Comentario de Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo
El texto que vamos a comentar constituye el último fragmento del tercer acto de la obra Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo, autor perteneciente a la Generación de los años cuarenta. En esta obra se muestra la realidad de la posguerra, los problemas humanos y existenciales, y se pone en escena al pueblo bajo, con sus conflictos que, en parte, derivan de la guerra civil.
Así, en Historia de una escalera vemos la frustración, el desasosiego y la impotencia de una clase trabajadora que no logra salir adelante aunque haga todos los esfuerzos para ello. Aunque también encontramos personajes, y sobre todo la escalera, que encarnan la demagogia y la inmovilidad del sistema: el decir que se va a hacer todo por avanzar, pero quedarse en el mismo punto de partida, sin dar ninguna salida a la gran mayoría de la población.
Contexto Biográfico de Antonio Buero Vallejo
Antonio Buero Vallejo nació en Guadalajara, en 1916. Desde joven tuvo gran interés por la lectura, el teatro y la cultura en general. Al comenzar la Guerra Civil quiso alistarse como voluntario, pero su padre se lo impidió. Tras la muerte de su padre, en 1937, fue llamado a filas y se incorporó. Fue detenido en 1939 y permaneció preso hasta 1946. Comenzó dedicándose a la pintura, pero más tarde se dedicó a la literatura, ganando varios premios durante su vida. Murió en el año 2000. Buero es reconocido como el dramaturgo español más relevante del periodo.
Etapas de la Obra Dramática de Buero Vallejo
En su obra podemos distinguir las siguientes etapas:
Primera Etapa: Preocupaciones Existenciales y Sociales
Es un teatro donde las preocupaciones existenciales se conjugan con las limitaciones sociales. Así, Historia de una escalera (1949), con la que ganó el premio Lope de Vega, es el drama de la frustración vista a través de tres generaciones de familias muy modestas, con su resignación, sus sueños, sus rencores y sus fracasos. En La ardiente oscuridad (1950) se presenta una tragedia de compleja significación: sus personajes, ciegos, encarnan la resignación o la rebeldía ante su dolorosa condición, símbolo de la miseria existencial o de la alienación social.
Segunda Etapa: El Drama Histórico y la Censura
El autor cultiva el “drama histórico”, donde la anécdota histórica es, sobre todo, un pretexto para plantear candentes problemas del momento, sorteando a la censura:
- Un soñador para un pueblo (1958), sobre Esquilache, ministro de Carlos III.
- Las Meninas (1960), sobre Velázquez.
De esta época es también El tragaluz (1967), que, en cierto modo, tiene algo de “histórica”.
Últimas Obras: Contenidos Sociales Explícitos
En las últimas obras de Buero los contenidos sociales y políticos se hacen más explícitos sin restar sus alcances existenciales:
- La llegada de los dioses (1971)
- La Fundación (1974)
- La detonación (1977)
- Jueces en la noche (1979)
Innovaciones Escénicas y Temáticas
Innovaciones Escénicas y Técnicas
Desde un punto de vista escénico, las últimas obras de Buero presentan indudables novedades técnicas: así, ciertos recursos de luminotecnia o de tramoya para obligar al espectador a “ver” la realidad desde el punto de vista de determinados personajes e incrementar su participación en el drama; o la mezcla de lo real y lo imaginario; o la ruptura del desarrollo tecnológico, etc.
Temática Central de Buero Vallejo
Su temática gira en torno al anhelo de realización humana y a sus dolorosas limitaciones: la búsqueda de la felicidad, de la verdad, de la libertad, se ve obstaculizada −y a menudo rota− por el mundo concreto en que el hombre vive.
El Tema Fundamental en Historia de una escalera
El tema fundamental de la obra es el anhelo del individuo de que se materialicen sus deseos a pesar del ambiente inmovilista que le rodea y su talante pusilánime, lo que le lleva a la frustración, el desasosiego y la impotencia. En la escalera del edificio encontramos, al igual que en la sociedad de posguerra, una mayor parte de personas que viven sin ninguna proyección hacia el futuro debido a la imposibilidad económica, y una familia minoritaria que encarna esa mínima parte de la sociedad que tiene los medios para progresar.
Caracterización Psicológica y Repetición de Patrones
El autor realiza una caracterización tan completa de sus personajes que algún crítico califica su teatro de «psicológico». Entre sus personajes no existe el prototipo de “héroe positivo”. La primera impresión que nos producen es de congoja y pena, sensación que se verá después atenuada por la esperanza de que el futuro presente mejores perspectivas para los hijos. En este drama de familias, vemos repetirse a lo largo de tres generaciones las mismas pautas de comportamiento. La personalidad de los hijos es un eco de la de sus mayores, y aquellos transmiten, a su vez, la herencia que han recibido.
En este fragmento solo aparecen Fernando (hijo) y Carmina (hija), por lo tanto, nos centraremos solo en ellos:
Fernando (hijo)
Hijo de Fernando y Elvira. Es muy similar a su padre cuando era joven: atractivo, gandul y siempre haciendo planes para el futuro. Está enamorado de la hija de Urbano y Carmina (Carmina hija). Nos recuerda continuamente a su padre en sus ademanes y en sus palabras, dando cuenta nuevamente del fracaso de sus mayores.
Carmina (hija)
Hija de Urbano y Carmina. Aunque también está enamorada de Fernando (hijo), decide acabar con sus relaciones obedeciendo a su padre. Cambiará su actitud al final.
