El Tiempo en *La Casa de los Espíritus*
En esta obra de la gran escritora chilena Isabel Allende, el tiempo abarca toda una generación. Se narra a partir de un personaje, **Esteban Trueba**, incluyendo a sus suegros, su madre y hasta su nieta. La novela relata la vida de cuatro generaciones de mujeres: comenzando por **Nívea**, madre de **Clara** (narradora principal y quien escribe la historia en el libro de la vida); **Blanca**, que se presenta como un personaje algo más secundario; y **Alba**, única nieta de Esteban Trueba, que representará a las nuevas generaciones de mujeres liberadas e intelectuales.
La historia se desarrolla desde casi principios de siglo hasta casi nuestros días, con una trama casi paralela a la historia más reciente de Chile, con sus rebeliones, represiones y dictadores. El tiempo se situaría a partir de los años 20 o 30, quizás ligeramente antes, hasta los 90. Es el recorrido desde la barbarie y la esclavitud hasta una sociedad modernizada, donde las mujeres tienen un papel importante y donde la política conservadora dará paso a una política liberal y socialista.
La evolución del tiempo se percibe a través de los acontecimientos históricos. Se puede suponer que hay partes que hablan de la llegada del hombre a la luna, del paso del carro de caballos a los automóviles, del transporte, de la comunicación y de la forma de vida de la gente. De todas maneras, lo que marcará a esta familia es el implacable paso del tiempo, que realmente no pasa en balde. En ningún momento se hace una alusión cronológica o concreta, pero nos encontramos ante un tiempo lineal y abierto en el que han podido transcurrir unos noventa o cien años.
El Espacio en *La Casa de los Espíritus*
En ***La casa de los espíritus*** (1982), Isabel Allende consigue recrear literariamente parte de la historia de Chile, desde principios del siglo XX hasta bien entrado el golpe militar de septiembre de 1973. Cuenta la historia de una familia por generaciones. Los protagonistas, en un principio, vivirán en un pueblo al sur de Chile, en la casa llamada **“Las Tres Marías”**, que Esteban Trueba reconstruyó. Más tarde, Esteban se trasladará a la capital, donde había construido hacía tiempo una casa, **“La casa de la esquina”**. La obra se centrará en el golpe de estado que corresponde al año 1973. El **golpe de Estado** acaecido en Chile el **11 de septiembre de 1973** derrocó al gobierno de Salvador Allende Gossens tras un período de alta polarización política y convulsión social.
Es una novela donde aparecen dos espacios contrapuestos: por un lado, un espacio exterior abierto, que sería el campo, concretamente **Las Tres Marías**; y por otro, un espacio cerrado que corresponde a **La casa de la esquina**. El espacio exterior es símbolo de libertad, de desorden e incluso de barbarie. En el campo, las personas son personas, dan rienda suelta a sus pasiones. Es en el campo donde Esteban Trueba viola a algunas jóvenes, donde Blanca vive una pasión desenfrenada con un campesino y donde Clara se siente realmente feliz. La casa de la ciudad simboliza un espacio cerrado marcado por normas sociales, orden, tópicos, etc.
Tradición y Vanguardia en la Poesía de Miguel Hernández
A Miguel Hernández (MH), Dámaso Alonso lo nombró “genial epígono” de la Generación del 27. Los poetas del 27 lo consideraban un “provinciano” y por eso no lo veían como uno de los suyos. MH los admiraba, pero solo Vicente Aleixandre tuvo con él una relación más cercana. MH aprendió la poética de la **Generación del 27** y de ahí que la fusión entre **tradición y vanguardia** sea una característica que una a MH y al grupo poético del 27.
La Tradición de los Clásicos Literarios Españoles
Miguel fue admirador y lector de poetas como Lope de Vega, Garcilaso, Góngora, Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío, Machado y, sobre todo, de Gabriel Miró, de quien se confesaba deudor por ser el que más le influyó durante el período anterior a 1932. Luego recibirá la influencia de Calderón y Quevedo.
