Antonio Machado: Raíces, Temas y Simbolismo Poético
Aunque se ha relacionado a Antonio Machado con la Generación del 98 y son innegables ciertas coincidencias con el grupo, su iniciación fue el Modernismo. Esto supone una doble raíz: Romanticismo y Simbolismo. El tema fundamental y general de la obra poética de Machado es “la temporalidad del mundo y del hombre”. Esto puede explicar de alguna manera los temas de cada uno de sus libros. Son tres los temas particulares que se desarrollan a lo largo de su obra: el problema existencial, el amor y la mujer, y España (incluyendo el paisaje).
El Problema Existencial: Tiempo, Muerte y Espiritualidad
La preocupación por el paso del tiempo que conduce a la muerte marca toda la obra poética de este autor. De esta idea parten la mayoría de sus símbolos y motivos temáticos. El tiempo es considerado como el gran exterminador del ser humano, y la muerte se manifiesta en forma de brevedad de la vida, de decadencia de los hombres y de las cosas… La presencia de la muerte será obsesiva en sus poemas, hasta el punto de que la vida se ve como una amenaza y la muerte como una consecuencia inevitable. Esto explica el tono de tristeza, angustia y melancolía que tiñe la literatura de Machado.
La visión de la muerte es diferente en sus libros. En Soledades, la muerte no es todavía una experiencia real, sino que es una experiencia aprendida en los libros. La expresión de la muerte en este libro es continua y se ciñe estrictamente al tratamiento de ese tema a lo largo de la historia, siendo la referencia fundamental Jorge Manrique y sus Coplas a la muerte de su padre.
Su actitud vital ante la muerte es diversa: desde la angustia personal hasta la melancolía e incluso rebeldía por la muerte de la esposa, pasando por la identificación espiritual con el moribundo. Los símbolos relacionados con el tema del tiempo y de la muerte son múltiples:
- El agua: Del río, de la fuente, de la lluvia, cuyo fluir es constante, se hace símbolo del fluir temporal y, por ello, de la vida anterior. El agua puede representar la muerte, quieta o en la inmensidad del mar en el que confluyen todas las aguas.
- La tarde: Suele expresar el sentimiento melancólico y a la vez espiritual. Por ello, se suele acompañar de adjetivos que connotan un estado de ánimo de depresión espiritual. La tarde, el otoño, la sombra suelen ser símbolos de vejez y muerte.
- Los caminos: El caminar sin meta es un sentimiento de pesar, sino de consuelo, una nostalgia de la vida que se va dejando atrás.
Relacionado con el tema de la muerte, encontramos otros: el problema de Dios y de la religión. La actitud de Machado ante Dios es similar a la de Unamuno: constante lucha consigo mismo, lucha entre la imposibilidad de creer y el deseo, el Dios en el que no se puede creer aunque se quiera. Machado creerá en una religión de la vida, que dé sentido a la vida; por tanto, en la religión de Cristo resucitado, no en la del Cristo muerto en la cruz.
El Amor y la Mujer en la Poesía de Machado
El sentimiento amoroso no aparece con claridad en sus poemas. Machado lo usa siempre en función o en relación con otras preocupaciones que le interesan más. El tema del amor da a su poesía momentos muy intensos, pero no muy abundantes, y parece un amor soñado, no idealizado, con notas becquerianas. La mujer presenta tres tratamientos diferentes que corresponden con tres momentos diferentes de su trayectoria poética:
- Mujer abstracta: En Soledades, el amor no es real, es una aparición o un deseo. Aparece como símbolo de un estado de angustia.
- Mujer concreta (Leonor): En Campos de Castilla. No es una aparición o un deseo, pero Machado no usa la figura de su esposa como objeto amoroso, sino como excusa para reflexionar sobre el dolor, el tiempo y la muerte, o la esperanza de una posible resurrección que justificara la vida.
- Mujer concreta (Guiomar): Inspirada en Pilar Valderrama, mujer con la que tuvo una relación sentimental en sus últimos años. Aparece a partir de Nuevas canciones, donde se manifiesta un verdadero sentimiento amoroso y las únicas notas eróticas de la literatura machadiana. Esta relación amorosa es muy literaria y poco real; nos presenta a Guiomar como una diosa y a él como su trovador, y la experiencia amorosa como una “dulce herida”. De cualquier modo, el amor para Machado es un sentimiento ennoblecedor que dignifica al amante, quien, poseído de esa exaltación espiritual, comprende mejor la belleza del mundo y rescata las cosas del olvido, del tiempo y de la muerte.