El Espacio y el Tiempo: La Escalera como Símbolo
Los tres actos de la obra se desarrollan en el mismo lugar, un espacio interior, pero no es, como ocurre normalmente, una habitación —el modelo realista por excelencia—, sino un «tramo de escalera con dos rellanos». Es en este espacio donde tiene lugar toda la acción; en la escalera se comentan los chismes y se escuchan las discusiones; allí se reflejan los proyectos y los sueños de todos los vecinos. Todos los personajes se sienten ligados a ella. Algunos la odian, porque «encadenados» simbólicamente a esta escalera han ido perdiendo sus sueños y sus esperanzas con el paso de los años; otros, como Paca, la consideran una vieja compañera. Así, es aquí donde se abrazan Fernando (hijo) y Carmina (hija) y donde se hacen promesas de proyectos y de futuro en común.
Múltiples Interpretaciones de la Escalera
La crítica considera que la escalera es el elemento central de la obra de Buero; un elemento complejo que se presta a múltiples interpretaciones. Se ha insistido en el papel simbólico que juega la escalera, testigo de las diferentes categorías sociales que allí habitan, símbolo de una jaula de la que no se puede escapar. También se la asocia al inmovilismo, tanto social como personal, o al fracaso al que se ven abocados la mayoría de los personajes. Fernando lo reconoce con palabras como estas: “Ellos se han dejado vencer por la vida. Han pasado treinta años subiendo y bajando esta escalera… Haciéndose cada día más mezquinos y vulgares”.
El Tiempo Dramático
La obra se desarrolla a lo largo de treinta años y podríamos pensar que es la misma época de posguerra en la que el autor escribe esta historia tras salir de la cárcel en 1946, una época en que España se encuentra devastada tras la Guerra Civil. Así vemos que la mayoría de los protagonistas tienen dificultades económicas y una minoría logra continuar con una vida más holgada.
El tiempo transcurre con grandes saltos hacia el futuro: hay una diferencia de 10 años en el segundo acto y 20 años en el tercero.
La escalera permanece siempre impasible a través de los actos y de las generaciones como testigo mudo a lo largo del tiempo.
Estilo y Recursos Lingüísticos
Los Diálogos
Los diálogos son muy vivos e impulsivos, con lo que se aporta emoción y agilidad al texto. Con ello se logra sentir los sentimientos y las características de cada personaje, por su manera de expresarse. Lo vemos en el uso de:
- Exclamaciones: (“¡Si puede ser!”, “¡Tengo muchos proyectos!”).
- Interrogaciones: (“¿Qué puede haber de común entre ellos y nosotros?”, “¿Verdad?”).
- Repeticiones de palabras: (“Podrás. Podrás…”).
- Vocativos: (“¡Carmina!”, “Te necesito, Fernando!…”).
- Imperativos: (“¡Dime que sí, por favor! ¡Dímelo!”, “No me dejes”).
- Puntos suspensivos.
Los diálogos presentan un registro familiar o coloquial y su sintaxis es simple, lo que contribuye al ritmo, agilidad y emoción de los mismos.
Las Acotaciones
En las acotaciones emplea un lenguaje culto pero perfectamente accesible a todo el mundo. Informan de la bajada y subida de los personajes en la escalera, de sus movimientos: “(…) ella baja corriendo y se arroja en sus brazos”, “Fernando, el padre, que sube la escalera, se detiene, estupefacto, al entrar en escena)”; y de sus emociones: “Se cogen las manos y se miran arrobados”, “estupefacto”, “Se contemplan extasiados (…). Los padres se miran, (…) sus miradas cargadas de una infinita melancolía).
Carácter Literario y Funciones del Lenguaje
En lo referente al carácter literario del texto, pertenece al género teatral, dado que la acción se transmite a través del diálogo de los personajes con las correspondientes puntualizaciones de las acotaciones para su posible puesta en escena. La función del lenguaje predominante es la poética, debido al carácter literario de la obra; seguida de la expresiva, como se advierte en las emociones de los personajes: “¡Carmina!”, “Pequeña”, “¡Fernando! ¡Qué felicidad!…”; y la apelativa, reflejada en el vocativo y en las oraciones exhortativas (“¡Dímelo!”, “Vendrás conmigo”).
Adjetivación y Figuras Retóricas
Finalmente, el lenguaje ha quedado comentado a través de los diálogos y acotaciones. Solo queda resaltar el empleo de adjetivos valorativos: “mezquinos”, “vulgares”, “disgustada y angustiada”, “un buen aparejador”, “Seré el mejor ingeniero del país (…)”, con los que Fernando caracteriza a sus padres y su futuro, y el autor describe las emociones de los personajes (“disgustada y angustiada”, “extasiados”,…).
Las figuras literarias no son muy abundantes en el fragmento, con la excepción de las exclamaciones, ya comentadas, y otros recursos como:
- Paralelismos: (“Me ayudarás a subir, a dejar para siempre esta casa miserable”).
- Anáforas: (“Me ayudarás (…). Me ayudarás”,…).
- Alguna antítesis: (“subiendo y bajando”).
- Una metáfora: (“Abandonaremos este nido de rencores y brutalidad”).
Todas ellas están al servicio de la vehemencia expresiva del fragmento y de las emociones de los personajes.