En la mayor parte de las primeras composiciones se observa su gran capacidad para la percepción del mundo pastoril y para expresar sensaciones de su tierra. En esta poesía se combina la influencia de Fray Luis de León con la tradición renacentista. *Silbo vulnerado* e *Imagen de tu huella* son homenajes a San Juan de la Cruz y a la poesía pastoril de Cervantes. En esta etapa se encuentra bajo la influencia de Ramón Sijé, quien forjó en él la militancia católica y el amor a los clásicos.
***El rayo que no cesa*** es una reelaboración pagana y erótica de la poesía de Garcilaso y del pesimismo de Quevedo. El dolor de amor que predica Miguel en *El rayo que no cesa* procede de Vicente Aleixandre. Su poesía amorosa anterior a la Guerra Civil se forja en la tradición del amor cortés: la amada es una mujer llena de virtudes y belleza, motivo por el cual el poeta siente dolor.
A partir de 1927, el poeta entra en contacto con Góngora. De ahí brotará ***Perito en Lunas***, que derivará hacia una poesía católica influida por Ramón Sijé.
Los Escarceos Vanguardistas
Los contactos de MH con las vanguardias fueron escasos. Destaca su conexión con el purismo inaugurado por *Perito en Lunas*, donde contribuye a la poesía pura. Las vanguardias buscaron un lenguaje propio basado en las metáforas. Aquí se mueve el Ultraísmo y el Creacionismo.
MH y la Generación del 27 adoptaron estas audacias vanguardistas en su primera etapa, en los años 20. *Perito en Lunas* se adscribe a la poesía pura. Toma sus motivos de la realidad inmediata del poeta. La imagen vanguardista se funde con la metáfora gongorina en octavas reales.
Cuando H. escribe *El rayo que no cesa*, vive una crisis amorosa y personal que se traduce en un cambio literario y estético. El poeta abandona la rama religiosa y clasicista de Sijé, así como la de la poesía pura, y sigue a Neruda y a V. Aleixandre.
La Tradición Popular: El Neopopularismo
La corriente popular llega a MH por dos vías: la transmisión oral y sus lecturas. Su popularismo gira en torno a un deseo de proporcionar una estética renovadora a lo campesino.
Al irrumpir la guerra, MH se convierte en un poeta soldado con ***Viento del pueblo***: comienza la poesía comprometida, de guerra y solidaridad con el pueblo oprimido. MH ahora busca una poesía más directa y recrea su carácter oral, pero también cultiva metros más solemnes, de tono épico y de desarrollo amplio que remite a la poesía impura. Esto significa que lo lírico cede a lo épico. La imagen vanguardista, la metáfora surrealista, se funden con el neopopularismo en el tono y la métrica.
Finalmente, con ***Cancionero y Romancero de ausencias***, la oscura desolación del poeta quiere componer un canto desnudo y un cuento emocionado de una vida herida de muerte. En este libro vuelve la literatura popular, pero la tradición culta también está presente. Hernández completa el proceso de intimización que venía experimentando su poesía desde ***El hombre acecha***, donde repercute en los símbolos, en las imágenes poéticas surrealistas y en las formas poemáticas.
Compromiso Social y Político en la Poesía de Miguel Hernández
El compromiso social y político en la poesía de MH viene determinado por el contexto social y político en el que vivió. MH combinaba el pastoreo con su educación, cosa que a su padre le parecía inútil e innecesaria. En esta época, Miguel tiene una influencia cristiana, por parte de su amigo Ramón Sijé y porque toda su educación la había recibido en escuelas católicas.
En 1934 hace su segundo viaje a Madrid y aquí es donde comienza una nueva etapa donde se introducirá en la intelectualidad de la capital. En este período anterior a la Guerra Civil, participa en las **Misiones Pedagógicas**, que consistían en la difusión de la cultura y la educación ciudadana en lugares con altos índices de analfabetismo. Aquí es donde comienza realmente el compromiso social de MH. El poema “Sonreídme” representa este cambio en el pensamiento del poeta.
