Bernarda es objeto de odio de las criadas (“un año entero escupiéndole en la cara”, dirá la Poncia) y del pueblo por su rigidez y su orgullo clasista e hipócrita. Las hijas sienten odio (hacia su madre) y envidia (entre las hermanas por la posesión de Pepe, puerta a su libertad) a causa de la imposibilidad de amar y de ser libres.  Tampoco se pueden olvidar temas  no menores como la muerte, el sexo, el amor o el imprevisto humor de algunas situaciones (cuando Adela se viste para las gallinas o cuando Poncia cuenta su vida marital); porque, en resumen, en La casa de Bernarda Alba rebosan las obsesiones y temas más profundos del mundo dramático de Lorca.