El Paisaje y España: Reflejo del Alma Machadiana
Cuando mira la realidad exterior, la empaña con su estado emocional, con sus obsesiones… En sus poemas, las realidades evocadas se cargan de un intenso sentido simbólico. La suya es una mirada que proyecta sobre el paisaje lo que lleva en su alma. No dará solo un retrato físico de una tierra, sino una interpretación del alma de esa tierra en sintonía con su propia alma.
En algunos poemas, la visión del paisaje es objetiva; en otros, el paisaje se convierte en símbolo del pasado histórico de Castilla, o los elementos del paisaje castellano se transforman en símbolo de realidades íntimas. En Soledades predominan los paisajes interiores del alma, aunque no faltan aquellos en los que el paisaje es marco para la expresión de sentimientos generalmente relacionados con la melancolía. En algún otro, predomina la visión objetiva del paisaje, que luego tendrá mayor desarrollo en Campos de Castilla.
Otra forma de ver el paisaje es como imagen del pasado histórico. Machado aporta un claro componente subjetivo: proyecta sus propios sentimientos sobre aquellas tierras. En cuanto a la tercera forma de ver el paisaje, cabe hablar del paisaje como reflejo del mundo interior del poeta, del estado de su alma.
En cuanto a España, podemos señalar tres momentos de su poesía:
- Lamento por la decadencia de España: Visión muy negativa de Castilla como símbolo de España, de su paisaje, de su historia y de sus gentes. Castilla marcada por violencia, envidia y soberbia.
- Visión tierna y comprensiva: Ha descubierto el paisaje, su belleza y su majestuosidad, y lo ha llegado a amar profundamente.
- Las dos Españas: Manifiesta su esperanza en el futuro, en las nuevas generaciones que se opondrán a la España anterior.
La Generación del 27: Cohesión Grupal y Poética Innovadora
Cohesión Grupal y Nómina de Autores
En 1927, el Ateneo de Sevilla organiza un acto para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Góngora, y ahí están, entre otros, Alberti, García Lorca, Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego… En 1945, Pedro Salinas recuerda a quienes protagonizaron con él uno de los momentos cumbres de la poesía española: Aleixandre, Cernuda, Altolaguirre y Prados.
De aquí proviene el Grupo del 27. Se trata de un grupo compacto, cuya nómina ha sido establecida por ellos mismos. Ello revela una conciencia de grupo nacida de una amistad (la “Generación de la Amistad”) y unas experiencias comunes.
Todos ellos coincidieron en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde algunos vivían y otros acudían atraídos por sus tertulias y actividades culturales. Entre los actos comunes destacan los organizados para el centenario de Góngora en 1927. Esta celebración tuvo un doble significado, ya que los autores pusieron de manifiesto su admiración por la poesía barroca, sobre todo por Góngora, y por otro lado, su rechazo a la tradición decimonónica y modernista. El tricentenario supuso el descubrimiento del Barroco y de una literatura que tuvo su base en la libertad de imaginación, el ingenio y la supremacía de la metáfora.
Estos autores, además, colaboraron en las mismas revistas y publicaron una Antología que incluía un significativo muestrario de la obra realizada hasta la fecha por los poetas del 27.
Tenían estilos variados, pero también gustos y estéticas comunes. Parecen compartir cierta tendencia al equilibrio. Tienden a una original síntesis entre ciertos polos, en principio opuestos, entre los que había oscilado la poesía anterior:
- Entre lo intelectual y lo sentimental. La emoción tiende a ser refrenada o estructurada, pero no dejan de lado la sensibilidad y el sentimiento.
- Entre la concepción romántica y una concepción clásica de la creación poética. Consideran la creación poética como algo superior que puede conducir al hombre a la plenitud; la poesía es algo inexplicable, “demiúrgico”. Dan importancia a la técnica y al esfuerzo.
- Entre lo minoritario y la “inmensa compañía”. Un anhelo de selección acerca la poesía a un arte de minorías. En sus trayectorias alternan hermetismo y claridad, y conviven lo culto y lo popular. Casi se puede hablar de una apertura del yo al nosotros.
La Poética de la Generación del 27: Entre Tradición y Vanguardia
El grupo toma su nombre de un acto conjunto que celebraron en 1927: el aniversario de los 300 años de la muerte de Góngora. Este grupo estaría integrado por: Rafael Alberti, Lorca, Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Cernuda, Altolaguirre y Prados.
Se trata de un grupo que se caracterizó por la amistad entre sus miembros y por presentar numerosas afinidades estéticas e ideológicas o políticas. Entre estas, destaca la búsqueda del equilibrio entre la tradición y la vanguardia.