El comienzo de la Guerra Civil obliga a MH a dar el paso al compromiso político. Compone ***Viento del Pueblo***, poemario que se usa como arma social, donde intenta luchar por la libertad y la justicia. Su arma es la palabra poética. Lo lírico da paso a lo épico, el poeta asume una función profética:
a) **El yo poético**: el poeta se focaliza en un “yo” lírico, pero sobre todo se convierte en un “nosotros”. Predomina la función apelativa propia de toda poesía de propaganda, la actitud lírica dominante es la del apóstrofe. Se articula en tres tonos:
- **Exaltación**: exaltación heroica por los que luchan por la justicia y la libertad (“Vientos del pueblo”, “Canción del esposo soldado”).
- **Lamentación**: lamentación por las víctimas de los opresores (“Elegía primera” a Federico García Lorca y “Elegía segunda” a Pablo de la Torriente).
- **Imprecación**: imprecación a los enemigos, opresores y explotadores (“Los cobardes”).
La Exaltación
Es el tono dominante en *Viento del Pueblo*, ya que la voz hímnica domina gran parte de sus poemas. El primero que se mitifica es MH, que se identifica con una colectividad. En *Viento del Pueblo*, MH sufre con los explotados en “Niño Yuntero”. Este poeta, a pesar de sentirse el ruiseñor de los oprimidos, lleva su compromiso a las trincheras tal y como dice en la estrofa final de *Viento del Pueblo*.
La Lamentación
En los poemas dominados por el tono de la lamentación también mitifica a los sujetos líricos. La lamentación cobra otros matices: en los poemas más sociales, el tono de lamento sirve para expresar la identificación solidaria con las víctimas de la explotación.
La Imprecación
Frente a la exaltación del heroísmo por los que luchan por la libertad y la lamentación de las víctimas, el tono de imprecación permitirá insultar a los que tiranizan al pueblo. Este radical contraste entre la exaltación del pueblo y la imprecación del tirano aparece en “Las manos”.
***El hombre acecha***: el curso de los acontecimientos le hace tambalear su fe en el hombre. Entre 1937 y 1938 escribe su segundo libro de guerra, *El hombre acecha*. Este poemario coincide en la poesía como arma y en las circunstancias. Sin embargo, el tono y el tratamiento son distintos. *Viento del pueblo* es un poemario heterogéneo y externo, con apenas introspección, es un libro en el que se puede leer un aliento de entusiasmo, optimismo y esperanza en la victoria. Por el contrario, *El hombre acecha* es un poemario orgánico en el que el poeta se cierra a la introspección: los acontecimientos de la guerra vienen marcados por miles de muertos, heridos y odio. Cambia el tono entusiasta y combativo de *Vientos del Pueblo* por un tono moderado en *El hombre acecha* ante la realidad brutal de la guerra: el poeta pasa de cantar a susurrar amargamente, el lenguaje se hace más sobrio y el tono más íntimo. Se va apagando la exaltación de héroes y se va encendiendo el lamento por las víctimas.
El punto de partida de *El hombre acecha* está en su primer poema, “Canción primera”, que irradia el tono del poemario con su terrible sentencia y la figuración de lo humano animalizado. Ese tono llega a su límite intensivo en el poema “El tren de los heridos”. Con ese tono, el poeta evidencia una situación que su pueblo está padeciendo. Pero el poeta también contrasta dos actitudes y voces: por un lado, lo libresco y la divinización; por otro, lo humano y la fecundidad.
Otro tema clave de *El hombre acecha* es España. Este tema en plena guerra arranca a MH poemas impresionantes como “Me duele España”, “Llamo al toro de España” y “Madre España”.
***Cancionero***: En 1939, al salir de la cárcel y antes de volver a ser detenido definitivamente, cuando MH entregó a su esposa un manuscrito con poemas que había titulado ***Cancionero y romancero de ausencias***. Con ese último poemario, MH alcanza la madurez poética con una poesía desnuda, íntima y desgarrada, de un tono trágico con el que aborda los temas más obsesionantes de su mundo lírico: el amor, la vida y la muerte. Tres heridas que quedarán grabadas, como tres fuegos, en los labios de la amada, en “La boca”. El poeta es un vencido más, como su pueblo, y sus versos son ya los de un hombre herido que expresa su dolor por todas las ausencias: la de su hijo muerto y la de la cárcel.
Ya no hay canto combativo, ni exaltación de los héroes o del pueblo, ni imprecación a los enemigos, sólo hay lamento por el destino de cárcel y por la muerte que les espera. Por eso, el poeta dejó en sus últimos versos de hombre vencido, unos versos de pacifismo en “Tristes guerras”. Son los versos de un hombre cuya empresa fue el amor y cuyas armas fueron las palabras.
La Vida y la Muerte en la Poesía de Miguel Hernández
En la poesía de MH se da un discurrir dramático que comienza con la vida más elemental, una vida casi festiva, que poco a poco acaba en la tragedia. Podemos comprobar que la vida y la obra de MH son inseparables.
1. La mayor parte de los primeros poemas contienen un soporte de cierta despreocupación y hasta de optimismo natural: en esta época su vida va por un camino y su obra por otro. En esta primera etapa, son muchos los poemas en los que se rinde homenaje a la naturaleza. Más allá de la vida que confiere a las cosas, el vitalismo de MH las percibe como si estuvieran vivas. El poeta contempla la naturaleza, exalta lo insignificante, canta la belleza del vivir por el vivir. La naturaleza es uno de los grandes tópicos de su obra, porque forma parte de su vida, de sus orígenes, de sus lecturas. En sus primeros poemas, descubrimos una naturaleza sentida como lector de la poesía del Siglo de Oro.
2. A pesar de la exaltación de la naturaleza, llega la melancolía con *Perito en lunas*: hay un toque de muerte que inunda de tristeza el paisaje y que llena de tristeza al poeta. Pero la herida de amor-vida-muerte todavía no la siente.
3. Las heridas hernandianas comienzan a aparecer en ***El rayo que no cesa***. MH lleva en la garganta el dolor y la rabia.
4. En la poesía de MH, amor y muerte, en un dolor casi físico, empieza a tener el sentimiento de la tragedia. Pero no solo amor y muerte, también amistad y muerte, en la desesperanzada “Elegía” dedicada a Ramón Sijé. Aparecen unos términos que configuran la rabia y el dolor inconsolables, y escribe versos rabiosos contra la muerte.
5. Al comenzar la guerra, MH pretende con ***Vientos del pueblo*** buscar una esperanzada victoria. Ahora la muerte es parte de la lucha y de la vida. La muerte aparece para ser “elegía” por los héroes anónimos como Federico García Lorca. Sin embargo, según avanza el tiempo, se aleja la esperanza de la victoria y España se tiñe de sangre. Ante esto, MH modula su voz hacia el dolor y el pesimismo ante el género humano en ***El hombre acecha***. Ya no hay muertes de héroes, sino víctimas. Con ellas y por ellas, el poeta comienza un camino hacia la introspección. Las dos Españas se declaran la guerra a muerte, ha desaparecido el entusiasmo hernandiano y los poemas se tiñen de dolor.
6. Cuando pasa la guerra y llega la cárcel, llega la enfermedad y la desolación, los poemas de MH se oscurecen con el desengaño y la tristeza. En la cárcel compone “el diario de la desolación”, un poemario cercano a la verdad más dura y terrible, el ***Cancionero y Romancero de ausencias***: ha muerto su primer hijo, ha sido condenado a muerte, conoce la vida de la cárcel, coge una enfermedad médicamente mal tratada y vive en la soledad. La guerra ha bañado de odio España y él sufre la proximidad de la muerte.
En la cárcel, la fuerza y la rebeldía de MH comienzan a decaer y canta los pedazos de vida que va dejando en el camino, la agonía hacia la que se acerca, la tristeza de las guerras. Pero en medio de tanta negrura y de tanta sangre, la voz del poeta se reviste de nostalgia y habla al hijo vivo y a la esposa en el bellísimo poema “Hijo de la luz”. Ha llegado la hora de la resignación y el poeta se lo comunica a la esposa. No obstante, se cierra el ciclo de vida y muerte volviendo al amor. Aparecen constantemente la amada y el hijo. El amor anima al poeta, porque por encima de todas las calamidades quedan el amor y la libertad. Vida, amor y muerte, las heridas del poeta cierran el círculo en su *Cancionero* final para hacerlo inmortal.