Lo primero que hay que señalar es que esa generación no se alzaba contra nada. Junto a su cosmopolitismo, los poetas del 27 valoraron el pasado y rescataron autores y estilos diversos, realizando una verdadera síntesis de vanguardia y tradición.
Del pasado literario español, rescataron formas de la poesía tradicional (romances, villancicos…) siguiendo lo que ha dado en llamarse el neopopularismo. La influencia de los clásicos del Renacimiento y del Siglo de Oro puede apreciarse en referencias mitológicas, figuras retóricas y en el tratamiento de algunos temas (la vida, la muerte…).
De todos ellos, prestaron atención a Góngora, pero también a Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Quevedo o Lope. De la poesía del siglo XIX, recibieron la influencia del intimismo de Bécquer, de las innovaciones métricas y el uso de las imágenes de Rubén Darío, de la concepción de la realidad como algo que puede ser pensado, soñado o imaginado de Unamuno y Machado, y establecieron relación directa con la poesía simbolista de Mallarmé y Valéry.
De las vanguardias (movimientos artísticos que se desarrollaron a principios del siglo XX con la intención de rebelarse frente a la concepción del arte basada en la imitación de la realidad) incorporaron diferentes temas y recursos, y aunque no se decantaron por ninguna en particular, quizá fue el Surrealismo la que tuvo una mejor acogida entre algunos de ellos.
En los jóvenes poetas del 27, ejercieron un magisterio fundamental dos figuras clave de la cultura de la época: Juan Ramón Jiménez, que fue un verdadero guía en la iniciación literaria de muchos de ellos, y José Ortega Gasset, cuya influencia fue ideológica y teórica.
En suma, el respeto por la tradición no contradice su inmensa labor en la renovación de la lírica española.
Federico García Lorca: Personalidad, Temas y Obras Clave
Personalidad y Temas Centrales
La personalidad de Lorca ofrece un doble rostro: por un lado, su vitalidad y simpatía, y por otro, un íntimo malestar, un dolor de vivir, un sentimiento de frustración como anuncio de su trágico destino.
Ese malestar y esta frustración laten en toda su obra junto a manifestaciones llenas de gracia. El tema del destino trágico sería el elemento que da unidad profunda a su producción poética y teatral. Su actitud es muy rigurosa; para él, son muy importantes la inspiración y el trabajo, y así surge una poesía en la que la pasión y la perfección, lo humanístico y lo estéticamente puro, conviven como pocas veces. Lo popular y lo culto van también hermanados en su obra.
Recorrido por su Obra Poética
Sus primeras composiciones aparecen en Libro de poemas, con influjos de Bécquer, de Machado y de Juan Ramón. Contenido muy variado, pero junto a tonos gozosos, predomina el malestar y evoca con nostalgia su infancia; parece atravesar una tremenda crisis juvenil.
Publica Canciones, donde hay poesía pura, vanguardismo y puro juego; persiste su nostalgia y su niñez, y se advierte su sensibilidad para los temas trágicos.
El Poema del Cante Jondo es el libro de “la Andalucía del llanto”, un libro lleno de dolor y muerte. Lorca expresa su propio dolor de vivir a través del dolor que rezuman los cantes “hondos” de su tierra.
El Romancero gitano alcanza un resonante éxito que acabaría abrumando al poeta. Canta fraternalmente a la raza gitana por marginada y perseguida, y eleva al mundo gitano a la altura de un mito moderno que ilustra el tema del destino trágico que late en toda su obra. Las figuras son seres al margen de un mundo convencional y hostil, marcado por la frustración o abocado a la muerte; topan las ganas de vivir con la imposibilidad de ello. Este libro constituye el punto más alto de la repetida fusión de lo culto con lo popular.
Su estancia en Estados Unidos, en el momento dramático del crack de la bolsa neoyorquina, es un hito crucial en la vida de Lorca. El poeta se ahoga y se rebela. Define el ambiente como “geometría y angustia”. El poder del dinero, la esclavitud del hombre por la máquina, la injusticia social y la deshumanización son los temas de Poeta en Nueva York, el libro que aparece a raíz de este viaje. Una de sus partes está dedicada a los negros; su corazón ha sintonizado con millones de corazones.
Hay un cauce en la técnica surrealista. Con Poeta en Nueva York, Lorca consigue renovar su lenguaje. Tras este libro, escribe el Diván del Tamarit y Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, elegía por aquel torero que fue gran amigo de los poetas del 27. Finalmente, emprende Sonetos del amor oscuro, que sitúa al autor entre los grandes sonetistas de nuestra lengua. Se conocen hoy en día 11 sonetos.